domingo, 15 de enero de 2012

La importancia de la masa crítica revolucionaria y la crítica de la masa revolucionaria en la Cuba Socialista

Toda descripción coherente, metódica y sistemática de cualquier fenómeno, es decir, toda transformación, sea esta biológica, física, química o económico-social, en la naturaleza o en la sociedad, es parte del método de investigación que utilizan la ciencias naturales y político-sociales, para interpretar la realidad. En la física nuclear, la masa crítica está definida como la cantidad mínima de material fisible, capaz de mantener una reacción nuclear en cadena. En el modelo leninista de organización revolucionaria, la masa crítica revolucionaria, estaría concentrada en una “docena de revolucionarios profesionales”, altamente activos a nivel político-militar, capaces de iniciar—en el sentido de ignición—un proceso de transformación radical en la sociedad, pero incapaces de mantener por sí solos, el proceso dialéctico—complejo y contradictorio— de la revolución social en la dimensión tiempo-espacio. Esta tarea, le corresponde a la masa revolucionaria crítica y consecuente.

Fidel Castro estaba consciente del papel histórico de las masas, cuando expresó en el discurso pronunciado el 8 de enero de 1959 en la ciudad de la Habana, que la guerra la había ganado el pueblo. Fidel, subrayó la importancia y el poder de la opinión publica y, como buscando una confirmación a sus palabras, se dirigió al comandante guerrillero Camilo Cienfuegos, genuina imagen del pueblo cubano, y le planteó retóricamente la famosa pregunta: ¿Voy bien Camilo?, y luego continuó diciendo: “….No hubiera hablado yo así cuando nosotros éramos un grupo de 12 hombres, porque cuando éramos un grupo de 12 hombres todo lo que teníamos por delante era pelear, pelear y pelear, y había mérito en combatir en esas circunstancias; pero hoy, que nosotros tenemos los aviones, los tanques, los cañones y la inmensa mayoría de los hombres armados, la marina de guerra, numerosas compañías del ejército y un poder enorme en el orden militar (EXCLAMACIONES DE:  “¡Y el pueblo!”, “¡Y el pueblo!”) y el Pueblo…” Entonces Fidel vuelve a reiterar en su discurso, el papel preponderante del pueblo y con humildad expresa: “…Y a quien le pido que nos ayude mucho, al que le pido de corazón que me ayude, es al pueblo, a la opinión pública, para desarmar a los ambiciosos, para condenar de antemano a los que desde ahora están empezando a asomar las orejas…”.

El postulado fidelista/leninista del “puñado de hombres” no tenía nada que ver con significados místicos y esotéricos atribuibles al número “doce”, sinónimo de la perfección en la antigüedad, sino más bien, con la ley dialéctica de cualidad y cantidad. La masa crítica revolucionaria ha sido siempre un puñado de hombres —y mujeres—, que a lo largo de la historia de las revoluciones sociales, ha generado las condiciones objetivas y subjetivas mínimas para impulsar la lucha por la toma del poder político e iniciar seguidamente un proceso de transformación radical de la realidad en las respectivas sociedades.

La consolidación, conservación y defensa de las transformaciones político-sociales y económicas alcanzadas en Cuba desde el triunfo de la revolución el primero de enero de 1959, es la tarea estratégica del pueblo cubano, en sentido general, y en particular, de la masa revolucionaria activa, culta , consciente y comunista. La Cuba Socialista es, en este sentido, después de la caída de la Unión Soviética, el parámetro con que se mide la validez histórica del comunismo. Es por ello, que tanto los amigos como los enemigos de la revolución cubana, están pendientes del desarrollo de las reformas del modelo de gestión económica en Cuba.

El hilo conductor de muchos de los discursos de Fidel, referentes a la revolución cubana, han sido, según mi modesta apreciación, dos grandes temas: El papel del pueblo y la verdad revolucionaria.
La contrarrevolución bien puede ser planificada, azuzada y financiada desde afuera, pero el éxito o fracaso de la misma, dependerá del grado de cohesión ideológica y de la convicción comunista de la masa revolucionaria crítica; y ésta sólo puede ser crítica, si es culta, libre y sin prejuicios; cuando corrobora en la vida cotidiana que los dirigentes políticos también practican lo que predican, cuando no tiene temor a expresar sus dudas e inquietudes.

La cuestión de la crítica tiene dos aspectos: lo formal y lo conceptual. Es decir, tiene mucho que ver con los métodos utilizados para plantear los problemas y con el contenido de las posibles soluciones. Tener una actitud crítica revolucionaria significa plantear soluciones revolucionarias concretas a problemas teóricos y prácticos de la revolución. Vale decir, que el planteamiento correcto de los problemas—a través del método científico de investigación—, implica su posible solución. Muchas de las dificultades en Cuba, son derivadas de la crisis sistémica y coyuntural de la economía de mercado a nivel mundial; así como también, de los errores inherentes al modelo de gestión económica heredado del socialismo soviético, que dicho sea de paso, hizo aguas hace ya cuatro lustros.

