Joda en 4/4
Permítanme que
me presente, pues buenos modales aprendí
en mi humilde cuna, a mí me parió mi madre allá en el barrio El Calvario a las
orillas del “Arenal” con todas las de la ley, María Esther era su nombre pero la
llamaban “Tey”.
A los ocho
días vino alguien y no sé si era Rabino, pero decidido el hombre llegó como lo
estipula la Tora y la vecina casi se atora cuando vio el bisturí, de un tajo cortó
la piel del prepucio y como no padecí de fimosis siempre me pregunté ¿el por qué?
Me hice famoso sí, en todo el poblado, pues yo era el único chaval
circuncidado.
Daniel me
hubiera llamado, según me comentó mi padre, así se llamó mi abuelo quien era
abstemio y a quién no llegué a conocer. De profeta ni una gota, de arcángel
mucho menos, a lo mejor un pelín de poeta, pues a los diez años en la escuela
me gané el primer premio por un buen estribillo. ¡Vaya que fui diablillo!
Crecí entre
mujeres y aprendí desde pequeño para qué sirve el corpiño, pero
no crean los lectores que me crie como un pachá, ni fui paje de ninguna, pues
no nací para maje, pero ya se imaginará usted por qué las chiquillas del barrio
me decían “Cariño” Herrera. Así fui conocido por amigos y enemigos y no fueron
pocas las veces que salí a la carrera.
Aquí termino
mi relato personal de esta joda cuatro por cuatro, pues de lo que quiero hablar
ya lo dije a bote pronto, se trata de las mujeres, pues de ellas heredamos el
patronímico que llevamos con orgullo, algunas de ellas buenas costureras, otras
excelentes cocineras y otras tantas con título académico. Y hay que ser muy
capullo para no reconocer que el hombre sin la mujer, puede volverse mico.
El mambo lo
aprendí a bailar en una fiesta allá en San Julián, mi maestra fue mi prima Ana,
después inventé pasos propios pues así me dio la santísima gana y ya les
advertí que no fui santito, en ese pueblo aprendí también raudo a montar en
bicicleta en casa del tío Tito.
No conozco a
ninguna Herrera que no le guste el baile y el vacilón, con gracia y salero mueven
la colita cuando escuchan una rumba, samba, guaracha o reggaetón y la cosa no
se limita a los ritmos tropicales, pareciera que Terpsícore las alimentó cuando
nenas con la pacha o con biberón.
Y ya que
hablamos de musas, si quieren comer buenas pupusas o un asado de lechón, vayan
a Las Delicias y visiten a las Chacón. Y no quiero darles lata con tanta
bobería, pero después de una bachata nocturna tómese una horchata fría o una
cebada con un pedazo de quesadilla.
Allí estará
Elvira con su sonrisa que inspira y si eres una Herrera, aunque vengas de “Nuéga Yorg”, Sausalito o Colorado, no
importa si estás casada, arrejuntada,
divorciada o eres soltera, te servirá al instante unos nuégados sabrosos con
chilate o si así lo deseas, un pastelito de piña recién horneado con un
cafecito caliente.
El comedor
universitario de la ciudad de Friburgo quedó paralizado allá por los años
setenta, cuando a mi hermana, ella sí es una santa, se le ocurrió bailar conmigo
un merengue apambichao y no crea mi compay que le cuento historias, pero
estábamos los dos en el centro de la “Mensa” rodeados de alemanes que no podían
creer lo que estaban presenciando y eso a pesar del resfriado que “May” había
pescao.
Y son de armas
tomar cuando de defender los derechos de la mujer se trata, y pobre de aquel
infeliz que por un desliz infiel en la taberna la tranquilidad del hogar maltrata,
con una feroz patada en el trasero a la chucha lo largan rapidito sin hacer
ningún espectáculo. Ya sé que la rima es nula, pero mi prima es terca como una
mula y chulo fui cuando niño, quítele la “H” de Herrera y sabrá lo que quise
decir con disimulo.
A Michele la
asocié con Fidel y la busqué en la red con mucho esmero, pero sin nada de fortuna,
pues el mundo virtual es más amplio que un estero, así que me comuniqué con
Houston, pues yo tenía un problema, me sentía como un satélite girando sobre la
luna. Yuri Gagarin fue un emblema de la extinta Unión Soviética y antes que se
me agotara la tinta, quise buscar la plática con los vástagos de Armando, quien
por andar armando líos en la época de Lemus sin buscar halagos ni
reconocimientos a la cárcel fue a parar y créanme que les digo que a mi tío
Arturo casi le da un patatús.
Las Herrera
son una orquesta en la que hay instrumentos de cuerda y viento; la música y las
artes forman parte de su historia. Repartidas por el mundo van dejando sus
semillas, políglotas errantes y ciudadanas universales. Discúlpenme si pongo a
mi madre por delante, a ella que está en la Gloria, le gustaba cantar por las
mañanas, creo eran sevillanas y otras canciones que no recuerdo, hasta que un
día de junio de aquel fatídico 58 con tanto infortunio, su voz calló para
siempre.
No quiero terminar
esta joda con un final triste y aciago, la impronta alegre familiar lo impide y
así hago las paces con el hado. Pero pensé que como coda, bueno sería traer al
recuerdo la riqueza cultural de los Herrera, algo que no me incomoda. Rico sabe
el helado de coco con chocolate, pero rico no es el que tiene dinero sino el
que goza de un bagaje intelectual. En Puerto Rico vive Rosita, Gloria se siente
en Chicago como su en casa, a “May” la tengo a la vuelta de la esquina y para
terminar esta Oda, me sirvo una limonada cubana con soda y tiro al aire estas
palabras como confeti, para despedirme de mi hermana Betty.
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