sábado, 15 de febrero de 2014

La Estadística, la Democracia y la Economía de Mercado en El Salvador

“Las estadísticas son como un bikini, muestran datos interesantes pero esconden lo realmente importante”. Sir-Winston Churchill


Más allá del contenido sexista del famoso aforismo del estadista inglés, éste tiene una gran porción de verdad desnuda y refleja además conocimiento de causa. Tal es así, que Sir Winston Churchill, premio Nobel de Literatura 1953 – año en que le propuso a la Unión Soviética, una vez muerto Stalin,  disolverse e integrarse a Europa. Haciendo gala del típico y descarado cinismo del político oportunista que tanto abunda en la economía de mercado, expresó en otro momento que “creía solo en las estadísticas que él mismo había manipulado”. Independientemente de que haya sido él o no, el autor de la última cita, está comprobado que cualquier estadística es vulnerable a la manipulación. Ésta puede darse tanto en la captación de los datos como en la interpretación de los mismos.

Entre más profunda y extensa sea la recolección de datos, más representativa será la muestra estadística. La captación de información numérica es importante y fundamental, pues sin esa base de datos, no es posible realizar una interpretación objetiva de los guarismos computados y finalmente poder así, diagnosticar el estado real de las cosas en la sociedad.

La estadística aplicada al proceso electoral tiene como objetivo principal, la documentación completa y sistematizada de los datos cuantitativos de votaciones populares. Entonces, cuando el proceso electoral es transparente y no está contaminado, las cantidades de votos representan un parámetro importante para analizar o valorar una situación política coyuntural determinada. Entre mayor sea la cantidad de ciudadanos que participa en un proceso electoral transparente y limpio, más representativos serán los datos estadísticos y por lo tanto, más diferenciado será el concepto de “democracia”.

El padrón electoral oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE) utilizado para las elecciones del 2 de Febrero en El Salvador, fue de cuatro millones novecientos cincuenta y cinco mil ciento siete (4,955,107) de ciudadanos. El número de votos válidos fue de dos millones seiscientos ochenta y ocho mil novecientos treinta y seis (2,688,936), es decir, el 54, 27 % de la población con derecho a voto hizo uso del sufragio universal. Mientras que dos millones doscientos sesenta y cinco mil novecientos setenta (2265970), por razones desconocidas se quedaron en sus casas o dispusieron a su antojo y albedrio de su tiempo. Es decir, que hay una “masa electoral latente” importante a considerar en la segunda vuelta. La tesis del “transvase de votos” UNIDAD-ARENA y/o UNIDAD-FMLN, podría tener aplicación práctica, solo en el caso que UNIDAD fuera un ente político homogéneo, disciplinado y cohesionado ideológicamente, pero no lo es. UNIDAD fue una alianza táctica coyuntural electorera. Es probable que haya una repartición espontánea y voluntaria de votos, sin embargo, la probabilidad que esto ocurra en “bloque”, a favor del FMLN, tiende a cero.

El quid del “juego” con las estadísticas está en la valoración e interpretación correcta. Tomemos las elecciones presidenciales del 2 de febrero como ejemplo. Por cierto una de las más bajas de los últimos tiempos. Una interpretación mecanicista y lineal del triunfo del efemelenismo – el FMLN incrementó sustancialmente sus votos con candidato propio en comparación con las del pasado –, podría conducir al triunfalismo, lo cual sería caer en el error de creer que en la segunda ronda, solamente bastaría con sumar el resto de los votos (28701) que le hicieron falta en la primera vuelta, para tener asegurada la presidencia de la república.

El escenario de la “segunda batalla por los votos” será muy distinto al primero y los factores concomitantes serán otros.
En primer lugar, está la gran incógnita del comportamiento de la “masa abstencionista” el 9 de marzo. En segundo lugar, los rivales políticos del FMLN y la clase dominante ya conocen (+/-) la fuerza propia con que cuenta el frente. Utilizando el principio de Vilfredo Pareto, un ingeniero italiano de finales del siglo XIX, podemos hacer una distribución de la fuerza electoral del FMLN expresada a través del voto popular el 2 de febrero. Este principio estadístico, también conocido como “80-20”, se puede utilizar para hacer una distribución natural aproximada de un fenómeno cualquiera.

Aplicando el Principio de Pareto a la fuerza electoral que emitió su voto a favor del FMLN, se podría decir que el “voto duro” correspondería al 80% de los votos emitidos, es decir, un millón cincuenta y dos mil seiscientos catorce (1052615), mientras que el “voto blando” correspondería a doscientos sesenta y tres mil ciento cincuenta y tres (263153). Por otra parte, la probabilidad de repetitividad del comportamiento electoral de las fuerzas del FMLN es muy alta. No así el de las fuerzas de derecha, esto quiere decir, que es muy probable que ARENA aumente sus votos de manera significativa. En tercer lugar, hay un aspecto importante a considerar, y se trata de la “ubicación político-ideológica de la masa crítica electoral”, es decir, aquella población electoral que puede ser determinante y decisiva en un momento coyuntural. Ésta se encuentra históricamente ubicada en la economía de mercado, entre la extrema derecha y centro-derecha. Y por último, está el factor miedo e inseguridad dentro de la “masa crítica electoral”.

El FMLN, para salir vencedor en segunda ronda necesitará más que 28701 votos. La pregunta que surge aquí es: ¿Dónde se encuentra ubicada la reserva electoral del FMLN que no votó?
La probabilidad que el “voto de castigo” [abstencionismo] de la izquierda “desilusionada” y/o “insatisfecha” se mantenga, es grande.

Por lo tanto, es bastante probable que el FMLN se vea en la necesidad de pactar con sectores de la derecha “progresista” y otros sectores tradicionalmente anti-populares, para poder continuar administrando el poder del Estado burgués salvadoreño los siguientes cinco años.

La encuesta de CID-Gallup hecha pública el 12 de febrero, podría ser un ejemplo de manipulación de las estadísticas a las que se refería Sir Winston Churchill. Allí se estima que el 55 % de la población electoral votaría a favor del candidato del FMLN, mientras que un 45 % votaría por ARENA. Si consideramos que un poco menos de la mitad del padrón electoral no votó y si aceptamos la tesis que la “masa crítica electoral” está ubicada a la derecha del FMLN, bien cabe preguntarse:
¿Cómo reaccionarán los votantes de derecha que no fueron a votar ni por UNIDAD ni por ARENA, frente a la “eminente victoria del FMLN”?

Ahora bien, ¿qué es lo realmente importante detrás de las estadísticas desde la perspectiva de la lucha de clases en El Salvador?

La constatación de que el FMLN es un partido comprometido en el esfuerzo de la “Reconciliación” [de clases] y la Concertación política, es decir, el pacto y/o negocio político para resolver de “manera racional” la lucha de clases. En definitiva, más allá de los ditirambos lingüísticos y semánticos, la política real y pragmática del FMLN está en función de la “democracia” en el contexto de la economía de mercado. 

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