La naturaleza de los problemas económicos en Cuba tiene un origen, macro y micro económico y las repercusiones mediatas e inmediatas de esta crisis, afectan gravemente a la gran mayoría de la sociedad. Muchas de las carencias de bienes de insumo y de consumo que adolece la población cubana, tienen su explicación en el bloqueo político-económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica desde más de medio siglo y es el factor exógeno permanente—habrá bloqueo para rato— más importante a tomar en cuenta al momento de analizar objetivamente la economía cubana. Por otra parte, la falta de recursos monetarios financieros—nacionales y extranjeros—necesarios para impulsar la actividad económica del incipiente sector privado y para incrementar la productividad del sector agro-industrial estatal, dificulta seriamente la creación de puestos de trabajo, lo que influye negativamente en el crecimiento anual de la producción de bienes y servicios. La gestión económica también se ve afectada por una retahíla de vicios, malas costumbres y conductas laborales inapropiadas, de ciudadanos que no han desarrollado un grado de responsabilidad social tal, que les permita tomar conciencia del daño que le causan a la sociedad con su comportamiento. Entre los factores negativos endógenos, podrían señalarse los siguientes: la poca eficiencia laboral, el ausentismo, el pasotismo, la falta de disciplina y chapuza en el puesto de trabajo, la corrupción y el robo a la propiedad del estado.

Es obvio, que la implementación de los lineamientos político-económicos, aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista Cubano en 2011 y sus frutos, a corto, a mediano y a largo plazo, dependerá—en gran medida—del nivel de conciencia de la masa revolucionaria crítica, y de la capacidad y voluntad del pueblo cubano, de asumir una economía de ahorro y vivir con menos gratuidades y subsidios que en el pasado.

El futuro de la revolución cubana ya no depende de la masa crítica revolucionaria—con Fidel a la cabeza, como representante de la generación histórica que gestó la revolución—, sino más bien y esencialmente, del poder de la masa revolucionaria que ya no es anónima, porque desde el triunfo de la revolución, se ha ido forjando una personalidad propia, negando lo viejo y caduco en un proceso dialéctico de desarrollo, transformando paulatinamente las condiciones materiales y espirituales, que le ha permitido al individuo y a la colectividad irse convirtiendo en sujeto y en el actor principal de su historia.

Si los que iniciaron la gesta revolucionaria cubana fueron “una docena de hombres”, los que la defenderán en cualquier momento, serán muchos, muchísimos más….

Roberto Herrera      15.01.2012

jueves, 5 de enero de 2012

Muéstrame tus dientes y te diré cuánto ganas

El movimiento social de protesta español, conocido como ¡Democracia Real Ya!, convocó el 15 de octubre del año pasado, en el marco de la crisis económica financiera, a una protesta amplia y general a escala mundial. Un grupo de compañeros de mi ciudad hizo eco al llamado de la plataforma política [aunque ellos mismos se definen como apolíticos] e hicimos acto de presencia en la manifestación, que comparada con las demostraciones de Madrid y Santiago de Chile, parecía más bien una reunión familiar. Colocamos nuestra literatura y boletines informativos acerca de la crisis económica en una destartalada mesa para tapizar, fiel y muda testigo de tantas protestas y manifestaciones anticapitalistas y antiimperialistas en que ha participado, como accesorio indispensable en cualquier stand informativo. La procedencia partidaria de la interpretación político-económica de la crisis financiera, manifestada en el material informativo—serio y bien documentado—, estaba anunciada implícitamente por un paño rojo rectangular con la hoz y el martillo. 

El primer orador—un joven estudiante comunista andaluz—hizo uso de la palabra y arengó en un alemán gramaticalmente correcto, endulzado con el acento sevillano. Se refirió al Movimiento Occupy Wall Street, a los Indignados y al “Invierno Chileno” —ola de protestas y manifestaciones contra el gobierno de Sebastián Piñera —, con gracia y mucho salero, motivo por el cual, el público ahí presente—jóvenes y viejos—lo colmó de vítores, al mismo tiempo que gritaba consignas anticapitalistas. En esas faenas estábamos, cuando de repente, frente a nuestro stand, apareció un ciclista vistiendo llamativos atuendos deportivos, típicos de los corredores de la Vuelta a España o la Tour-ture de Francia. Me pareció estar contemplando una guacamaya costarricense con gafas de sol polarizadas Porsche Carreras o a un extraterrestre. Se quitó los lentes con displicencia y echó un vistazo altanero y prepotente al material distribuido en la ya bendita y militante mesa de tapizar. Una mueca que quería aparentar una sarcástica sonrisa se dibujó en el rostro rojo y sudoroso del mentado deportista alemán. Tomó un ejemplar de Crisis. Recesión. Caída y se dirigió hacia nosotros con autosuficiencia y fingida cortesía, y sentenció categórico en voz baja, así como quien susurra al oído un secreto: ¡En Alemania no hay crisis! Das ist eine glatte Lüge! ¡Eso es pura mentira!

