jueves, 5 de agosto de 2010

¿QUÉ APRENDIÓ EL TÍO SAMUEL DE HIROSHIMA Y NAGASAKI?

Mañana, 6 de Agosto, se conmemorará en todo el mundo, la masacre de Hiroshima y tres días más tarde, la de Nagasaki. La hecatombe ocurrió a finales de la segunda guerra mundial, en un momento donde la correlación de fuerzas militares se había inclinado obviamente a favor del ejército de los Estados Unidos de Norteamérica. Las dos bombas atómicas devastaron de raíz las dos islas japonesas.

¿Qué habrá pasado por la mente del tristemente célebre Presidente Harry S Truman en aquel momento aciago de la toma de decisión?

¿Qué habrá pensado el coronel de la fuerza aérea norteamericana Paul Tibbets a bordo del B-29 Enola Gay, cuando apretó el botón y arrojó la bomba atómica Little Boy sobre la ciudad nipona de Hiroshima?

¿Se habrá imaginado el mayor del ejército del aire Charles W. Sweeney los estragos que causaría tres días más tarde cuando piloteando el bombardero Bockstar lanzara la segunda carga radioactiva Fat Man sobre la ciudad de Nagasaki?

Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki.

¿Cuál fue el verdadero motivo para utilizar armas nucleares?

Desde el punto de vista puramente táctico-estratégico militar, el bombardeo atómico en Agosto de 1945 fue una acción innecesaria, inmoral y criminal.
El Imperio Japonés estaba vencido y en el umbral de la capitulación político-militar.

Desde el punto de vista geo-político y tecnológico la detonación de las bombas sirvió para comprobar in situ la dimensión y fuerza de la explosión atómica, las consecuencias directas e indirectas de la radiación en el reino animal y vegetal, así como los estragos materiales en la infraestructura social y económica causados por la reacción nuclear en cadena provocada por la fusión de isotopos del hidrogeno. Por otra parte, la bomba atómica fue una demostración de poder de cara a la Unión Soviética.

¡Macabro, dantesco y maquiavélico escenario! Pero no es la primera vez que el gobierno norteamericano no escatima en “costos y daños colaterales”, cuando se trata de imponer por medios bélicos sus planes imperialistas.

Truman, demócrata y masón, fue el que proclamó la doctrina del mismo nombre ante el Congreso norteamericano en 1947, dos años más tarde de haber ordenado al Alto Mando Militar, la utilización de armas nucleares.

Obedeciendo los postulados y principios de la doctrina Truman, los Estados Unidos se atribuyeron el derecho universal de intervenir en cualquier lugar del planeta para salvaguardar al mundo del peligro del comunismo.

Durante los años de la guerra fría, los Estados Unidos y el mundo occidental definieron al comunismo internacional como el enemigo absoluto de la humanidad.

En aquellos años fríos, el anticomunismo recalcitrante y furibundo, se cristalizó como el instrumento ideológico por excelencia de todos los gobiernos norteamericanos y sus aliados europeos. Los libros blancos editados y publicados por las diferentes administraciones que han ocupado la Casa Blanca se sustentaban en la hipótesis de la amenaza chino-soviética en el mundo entero.

Con la desaparición fáctica de la Unión Soviética, la amenaza comunista desapareció de la agenda político-ideológica de la Casa Blanca y el Pentágono. El terrorismo internacional y el narcotráfico ocuparon su lugar.

Los trágicos sucesos del 11 de septiembre del 2001 cayeron como maná del cielo en la bandeja dorada de sus planes guerreristas. En este sentido, la doctrina Truman continua siendo parte integral del concepto estratégico político-militar de dominación imperialista norteamericano.

En sus últimas reflexiones del día 3 de Agosto, Fidel Castro Ruz emplaza al Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y lo insta a reflexionar profundamente sobre la coyuntura actual mundial.

Escribe Fidel a Obama:”….Usted debe saber que en sus manos está ofrecer a la humanidad la única posibilidad real de paz. Sólo en una ocasión podrá usted hacer uso de sus prerrogativas al dar la orden de disparar.
Es posible que después, a partir de esta traumática experiencia, se encuentren soluciones que no nos conduzcan otra vez a esta apocalíptica situación. Todos en su país, incluso sus peores adversarios de izquierda o de derecha, con seguridad se lo agradecerán, y también el pueblo de Estados Unidos, que no es en absoluto culpable de la situación creada.
Le solicito se digne a escuchar esta apelación que en nombre del pueblo de Cuba le transmito…”


¿Habrá aprendido el Presidente Obama la lección de Hiroshima y Nagasaki?


Roberto Herrera 05.08.2010

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