martes, 13 de diciembre de 2016

El destino de la revolución solo está en manos del pueblo cubano

Ahora que Fidel Castro Ruz ha muerto, diez años más tarde de lo que los detractores de la revolución cubana hubieran deseado, las preguntas siguen siendo las mismas: ¿Qué pasará en Cuba?, ¿Se derrumbará la revolución al estilo de la Unión Soviética en 1991?
La burguesía cubana radicada en Miami y los sectores más duros de la política exterior del gobierno de los Estados Unidos todavía albergan la esperanza que algún día no tan lejano, la Habana vuelva a ser lo que fue en el pasado antes de la llegada de Fidel Castro al poder en 1959:  El centro de operaciones de Charly “Lucky” Luciano, Santo Trafficante Sr., Meyer Lansky y otros mafiosos de poca monta, y el antro de la prostitución.

Obcecados en derrotar a la revolución cubana lo han intentado todo. Absolutamente todo. Empezando por el bloqueo comercial, político y diplomático, pasando por la invasión militar en Bahía de Cochinos hasta conjurar y atentar contra la vida de ciudadanos cubanos con actos terroristas y culminar con los planes de la CIA para asesinar al Comandante en Jefe.
¿Qué ha dejado de hacer la burguesía cubana y el gobierno de los Estados Unidos para derrotar a la revolución cubana?

Nada. Pero ni a las malas ni a las buenas lo han logrado.  No obstante, la amenaza es permanente.  

«No se puede confiar en el imperialismo, pero, ni tantico así», exclamó categórico Ernesto Guevara en 1961 y mucha razón tenía el Che. No se puede confiar en nada y nadie. Ni en los cantos de sirenas neoliberales ni en las Circes socialdemócratas que prometen el vellocino de oro a cambio de olvidar la epopeya del Pico Turquino, que es el símbolo del esfuerzo y la perseverancia de un pueblo por alcanzar su verdadera independencia.  Es el símbolo de la revolución.

 Eso lo sabía Fidel y los que lucharon con él.  Hay que estar siempre alerta, pues el enemigo brutal no duerme. Por esa razón, el jefe de la revolución cubana fue claro y explícito el 17 de noviembre del 2005 en su mensaje a los estudiantes universitarios de la Habana, cuando apeló a la audiencia ahí presente a reflexionar dialécticamente acerca de las siguientes hipótesis: “¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben?  ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben?  Podía añadirles una pregunta de inmediato.  ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse?  (Exclamaciones de: “¡No!”)  ¿Lo han pensado alguna vez?  ¿Lo pensaron en profundidad?”.

Efectivamente, las revoluciones pueden derrumbarse. Incluso la cubana.

Cuba no es la Unión Soviética

En ese mismo discurso Fidel hace un repaso histórico del desarrollo de las ideas de Carlos Marx, Federico Engels y Lenin vistos desde la perspectiva dialéctica del desarrollo de la sociedad. Con sentido crítico comenta Fidel en su discurso que: “Se pierde todo el sentido dialéctico cuando alguien cree que esa misma economía de hoy es igual a la de hace 50 años, o hace 100 años, o hace 150 años, o es igual a la época de Lenin, o a la época de Carlos Marx”.

También habló Fidel de los errores cometidos en la construcción del socialismo, los propios y los ajenos.  Explícitamente se refirió a los cometidos por los revolucionarios bolcheviques, sin mencionar nombres, pues, al fin y al cabo, a buen entendedor pocas palabras bastan. Pero el avezado lector sabe a quién se refiere.

La afirmación que Cuba no es la Unión Soviética no es antojadiza ni voluntarista. La historia político-económica, social y multicultural de la Unión Soviética es muy diferente a la de Cuba y, por consiguiente, las características particulares de la revolución fidelista – guerra de guerrillas y toma del poder – son únicas y no pueden compararse con los de la revolución de octubre y su posterior desarrollo. Más allá de lo común – ideología, partido único, propiedad social a través del estado de los medios de producción y la aspiración por construir el socialismo – Cuba no es la Unión Soviética.  Cuba es Fidel y además, una isla.  

El fracaso del proyecto histórico “revolución socialista bolchevique” o, dicho en otras palabras, el triunfo de la contrarrevolución burguesa internacional en la Unión Soviética, no se debió solamente a la incapacidad política de las máximas autoridades o al “reformismo” de Mijaíl Gorbachov, sino esencialmente a la acumulación de errores político-económicos e ideológicos al interior del partido comunista soviético a partir de la muerte de Lenin en 1924.  Errores tácticos y estratégicos que no se supieron corregir a tiempo.

