La canciller alemana, Angela Merkel, comenta estar muy contenta con los sucesos acontecidos en las últimas horas en Egipto y le desea al pueblo egipcio “una sociedad sin corrupción, censura, encarcelamientos y tortura”. Por su parte, el Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, aporta también su granito de arena al alboroto universal, agradeciendo a Mubarak el haber escuchado la voz del pueblo, pero advierte que “esto no es el final, sólo el principio”. El principio de un proceso que deberá terminar en democracia.
El cinismo occidental no tiene parangón alguno. Durante decenas de años los Estados Unidos y sus aliados conciben, mantienen, sostienen y toleran dictaduras políticas o militares en los más recónditos rincones del planeta, sin importarles un comino lo que piensan los pueblos. Nadie escucha los gritos desesperados de los torturados ni el llanto doloroso de madres buscando a sus crías desaparecidas ni el clamor rebelde de los pueblos exigiendo justicia.
La dedocracia avalada por el Pentágono y el Departamento de Estado se convierte en democracia, en el instante en que sus títeres se declaran defensores y adalides de los valores de justicia y libertad del mundo capialista. Ellos, los americanos, son fieles seguidores de la táctica de “úselo y tírelo”, use and throw away, y cuando un dictador cae en desgracia la aplican con la rigurosidad de un verdugo.
Habrá que esperar el derrotero que decidirá el pueblo egipcio y en este punto, Obama tiene razón: es sólo el principio.
Roberto Herrera 12.02.2011
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