“Las estadísticas son como un bikini, muestran datos interesantes pero esconden lo realmente importante”. Sir-Winston Churchill
Más allá del contenido sexista
del famoso aforismo del estadista inglés, éste tiene una gran porción de verdad
desnuda y refleja además conocimiento de causa. Tal es así, que Sir Winston
Churchill, premio Nobel de Literatura 1953 – año en que le propuso a la Unión
Soviética, una vez muerto Stalin,
disolverse e integrarse a Europa. Haciendo gala del típico y descarado
cinismo del político oportunista que tanto abunda en la economía de mercado, expresó
en otro momento que “creía solo en las estadísticas que él mismo había
manipulado”. Independientemente de que haya sido él o no, el autor de la última
cita, está comprobado que cualquier estadística es vulnerable a la manipulación.
Ésta puede darse tanto en la captación de los datos como en la interpretación
de los mismos.
Entre más profunda y extensa sea
la recolección de datos, más representativa será la muestra estadística. La
captación de información numérica es importante y fundamental, pues sin esa
base de datos, no es posible realizar una interpretación objetiva de los
guarismos computados y finalmente poder así, diagnosticar el estado real de las
cosas en la sociedad.
La estadística aplicada al
proceso electoral tiene como objetivo principal, la documentación completa y
sistematizada de los datos cuantitativos de votaciones populares. Entonces,
cuando el proceso electoral es transparente y no está contaminado, las
cantidades de votos representan un parámetro importante para analizar o valorar
una situación política coyuntural determinada. Entre mayor sea la cantidad de
ciudadanos que participa en un proceso electoral transparente y limpio, más
representativos serán los datos estadísticos y por lo tanto, más diferenciado
será el concepto de “democracia”.
El padrón electoral oficial del
Tribunal Supremo Electoral (TSE) utilizado para las elecciones del 2 de Febrero
en El Salvador, fue de cuatro millones novecientos cincuenta y cinco mil ciento
siete (4,955,107) de ciudadanos. El número de votos válidos fue de dos millones
seiscientos ochenta y ocho mil novecientos treinta y seis (2,688,936), es
decir, el 54, 27 % de la población con derecho a voto hizo uso del sufragio
universal. Mientras que dos millones doscientos sesenta y cinco mil novecientos
setenta (2265970), por razones desconocidas se quedaron en sus casas o
dispusieron a su antojo y albedrio de su tiempo. Es decir, que hay una “masa
electoral latente” importante a considerar en la segunda vuelta. La tesis del “transvase
de votos” UNIDAD-ARENA y/o UNIDAD-FMLN, podría tener aplicación práctica, solo
en el caso que UNIDAD fuera un ente político homogéneo, disciplinado y
cohesionado ideológicamente, pero no lo es. UNIDAD fue una alianza táctica
coyuntural electorera. Es probable que haya una repartición espontánea y
voluntaria de votos, sin embargo, la probabilidad que esto ocurra en “bloque”,
a favor del FMLN, tiende a cero.
El quid del “juego” con las
estadísticas está en la valoración e interpretación correcta. Tomemos las
elecciones presidenciales del 2 de febrero como ejemplo. Por cierto una de las
más bajas de los últimos tiempos. Una interpretación mecanicista y lineal del
triunfo del efemelenismo – el FMLN incrementó sustancialmente sus votos con
candidato propio en comparación con las del pasado –, podría conducir al
triunfalismo, lo cual sería caer en el error de creer que en la segunda ronda,
solamente bastaría con sumar el resto de los votos (28701) que le hicieron
falta en la primera vuelta, para tener asegurada la presidencia de la república.
El escenario de la “segunda
batalla por los votos” será muy distinto al primero y los factores
concomitantes serán otros.
En primer lugar, está la gran
incógnita del comportamiento de la “masa abstencionista” el 9 de marzo. En
segundo lugar, los rivales políticos del FMLN y la clase dominante ya conocen
(+/-) la fuerza propia con que cuenta el frente. Utilizando el principio de
Vilfredo Pareto, un ingeniero italiano de finales del siglo XIX, podemos hacer
una distribución de la fuerza electoral del FMLN expresada a través del voto
popular el 2 de febrero. Este principio estadístico, también conocido como
“80-20”, se puede utilizar para hacer una distribución natural aproximada de un
fenómeno cualquiera.
Aplicando el Principio de Pareto
a la fuerza electoral que emitió su voto a favor del FMLN, se podría decir que
el “voto duro” correspondería al 80% de los votos emitidos, es decir, un millón
cincuenta y dos mil seiscientos catorce (1052615), mientras que el “voto
blando” correspondería a doscientos sesenta y tres mil ciento cincuenta y tres
(263153). Por otra parte, la probabilidad de repetitividad del comportamiento
electoral de las fuerzas del FMLN es muy alta. No así el de las fuerzas de
derecha, esto quiere decir, que es muy probable que ARENA aumente sus votos de
manera significativa. En tercer lugar, hay un aspecto importante a considerar,
y se trata de la “ubicación político-ideológica de la masa crítica electoral”,
es decir, aquella población electoral que puede ser determinante y decisiva en
un momento coyuntural. Ésta se encuentra históricamente ubicada en la economía
de mercado, entre la extrema derecha y centro-derecha. Y por último, está el
factor miedo e inseguridad dentro de la “masa crítica electoral”.
El FMLN, para salir vencedor en
segunda ronda necesitará más que 28701 votos. La pregunta que surge aquí es:
¿Dónde se encuentra ubicada la reserva electoral del FMLN que no votó?
La probabilidad que el “voto de
castigo” [abstencionismo] de la izquierda “desilusionada” y/o “insatisfecha” se
mantenga, es grande.
Por lo tanto, es bastante
probable que el FMLN se vea en la necesidad de pactar con sectores de la
derecha “progresista” y otros sectores tradicionalmente anti-populares, para
poder continuar administrando el poder del Estado burgués salvadoreño los
siguientes cinco años.
La encuesta de CID-Gallup hecha
pública el 12 de febrero, podría ser un ejemplo de manipulación de las estadísticas
a las que se refería Sir Winston Churchill. Allí se estima que el 55 % de la
población electoral votaría a favor del candidato del FMLN, mientras que un 45
% votaría por ARENA. Si consideramos que un poco menos de la mitad del padrón
electoral no votó y si aceptamos la tesis que la “masa crítica electoral” está
ubicada a la derecha del FMLN, bien cabe preguntarse:
¿Cómo reaccionarán los votantes
de derecha que no fueron a votar ni por UNIDAD ni por ARENA, frente a la “eminente
victoria del FMLN”?
Ahora bien, ¿qué es lo realmente
importante detrás de las estadísticas desde la perspectiva de la lucha de
clases en El Salvador?
La constatación de que el FMLN es
un partido comprometido en el esfuerzo de la “Reconciliación” [de clases] y la
Concertación política, es decir, el pacto y/o negocio político para resolver de
“manera racional” la lucha de clases. En definitiva, más allá de los ditirambos
lingüísticos y semánticos, la política real y pragmática del FMLN está en
función de la “democracia” en el contexto de la economía de mercado.
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