La elección de Obama como el primer presidente negro de la primera potencia del mundo, despertó en muchos sectores políticos internacionales grandes expectativas e incluso hubo quienes pensaron en un cambio radical en la política de los Estados Unidos en relación a Cuba, Latinoamérica y el Medio Oriente. Poco tiempo duró el embeleso político, la cruda realidad imperialista borró el ensueño.
La primera mancha negra de la administración Obama ha sido el desastre petrolero en el Golfo de México, cuyas consecuencias a mediano y largo plazo en el plancton y la vida marítima son imprevisibles. La explosión de la plataforma petrolera es a nivel ecológico una de las más grandes catástrofes en la historia de la extracción del oro negro.
Todo comenzó a principios de este año, con el proyecto de levantar la veda de explotación petrolera en las costas del Golfo de México, del Atlántico y Alaska. Prohibición que desde hace más de veinte años había estado vigente. Obama aseguró, con vehemencia y excelente retorica, que la decisión había sido producto de un análisis exhaustivo de los pros y los contras. Una vez realizado el balance de costos y beneficios, llegó a la conclusión de que la perforación petrolera en las costas del Golfo de México era lo más correcto y conveniente para la economía norteamericana.
Por ironías de la vida, la famosa plataforma, colapsada el 20 de abril, llevaba el nombre de Deep Water Horizon (Horizonte de aguas profundas). Obama la “embarró”, como dice el roto chileno, con la primera gran metida de pata de su gobierno, que más que eso fue una verdadera perforación profunda de pata en las aguas del Golfo, precisamente por falta de horizonte o limite del imperio en su afán voraz de explotar los recursos no renovables del planeta. Al final hasta barro utilizaron para tapar a “Macondo”. Habrá que implorar al cielo para que los daños y prejuicios contra el medio ambiente, provocados por Macondo, no duren cien años.
Se estima que aproximadamente cerca 5,260 toneladas se vertieron diariamente en el Golfo de México debido al pozo propiedad de la British Petroleum Company (BP), según la estimación de científicos del Instituto Geológico de Estados Unidos, encargados de evaluar el desastre.
La segunda mancha de la administración Obama podría ser del color del grado de radioactividad correspondiente, si es que no logra contener los ánimos guerristas nucleares de los sectores más duros en su gobierno y aliados estratégicos, sobre todo Israel. Cosa, que dicho sea de paso, no lo deseamos. Nadie en el mundo desea ni sueña este escenario infernal.
Ojalá se imponga la razón y el sentido común en la toma de decisiones. Ojalá las vacaciones de verano en Marbella hayan servido a Obama para la meditación, reflexión, cordura y ponderación.
El Presidente de los Estados Unidos fue galardonado con el premio nobel de la paz en el 2009. Hoy tiene Obama la oportunidad de demostrar con hechos, que es realmente un mensajero de la paz.
Roberto Herrera 09.08.2010
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