lunes, 28 de diciembre de 2020

Permitídme que me presente…..

 

Permitídme que me presente…..

Los humanos me llamáis  desde hace muchos años por mi apodo, “Virus”, que viene del latín antiguo y significa veneno. No me extraña, pues está en vuestra naturaleza  ponerle nombre a todo aquello (la “cosa”, como dicen los filósofos)  material, lo visible o lo invisible, que por ignorancia  o por miedo ancestral no podéis explicar con la razón o el conocimiento. De esta forma, creasteis, sin saberlo, a vuestro propio creador.  Este fenómeno lo explicó el famoso erudito Platón en el libro VII de su tratado filosófico La República con la alegoría de los hombres prisioneros en  una oscura caverna.

Soy  parásito en cualquier célula animal o vegetal  y no me avergüenzo por ello;  para sobrevivir y reproducirme me veo obligado a utilizar  hábilmente el mecanismo de proliferación de la célula, y aunque existo probablemente mucho antes que la misma humanidad,   todavía no sabéis a ciencia cierta  cuales son mis orígenes. Existo, no por que piense, sino porque mi existencia  queda manifiesta en muchas de vuestras patologías. Soy simplemente una partícula de código genético, encapsulada en una vesícula de proteínas.    Ni en los libros sagrados ni en los anales de la ciencia se encuentra alusión alguna con respecto a mi creación. Ni siquiera el hijo del Todopoderoso sabía que ya en aquellos tiempos existía una “cosa” más pequeña que la semilla de mostaza. De haberlo sabido, el relato de  Mateo en 13, 31-32 diría otra cosa. Ignoro si en aquellos parajes mesopotámicos existían ya las orquídeas, pues existe una variedad de estas plantas cuyas semillas son más pequeñas que las de la mostaza. Verás, soy mucho más pequeño que una semilla, incluso  que una  bacteria,  que ya es mucho  decir, puesto que una micra, el tamaño estándar de un bacterium (también los hay más pequeños), equivale a una millonésima parte de un metro. Es decir, que para poder percibirme necesitáis un microscopio electrónico de transmisión (MET).  Soy un “nanonésimo”, es decir, un enano necio, un David moderno, que   derrota a Goliat  produciendo COVID 19.

Soy tan pequeño que vuestros científicos todavía no saben  sí soy materia viva o muerta, tampoco  sí soy un microorganismo o sí fui diseñado en algún momento por vuestro creador. En  Génesis 1:26-27 solo encontrareis como llegó vuestro linaje  a la tierra y en Génesis 2:7  que sois producto de un polvo. Vosotros, los que tenéis fe ya lo sabéis,  sois en definitiva seres de barro. Yo, en cambio, no sé de dónde vengo.  No me encontrareis  en Génesis 1:11 ni en 1:21 ni tampoco en 1:24. ¿Qué seré yo entonces?    ¿Seré tal vez una degeneración celular?  ¿Un extraterrestre?

Ahora bien, no penséis que todos los virus tienen “mala leche” como yo. Por el contrario, la mayoría de mis familiares juegan un rol importante en la evolución de la vida en el planeta tierra. Así pues, no os enfadéis conmigo, pues cuando estoy en vuestros organismos mi única misión y razón de existir es la de neutralizaros  y, sí estáis lo bastante débil para resistir la embestida, aniquilaros. Así de simple es mi función. Por el amor a vuestro creador, no me juzguéis mal por  ello.

Como no sabéis tampoco quien soy y de dónde vengo, permitidme que me presente. Mi nombre es Corona Virus II, así me bautizaron vuestros expertos en virología, para ser más preciso, soy el agente patógeno y secreto  SARS CO V2.  Aunque, a decir verdad, dejé de ser secreto unos días más tarde iniciada la pandemia allá en la provincia china de Wuhan hace casi un año.  Soy un virus de cepa, es decir, con pedigrí. No soy de esos virus que van por ahí presumiendo que son virus de diseño, es decir, de laboratorio.  Todos mis parientes cercanos, los zoonóticos patógenos,  os han causado  hasta la fecha, muchos dolores de cabeza, molestias en las vías respiratorias y otros órganos vitales, como el corazón. Mientras que mis congéneres lejanos son los causantes de la rabia, la poliomielitis, el SIDA, el sarampión, las paperas, la viruela y la varicela, yo, particularmente, ataco, ya lo habéis comprobado,  los bronquios, pulmones y el cerebro en primera instancia. Acerca de las infecciones secundarias o daños colaterales, para utilizar un término militar muy común en vuestro lenguaje, tendréis que ser pacientes hasta que vuestros expertos en patología os esclarezcan  el penumbroso  panorama.  

Vosotros los humanos sois gigantescos en comparación con mi tamaño, empero en poco tiempo os he señalado vuestras fronteras, límites que ni vosotros mismos conocíais. En poco tiempo he hecho temblar  gobiernos, he puesto en ridículo a un presidente ignorante que pensó que podía combatirme con inyecciones de lejía, he colocado en la picota a políticos y  gobernantes incapaces, he dejado al descubierto las deficiencias de vuestros sistemas sanitarios, he evidenciado la injusticia socio-económica del sistema capitalista, he cuestionado el derecho laboral de vuestra tan cacareada democracia parlamentaria, he puesto patas arriba vuestras costumbres y hábitos, os he desestabilizado el espíritu, habéis perdido por mi culpa amistades y, además  he sembrado el miedo y el pánico en vuestras familias. Vuestra arrogancia y soberbia os había  hecho creer que erais invencibles, que podríais  detenerme  con solo el hecho de negar mi existencia o creyendo que todo este rollo era un invento de las élites de poder en vuestra sociedad de consumo.

Soy el corona virus II y llegué para quedarme por mucho  tiempo. No obstante, debo reconocer, que mi permanencia entre vosotros los humanos no depende de mi voluntad. En vuestras manos está la solución de la crisis. Ya tenéis el antídoto, maldita sea,  pero debo reconocer que os había subestimado. Me quito la “corona” ante vuestros científicos.  Sin embargo, mientras os sigáis comportando como hasta  ahora, es decir, haciendo gala de irresponsabilidad, pasotismo, negacionismo y gillipollez,  os seguiré dando la lata  y metiendo muertos como sardinas en una gigantesca lata. Ya son casi dos millones los que he enviado al Más Allá o al Nirvana. Y la verdad es que me importa un Spike (la proteína que facilita el contagio de la COVID-19), seguir enviando al cielo o al infierno  a justos  o pecadores.

Ahora que sabéis quien soy y el peligro que represento para vuestro bienestar y bienvivir me pregunto: ¿Qué haréis? ¿Seguiréis irrespetando las normativas? ¿Seguiréis con el rayado pregón de la dictadura corona? No lo sé, pero me temo que seguiréis jugando a la ruleta rusa, pues todavía no habéis comprendido la naturaleza de mi juego. Sois una especie de animal muy singular, la más destructiva del medio ambiente después de los dinosaurios. Mientras continuéis con el cachondeo actual, entraré y saldré de vuestros hogares  como Pepe sale de su casa, con el agravante que el  Pepe que yo digo, no regresó nunca más a su lar.

Os tengo de rodillas a todos, sin distinción de edad, sexo,  etnia, nacionalidad,  condición económica y profesional, filiación política o religiosa.

No. No soy yo el culpable de la pandemia. Sois vosotros.

Irrespetuosamente y sin estimación alguna,

vuestro famosísimo agente zoonótico patógeno,

SARS CO V2

 

domingo, 6 de diciembre de 2020

Réquiem de un agnóstico para Maradona

 Réquiem de un agnóstico para Maradona o El homúnculo que albergamos todos

 

De dioses, semidioses e ídolos está ahíto el mundo moderno de los deportes. Empero el balompié es un mundo especial, además de ser una fábrica universal inagotable de genios, virtuosos, talentos y tataratas (torpes futbolísticamente hablando en El Salvador).

Sin duda alguna, Maradona, “El Pelusa”, dios del futbol, se encuentra ya en el Olimpo. Lo vi jugar en el Ramón Sánchez Pizjuán en su corto paso por el Sevilla FC contra el Real Burgos CF (1-0) cuando ya estaba en el ocaso de su carrera. Aparte de un par de “virguerías” (piruetas o malabares), que provocaron los vítores de la afición, fue muy modesta su participación en el partido, en comparación con el croata Davor Šuker o su compatriota Diego Simeone. 