Por otra parte, el derrumbe del “modelo soviético de desarrollo al socialismo”, demostró que la teoría marxista, y la leninista acerca del Estado y la Revolución no pueden aplicarse mecánicamente como si se tratara de un recetario de cocina. Tanto la teoría como la experiencia de las revoluciones socialistas son simplemente una guía para la acción revolucionaria, pero no la fórmula mágica para resolver los problemas que genera la lucha de clases a nivel nacional e internacional. Por lo tanto, la aplicación dialéctica de la teoría revolucionaria en los momentos concretos de desarrollo de la lucha de clases no tiene nada que ver con revisionismo político-ideológico, sino más bien con el verdadero quehacer político revolucionario.

¿Cómo evitar un posible derrumbe?

Una de las formas para evitar la involución o reversión de la revolución – así lo postuló Fidel– es la corrección a tiempo de errores en el trabajo de partido y en la administración del estado, la rectificación de tendencias económicas que conducen a modelos de desarrollo capitalistas y la puesta en marcha de medidas adecuadas para evitar la corrupción, el despilfarro, el subterfugio, la mentira, los privilegios y la malversación de los bienes públicos.

Pero, además, Fidel añade en su discurso un elemento esencial en la construcción del socialismo: La ética revolucionaria. Muchos de los abusos de poder, la corrupción y los privilegios derivan de la ausencia de ética revolucionaria y falta de conciencia de clase. Aunque también apostilla que no son solamente problemas derivados de la falta de ética revolucionaria de funcionarios de gobierno y miembros del partido, sino que también son causa y efecto de un problema económico todavía no resuelto.   Fidel está consciente que el desarrollo de las fuerzas productivas tiene que corresponderse con un desarrollo económico integral del modo de producción socialista. Pero Fidel también deja claro en su discurso lo que él no quiere para Cuba: Un desarrollo capitalista de las relaciones de producción.

Es precisamente en este punto neurálgico sobre el cual dependen y dependerán todos los acuerdos y tratados comerciales bilaterales con los Estados Unidos y la Unión Europea.  Parafraseando a Rosa Luxemburg podría decirse que el dilema de la sociedad cubana en el futuro mediato será elegir entre avanzar hacia la meta socialista o regresar a la barbarie capitalista.  Esta será la encrucijada en los próximos años en Cuba: Socialismo o renunciar a la herencia de Fidel y el Che (El legado de Fidel y el Che). En Cuba la suerte todavía no está echada.


En todo caso, sea cual fuera la opción – revolución o involución – que el pueblo elija, lo que sí quedó bien claro en el discurso del 17 de noviembre del 2005 es que el único sujeto histórico que puede hacer sucumbir la revolución cubana es el pueblo cubano. Es decir, que el destino de la revolución solo está en manos del pueblo cubano y de nadie más.

domingo, 9 de octubre de 2016

Gilipollas, la palabra que lo dice todo

Para mi amigo Emilio –Emiliet per els bons amics– no existe palabra en la lengua española que sintetice todos los atributos negativos que un ciudadano del mundo pueda adquirir a lo largo de su paso por el mundo.  Y yo estoy de acuerdo con él. Se puede ser pasmado, idiota, imbécil, estúpido en ciertos momentos de la vida, incluso algunas veces podemos comportarnos como verdaderos hijos de puta, pero, ser gilipollas es una condición humana que solamente se alcanza faltándole el respeto absoluto a sus semejantes.

Si usted habita, querido lector, en latitudes hispanoparlantes donde este término no forma parte del vocabulario o trompavulario común de la gente se preguntará a lo mejor qué cosas hay que hacer o decir, para ser considerado por los demás como gilipollas.

Pues bien, el paradigma excelso de la gilipollez lo personifica Donald Trump, el candidato a la presidencia de los Estados Unidos.

Donald Trump es gilipollas a más no poder cuando despotrica contra los migrantes en los Estados Unidos, una nación exclusivamente multirracial y multicultural.  Es gilipollas porque olvida que los 224 millones de blancos que viven en los Estados Unidos son de origen europeo, es decir migrantes, – incluyéndole a él y su familia–, es gilipollas porque pasa por alto que el producto interno bruto de la nación más poderosa del planeta lo generan también los afroamericanos, los asiáticos y los millones de latinoamericanos, la mayoría procedente de México. Sin contar en esta estadística la mano de obra barata e ilegal que también aporta su buen tanto a la economía nacional.

Hay que ser muy gilipollas al pensar que la construcción de un muro a lo largo de la frontera con México resolverá el problema de la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. 

Donald Trump es gilipollas al denigrar a las mujeres con comentarios sexistas y machistas en un país donde la población femenina es mayoritaria y es gilipollas al afirmar que el cambio climático es producto de una confabulación china para obtener más cuotas en el mercado internacional.

