Villancicos navideños
Aquí me tienen de nuevo terminando el año, con los 60 y pico al hombro,
contándoles las miserias de este mundo que es un escombro. Entre guerras y
conflictos me voy poniendo más zorro y menos testarudo con la exégesis marxista
ortodoxa del sujeto de la historia, pero no por eso cierro el morro. El
problema sirio va en serio, y poco queda del asunto que no esté dicho ya. Son
varios los intereses ahí representados, por cierto, contradictorios y
antagónicos, pero claro está que el “huevo” del terrorismo yihadista de ISIS y
Al Caeda lo empolló un águila calva.
A la paloma de la paz se la comió de un tajo un Arcángel guerrero de ala
caída hace muchos años. El laurel que llevaba en la punta cayó en Mesopotamia,
región estratégica de encuentro de muchos pueblos. Todos los imperios han
metido ahí sus manos, desde los griegos, los romanos, los persas, hasta llegar
por último a los otomanos. Rojas les quedaron las manos a todos pues llegaron primero
con sables, luego con fusiles y más tarde con misiles. Ahí, en Miyanrudan,
la tierra entre los ríos, dicen los libros de historia, está la cuna de la
civilización y con lamentación lo digo que no fue de rosas ni de lirios, allí
las mujeres enviudan más rápido que en el Sudán. Sagaz y oportuna, la política moderna
occidental, después de la primera guerra mundial y su caramboleo diplomático,
dividió el Oriente Medio en partes, y no fue casual que así fuera, pues allí el
Gran Capital encontró depósitos de petróleo y gas.
La lista de las matancingas entre los hombres de fe es rica y abundante.
Los romanos mataron cristianos a destajo y con métodos diferentes. Los
cristianos por su parte, primero se entrenaron en las avanzadas para recuperar
el Santo Grial supuesto en Jerusalén y se inventaron el rollo de las cruzadas,
luego siguieron descuartizando a los indios en la época de la conquista
española, según cuenta Bartolomé de las Casas en sus crónicas de las Indias y como
le tomaron gusto a la cosa, alcanzaron la maestría torturando a los judíos con
alma desalmada bajo la cruz de Torquemada.
¡Pobres hijos de Abraham!, exclamará tal vez usted, pero, ¿qué pasó al
final de cuentas en Canaán? No me andaré con rodeos, ya que Josué encontró la llave del Arca
de la Alianza y con toda confianza entró en Jericó apoyado por el poderoso y
castigó duramente a los cananeos durante la conquista de la tierra prometida. Según
cuenta la Torá y lo repite la Biblia, Yahvé le dijo a Moisés: ”Márchate de este
este lugar, tú y el pueblo que saqué de Egipto”, no te preocupes que no irás
solo, te acompañará un ángel de guardaespaldas y yo me encargaré personalmente
de echar del país al cananeo, el amorreo, al fereceo, al jeveo, al jebuseo y al
heteo, añadió el innombrable. Yo como soy ateo, no creo
ni una palabra. ¿Qué pasará
con el Dios de los cananeos?, preguntó Moisés preocupado. Pues se “Ba-al”
carajo, contestó una voz en el Monte Sinaí, aunque algunos afirman que no fue
ahí. En todo caso, supongo que la
escaramuza por lo del becerro de oro ocurrió en Jabal Musa.
Por eso antes de criticar a los musulmanes, pienso y recomiendo, hay que tener
prudencia, pues ya lo dijo el poeta Prudencio en la “Batalla por el alma del
hombre”, que el ser humano de fe cuando de imponer su Dios se trata, maltrata,
ofende y si es necesario mata, incluso a un pariente y no es por accidente que
esto ocurre. La fe y la herejía son como una espada afilada por ambos lados y
cuando la ira y la venganza los cielos del Oriente y del Occidente encapotan, una
lluvia escarlata caerá en el desierto y téngalo por cierto, que no será un
simple remojo, sino un Mar Rojo. Y no
crean los lectores que de la Yijad alabanza hago, pues quien en nombre de su
Dios mata, comete sacrilegio y no hay Papa, Patriarca, Rabino ni Ayatolá ni
Califa que goce de tal divino privilegio.
Y si de locuras pías hablamos, les cuento que un beato musulmán fanático,
hazañero y mojigato, tuvo la “iluminación” de implantar un Califato más grande
que el de Córdoba y envió a sus harpías a promocionar las suras entre los
infieles y lo único que dejaron a su paso fueron miles de sepulturas. Ellos,
los musulmanes, tampoco son una piña, ya que en la “madre de todas las batallas”
se partieron la madre sunitas y chitas y esa no fue la única riña. Pero al
final, la coalición liderada por occidente de 29 naciones le puso “Jeque” Mate
a Sadam, quien terminó solo y en la horca. Aunque algunos fanáticos sectarios
piensan que lo de Irak fue un empate.
No profeso religión alguna, pero suelo de vez en vez leer la Biblia, la
Torá y el Corán, para no cometer la estupidez de hablar sin conocimiento. Pero
si hay algo que me joroba es el fanatismo religioso. Cuando la homilía es
ponderada y adaptada a la realidad, nada tengo en contra, pero se me atora la
garganta al ver las barbaridades que comete la estrella de David en Palestina,
y quiero que me magnetice el más sabio Imán de la Meca o de Medina, ¿en qué
parte del Corán, Alá ordena poner bombas en un restorán o sacrificar jóvenes en
Bataclán?
