En agosto de 1917 una agitada y pobre Rusia zarista se estremecía entre conatos de sublevación obrero-campesina y un partido comunista que discutía con voces Bolcheviques, por un lado, y Mencheviques por el otro, la insurrección armada.
Los comunistas celebraron en Petrogrado el VI Congreso del partido, en la absoluta clandestinidad, y en circunstancias muy difíciles para los revolucionarios rusos, momentos aquellos, donde se desarrollaba una encarnizada lucha ideológica por parte de la prensa burguesa y pequeño burguesa en contra de los comunistas. El gran ausente en el Congreso fue Lenin, quien por motivos de seguridad no pudo participar en él.
La Revolución de Octubre estalló en un momento histórico en que las grandes potencias occidentales se enfrentaban unas con otras por alcanzar el dominio geo-político en el mundo y las contradicciones antagónicas en el seno de la Revolución Democrática Burguesa, que en febrero del mismo año había derrocado al imperio zarista, contribuyeron a evitar la intervención directa, en esos días de los Estados amigos del Gobierno Provisional en los asuntos internos de Rusia. La dualidad de poderes, entre el Soviet de diputados obreros y soldados liderado por Lenin y el Gobierno Provisional que representaba los intereses de la burguesía y los grandes terratenientes, hacía inviable la revolución de Febrero.
El 10 de octubre de 1917, una semana antes de la toma del poder, se celebró la histórica sesión del Comité Central del Partido Comunista (b), en la que se acordó dar comienzo a la insurrección armada pocos días después. Las condiciones político-militares a nivel nacional como internacional estaban dadas y la acumulación de fuerzas revolucionarias desplegadas ponía la orden del día la insurrección armada. El 17 de Octubre triunfa la revolución bolchevique liderada por Lenin, Trotski, Stalin, Molotov y otros, quedó estampada en la historia como una guerra de liberación, revolucionaria y justa.
El 18 de agosto de 1960, es el inicio de otra revolución, que conmovería el mundo entero. El grupo musical británico conocido como los Beatles, da su primer concierto oficial en la ciudad de Hamburgo/Alemania, con la agrupación que a la postre se haría tan famosa: Lennon, Paul, George y Ringo
“…tu dices que quieres hacer la revolución, bien tu sabes, que todos queremos cambiar el mundo…”, escribían Lennon y McCartney en 1968 en plena guerra del Viet Nam, cuando las bombas de Napalm, fosforo blanco y el agente naranja hacían estragos en la población civil de Viet Nam del Norte. En los días en que General Westmoreland se vio sorprendido por la ofensiva general de los Vietkong denominada Tết Nguyên Đán (fiesta del primer día del año vietnamita) que obligó a sus tropas a replegarse, y en algunos casos en desbandada.
Pero ni las canciones pacificas de los Beatles ni las apelaciones de Bob Dylan lograron apaciguar los impulsos bélicos de la administración norteamericana. Tanto Johnson como Nixon, quienes prometieron en sus campañas electoreras terminar con la guerra, una vez elegidos intensificaron la guerra y a la paloma de la paz la metieron en una jaula de oro. Al final de la guerra de Viet Nam, habían muerto alrededor de más de 3.6 millones de seres humanos, sin contar los heridos, lisiados y desaparecidos en acción. La guerra contra el pueblo de Viet Nam es el paradigma de una guerra imperialista, injusta y criminal.
Ciertamente un argumento irrebatible en pro de la paz.
Pero imaginémonos, como lo hizo un día Lennon, un mundo donde no haya fronteras ni muros ni ríos que cruzar para evadir la muerte disfrazada de miseria y hambre; un mundo donde no haya países que invadan y hagan la guerra a destajo; un mundo donde la única ideología sea el amor por la humanidad; un mundo donde no haya divisiones de clase, sexo, color de piel; un mundo donde reine la paz y no la ley del más fuerte; imaginémonos ese mundo y preguntémonos:
¿Quién impide el sueño de John?
Roberto Herrera 17.08.2010
Uno de los mejores homenajes al natalicio de un gran músico.
ResponderEliminarMuchas gracias, anónimo!
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