Aunque Maradona fue el ídolo para muchos futbolistas y aficionados de mi generación, personalmente es muy poco el contenido emocional que guardo de él en mis amígdalas, no las palatinas, sino las cerebrales. Esto se debe al hecho, que en los años en los que Maradona estuvo en su apogeo toda mi atención se centró en la política y en las actividades político-sociales en contra de las dictaduras militares en el Cono Sur organizadas por el estudiantado latinoamericano en Europa.

A raíz de la muerte del astro argentino, Diego Armando Maradona, se ha desatado en la red un vendaval de plegarias, lamentos, notas luctuosas e hiperbólicas, pero también una avalancha de improperios, insultos y una mescolanza de prejuicios moralistas y discriminantes, así como, afortunadamente, comentarios periodísticos serios y ponderados.

Para todos aquellos que se alzan como jueces inmaculados y sin olor a rancios pescados, señalando con dedo acusador el comportamiento y conducta del ciudadano Diego Armando Maradona fuera del terreno de juego y del ámbito deportivo, quiero recordarles que más allá de sus errores, deslices y excesos, nadie tiene el derecho a juzgar, a condenar y a sentenciar de motu proprio a otra persona.  Para esos fines existe el derecho penal.   

Todos los seres humanos, sin excepción alguna, no somos lo que aparentamos ser. Todos albergamos en nuestro interior un homúnculo emocional, es decir, un hombrecillo feo que guarda nuestras más bajas pasiones. Además, y no es justificación a su conducta, clínicamente hablando, Diego Armando Maradona padecía una dependencia severa de la cocaína, según lo establecido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), y, por lo tanto, él era una persona enferma desde hacía ya muchos años, a decir del mismo Maradona, desde 1982. En este sentido, quién esté libre de pecado y no huela a pescado, que lance la primera piedra. 

Ahora bien, para entender y comprender holísticamente el fenómeno deportivo Maradona, principalmente en Argentina y en Nápoles, se requiere, según mi opinión, la intervención de psicólogos, parapsicólogos, sociólogos, antropólogos, semiólogos, toxicólogos, etólogos, fenomenólogos, traumatólogos, demonólogos, criminólogos y, por último, cosmólogos. ¿Cosmólogos, preguntaría Jano Sagan? Claro, para que nos expliquen en cuál dimensión habitó el “Pelusa”, respondería yo. Y, aun así, pienso, la tarea no sería nada fácil. Maradona fue un verdadero fenómeno futbolístico mundial de dimensiones psíquico-sociales, culturales, incluso hasta político-militares, puesto que con los dos goles que le marcó a Inglaterra en el mundial del 86 se convirtió en el “héroe” que restableció moralmente el honor argentino después de la derrota en las Malvinas y, last but not least Maradona fue un producto comercial de alto rendimiento.

 Cuando yo fui niño, el mundo futbolístico se limitaba a las canchas de fútbol polvorientas y populares de mi ciudad natal, San Salvador, vale decir, El Polvorín, La Maestranza, La Guardia Nacional entre otras, vistiendo la camiseta blanca con rayas negras del “Pipiles” de Don Pichinte, zapatero de profesión del barrio Candelaria, el pago donde yo nací, y fomentador del futbol de niños y jóvenes de las barriadas más populares de la capital salvadoreña.

Aunque Pelé fue el rey del futbol en mi infancia y adolescencia nunca lo consideré mi “idolo”.  Ahora bien, pienso que para tener “dioses”, “semidioses” o “ídolos” no hay que ser pagano ni apóstata del dogma de la Santísima Trinidad, sino ser niño o muy jovencito, ya que a esa edad los referentes deportivos son muy importantes y, además, hay que verlos jugar, preferentemente en vivo o en pantalla, de manera regular. Solamente los dioses y santos religiosos se veneran a través de la narración o la lectura.  Un dios verdadero deportivo jamás. Debo aclarar que mi ateísmo abarcó también el deporte.   

En la etapa futbolística de mi vida adolescente jugué en el equipo juvenil de la Universidad Nacional y fue ahí donde conocí a Rafael “Lito” Robles, jugador de la primera división. Con él compartí no solamente minutos de entrenamiento bajo la dirección del chileno Sergio Lecea Fernández alrededor de la cancha del estadio de la Universidad Nacional, sino que también en la casa-club del equipo de la Universidad Nacional en la colonia La Rábida en las cercanías del Liceo Cristiano, jugando al futbolito o contando chistes.  

Por esta razón, el jugador de futbol que llevo en mi corazón no es Pelé ni Maradona, el futbolista que recuerdo desde aquellos años –casi– a diario con mucho cariño, y no estoy exagerando, es Rafael “Lito” Robles, apodado “El Pulmón” por su excelente condición física. Cada vez que salgo a correr por el bosque o a las orillas del rio Dreisam, Lito Robles, me acompaña, recordándome que los dedos pulgares hay que flexionarlos y cubrirlos con los dedos restantes, de tal manera que los músculos de las extremidades superiores no se tensen, contribuyendo así a la expansión de la caja torácica. Esto no me lo enseñó Lito en su momento, es la explicación que yo me doy ahora. Empero, para mejor información sobre riesgos y efectos secundarios, consulte a su preparador físico. En todo caso, el “truco” sigue funcionando.

Yo no sé, sí Maradona fue el mejor jugador de todos los tiempos, tampoco lo comparo con nadie, pues él es único, así como lo fue Pelé o lo es La Pulga Messi. Seguro estoy, eso sí, que durante mucho tiempo el seguirá siendo el primus inter pares en el Olimpo de los dioses del fútbol……

Postdata: Según Maradona, el salvadoreño Jorge Alberto "El Mágico" González, era mejor que él. También un futbolista de la calle y de barriada popular. Un genio que no quiso estar en el Olimpo de los dioses.  

sábado, 21 de noviembre de 2020

Y todavía siguen contando….

 

Y todavía siguen contando….

 

Ya me temía yo que el culebrón electoral estadounidense duraría más tiempo que lo usual. Aunque, a decir verdad, los acontecimientos post electorales no deberían sorprender a nadie, puesto que el mismo presidente Trump se encargó de preparar el escenario.

Curándose en salud, y haciendo las de Casandro, auguró el “fraude” electoral, por una parte y, por otra, haciendo las de Pandoro, abrió el cofrecito en el que se encontraban guardadas todas las “debilidades” y “falencias” del sistema electoral en los Estados Unidos.  

Pareciera, pues, que estamos frente a una mística profecía autorrealizada. Sin embargo, desde mi punto de vista, no se trata de esto. El “fantasma de la manipulación” de las elecciones en los Estados Unidos no es novedad alguna. Por lo general, demócratas y republicanos se acusan mutuamente de haber adulterado las cifras, antes y después de las elecciones, en dependencia de los resultados.  Ahora bien, el fraude electoral es un fenómeno universal y aunque existen formas y técnicas para evitarlo, de facto no siempre es posible garantizar cómputos inmaculados, sobre todo en países en los que el fraude es parte del folclore electoral. A este selecto grupo de naciones pertenece la República Federal Constitucional conocida como los Estados Unidos de América.

Y, por si acaso hubiera un gringófilo incrédulo leyendo críticamente estas líneas, y furibundo me acusase de embadurnar con estiércol la tierra de los hombres libres y cuna de los valientes, con respeto lo invito a echarle una ojeada al libro del periodista norteamericano “How to Steal an Election in 9 Easy Steps” (Nueve formas fáciles de robar una elección), también titulado como “Billionaires & Ballot Bandits” (Multimillonarios y ladrones de votos).

A lo mejor, debido a esta –mala– costumbre, muy bien aprendida desde el nacimiento de la república, es que Donald Trump está exigiendo –por la vía jurídica – el recuento de los votos en algunos estados. Y hasta hoy siguen contando los votos con el digitus, pues el método digital, al parecer no es de fiar, confabula el perdedor.

Sí ya está claro que Joe Biden resultó ser el ganador en las elecciones presidenciales y, además, que no se ha encontrado ninguna irregularidad grave y de importancia hasta la fecha que justifique la anulación del evento, me pregunto entonces: ¿Qué pretende el ciudadano Trump? ¿La maquinación de un master piece electoral para el 2024? ¿Demostrar invulnerabilidad? ¿Qué lo elija a él el Colegio Electoral sin tomar en cuenta los votos emitidos? ¿Continuar desgobernando a raja tabla?

