Aunque el “Chef de cocina griego” es nuevo, la receta europea para mitigar el hambre y la pobreza de una parte del pueblo griego sigue siendo la misma.
Al parecer, a Alemania y a Francia, los países líderes de la Unión Europea (UE), la reciente victoria de Syriza les tiene sin cuidado. Y
no podría ser de otra manera, puesto que los políticos en cualquier parte del
mundo conocen la diferencia entre “las promesas en tiempos de elecciones “y “la
cruda realidad político-económica en los tiempos del capitalismo neoliberal”,
en el que los acuerdos firmados son compromisos sagrados.
Solo Alemania, Francia e Italia avalan créditos de alrededor de 139 mil
millones de Euros al gobierno griego;
siendo los contribuyentes alemanes, los garantes del 38 % de dicha suma y por
lo tanto, los mayores avalistas. Si consideramos además, los dos mil millones
de Euros provenientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), también avalados
por el gobierno de Ángela Merkel, resulta en cierta medida comprensible la
actitud fría y distante conque Alexis Tsipras y Yanis Varoufakis fueron
recibidos en Berlín y Paris, y, el escepticismo sin velos de los altos
mandatarios germanos en relación al plan del nuevo gobierno para resolver la
crisis.
Hace 33 años, en 1982, el Dr. Fidel Castro Ruz concluyó en un análisis
económico mundial que para los países periféricos capitalistas ─ el “Tercer
Mundo” ─ la deuda externa era impagable. Según las leyes de desarrollo de la economía
de mercado, tanto Grecia como Portugal y España, aunque geopolíticamente forman
parte del “Primer Mundo”, para todos los fines prácticos del capitalismo
desarrollado, son entes económicos en vías de desarrollo al “Primer Mundo”.
Cualquier viajero que haya visitado estos tres países y no se haya limitado a
admirar lo imponente de la gran Lisboa, la majestuosidad de la Acrópolis o la
belleza de las pinturas de Altamira, habrá comprobado que en todos estos países
hay regiones tan atrasadas ─ económicamente hablando ─ como en América Latina.
De tal manera que los costos de la incorporación ─ forzosa o forzada ─ de
estos países europeos al mundo capitalista desarrollado europeo, recae, en
resumidas cuentas, en los hombros de la gente pobre. Alemania es sin lugar a
dudas la locomotora que tira a la Unión Europea y el plan de
austeridad concebido por el gobierno de Ángela Merkel está actuando en un
tercio de la población griega como una efectivísima dieta para adelgazar.
El pueblo griego, al elegir a Syriza, la coalición de la izquierda radical,
dijo basta al apretón de cinturón permanente que exige la Troika, el gremio controlador
constituido por el Banco Central Europeo, El Fondo Monetario Internacional y la
Comisión Europea.
No obstante, tanto la izquierda parlamentaria europea ─ con o sin el
prefijo “radical” ─, así como los diferentes gobiernos socialdemócratas, a la
hora de gobernar, asumen una posición pragmática, la cual exige anteponer la
política real a los intereses ideológicos. De este “realismo político” tampoco
se ha escapado ni se escapará Syriza. Este “realismo” por encima de todo,
explica el porqué de la coalición entre Syriza y el partido nacionalista de
derecha, Griegos Independientes. Lo cual, dicho sea de paso, le provocó un
verdadero retorcimiento intestinal a Gregor Gysi, el líder del partido alemán “Die Linke”, homólogo ideológico
de Syriza.
Pero en cuestiones de alianzas y programas de gobierno en el mundo
capitalista neoliberal, la “Real Politik” es la matrona de la historia
contemporánea universal.
Las reformas impuestas a Grecia por la Unión Europea no son,
en efecto, la verdadera solución, puesto que los problemas griegos, como los de
todos los países capitalistas dependientes, son estructurales y sistémicos. Sin
embargo, es necesario puntualizar, que en Grecia un tercio de los habitantes
vive en la pobreza y que a raíz del plan de austeridad germano-europeo, el
sueldo mínimo ha sido recortado en un 22%; por otra parte, la legislación
laboral y los convenios colectivos se han visto también afectados por estas
medidas. La tasa de desempleo total es de 27 % y a nivel de los jóvenes menores
de 25 años sobrepasa el 50 % y para colmo de males, gran parte de la población
no tiene seguro social. En fin, la
lista de los problemas socio-económicos del pueblo griego es muy larga.
Es claro que Grecia está jugando ─ obligada por razones estratégicas
geopolíticas ─ en la Champions League del capitalismo
europeo con un equipo de tercera división. Vistas así las cosas, al final de
cuentas, será el pueblo trabajador griego el que tendrá que pagar
por las habas que se comió el burrito Polifemo Papanatas en la
Odisea Europea 2001, más allá de las promesas electorales de Syriza. Lamentablemente,
en el mundo capitalista rige la ley de la selva: Siempre vence el más fuerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario