Muchos son los adjetivos calificativos con los que se podría definir a la mujer en general, pero quiero, en este día especialmente, referirme a aquellas mujeres que con esmero y ahínco, están luchando por una sociedad más justa y más humana. Anónimas madres, compañeras, amigas y hermanas repartidas en todo el mundo, que sin ellas, el planeta tierra sería árido y menos bello. Quiero pues, rendirles homenaje a estas mujeres con cuatro atributos convertidos en rosas rojas: AMOR, SACRIFICIO, INTELIGENCIA Y REBELDÍA
Cuando pienso en ellas y cierro los ojos para romper la barrera del tiempo-espacio, veo ante mí el rostro alegre, amable y amoroso de una mujer, que bien podría ser mi madre, tal vez mi compañera, quizás mi hija e incluso aquella que sin conocerme me extiende su mano y me sonríe, pues sabe que en la lucha sembramos juntos la semilla fértil del amor libertario.
Y, ¿Qué decir de la mujer valiente que arrostra los entuertos más terribles de la vida y pare sola sus hijos? También la veo a ella en mis fantasías. Es la mujer que resuelve el hambre en la cotidianeidad injusta del sistema y alimenta a sus críos haciendo el milagro del pan y los peces. Allí está ella, algunas veces con más hueso que carne en su cuerpo, pero siempre saliendo adelante y levantando el pecho cargado de vida y energía.
Para ver la mujer incansable y trabajadora no necesito cerrar los ojos, veo a mi alrededor y te contempló a ti, mujer de mi barrio, mujer del mundo, mujer de mi hogar. Te veo con un libro abierto, escribiendo poemas, inventando recetas culinarias, reparando una máquina o escribiendo una carta en una oficina. Siempre laborando como una abeja incansable día tras día sin descansar.
También está ahí, en ese hermoso jardín, la mujer rebelde, la que pelea su derecho como mujer y ciudadana. La que no se somete a la dictadura del machismo y da la cara con sólidos argumentos y no se deja impresionar con los cantos de sirena de la sociedad de consumo ni el sofisma dulzón de falsos profetas viriles.
Rindo homenaje a la mujer y brindo por ella. Por esa mujer que nos enseña a los hombres, con su rebeldía, a no aceptar los cánones y patrones putrefactos establecidos por el patriarcado. Por la compañera, quien con su ejemplo y conducta sabe que el mañana lo construimos juntos, hombres y mujeres. Cada uno en su lugar y con sus particularidades, pero sabiendo que estamos en la misma trinchera.
Porque cuando se ama y se respeta a la mujer, entonces la lucha diaria por un mañana mejor tiene un carácter distinto. Es como recitar quedito al oído un verso de Benedetti y decirle a la mujer amorosa, sacrificada, inteligente y rebelde que tenemos a nuestro lado:”… si te quiero es porque sos, mi amor mi cómplice y todo y en la calle codo a codo somos mucho más que dos…”
Con mucho amor y respeto…
Roberto Herrera 08.03.2011
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