A mi juicio, detrás de toda esta parafernalia mediática y jurídica se esconde el cuadro clínico de un hombre con un severo y grave desorden de personalidad. El comportamiento socioemocional, histriónico y narcisista de Donald Trump, su reacción inmadura y poco profesional frente a los escrutinios –técnicamente– concluidos (solamente falta la confirmación oficial de las respectivas instancias federales) y, finalmente, el manejo irresponsable y chapucero de la pandemia, son síntomas manifiestos de trastornos mentales.  La actitud de Trump frente a la derrota se parece a la del enano saltarín, Rumpelstizchen, en el famoso cuento de los hermanos Grimm, quien al constatar que la reina conocía su verdadero nombre, montó en cólera y pataleando con rabia hundió la pierna derecha en el suelo hasta la cintura y luego tomó con ambas manos la pierna izquierda hasta partirse en dos.  Así se encuentra en estos momentos el colérico Trumpeltizchen, pataleando enfurecido y hundiéndose cada vez más en las arenas movedizas de la historia política de los Estados Unidos.  

Allan Lichtman, el reconocido profesor de historia de la Universidad de Washington D.C., autor del libro “Keys to the White House” (Las llaves de la Casa Blanca) predijo la derrota de Donald Trump.  Basándose en su modelo de predicción de las “trece llaves”, creado en colaboración con el geólogo ruso Vladimir Keilis-Borok, ha acertado desde la reelección de Ronald Reagan en 1984 todas las elecciones presidenciales celebradas hasta las del 3 de noviembre recién pasado. Según el modelo de Lichtman, cuando por lo menos seis de los indicadores claves no favorecen al partido que preside la Casa Blanca, el candidato pierde la elección. En el caso de Donald Trump fueron 7. 

Nombro aquí, como colofón, solamente tres que suscribo con ojos cerrados:

1) Falta de carisma político (Trump es un showman) 2) el manejo irresponsable de la pandemia y 3) el malestar social

Ahora bien, sí Donald Trump lograra continuar de inquilino en la Casa Blanca, a pesar de todo, esto significaría el suicidio de la democracia estadounidense, puesto que ese hipotético y catastrófico escenario presupondría la destrucción de las instituciones constitucionales y, como escribiera Hannah Arendt en los “Orígenes del totalitarismo”, el comienzo de la tiranía….

sábado, 7 de noviembre de 2020

Pintad de blanco un manicomio, ingresad a Trump y decirle que es la Casa Blanca

 
Pintad de blanco un manicomio, ingresad a Trump y decirle que es la Casa Blanca
 

Escribo estas líneas horas, días o a lo mejor semanas antes de que se sepa oficialmente quién ha resultado el vencedor en la disputa por la presidencia en los Estados Unidos y, por lo tanto, quién habitará en los próximos cuatro años la mansión conocida como la Casa Blanca.

No niego que me daría satisfacción leer y ver la noticia en los titulares de la prensa nacional e internacional escrita en grandes letras de molde, adornada con una foto del Tío Sam señalando a Donald con su índice derecho: “YOU’RE FIRED”

Empero, más allá de cualquier sentimiento negativo que gran parte de la humanidad pueda albergar en su fuero interno en contra de Donald Trump, es un hecho que hay que esperar hasta que se cuente el ultimo voto o hasta que uno de los candidatos alcance la cifra mágica de 270 o más miembros electores o gane por litigio. Es decir, la suerte todavía no está echada. Aún ninguno de los candidatos ha atravesado el Rubicón, aunque parece ser un vacilón trumpiano o trumpada de ahogado acusar de fraude al contrincante solo por el temor de perder la batalla electoral, con el agravante de no tener prueba alguna que justifique la presunta sospecha. Ahora bien, la receta del “fantasma del fraude” que está proponiendo Trump, es la misma que el Departamento de Estado ha practicado durante décadas en América Latina detrás de bambalinas. Cada vez que un candidato presidencial llegó al poder por la vía del voto popular y éste no tuviera el visto bueno y no cuajara en el menú geopolítico estratégico de los Estados Unidos, la acusación de fraude no se hizo nunca esperar. No reconocieron nunca los escrutinios finales y en muchos casos actuaron manu militari para evitar el ascenso del candidato triunfante, organizando y financiando crímenes o golpes militares. ¿Podrá tener éxito la misma receta casera en la propia cocina?

Raya en lo ridículo cuando Trump acusa a Biden de ser socialista o bien, que el “camarada Joe” va a permitir la penetración del comunismo chino en los Estados Unidos.  Esta acusación más que cinismo o chiste panfletario electoral de muy mal gusto, es simplemente una gilipollez del supuesto archimillonario neoyorquino. Solo los “Hillbillys” pueden creer tales sandeces. Es como creer en la existencia de la Ciguanaba, el Cipitío o el Cadejo, figuras fantásticas en el ideario mitológico de los salvadoreños.  Esto ya parece cosa de locos.

Donald Trump ha hecho de la política un espectáculo y está haciendo de las elecciones un verdadero culebrón televisivo. Recomiendo pues a los norteamericanos, que pinten de blanco un manicomio cualquiera en Washington D.C, ingresen en camisa de fuerza al ciudadano Trump y háganle creer que es la Casa Blanca.

Ahora bien, dejando atrás la ironía y el sarcasmo que me provoca el magnate norteamericano, quiero ponerme serio y astringente. En este sentido, lo importante es preguntarse: ¿Existe alguna diferencia esencial o fundamental político-económica e ideológica entre Donald Trump y Joe Biden? 

En mi opinión, tanto Trump como Biden son caras de la misma moneda imperial norteamericana. La diferencia entre ambos está en que Trump es un tipo prosaico, inculto, mal educado y racista declarado y Joe Biden no lo es.  Por lo tanto, me da lo mismo, políticamente hablando, quien sea finalmente el ganador.

Mientras tanto, seguiré a la espera del escrutinio final, ya que el espectáculo que está ofreciendo Donald Trump es algo inédito en la historia política y diplomática de los Estados Unidos.

domingo, 1 de noviembre de 2020

Retrumping forbidden better for Biden

Retrumping forbidden better for Biden

A tres días de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, todas las encuestas que circulan en los medios de comunicación a nivel mundial le dan una clara ventaja al candidato demócrata Joseph Robinette „Joe“ Biden, Jr., sin embargo,  la reciente experiencia electoral  en ese país  demostró que sí es posible que un sujeto político dado por muerto electoralmente resucite al tercer día y se declaré con bombos y platillos presidente de la nación más poderosa del planeta tierra, habiendo logrado un número menor de votos que su contrincante.  Este hecho provocó hilaridad en el vencedor y mucha tristeza, en Hilaria Clinton.

No obstante, esta “particularidad” norteamericana en el proceso electoral radica en el hecho que la elección presidencial en EE. UU. es una votación indirecta, es decir, los candidatos no son elegidos directamente por el voto de los ciudadanos. Este procedimiento está contemplado en el artículo II de la Constitución Política de los Estados Unidos de 1787. En realidad, lo que los votantes eligen con su voto, es el llamado Colegio Electoral que está compuesto por 538 electores provenientes de todos los estados. Lo cual significa que el candidato que reúna la mitad más uno, es decir, 270 electores es declarado vencedor de los comicios.

Ahora bien, no todos los estados federales tienen el mismo peso específico, puesto que la importancia y relevancia entre los mismos depende del número de electores que a cada estado le corresponde. El número de los electores es proporcional a la población y a la cantidad de congresistas que lo representan, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. De tal manera que, verbigracia, el estado de California, Texas o Florida cuentan con 55, 38 y 29 electores respectivamente. Mientras que Alaska, por ejemplo, tiene solamente 3 electores. Es por esta razón que los candidatos concentran tradicionalmente su estrategia electoral en los estados de mayor importancia.  

Más allá de la complejidad del proceso electoral norteamericano que data del siglo XVIII y que está íntimamente ligado a los orígenes históricos de los EE. UU. la pregunta clave es: ¿Qué pasará sí Donald Trump pierde las elecciones?

Sí se toma en serio las bravuconadas del presidente expresadas en las últimas semanas, habría que esperar un escenario caótico y beligerante a nivel político, social y constitucional nunca visto en la historia del país. Según mi opinión, este hipotético escenario no ocurrirá. Y, en el caso que así fuera, sería síntoma inequívoco del declive y deterioro de la sociedad norteamericana y de la putrefacción de los poderes del estado, solo comparable con las “repúblicas bananeras” del siglo pasado en América Latina.

Hace cuatros años el mundo entero vio en el histriónico y egocéntrico magnate norteamericano Donald Trump a un payaso mediático. Hoy, esto no cabe la menor duda: Trump es un auténtico payaso y un político peligroso.

Honestamente ignoro sí Joe Biden es el candidato idóneo para asumir la presidencia de la nación, pienso, eso sí, que de resultar ser él el nuevo presidente de los Estados Unidos, hará muy feliz a gran parte de la humanidad. Aunque solo sea por un brevísimo momento.

