lunes, 23 de agosto de 2010

KAGAME EN RUANDA

„Cría cuervos y te sacaran los ojos“

Conocido es en el mundo el modus operandi de los servicios de inteligencia y del Pentágono, cuando se trata de influenciar, directamente o indirectamente, en la política interior del resto de los países, independientemente, si se trata de gobiernos amigos o enemigos.

Algunas veces recurren a la infiltración de agentes secretos, al cuerpo diplomático, al soborno, en fin, son tantas las posibilidades, que las novelas de John le Carré muchas veces parecen cuentos para hacer dormir a la generación infantil moderna.

Cada vez que han necesitado un “bandido malo” lo inventan o lo forman, todo depende de la coyuntura política actual. Esta forma silenciosa de hacer la guerra, popularizada y comercializada por la industria cinematográfica de Hollywood, tuvo su auge durante el conflicto Este-Oeste, que caracterizó la guerra fría. Lo cual no significa, de ninguna manera, que haya pasado de moda o que ocupe un lugar secundario o menos importante en la política exterior del gobierno de turno de los Estados Unidos, por el contrario, el servicio secreto sigue siendo parte integral del concepto global de defensa de sus intereses a escala mundial y nacional, que depende directamente del Departamento de Servicio de Seguridad Nacional.

Sin embargo, las academias militares, como la Escuela de las Américas, nombre con el que se conocía antiguamente el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, dependen directamente del Ministerio de Defensa.

Son instituciones encargadas de la formación militar, una especie de postgrado, de la élite castrense en Latinoamérica. Allí se formaron chafarotes de la talla de Roberto D’aubuisson, salvadoreño, responsable directo del asesinato de Monseñor Arnulfo Romero, Manuel Contreras, chileno, responsable de la DINA y condenado a prisión por múltiples delitos de lesa humanidad, Manuel Noriega, panameño, acusado de narcotráfico y condenado a la cárcel en los Estados Unidos; actualmente enfrenta un proceso en Francia.

Muchos militares latinoamericanos, de dudosa reputación, se han “instruido” en dichos centros culturales. A tal grado, a decir del senador demócrata Martin Meehan por el Estado de Massachusetts, que: «Si la Escuela de las Américas decidiera celebrar una reunión de ex alumnos, reuniría algunos de los más infames e indeseables matones y malhechores del hemisferio».

La presencia militar de los Estados Unidos, así como su influencia directa en los asuntos internos de los países africanos, es menor, si se compara con América Latina. Obviamente África ha sido históricamente, el “patio trasero” de los Europeos, principalmente del Reino Unido y de Francia.

No obstante, su radio de acción se amplía cada vez más. Paul Kagame, el Presidente recién re-electo de Ruanda es un ejemplo. Militar que cursó estudios en la escuela militar de Fort Leavenworth, Kansas y que desde 16 años gobierna ese pequeño país africano. Apoyado y alabado por las instituciones financieras, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, Kagame gozó de la simpatía de los europeos y norteamericanos hasta hace poco. Sin embargo, las críticas hacia su gobierno y su forma de gobernar, han aumentado en los últimos tiempos.

Kagame ha expresado públicamente, que no quiere más consejos de los extranjeros…occidentales!

Resulta que el gobierno de los Estados Unidos en su paranoico afán de controlar el mundo, forma, instruye y adoctrina a las élites militares del tercer mundo. Allí, en sus escuelas y academias, los candidatos a dictadores o presidentes, son alimentados durante meses o años de conceptos político-militares antipopulares y serviles a los intereses del gobierno de los Estados Unidos. Ya sea en Fort Benning, Fort Bragg o Fort Leavenworth.

Como si de un laboratorio del doctor Víctor Frankenstein se tratara, muchas de estas criaturas se “escapan de su creador” y vagan por el mundo, a la libre, haciendo daño a diestra y siniestra, incluso a sus propios maestros.

Muchas veces, toda la ideología imperialista masticada y digerida en los institutos de instrucción, se transforma en una indigestión estomacal y en cólicos de tripa, cuyo alivio y saneamiento sólo se obtiene con una buena evacuación.

Paul Kagame, en Ruanda, podría ser un ejemplo…

Roberto Herrera 23.08.2010

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