Ahora bien, hay que diferenciar  entre la calidad de ser un hijo de puta y la de ser un gilipollas. Son variedades distintas del género humano. Tanto es así, que no todos los hijos de puta que habitan el mundo son gilipollas ni tampoco todos los gilipollas son hijos de puta. Aunque hay que admitir la existencia de una variedad híbrida, que bien podría llamarse giliputas. Esto quiere decir, que para triunfar en el mundo moderno no necesariamente hay que ser gilipollas o giliputas, sino que basta con ser un verdadero hijo de puta e ir por el mundo explotando la mano de obra barata para ascender en la jerarquía socio-económica de la sociedad de consumo. Esta variedad de terrícolas–los hijos de puta– es la que Aaron James, profesor de filosofía en la universidad de California, ha desmenuzado en detalle en su libro “La teoría de los hijos de puta” (Assholes – A Theory).


En fin, a Donald Trump, se le pude nombrar de varias formas. Si a usted le apetece, estimado lector, puede nombrarlo “hijo de puta”  o “giliputas” y de antemano le digo que no está equivocado. Soy de la opinión eso sí, que un gilipollas de capirote, como Donald Trump, es además de   vulgar e ignorante, políticamente peligroso.  No obstante, gilipollas es la palabra castiza que define, según mi opinión, la esencia de la personalidad de Donald Trump. Es la palabra que lo dice todo en relación al candidato presidencial norteamericano, aunque usted piense que eso es poco. Créame, no lo es. 

sábado, 10 de septiembre de 2016

Font de l´Alcantara

Cuenta Aldebarán El Viejo[1] que cuando se encontró por primera vez con Don Domingo Antimilla en la fuente que suministraba de agua potable a todos los pueblerinos tuvo la corazonada o “tincada”, como decían “los hombres de la tierra” (Mapuche), que estaba frente a la presencia de un personaje enigmático. Inclinado sobre el manantial, el Mapuche no respondió al “mari, mari”, el saludo de los Mapuche y que en su lengua, el Mapudungun, significa el “hola”  castizo. 
La misma sensación tuve yo el día que encontré a Don Vicente Cantó en la fuente de Alcántara con sus vasijas de polietileno de cinco litros, cántaros modernos, abollados ya de tanto ir y venir a la vertiente de agua. No respondió el buen hombre a mi saludo, solamente giró la cabeza y me auscultó con sus negros ojos.
— ¿Cómo estamos? – insistí – tratando de romper la evidente capa de hielo que nos separaba, al menos verbalmente.   
      Pues aquí, recogiendo agua – respondió – y la oración silbó bajo los pinos como flecha disparada por un cacique apache en el desierto de Arizona.
      Parco y seco el señor – pensé– y precisé mi pregunta: ¿Cómo nos trata la vida?  
      Pues no me puedo quejar.  He  tenido suerte en la vida…
El hombre se explayó en su relato y los recuerdos de su infancia me parecieron como un tsunami, barriendo el Tafarmaig y los Altos del Xarquet de senderistas y escaladores modernos. Así que decidí colocar en el suelo mis bidones sedientos, pues la conversación se había transformado en una fuente inagotable de anécdotas y leyendas.  Los “antes y los despueses” se entrelazaban entre las cabras que comían en los áridos cerros y los días en que había que cortar la corteza de los pinos y venderla para  tener algo caliente que comer en el plato.
En los años en que los guiris[2] todavía no habían invadido la región, muchos sellardos, gentilicio  de los habitantes del pueblo de Sella, tuvieron que emigrar al extranjero. Vicente Cantó no tuvo que ir muy lejos para encontrar su “suerte” o Kismet como dicen los árabes en su idioma.  La encontró en Alicante, ciudad perteneciente al antiguo Al-Andalus, cuyo nombre se inspira, según la leyenda, en una historia de amor entre Cántara, la hija de un califa  y Ali, un joven musulmán.
Los Sellardos –comenté en passant– sois gente gallarda y recelosa con los extranjeros. Esparcí en el terreno de la conversación una de cal y otra de arena, arriesgándome a recibir una fuerte paliza como la que le dio Don Quijote a Sancho Panza cuando éste habló mal de Dulcinea. Incluso llegué a fantasear que podría ser ésta la última vez que traía mis cántaros polímeros a la fuente, y no habiendo una Dorotea que me protegiera, era natural que temiera lo peor, pues como dijo el Caballero de la Triste Figura: “Mira, Sancho, lo que hablas; porque tantas veces va el cantarillo a la fuente…, y no te digo más”. Pero como ya lo dijo el maestro Rupilius Techocachas: “Entre tu arte y mi arte, prefiero mi arte; nunca temáis a quien temió, pues hasta la muerte temió en el hoyo”. Así que me arriesgué. 
Sin embargo, mis temores eran infundados. El Sellardo no se dio por aludido y una vez terminada su conversación, complaciente, me invitó a compartir el agua de la fuente de Alcántara.
 —¡La próxima vegada parlarem en valencià ! –exclamé.
      ¡Mol be aixo! –respondió con una sonrisa que delató sus pensamientos.
Más clara, solo el agua tratada con lejía y salfumant.  La verdadera integración social comienza cuando se aprende la lengua de los nativos, a respetar su cultura y su idiosincrasia.
Me despedí de Don Vicente Cantó recitándole un verso de Martín Fierro: “Tiene el hombre que trabajar para ganarse su pan, pues la miseria en su afán de perseguir de mil modos, llama a la puerta de todos y entra en la del haragán”. La “suerte”– le dije–no cae del cielo. Hay que currársela.
—¡Salut i força al canut i que l'any que ve sigui més gros i més pelut! – exclamó.
      Aixi será – respondí. ¡Més gros i més pelut!