Por eso pienso que es mejor votar por Biden y evitar así la reelección de Donald Trump.

 ¡Retrumping forbidden better vote for Biden!

viernes, 18 de septiembre de 2020

Recordando a Óscar Chávez, el Caifán mayor de México

 

Recordando a Óscar Chávez, el Caifán[1] mayor de México

 

                                                                                       A Jano, mi carnal hincha pelotas

 

Recordar a Óscar Chávez en estos tiempos pandémicos no es fortuito puesto que en la lucha desigual de este Goliat del canto popular mexicano y latinoamericano contra la ponzoña moderna llamada Covid-19, él resultó ser el perdedor. Aunque la Calaca Flaca nunca avisa cuando llega, Óscar, seguro estoy,  estaba preparado para recibirla, ya que sabía cuánta razón tenía el conocido compositor mexicano Vicente Garrido,  al afirmar en la letra del Vals “Dios nunca muere ” de Macedonio Alcalá,  que “una nueva luz habrá de alcanzar nuestra soledad, y  que todo aquel que llega a morir empieza a vivir una eternidadMuere el sol en los montes, con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa nos conduce a morir”. 

En la cultura e idiosincrasia de la gran nación mexicana, el culto a la muerte es parte de una filosofía popular y trascendental sui generis. Más allá del carácter metafísico, idealista e incluso religioso de la misma, el hecho es que efectivamente nadie “muere” en la medida en que los vivos sigan recordando a los que dejaron de ser y estar.  En este sentido, Óscar Chávez Fernández, trovador irreverente y acérrimo enemigo del poder político-económico y militar en cualquier parte del planeta, solidario con la causa de los pobres más pobres de su México lindo y querido, seguirá viviendo. 

Para cuando muera cantó – quiero que mi tumba, que mi tumba huela, ay, huela a primavera”. “No acabarán mis flores, no acabarán mis cantos, yo los elevo no más soy un cantor…”

Una eterna primavera –pienso yo– en la cual las flores anuncien la nueva vida que germina después de la muerte.

Así es el circulo de la vida. Yo comencé esta remembranza con el inesperado y luctuoso final de su camino, que fue muy largo, creativo y fructífero. Conozco muy poco, casi nada, de su biografía, pero sí conozco gran parte, casi toda, su obra musical. Corrían los años 70 del siglo pasado cuando lo advertí llegar al bar-restaurante La Costa del Sol, administrado por andaluces. Era él, después lo supe. El Charro Ponciano venía pegando respingos porque le habían dado mucha lata obligándolo a contar las partículas pequeñas que emitía un aparato extraño. Calla, Guanaco calla, – comentó con voz de bajo–deja de tanto “huevear” que esta noche con la luna nos vamos a emborrachar. Efectivamente, esa noche nos echamos todo lo que contenía alcohol en su habitación en la residencia estudiantil de la Universidad de Konstanza, República Federal de Alemania y también un par de viejas…canciones del norte. Era él, sin duda, Óscar Chávez, disfrazado de mi amigo El Mejicano, gentilicio escrito a propósito con J y no con X, ya que, durante algún tiempo, mi amigo, nuestro amigo, fue para toda la bola de cabritos y cabrones enanos que lo rodeaban un Mexican Curios, un extra large debido a su alta estatura.  Prejuiciados, pensábamos que todos los mexicanos eran bajitos, “guatones” y bigotudos.

A pesar de que desde joven el arte y la cultura mexicana no me fueron desconocidos – ¡cómo podía serlo, sí la radio, el cine y la televisión en la década de los sesentas, setentas, ochentas, noventas y …, se encargaron de   difundir la idiosincrasia del pueblo mixteca! –, yo ignoraba la existencia de Óscar Chávez y además de ser él el autor de gran parte del repertorio musical que cantaba El Mejicano. Debo reconocer, en honor a la verdad, que todas las canciones me gustaron por ser muy divertidas. Sin profundizar en su contenido político-social. Había en ellas mucho de la picardía típica de los barrios populares que conocía de mi paisito.

Óscar Chávez supo lanzar con elegancia, inteligencia y mucha picardía dardos letales a todos los presidentes en todos los sexenios que le tocó vivir. Por su personalidad, por su lucha contra la injusticia social y económica, por su conducta y aporte a la cultura y el arte nacional la Universidad Autónoma del Estado de México le otorgó el titulo de Doctor Honoris Causa. El pueblo, por su parte, ya lo había nombrado desde hace muchos años el Caifán Mayor, es decir, el mero mero del México popular, del de la calle, del de a pie, de ese México que en resumidas cuentas es un Gran Barrio.   

A diferencia de algunos representantes latinoamericanos de la nueva canción rebelde que surge  a partir de la revolución cubana en 1959, prefiero llamarla así y no “de protesta” como la llaman algunos, Óscar Chávez supo sazonar sus interpretaciones musicales de manera muy creativa –le gustaba mucho cocinar, sobre todo preparar ensaladas– incluyendo en su amplio repertorio diversos ritmos y géneros musicales de América Latina  aderezados todos con una pizca de ironía y sarcasmo, de  manera tal que el menú que él ofrecía a su público, sobre todo en las presentaciones en vivo, era un opíparo bufé.

Después de haber escuchado Macondo en la versión del Caifán, todas las otras, incluso las más pachangueras al estilo de la Billo’s Caracas Boys por mucho que motivaran hasta a los tetrapléjicos a mover el esqueleto, la de Óscar Chávez, además de lograr lo mismo, induce de forma tranquila a revivir cada uno de los Cien años de Soledad. La única condición para alcanzar este estadio perceptivo es obviamente haber leído previamente la novela de Gabriel García Márquez.

Lo mismo me sucedió luego de haber escuchado las diferentes letras de Óscar Chávez con la melodía de Las Golondrinas del mexicano Narciso Serradell.  Después de eso solo Ventejos veía en el firmamento debido a que los textos estaban dedicados a los pendejos politiqueros y politicastros del PRI y del PAN. ¡Al pan pan y a ver Gabino, échate un vino!

El collage musical característico en muchos de sus conciertos es, a mi parecer, el resultado de la simbiosis de muchas culturas y diferentes formas del arte. Estilo que se me antoja definirlo como Cul y Arte. De esta manera, Óscar Chávez, penetraba en lo más profundo del cuerpo y alma de sus espectadores y seguidores.

Y, ¿qué decir de los albures en las famosas Parodias Políticas? Simplemente geniales. Óscar Chávez en cada sexenio cambiaba el color y la textura de sus temas de acuerdo con la tesitura política del momento. Pero siempre mantuvo un planteamiento crítico al sistema político establecido y sin compromisos con ningún gobierno que le tocó soportar como ciudadano. Por lo menos mi cuenta llega a doce y podría quedarme corto.

Cada seis años mi amor – cantaba un presidente– “prometo ser diferente, pero nunca te lo cumplo, pues cada seis años quesque hay otro presidente. Y siempre es igual, la misma camada, pura burocracia, pero revolcada.  Y siempre es igual este mitotito pura demagogia que el 15 era el grito (de independencia 1810). Y siempre es igual es picoso el mole, diferente el dedo, pero el mismo atole   Y siempre es igual desde aquí te digo se baila el jarabe al son de lo gringo”.

A Gustavo (Diaz Ordaz) siempre le dio en el clavo y fue mordaz con el trompudo de Ordaz por lo de Tlatelolco[2] que con cada canción lo fue dejando cholco[3] . A de la Madriz (Miguel) después de darle en la madriz lo desplumó como a una perdiz. A Fox (Vicente) le opacó la vox y lo hizo bailar Foxtrot a solas. A Zedillo (Ernesto) le dio una patada en el fondillo y con el dedillo le rasco el anillo. A de Gortarí (Carlos Salinas) lo mandó a parir por irse a un safari con lo del tratado de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, donde la única presa que cazaron fue a un pobre Rarámuri en representación del pueblo mexicano.  A Echeverría (Luís) no le perdonó que la jauría y un grupo de halcones[4] masacraran a un grupo de estudiantes en ciudad de México en 1971.

Óscar Chávez, a quien los grandes y mega poderosos de los Estado Unidos de México no pudieron doblegar ni a nivel musical ni político, cayó bajo las garras de un microorganismo conocido como SARS CO 2, el virulento y letal virus que ha puesto “patas pa' arriba” al mundo entero.

