En el referéndum del 5 de julio, el gobierno griego planteó la siguiente
pregunta: “¿Debe ser aceptado el borrador del acuerdo presentado por las
instituciones en el Eurogrupo del 25 de junio, que consta de dos partes, y que
conforman su única propuesta?”. Independientemente de que la pregunta era
ambigua y difícil de entender; y con el agravante de que este tipo de procedimiento
de democracia
directa no se presta para solucionar problemas complejos, el 61 % de
los griegos rechazó las reformas exigidas
por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central
Europeo.
Lo que sucedió después del referendo en las mesas de conversaciones en
Bruselas, fue una demostración de fuerza y poderío económico del gobierno
alemán. Después de las “negociaciones” de la noche del 12 de julio de 2015,
muchos marxistas interesados en la crisis económica griega se preguntaron preocupados sí Syriza ha dado un
gyros
a la derecha o si la coalición de la izquierda radical es más bien una ensalada
horiatiki
ideológica. Tomando en cuenta que Syriza se define como un partido democrático
y radical de izquierda, en el cual cohabitan diferentes corrientes ideológicas
y culturas políticas, no sería exagerado afirmar que se trata definitivamente
de una ensalada multicolor.
La izquierda mundial–no comunista– se entusiasmó con el empuje de Syriza, a
tal punto, que muchos consideraron que
por fin un partido de izquierda llenaría el vacío político-ideológico que quedó después
del rotundo fracaso del socialismo real. Se idealizó tanto el papel de Syriza,
que Alexis Tsipras y Yanis Varuofakis se
convirtieron en dos héroes griegos modernos.
Dos “Herculitos” llamados a resolver–sin fruncir el…ceño– las tareas
históricas necesarias que el comunismo
sino-soviético del siglo XX no pudo acometer en su momento: Vencer al león
capitalista y a la hidra imperialista.
No obstante, hay que subrayar que el objetivo estratégico de Syriza no es la
abolición del sistema capitalista ni la salida de Grecia de la zona euro (el
“Grexit”) ni mucho menos la revolución proletaria socialista. Su meta, como la
de todos las convergencias políticas de centro-izquierda, es la de gobernar y
administrar el estado capitalista. Y no podría ser de otra manera, pues la
política real y pragmática de Syriza es socialdemócrata, más allá de autodefinirse como “izquierda radical”. Detalle muy importante a
la hora de analizar su agenda política, a fin de no pedirle peras al olmo. Así pues, ni la izquierda ortodoxa comunista
europea ni el partido comunista griego (KKE) pueden acusar a Syriza de no ser
un partido marxista revolucionario.
La campaña electoral parlamentaria de la Coalición de la Izquierda Radical
(Syriza) en enero del corriente año estuvo basada en cuatro ejes básicos
político-económicos, los cuales expresaban de manera sucinta la agenda política
de Syriza plasmada en el programa de Salónica. Éstos fueron: 1)
Reestructuración de la deuda 2)Renacionalización de sectores estratégicos
(agua, electricidad) 3) Poner fin a la austeridad impuesta por la Troika(Fondo
Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) y la
reactivación de la economía 4) Reconstrucción institucional y democrática del
Estado. Estos fueron los “trabajos herculinos” que Syriza, de cara al pueblo
griego, se propuso llevar a cabo en el caso de salir electa.
La actitud extorsionista del gobierno de Ángela Merkel en la ronda
negociadora, sorprendió a los “socios” griegos de Syriza, quienes no contaban
con la amenaza alemana de una salida temporal de Grecia de la eurozona. Por otra parte, la aceptación
de Alexis Tsipras de un paquete de reformas más austero y radical que el
presentado por el Eurogrupo el 25 de junio, provocó disturbios y descontento en
la población.
Todavía no se ha escrito el último capítulo de esta moderna tragedia
político-económica. Aún está por verse, por
una parte, cuánto tiempo más durarán las alianzas al interior de Syriza, ya que la heterogeneidad
político-ideológica encierra obviamente el
peligro de la escisión. Y por la otra, cuál es el margen de acción real que
tiene Alexis Tsipras en el partido. Otra interrogante importante en los
próximos tres años será la correlación de fuerzas en el parlamento griego y lo
fundamental: ¿Cuál será el gobierno que impulsará las reformas antipopulares?
Como sea, el “paquete” de reformas aceptado por Alexis Tsipras no es un
baúl que encierra riqueza y prosperidad para el pueblo griego. Al contrario: es
la caja de Pandora abierta.
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