Como ven, las cosas en Europa y el resto del mundo no presagian tiempos de
paz y de concordia. Solo nos faltaría que a un político o religioso contumaz se
le cruzaran los cables y atice más el fuego entre las culturas y que siembre
más la cizaña religiosa entre los fieles. Llegado el caso, que los Dioses se
apiadan de nosotros y tengan misericordia, pues la muerte con su guadaña no
perdona ni a moros ni a cristianos y por supuesto, tampoco a ateos. Mientras no
haya paz en el Medio Oriente y en el continente africano, los refugiados
seguirán llegando a Europa como langostas, víctimas del hambre, de la guerra y
del desempleo, a las costas o a la frontera turca.
No es por desmerecer, pero ante estos graves y serios problemas, la crisis
griega resultó ser una común y vulgar acidez gástrica provocada por comer Musaca con Sauerkraut. Syriza no atemoriza a la Unión Europea de Ángela Merkel.
Lo que si aterroriza es la cantidad de franceses que votaron por el Frente
Nacional de Marina Le Pen en las regionales. Por suerte– ¿a qué Dios o a qué
Santo hay que darle las gracias? –, los fachos perdieron las elecciones, sin
embargo, la amenaza fascista se cierne sobre el continente. Hay que poner mucha
atención y estar ojo al charqui, pues los de la extrema derecha se están
afilando los cachos y desempolvando sus viejos uniformes color caqui. Para
colmo de todos los males, los socialistas franceses enviaron a la marina y la
aviación de guerra, apoyados por los alemanes, a tirar bombas a destajo en la
ciudad de Mosul, confiando en que los fanáticos “mosulmanes” armados hasta los
dientes, aprieten cueva en desparpajo.
En resumen, para entender este meollo no se necesita tener mucho cacumen.
Claro, nos quieren hacer creer que el rollo es religioso, pero por muy piadoso
que uno sea, no hay que creer a ciegas lo que nos dicen algunos politicastros, los
xenófobos y los racistas a viva voz o con parlantes. ¿Por qué tenemos que
asustarnos al ver un transeúnte con túnica, barba y con turbante? ¿Por qué nos
espanta ver a una islamita arropada hasta la garganta? ¿Cuántos monjes y monjas
carmelitas recorrieron descalzos la Europa medieval llevando la Cruz y el
Evangelio?, sin que nadie se asustara ni los acusara de alterar el orden
público ni violar la ley y, vaya que iban cubiertos de la coronilla hasta los
pies.
Aunque no todos los seguidores de Jesucristo tuvieron tan buena suerte como
Santa Teresa de Jesús, ya que, en los inicios del cristianismo, el status quo religioso era otro. Cuenta la
leyenda que San Dionisio de Paris, el primer obispo de la ciudad, luego de ser
decapitado durante la persecución a los cristianos, ordenada por el emperador
romano Aureliano en el siglo III d. C., tomó su cabeza bajo el brazo y anduvo
seis kilómetros hasta desplomarse en el lugar donde se erigió más tarde la
Catedral de San Dionisio en la Región Parisina. Mito que no sea hiperbólico no
existe y solo faltó que le agregaran al cuento, que el santo al tomar la testa
en sus manos le dio un beso en la frente. Y, para no irme más lejos en la
historia, les recuerdo el martirio de otro santo ocurrido antes de ayer. Oscar
Arnulfo Romero, “San Romero de la América Pobre”, el santo salvadoreño a quien tuve
la dicha de conocer, murió de un balazo que le disparó un
sicario pagado por la oligarquía celebrando la Eucaristía.
Las víctimas del suburbio de San Dionisio en Paris y las de las Torres
Gemelas nada tenían que ver en el asunto político-militar-religioso e ignoro su
confesión o creencia, pero es una aberración aplicar la ley del Talión a tontas
y a locas, pues los misiles lanzados por occidente matan más niños y ancianos
que talibanes o yijadistas. No tengo a la mano las estadísticas que comprueban
lo que aquí afirmo, pero estoy seguro que por ahí van los tiros, pues no hay
guerra limpia ni aséptica ni mucho menos santa. La muerte es una harpía y nadie
la domestica, ni con salmos ni con regaños ni con la Sharia. Los daños colaterales en la población civil son grandes y en la
mayoría de los casos ni siquiera hay una manta para tapar al difunto. Habrá que
ponerle un tapón en el hocico a aquellos que hablan de terrorismo, digo yo, y
se olvidan de las dos bombas que dejaron caer en el Japón. A lo mejor mi opinión
la considere usted ridícula, pero pienso que ni Gabriel ni Miguel ni Rafael
hacen bien el papel del bueno de la película.
Como no soy adivino, no sé lo que pasará mañana. Tampoco estoy confundido,
para no darme cuenta que estamos al borde del precipicio. Hollywood, en cualquier
caso, ya está preparado para los avatares futuros. Las nuevas producciones
tienen que ver con la guerra y el “Arca de las nuevas Alianzas” contra el poder
del mal. De escombros y ripio que deja
el fanatismo político-religioso les he hablado, nada me he inventado, los casos
y cosas están ahí expuestos como en una vitrina y ténganlo por seguro, que los
hombres y las mujeres de buena fe, cristianos, musulmanes, judíos o lo que sean,
no matan al prójimo, incluso oran por los que no lo hacemos, pero “ojo al
cristo que es de plata” con aquellos que, en nombre de Dios, siembran el odio y
la guerra. Las ideas cuando se estancan por la ideología, el interés material
mezquino o el sectarismo religioso, apestan como una letrina. Ya con esta me
despido y no quiero darles más lata, ojalá en el futuro las vacas sean gordas y
no flacas.