El Caifán Mayor, seguro estoy, seguirá haciendo conciencia en el gran barrio de  la América Latina, de la  popular, de la obrera, de la campesina, la del estudiantado militante, la de Simón Bolívar, la de Benito Juárez, la de Augusto Sandino, la del Che Guevara y la de Salvador Allende,  a través de su cancionero popular junto a Víctor Jarra, Violeta Parra, Benjo Cruz, Jorge Cafrune, Alfredo Zitarrosa, Alí Primera y muchos otros trovadores y trovadoras rebeldes, vivos o muertos, cimarrones con guitarra que alzaron, alzan y alzaran su voz y su instrumento en contra de la opresión y la ignominia en sus países y en el mundo entero.

Por Óscar Chávez y por todos aquellos que murieron o cayeron en la lucha, hasta la victoria siempre.



[1] Caifán: Personaje de barrio que se distingue entre los demás, ya sea por su fuerza física, por su físico, por su talento o por su personalidad. Empero ser un físico experimental, por muy guapo e inteligente que se fuera, no era suficiente para ser considerado un Caifán.

[2] Tlatelolco: Masacre de estudiantes ocurrida en la Plaza de las Tres Culturas en ciudad de México en 1968.

[3] Cholco: Sin dientes, salvadoreñismo.

[4] Los Halcones: Grupo Paramilitar. Responsables de la muerte de estudiantes en la masacre de Corpus Christi en 1971, también conocida como el Halconazo.

sábado, 6 de junio de 2020

La vuelta al mundo en más de ochenta días o la coronación de un payaso pelotudo

La vuelta al mundo en más de ochenta días o la coronación de un payaso pelotudo

Act! While in delirium, I no longer know what I say, or what I do! And yet it's necessary... make an effort!  Bah! Are you even a man? You are a clown! R. Leoncavallo


Comencé a recorrer el mundo de manera virtual debido a la pandemia del SARS CO2 el día 14 de marzo en la ciudad de Staufen, en la sala de espera de un consultorio médico.  Ese día, esa pequeña ciudad del sur de Alemania, muy pintoresca y por lo general abarrotada durante todo el año de turistas nacionales y extranjeros, se despertó en un ambiente fantasmal. Solamente los pájaros e insectos que han hecho de los viñedos alrededor de las ruinas del famoso castillo medieval del Barón de Staufen su hábitat, continuaban con su rutina habitual: comer, cagar y movilizarse por tierra y/o por aire.  Sin embargo, para la gran mayoría de la ciudadanía alemana nacida después de la segunda guerra mundial, el “periodo especial” (estado de emergencia) que comenzó ese día como medida profiláctica no medicinal para protegerse de un enemigo invisible era una experiencia nueva. Ninguna de las enfermedades pandémicas del siglo veinte ni siquiera la catástrofe nuclear de Chernóbil en abril de 1986 tensó tanto las cuerdas emocionales y sentimentales de la población.  El nuevo coronavirus  sí lo hizo. Y, valga la aclaración, aunque no hubo comportamientos histéricos ni angustiosos como en los bombardeos aéreos (Operación Pez Tigre) de la Royal Air Force (RAF) el 27 de noviembre de 1944 en Friburgo de Brisgovia y alrededores, lo que sí hubo fue una buena porción de temor real. Así comenzó el “confinamiento light” en Alemania.

A pesar de que en esos momentos muchos no sabíamos que tan real era el peligro, la tensión flotaba en el aire. Efectivamente, el coronavirus ya estaba a la vuelta de la esquina. El 30 de enero  la renombrada revista científica The new England Journal of Medicine (NEJM) confirmó que el primer contagio del coronavirus de humano a humano en Europa ocurrió el 27 de enero en el estado de Bavaria/Alemania.

A partir de esa fecha, el SARS CO2 hizo de las suyas rápidamente en Europa de manera subversiva, a tal punto que ya el 17 de marzo, tres días más tarde de mi visita en Staufen, la Organización Mundial de la Salud (WHO) declaró oficialmente la pandemia. La Universidad Johns Hopkins de Baltimore reportó en esa fecha 9257 infecciones en Alemania, 31506 en Italia, 11788 en España y 7715 en Francia.  Ya para entonces, China y Corea del Sur habían dejado atrás el pico de la curva epidémica y se encontraban con 81102 y 8320 infecciones respectivamente, en la fase descendiente de la misma.

¿Cómo y cuándo reaccionaron algunos gobiernos a nivel mundial frente a la pandemia?

China: A pesar de que fue en Wuhan, provincia de Hubei, donde se declaró el 31 de diciembre de 2019 la primera infección del nuevo corona virus, el gobierno de la república popular China reaccionó recién el 23 de enero, decretando el confinamiento obligatorio en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei y posteriormente, el cierre total de la provincia. La pregunta que surge aquí es la siguiente: ¿Por qué razón el gobierno central chino reaccionó tardíamente? Mientras que el gobierno de Taiwán reaccionó inmediatamente con los resultados conocidos: El SARS CO2 no se expandió en la isla y no hubo necesidad de confinamiento general.

Corea del Sur: Por su parte, el gobierno de Corea del Sur siguió la estrategia de realizar exámenes masivos en la población, de recomendar medidas profilácticas (mascarillas, lavado de manos con jabón), así como controlar la movilización de la ciudadanía por medio de una aplicación ad hoc vía smartphones. Por otra parte, instó a la población a mantenerse en sus casas y evitar el contacto social, y a las empresas, de trasladar en lo posible, el trabajo de oficina a los hogares. Mientras que los centros culturales y deportivos fueron cerrados completamente por decreto. De esta manera evitaron el confinamiento obligatorio de la población con resultados positivos.

Italia: El caso italiano fue mucho más dramático y radical. El gobierno italiano, aunque reaccionó mucho antes que los otros países europeos vecinos (31 de enero) declarando el estado de emergencia sanitario a nivel nacional en los próximos seis meses, fue incapaz de controlar la expansión del virus, ya que, para entonces en toda la región norteña de Lombardía, el bicho se había reproducido exponencialmente. El 10 de marzo el gobierno italiano declaró la cuarentana en toda la república y el cierre total de las fronteras.

España: El gobierno español por su parte, haciendo gala del “ir y venir” de la política española en los últimos años, es decir, estilando ambivalencia e inseguridad, tuvo más bien un comportamiento reactivo en lugar de tomar la iniciativa sujetando al “toro por los cuernos” y desarrollando estrategias consensuadas para lidiar con el bicho asiático. Daba la impresión de que, en el ruedo español, el torero, es decir, el ciudadano, estaba más preocupado en demostrar que era él y no el miura quien tenía los testículos más grandes. Así pues, que, durante unos días, incluso ya en confinamiento severo decretado el 14 de marzo, el españolito se divirtió   azuzando al SARS CO2, haciendo elegantes Verónicas[1] y gritando frenético en las plazas: Olé, olé, olé. Y cuando los españoles comenzaron a oler el hedor del COVID-19 en los hospitales y asilos de ancianos, Madrid y otras ciudades ya estaban en las garras del virus, vale decir con propiedad, en las espículas (spikes) del SARS CO2. Afortunadamente, al final la gran mayoría de la población acató el decretó de confinamiento estricto, equivalente a un toque de queda. Es decir, una severa medida que se aplica solo en situaciones de guerra, conmoción política interna o catástrofes naturales, pero en España fue necesario hacerlo.

Anecdótico para mí fue el hecho que días antes de decretarse el “periodo especial” en Alemania, envíe a un grupo de amigos en España vía “guasap” unas instrucciones profilácticas (lavado de manos) para evitar el contagio del virus. La respuesta fue: “Ya les entró el miedo a los alemanes”.  Todo parecía que el “macho hispánico” se creía inmune al SARS CO2. 

Francia: El 17 de marzo comenzó en Francia el toque de queda. Restricción estricta de la movilidad ciudadana, limitando a una hora diaria la salida a la calle en un radio de 2 kilómetros.  

Brasil:! O sol brasileiro vai matar o virus! Eso es lo que pensó o sigue pensando Bolsonaro, pues para él, el COVID -19, es decir, la enfermedad es simplemente una „gripezinha" o un "resfriadinho" común y corriente.  Actualmente, Brasil ya ocupa el segundo lugar detrás de los Estados Unidos   en el ranking mundial con 614 mil 941 infecciones  y con un saldo de 34 mil muertos. Y los números van en aumento.

Estados Unidos de Norteamérica: El 13 de marzo Donald Trump declara estado de emergencia nacional y prohíbe la entrada de viajeros procedentes de Europa con excepción de los ciudadanos de Gran Bretaña, como sí éstos hubieran sido inmunes al virus.

