lunes, 24 de junio de 2019

¿Por un puñado de dólares?


¿Por un puñado de dólares? 


“el poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son”                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          José (Pepe) Mujica


En honor a la verdad, el nepotismo efeemelenista hecho público por Bukele ni me duele ni me obliga a que me desvele, pues no sería la primera vez en la historia que un pariente cercano o lejano de un político  de pacotilla, que una vez sentado en la silla presidencial , se propone resolver el problema existencial de su familia, repartiendo puestos a destajo, sin importarle la anomalía y el relajo que dicha conducta causaría en la membresía  y en el pueblo en general, puesto que el tasajo de ternera lo recibió a lo mejor una nuera, quien ahora luce una pulsera de Cartier y un chacalele Rolex no por sus propios méritos, si no por los lazos familiares. Por eso aplaudo que   Bukele revele y desmantele el cahuín[1] salvatrucho que dejó la “joyita” de Cerén twitteando y tocando el ukulele.

Espero también que Bukele desmantele la trama de la ley de reconciliación y que apele a la razón de los diputados, para que no tiren los dados sin medir las consecuencias, es decir, que sean precisos artilleros, para que los crímenes de soldados y guerrilleros no queden impunes.  

Aunque este enredo huele a pedo, ojalá Bukele encarcele después de un legal juicio a Mauricio y que a Joaquín le ponga un cachinflín jurídico en el maletín; que a Jonás se le quiten las ganas de andar con jaranas y que por fin abra la boca como ballena y que no se enroque más con lo de Roque y que revele cuál fue su postura en la conjura. 

Todavía está por verse sí a Bukele no le pasará lo mismo que a Chacumbele, el famoso equilibrista cubano de los años treinta del siglo pasado que logró por primera vez el triple salto sin red. Nayib está en la cuerda floja, pero tiene, por si acaso perdiera el equilibrio, una red que lo protegerá del porrazo.  Mientras tanto, el director del circo “Don Capital Oligárquico” observa atento, tanto a los espectadores como a sus artistas.

Siempre he sostenido que la política no es negocio ni oficio,  sin embargo, la experiencia ha demostrado que muchas veces, para alguno de los mandos guerrilleros de alto y mediano nivel fue más fácil vencer el miedo en la guerra, que el traqueteo de las ráfagas de dólares en la paz.  Los “revolucionarios de profesión” de antaño, hoy los vemos convertidos en “empresarios de profesión”. 

Parafraseando al expresidente mexicano de los años veinte del siglo pasado, general Álvaro Obregón, está claro que solo una parte de los comandantes guerrilleros salvadoreños no resistieron los cañonazos de dólares.  Aunque hubieran sido miles o millones, vendieron su ética y moral revolucionaria por un puñado de monedas.





[1] Cahuín: intriga, chilenismo

domingo, 2 de junio de 2019

¡Cuidado con los cócteles!


¡Cuidado con los cócteles!

En una de mis reflexiones anteriores, hice alusión a la lucha de clases, desde la perspectiva del proceso de acumulación de fuerzas; actividad social que yo le he dado el nombre de “política vectorial.  Esto quiere decir, que tanto la “izquierdización” como la “derechización” de partidos o movimientos sociales son fenómenos que están íntimamente relacionados con la política de alianzas tácticas o estratégicas, es decir, con la suma de vectores. Ahora bien, hay que estar claros y conscientes que el sentido de la resultante política en estas   alianzas o coaliciones estará siempre determinado por el vector político de mayor magnitud.

El Salvador está hoy de fiesta y es legítimo que la alegría se desborde. Aún cuando se sabe que, no será Nayib Bukele quien resolverá todos los problemas de la lucha de clases.  
Esa labor le seguirá correspondiendo al pueblo organizado. Por lo tanto, más allá de tener a Bukele como primer mandatario de la república es lícito preguntarse: ¿Cómo se organizará o reorganizará la clase trabajadora salvadoreña en el futuro?

Los partidos o movimientos de derechas son por definición, vectores que se desplazan en dirección al Gran Capital, así mismo, los partidos o movimientos sociales considerados de “izquierdas”, con programas socioeconómicos que favorecen,  sin lugar a dudas,  a los sectores que se encuentran en los tres primeros eslabones de la pirámide jerárquica masloviana, pero que no cuestionan la quintaesencia  del modelo económico capitalista globalizado, también tienden a consolidar el sistema de economía de mercado. Es decir, avanzan y se desarrollan en la misma dirección.  

La melancolía revolucionaria que llevamos dentro nos induce a recordar años pasados, pero debemos tener conciencia de que se trata de una reacción emocional, por lo demás natural y humana, pero que en determinadas circunstancias puede convertirse en irracional, sobre todo cuando tratamos de repetir mecánicamente las experiencias del pasado.

A mi generación le correspondió enfrentar al estado oligárquico-burgués y a sus aparatos represivos. La situación actual, aunque peor, no significa que se tenga que actuar políticamente de la misma manera ni mucho menos pregonar consignas obsoletas. Tenemos sí, la experiencia y la madurez necesaria para afirmar con autoridad que la lucha de clases es, permítaseme el símil, un virus cuyo ARN sigue siendo la contradicción antagónica capital-trabajo; sin embargo, éste ha ido mutando y se adapta contínuamente a las condiciones materiales y subjetivas.

Toda época tiene sus particularidades y, por lo tanto, también sus luchas, sus discursos, sus programas y sus QUEHACERES. Por lo tanto, lo que El Salvador del siglo XXI necesita no son cabezas de chorlitos ni fosforitos ni incendiarios aspirantes a bomberos, sino mentes lúcidas y frías de pensamiento, pero con el calor, amor y los valores humanistas que llevaron a mi generación a ofrendar su vida por una sociedad salvadoreña, más justa, más culta y libre.

Los partidos políticos, los movimientos sociales, los gremios y sindicatos, es decir, los organismos que aspiran representar a la sociedad civil y humana, aunque si bien es cierto, tienen un aspecto formal y legal que es su fundación, lo fundamental es que nacen a partir de las necesidades materiales y subjetivas de la sociedad.

De tal manera que, aunque la sociedad salvadoreña es un inmenso laboratorio político-social e ideológico en el cual las nuevas generaciones harán/están haciendo sus experiencias, esto no significa que ahora se  trate de mezclar un poquito de socialdemocracia, una pizca de socialcristianismo, una buena porción de ecologismo, anarquismo, sindicalismo, sexualidad y emancipación femenina, agregarle unas góticas de  marxismo, leninismo  y endulzarlo con caramelo teológico liberal; agitar  bien el “zangolote”  y servirlo a los ciudadanos  en una copa de cristal y en bandeja de plata.

Tendrá que pasar mucho tiempo, puesto que la lucha de clases es larga y prolongada, hasta que el sabor amargo de casi medio siglo de derrotas se diluya muy atrás del paladar.

Con los cócteles hay que tener cuidado, sobre todo, con los político-ideológicos y con los molotov, porque pueden ser un “menjurje peligroso”, obnubilando la mente del ciudadano y creándole una falsa sensación de seguridad.