Dado que me miró a los ojos, como queriendo decir: ¡Los españoles son los que están en crisis!, me di por aludido y pensé restar el ataque con una batería de argumentos que iban desde la subida de los precios de los cereales hasta el poder de compra del consumidor. Sin embargo, me abstuve de argüir en esos términos, puesto que si alguien tiene capacidad de financiarse por sus propios medios una bicicleta de carrera Cube, equipada con los mejores accesorios marca Shimano, valorada, a ojo de buen cubero, entre 1500 a 2000 Euros, excluyendo la elegante y llamativa vestimenta, zapatos, minicomputadora, casco, reloj Tag-Heuer y los ya mencionados Carreras; no va a preocuparse del aumento del precio del pan o de los croissants, ni va a mostrar interés por las causas tecnológicas y económicas del aumento del precio del trigo—mecanización e industrialización de la agricultura— y mucho menos aún, discurrir sobre los bajos salarios. No obstante, había que contrarrestar la ofensiva—se tratara de una provocación o simplemente de desinformación—del alienígena en bicicleta. 

¡Muéstreme sus dientes y le diré cuánto gana! —respondí ipso facto. Me percaté que lo había agarrado en curva y con los frenos un poco desgastados. Mi interlocutor guardó un extraño silencio y sus pupilas se dilataron por lo inesperado de mi respuesta o por la rabia contenida. Entonces la sonora y repentina carcajada de un hombre al borde de los sesenta, quien se encontraba detrás del ciclista, mostrando sin vergüenza alguna, unas encías huérfanas de incisivos, caninos, premolares y molares, que me hicieron recordar a Richie Havens[1] en el festival de Woodstock 1969, cantando la canción Freedom a todo gaznate, rompió el estado de estupefacción en que había caído el atónito y boquiabierto—sin decir ni siquiera esta boca es mía— ciclista, quien sin despedirse siquiera, se montó en la blanca Cube y salió volado, tal y como había llegado. ¿Pensaría a lo mejor que le estaría tomando el pelo y se ofendió? ¿No tendría, a lo mejor, una caries dentaria tan grande como la caverna de Altamira? Me quedé sí, con la duda si era un corredor de bicicleta sobre pista asfaltada o un corredor de bolsa o ambas cosas, ya que no me dio tiempo para preguntárselo. El Richie Havens alemán, tan pronto el Yuppie hubo abandonado apresuradamente el campo de batalla, sacó de su gabán la prótesis dental y se la colocó en la boca, como si no hubiera pasado nada, mezclándose con la gente. 

Lástima, que la caballería enemiga se batió en retirada, pues de lo contrario, le hubiera dicho que tener una dentadura sana y completa, hoy en día en Alemania y en el resto del mundo capitalista, es un privilegio exclusivo de las clases sociales con más recursos económicos. Dientes sanos o en su lugar, los implantes o la ausencia de ambos, es un indicador seguro para medir el grado de pobreza o bienestar en la sociedad. ¿Quién paga la crisis financiera?, ¿Quién resulta directamente afectado por los recortes en la seguridad social?, ¿Quién tiene que contar los centavos a fin de mes?, ¿Quién tiene que prescindir de esto y de lo otro?, todo esto le hubiera preguntado, si se hubiera quedado el apurado ciclista. Le hubiera dicho—algo que todo el mundo adulto en Alemania lo sabe—, que las reformas en el sistema de salud obligan al ciudadano a invertir más en su salud y asumir por cuenta propia todas aquellas prestaciones médicas (medicamentos y otros) que en el transcurso de los últimos años han sido recortadas paulatinamente, mientras que las cuotas del seguro de salud han ido aumentando continuamente en los últimos 37 años (1975= 10,5%; 2012=15,5% del salario bruto). Si la salud se ha convertido en Alemania en un artículo de lujo: ¿Cómo será en la periferia capitalista, en los tiempos de crisis económica? 

¿Quién iba a pensar que masticar chicle—sin temor a perder un diente o en el mejor de los casos a que se caiga el relleno o se afloje la prótesis—dependería de los ingresos mensuales? Entonces, salir a la calle y protestar contra las desigualdades e injusticias del sistema capitalista—a pesar que las consignas políticas pudieran diferir de las de antaño—, es una expresión de la lucha de clases y una actitud política , que actualmente tiene que ver, por ejemplo, más con la ortodoncia que con la ortodoxia comunista.


“Muéstrame tus dientes y te diré cuánto ganas”, no es sarcasmo ni humor negro. Es la cruda y amarga realidad de las grandes mayorías en el mundo capitalista.