En resumidas cuentas, el retraso de tres semanas de las medidas profilácticas en China para contener la expansión del virus y la declaración tardía de la WHO contribuyeron de manera significativa en el retardo de la puesta en marcha de medidas preventivas y logísticas en Europa. La excepción fue Taiwán que no esperó la reacción china para implementar de inmediato el plan de emergencia anti-pandemias. Aquí hay que señalar que los taiwaneses habían aprendido bien la lección en 2002-2003 con la pandemia del SARS CoV.  Esa experiencia no la tenían los europeos.

La coronación de un payaso pelotudo

La antípoda del presidente Donald Trump es sin lugar a duda, en mi opinión, la canciller alemana Angela Merkel. Por varias razones.  La principal, y, por lo tanto, fundamental en esta asimétrica comparación es la siguiente: Angela Merkel aparte de tener una formación académica científica es un cuadro político con experiencia y formación en el debate dialéctico y parlamentario. Mientras que Donald Trump es un poliyaso, es decir, un payaso que pretende hacer el papel de político, para el disgusto y malestar del mundo entero. Pido perdón de antemano profilácticamente a todos los payasos del mundo por abusar de tan noble e importante oficio. Ahora bien, Trump no es el primer poliyaso en la pista y, lamentablemente, tampoco el único en el gran circo de la política nacional e internacional. Jair Bolsonaro, Sebastían Piñera y Sergio Berlusconi son tres tristes trastos de la misma especie sin ir más lejos. No obstante, es Donald Trump quien se lleva los palmares y la corona indubitablemente en estos tiempos pandémicos.

No voy a refirme aquí, pues sería recurrente de mi parte, a las estupideces expresadas públicamente o “deslices verbales” cometidos por el magnate norteamericano en su calidad de presidente de la nación más poderosa del mundo en relación con el SARS CO2 y el COVID-19.  Por eso no es extraño que muchos conciudadanos y mucha gente en el mundo tenga una opinión y afección negativa hacia su persona. Tal es así, que el director de cine afroamericano Spike Lee evitó nombrar al presidente con nombre y apellido en 2018 durante una conferencia de prensa celebrada en Cannes/France con motivo de la presentación de su película “BLACKKKLANSMAN”, sino que se refirió a él con el vulgar epíteto inglés de “the motherfucker” en la Casa Blanca. Traduzco este término inglés al español por sí fuera necesario para que lo entiendan todos aquellos que no conocen ese idioma: “hijo de puta, conchesumadre, cabrón, mal parido, granuja, imbécil, hijo de la chingada, hijueputa, mamón, cerote, gilipollas”. El mismo Donald Trump se ha encargado de demostrar y promocionar en las últimas semanas su innata gilipollez en la manera de administrar la crisis de la pandemia en su país y llevar otros temas de actualidad, como el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd en Minneapolis.

De Angela Merkel, como dirigente político no diré nada, al menos nada peyorativo ni negativo. Ya otras personalidades con pedigrí político internacional han valorado a esta ciudadana alemana como persona y como ente político. Además, ya se encargarán los investigadores en el futuro de darle el lugar que se merece esta mujer en la historia política del siglo XXI en Alemania, Europa y el mundo entero.

Mientras Trump iba trumpezando a cada rato con lo del SARS CO 2 y el tratamiento del COVID-19, Angela Merkel supo diseñar con cordura, conocimiento y tacto político-social junto con el resto de las fuerzas político-económicas y científicas alemanas una estrategia profiláctica y preventiva efectiva y exitosa. ¡Al César lo que es del César!

Y ya que menciono al emperador romano, quiero aprovechar el momento y recordar, a manera de colofón, que todo imperio tiene su auge y esplendor, pero también su decadencia y su caída. Donald Trump representa, al menos para mí, la decadencia del imperio yanqui.  Probablemente, Trump no sea el Rómulo Augústulo norteamericano, pero es muy probable que Joe Biden le dará en noviembre un puntapié en el culo al mulo de Donald.  ¡Ojalá! Pienso que le haría un gran favor a la humanidad.

Todo dependerá de la correlación de fuerzas dentro de la ciudadanía norteamericana en los próximos meses.

 ¿Decadencia o progreso?  Esa será la cuestión que tendrán que resolver los norteamericanos.



[1] Verónica: En tauromaquia: Lance del torero que consiste en esperar la acometida del toro teniendo la capa extendida o abierta con ambas manos enfrente del animal.


sábado, 9 de mayo de 2020

Hasta la coronilla con el coronavirus o la crónica de una cuarentena


Hasta la coronilla con el coronavirus o la crónica de una cuarentena


 El título de la nota podría sugerir, prima fascie, que el autor ya está hasta el gorro, hasta los cojines, hasta las boleadoras, hasta las criadillas, vaya, hasta las gónadas con lo del coronavirus. Afortunadamente, este no ha sido el caso hasta ahora. Estoy harto sí, de escuchar tanta estupidez y tanto bulo acerca del origen del coronavirus y su tratamiento con gárgaras de agua de salmuera, inyecciones intravenosas de lejía y otras estrambóticas recetas, a tal grado de estar casi al borde, no a los límites que el cineasta español Almodóvar llevó a sus chicas, sino simplemente al punto de bloquear a unos cuantos internautas o cerrar cuentas en la red.


Por el contrario, la situación pandémica en sí, provocada por el SARS CO2, me ha dado la oportunidad de leer libros que desde hace mucho tiempo estaban en capilla ardiente, esperando pacientes en los estantes a que llegara el día y la hora en que les metiera el diente; y, por otra parte, de informarme con más detalle, acerca de la genealogía de los coronavirus, sus particularidades de desarrollo, propagación y su virulencia.  Con estos conocimientos generales me fue mucho más fácil comprender desde el principio, que las únicas medidas para contener el contagio viral eran las higiénicas y el aislamiento social.

El periodo especial provocado por el coronavirus comenzó el sábado 14 de marzo para los friburgueses y los habitantes de las comunidades aledañas a la ciudad de Friburgo, la “capital” de la Selva Negra. El lunes 16 de marzo se cerraron las escuelas y las fronteras con Suiza, Francia, Austria, Dinamarca y Luxemburgo; mientras que el transito con Polonia, república checa, Bélgica y Holanda fue regulado de manera especial. El 17 de marzo la canciller Angela Merkel se dirigió a la ciudadanía explicando en términos concretos la situación de crisis en la que ya se encontraba gran parte de los países europeos sin caer en ditirambos ni galimatías. Apeló a la conciencia, a la solidaridad, a la disciplina y a la paciencia de la ciudadanía en general para enfrentar la epidemia, haciendo hincapié en la imperiosa necesidad de acatar las ordenanzas dictadas y asumir las restricciones sociales como el único vehículo para contener y ralentizar la velocidad de proliferación del virus.  El objetivo principal de esta campaña anti epidémica era el de contener y ralentizar la velocidad de reproducción del SARS CO2 y evitar el eventual colapso del sistema de salud pública.

Una semana más tarde, es decir el día 22, se prohibió el contacto entre personas que no pertenecieran al grupo familiar habitacional.

Teniendo como trasfondo esta medidas preventivas y profilácticas, se llegó rápidamente al 27 de marzo, fecha en que comenzó la tercera fase de la compaña que comprendió reglas y limitaciones. Es precisamente en ese día que me propuse como meta personal la lectura de seis libros: Castellio contra Calvino (Ein Gewissen gegen die Gewalt) y Erasmo de Rotterdam (Triunfo y tragedia de un humanista) ambos de Stefan Zweig y el Decamerón de Boccaccio, Ulises de James Joyce, El fin de la Evolución (Das Ende der Evolution) de Matthias Glaubrecht y 2666 de Roberto Bolaño en los próximos cuarenta días y cuarenta noches.  En realidad, la ciudadanía alemana nunca estuvo en “cuarentena”, salvo aquellas personas que por razones sanitarias tuvieron que pasar 15 días en aislamiento, ya sea en un hospital o en sus casas, sino que más bien se trató, en relación con otros países europeos, como España e Italia, de un confinamiento light.

Con mi proyecto de lectura entré, literariamente hablando, a un mundo de situaciones ficticias y/o reales descritas por autores que vivieron en diferentes épocas y, por lo tanto, diferentes formas de reflejar la condición humana. Entré por una puerta en cuyo portal se encontraba el austriaco Stefan Zweig, a quien conozco mejor como autor, ya que he leído varias de sus obras. Así pues, acompañado de Zweig, haciendo las de Virgilio como guía de Dante, me lancé a esta aventura. Comencé mi odisea literaria con el fanatismo oscuro, miope y brutal de Calvino hasta llegar al humanismo excelso de Erasmo de Rotterdam enfrentado a Martin Lutero, pasando por toda la escoria que el hombre ha ido esparciendo por todo el mundo a lo largo y ancho del planeta tierra.

Día uno (27.03.20):
El Coronavirus Resource Center de la universidad Johns Hopkins (JHU) en Baltimore/USA[1] reportó este día a las 14:45 horas un total de 47278 infectados y 285 muertos en Alemania desde que se registraron los primeros casos el 27.01.20.

Comencé la lectura con el Decamerón, libro que leí por primera vez en mi época de estudiante de secundaria. Esta vez no lo leí de corrido, sino que me limité a leer diez historias por día. Boccaccio nos introduce en los sucesos históricos que dieron pie a que siete doncellas y tres jóvenes caballeros se recluyeran en las afueras de Florencia de 1348 para escapar de la peste bubónica.   En el reinado de Pampinea, reina con corona de laurel y elegida democráticamente por los ahí reunidos: Fiammetta, Filomena, Emilia, Lauretta, Neifite, Elisa, Pánfilo, Filostrato y Díoneo. Es de suponer – Boccaccio no dice nada al respecto– que solamente estos nobles jóvenes tenían derecho a voto y por lo tanto, Misia, Stratilia, Licisca, Chimera, Sirisco, Tíndaro y Parmeno en su calidad de sirvientes no dijeron ni pio, al menos en el momento de la elección de Pampinea como la primer monarca  en esta “cuarentena” voluntaria que duró catorce días y terminó bajo el “reinado” de Pánfilo, quien ya estaba cansado de escuchar tantas historias, algunas buenas, otras demasiado cursis o inocentes  y unas pocas picantes, divertidas e interesantes, apuras cachas[2] sentencio cansino y con mucho elitismo clasista : “…Sin contar con que, si os fijáis, nuestra compañía (que ya ha sido conocida por muchas otras) podría multiplicarse de manera que nos quitase toda nuestra felicidad; y por ello, si aprobáis mi opinión, conservaré la corona que me habéis dado hasta nuestra partida, que entiendo que sea mañana por la mañana; si juzgáis que debe ser de otro modo, tengo ya pensado quién para el día siguiente debe coronarse…” Al día siguiente, los jóvenes emprendieron el retorno a Florencia. Sin embargo, la peste duraría hasta 1353 con un saldo aproximado de 25 millones de muertes solo en Europa.

Así como la pulga de rata oriental (Xenopsylla cheopis) infectada con la bacteria Yersinia pestis sirvió de vehículo para transmitir la peste; el SARS CO2 utilizó al hombre como medio de transporte para propagarse hasta la fecha en 187 países de los 194 reconocidos oficialmente por la ONU.  
Mientras que la pulga asesina de antaño se conformó en viajar a pie o en bestia, el SARS CO2 es un bicho viajero regodeón que prefiere viajar por avión, tren o cualquier vehículo motorizado. Por esta razón, el gobierno alemán cerró cinco de sus fronteras y limitó y/o condicionó el tráfico en las cuatro restantes. 

Día diez (05.04.20):
JHU reporta a las 13:45 horas que Alemania tiene 4949 nuevas infecciones y 1444 muertes.

Fin de la lectura del Decamerón y del libro de bolsillo “Castellio contra Calvino”.
Sí Boccaccio me enseñó allá  por los sesenta del siglo pasado lo que se puede hacer con el pico en un convento de monjitas de clausura haciéndose pasar como jardinero, como lo hizo el mudo de mentiras Massetto di Lamporecchio, un joven campesino fuerte y muy apuesto,  Homero, por su parte,  con las aventuras del astuto Ulises me inspiró también en esos días a escalar el Picacho, una elevación de aproximadamente 1960 metros sobre el nivel del mar, perteneciente al complejo volcánico de San Salvador, mi ciudad natal.

Según Stefan Zweig, el “secreto” de todo dictador se esconde detrás del terror o la violencia. Pero, desde mi punto de vista, el terror solamente fue el instrumento con el cual Calvino impuso su exégesis cristiana en la Helvetia francesa, principalmente en Ginebra. Sin embargo, todo instrumento es inicuo mientras no se encuentre en las manos de un experto o de un aprendiz de operario. Alrededor de Juan Calvino había un círculo cerrado de Zelotes militantes que actuaban como marionetas del autonombrado vocero oficial del Todopoderoso. No fue la mano de Calvino la que prendió la hoguera en que se achicharró el cuerpo del teólogo, médico y astrologo aragonés Michael Servet. Para todos los protestantes ginebrinos estaba claro que detrás de la disputa teológica entre Calvino y Servet (en realidad las diferencias exegéticas no eran primarias ni secundarias, más bien se trataba de nimiedades) lo que había era una lucha de poder, por lo menos, así lo entendió Calvino, puesto que, según él, la única persona que podía definir el cristianismo era él mismo. Michael Servet fue quemado en la pira calvinista el 27 de octubre de 1553, convirtiéndose así, obviamente sin pretenderlo, según Stefan Zweig, en el primer “hereje protestante” asesinado. A estas alturas del cuento, el avezado lector se preguntará a lo mejor: ¿Y qué pinta en esta historia el mencionado Castellio? Pues bien, de hecho, juega el papel principal, puesto que Sebastián Castellio, filósofo y teólogo protestante, pero menos dogmático que Calvino y que el mismo Servet, y, además con una gran reputación académica en Suiza, predicaba un cristianismo más humano que el de Calvino, anteponiendo la tolerancia a la intolerancia del fanatismo y del dogmatismo ciego. Para él era un derecho inalienable del hombre y, por lo tanto, negaba en sí la teocracia impuesta por Juan Calvino, ya que “Buscar y decir la verdad, tal como se piensa, no puede ser nunca un delito. A nadie se le debe obligar a creer. La conciencia es libre”.  Sebastián Castellio demostró con maestría y transparencia las incoherencias teológicas del pensamiento de Calvino en el proceso contra Michael Servet, también conocido como Miguel Serveto.


Entre la diversidad biológica, biotopos, exterminio y extinción de muchas especies de animales vertebrados e invertebrados, la destrucción por la mano del hombre del hábitat natural de la fauna salvaje de la que escribe Matthias Glaubrecht y la aventura interminable de Mr. Bloom y Mr. Dedalus por las calles de Dublín, me siento como un náufrago solitario navegando en una balsa de totora en el inmenso mar de la filología de Joyce y la biología de Glaubrecht. El camino todavía es largo y no sé cuándo llegaré a Ítaca o al fin del “Fin de la evolución”. No obstante, gozo con las aliteraciones, con los calambures, con las ironías y con toda la gama de figuras literarias y estilos narrativos del maestro Joyce. El monólogo de Mrs. Bloom/Molly/Penélope en el último capítulo consta de tres oraciones, escritas en 75 páginas con la técnica de escritura sin puntuación de Homero. La misma técnica utilizó el italiano Nanni Balestrini en 1994 en su novela “I Furiosi”, que trata sobre la barra brava del AC Milán. Constato que el Ulises de Homero se lee con más facilidad y no requiere que el lector sea necesariamente letrado ni poliglota ni filólogo ni lingüístico ni historiador ni conocedor del mundo.
Fin del “Fin de la Evolución”: Oscuro pronóstico para la humanidad sino cuidamos y atendemos la diversidad biológica.

Día treinta (25.04.20):
Datos JHU para Alemania, 13:45 horas: 1839 nuevos casos de infección y un total de 5575 muertes.

No cabe la menor duda que Mr. Bloom/Ulises y Mr. Dedalus/Telémaco conocen la ciudad de Dublín, probablemente la ciudad que los vio nacer, como la palma de su mano. De la misma forma, conocí la ciudad de San Salvador de los cincuenta y los sesenta del pasado siglo. De niño y de joven recorrí a pie las calles de mi ciudad de norte a sur de oriente a occidente, cosa que es normal cuando se es hijo de una familia de a pie, y, sobre todo, cuando se es un niño inquieto, aventurero y patiperro como lo fui.  También viví mis Odiseas en San Salvador. Mi padre igualmente tuvo que recorrer las calles de la capital, de farmacia en farmacia, para ganarse el pan nuestro de cada día.
Por fin, puse pie en Ítaca. Ni Argos salió a husmear mis pies cansados ni Penélope se sorprendió al verme. Tampoco me encontré a Antinoos y no hubo necesidad de sacar mi arco y mis flechas impregnadas con curare.

2666: Mi primera experiencia literaria con Roberto Bolaño (RB) fue “Una Novelita Lumpen”, que me gustó mucho y ahora, esta “novelota”, que dicho sea de paso me gustó menos.   Erre Be es el escritor chileno más mexicano que he leído hasta el momento. Parafraseando al mismo Bolaño, en la voz de Lothar Junge, el crítico literario alemán en la novela, podría decirse que él es como su figura fictiva central, Benno von Archimboldi, un autor…no tan bueno como él piensa.  Es decir, su estilo es innegable el de un latino, su prosodia se rige por las reglas de la lengua hispanoamericana, vulgar cuando es mexicano, en fin, que no me parece un autor chileno cien por ciento.  Pero, sin embargo, su estilo me gusta. Roberto Bolaño es un escritor hibrido en cuanto a forma y estilo de escribir. Como buen conocedor de la idiosincrasia mexicana y me atrevería a decir, mesoamericana, los relatos de México en general, y en especial los de Santa Teresa (trasunto de ciudad Juárez) y el Distrito Federal son muy auténticos y reflejan que Bolaño respiró los buenos y malos aires mesoamericanos. No así, cuando se traslada a Europa/Alemania durante la segunda guerra mundial. Ahí el relato es frío y no se percibe en su prosa la calidez de la percepción sensorial verdadera, la que se vive con los cinco sentidos. Esta novelaza (por las 1119 páginas) en realidad no me “agarró” como fue el caso de Los Miserables de Víctor Hugo o La Sombra del Viento de Carlos Ruiz Zafón o la Guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa o La ciudad de los ciegos de José Saramago o La Pastoral Americana de Philip Roth.  En realidad, 2666 consta de cinco libros, los cuales están entrelazados entre sí, para mi gusto, a la fuerza. La parte de Los Crímenes y La parte de Archimboldi representan más del 60 % de la novela (678 páginas) y son precisamente los temas más cansadores, sobre todo, Los Crímenes, en que RB se repite en demasía.  La parte de Archimboldi me supo a una historia muy rebuscada y hecha ad hoc para que las otras partes calzaran de una u otra forma. Por esta razón, no es posible leer las partes como libros separados, es decir, que el orden de los factores sí altera el resultado. Mientras que en el Ulises de Joyce no es “obligatorio” comenzar por el principio y llegar hasta el final.

Comencé y terminé “Triunfo y Tragedia de Erasmo de Rotterdam”. El Humanismo platónico de Erasmo contra el radicalismo de Martin Lutero. La eterna lucha entre “duros” y “blandos”. Erasmo fue un cosmopolita y libre pensador, un hombre de letras, mientras que Lutero fue un hombre de acción, pero también un pensador, rebelde y agresivo. Erasmo evitó toda su vida tomar partido por alguien o por una causa. No fue papista ni luterano. Siempre quiso mantenerse independiente y nunca asumió ninguna responsabilidad, salvo la de escribir como un poseso. Eso sí, siempre procuró contar con las condiciones materiales óptimas para dedicarse a su misión: escribir. Por esa razón, siempre se relacionó con la nobleza y nunca con la plebe. Murió en su lecho en la ciudad de Basilea/Suiza en julio de 1536.

Día cuarenta (05.05.20) 
JHU reporta a las 14:15 horas que Alemania tiene 535 nuevas infecciones y un total de 6993 muertes.




Como se puede apreciar en la gráfica, las medidas preventivas y profilácticas tomadas por el gobierno alemán en conjunto con los ministros federales tuvieron sus efectos positivos.

A tal grado, que el día de ayer (06.05.20) en conferencia de prensa, la canciller de la República declaró oficialmente que la primera fase de la batalla contra el SARS CO2, es decir, la contención y ralentización del virus se había logrado, evitando así el colapso del sistema de salud pública. Ahora, nos encontramos en la fase de la desescalada sistemática. En el estado de Baden-Württemberg (BW) se han definido 5 etapas para alcanzar en el transcurso del año  una “normalidad” relativa. Las cuatro primeras están calendarizadas. La primera comenzará el 11 de mayo con la apertura de instalaciones deportivas, la segunda y tercera antes de que comiencen las vacaciones de pentecostés ( principios de junio) apertura de la gastronomía, escuelas y Jardines Infantiles; la cuarta, a partir de las vacaciones de pentecostés con la apertura del turismo, parques de recreo, escuelas de baile, gimnasios, piscinas, etc. y la quinta todavía no tiene fecha de inicio, pues éste estará en función del desarrollo de la pandemia en  BW y abarcará grandes espectáculos , ferias, festivales de música, teatros, cines, etc.

Reflexiones parciales en los tiempos del coronavirus

El SARS CO2 es el virus zoonótico patógeno responsable del síndrome respiratorio agudo severo, conocido como COVID-19, el cual nada tiene que ver, créamelo querido lector, con el síndrome coronario agudo. La ironía me salió sin querer queriendo, como decía Chespirito[3], ya que desde la aparición del coronavirus en diciembre de 2019 en Wuhan/China, se desató a escala mundial, es decir, de manera pandémica, una sarta de teorías conspirativas y subversivas, colocando al coronavirus en el ojo del huracán de todos los males habidos y por haber que ocurren en nuestro planeta. Desde ser un “arma biogenética” de fabricación china para provocar una crisis económica-financiera mundial hasta ser un instrumento político para evitar que el payaso Donald Trump pierda las elecciones en noviembre de este año o que el “Toni”[4] Piñera aguante estoicamente los rounds finales de su contienda político-social chilena. Bullshit! Sí Donald Trump pierde las elecciones en noviembre no será por el SARS CO2, sino por la corona de tonto que él mismo se ha colocado en las últimas semanas.

El brote del nuevo SARS CO era solamente una cuestión de tiempo; pero la razón de esa presunción no fue especulativa, sino que científica y se encuentra afincada en la genealogía de los virus pertenecientes a la familia Corona. 

En todo caso un “Elogio a la Estupidez” a todos aquellos mandatarios mundiales a quienes la pandemia los sorprendió con el trasero al aire, como diría Erasmo de Rotterdam, y dispensen el sarcasmo, pero a veces declaraciones presidenciales (“No soy médico, pero sí alguien que tiene un buen…”, dijo un presidente señalándose al cerebro), provocan en mí y en millones de ciudadanos un jocoso espasmo.   

La comunidad médica y científica[5] internacional, después de un estudio intenso y sistemático del SARS CO1 en sus conclusiones se plantearon en 2007 la pregunta: SHOULD WE BE READY FOR THE REEMERGENCE OF SARS[6]?

The medical and scientific community demonstrated marvelous efforts in the understanding and control of SARS within a short time, as evident by over 4,000 publications available online. Despite these achievements, gaps still exist in terms of the molecular basis of the physical stability and transmissibility of this virus, the molecular and immunological basis of disease pathogenesis in humans, screening tests for early or cryptic SARS cases, foolproof infection control procedures for patient care, effective antivirals or antiviral combinations, the usefulness of immunomodulatory agents for late presenters, an effective vaccine with no immune enhancement, and the immediate animal host that transmitted the virus to caged civets in the market at the beginning of the epidemic. Coronaviruses are well known to undergo genetic recombination (375), which may lead to new genotypes and outbreaks. The presence of a large reservoir of SARS-CoV-like viruses in horseshoe bats, together with the culture of eating exotic mammals in southern China, is a time bomb. The possibility of the reemergence of SARS and other novel viruses from animals or laboratories and therefore the need for preparedness should not be ignored.

¿Qué haré yo ahora?

Pues continuar respetando las reglas del juego, ya que sí bien es cierto, que aquí en Alemania hemos ganado una batalla importante, pero, la guerra o la lucha contra el SARS CO2 todavía continua. Seguiré haciendo las de Juvenal con mis ASICS diariamente y llevando el control diario del desarrollo del coronavirus, especialmente en Alemania, y, por supuesto, leyendo.

Por el momento, en los últimos tres días, es decir, después de mis cuarenta días y cuarenta noches, las nuevas infecciones han ido decentemente aumentando.
No obstante, me quedo tranquilo, atento y con confianza en la sociedad.

Mañana con seguridad será otro día  



[1] Johns Hopkins University (JHU): Todos los datos estadísticos aquí expuestos provienen de esta fuente.
[2] A puras cachas: Salvadoreñismo de a duras penas, a las justas.
[3] Roberto Gómez Bolaños: Famoso cómico mexicano ya fallecido.
[4] Toni: Payaso en chileno. Es el apodo de Sebastián Piñera.
[5] Clinical Microbiology Reviews, October 2007
[6] Estimado lector: Sí usted no mastica el inglés como chicle Adams, le sugiero le pida a alguien el favor que se lo traduzca. A lo mejor le aclara un poco las ideas con respecto a los coronavirus.