[2] Guiri: Turista extranjero

domingo, 17 de abril de 2016

El Papa, Obama y los Rolling Stones en Cuba

Sabe a milagro que en tan poco tiempo –seis meses– se haya dado en Cuba Socialista, bloqueada por los Estados Unidos en todos los niveles desde octubre de 1960, tres eventos que llenaron por unos días los titulares de los medios de comunicación del mundo, pero cuya trascendencia político-diplomática y cultural no pasa más allá de ser un acto de relaciones públicas internacionales. Sin embargo, no se trata de ningún milagro, sino de cosas tan terrenales como lo son las relaciones diplomáticas entre estados.

Ni el encuentro histórico entre el Papa Francisco y Cirilo, el Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa en la Habana ni el Brown–cuban– Sugar de los Rolling Stones en vivo en el estadio de la Ciudad Deportiva ni siquiera los 88 años transcurridos entre la visita del presidente republicano Calvin Coolidge en 1928 y la de Barack Obama, demócrata, pasarán a la historia como el punto de inflexión de la revolución cubana o the point of no return de la misma. No obstante, estos eventos indican que “algo” se “viene cocinando” a fuego lentísimo en las respectivas cocinas desde hace varios años.

Y no podría ser de otra forma, puesto que los procesos, cuando se rigen por las leyes de la dialéctica, solamente concluyen –parcialmente– cuando la lucha de contrarios alcanza su máxima expresión, dando lugar a una fase de desarrollo superior en calidad y cantidad a la anterior, en la cual lo viejo será negado nuevamente y así sucesivamente.

El fracaso del llamado “socialismo real” en el siglo XX, se debió en gran parte –según mi opinión–  a que las dirigencias políticas convirtieron la dialéctica en un dogma.  ¿Dialéctica o Dogmatismo? Ese es el dilema de toda fuerza política. ¿Desarrollo o involución?

Así como en los Estados Unidos, en Cuba también hay fuerzas políticas, por una parte, que se oponen radicalmente a los cambios y se empecinan en mantener el status quo vigente, otras, empeñadas en imponer sus condiciones y otras, buscando encontrar soluciones basadas en el respeto mutuo y la cooperación civilizada entre naciones con diferentes modelos de desarrollo político-económico, ideológico y cultural. Por esa razón es que los procesos dialécticos de desarrollo entre Cuba y los Estados Unidos marchan más despacio que el deseo de los ciudadanos de “a pie” en ambos países.

En este sentido, la visita de Francisco, Barack y los Rolling Stones son parte integral, y a la vez superior, del proceso dialéctico de las relaciones internacionales entre los Estados Unidos y la República Socialista de Cuba, y que Juan Pablo II en su visita a Cuba en 1998 lo bautizara con la consigna: “Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra el mundo”. El papel desempeñado por el Vaticano y la jerarquía de la Iglesia católica como mediador, interlocutor e impulsor del acercamiento entre los dos gobiernos ha sido importante para ambos. 

Para entender mejor los cambios que se han dado en Cuba en los últimos 35 años hay que considerar dos coyunturas políticas que, según mi opinión, influyeron de manera determinante en la política exterior e interior del gobierno cubano. La primera es la caída de la Unión Soviética y la beligerancia de la administración de Ronald Reagan. Aquí me referiré solamente a la segunda.

Ronald Reagan, la revolución salvadoreña, la contrarrevolución nicaragüense, invasión a Granada y el fantasma de una guerra centroamericana y caribeña 1983
La política exterior de la administración de Ronald Reagan en relación a la revolución sandinista y la revolución socialista salvadoreña fue tajante y sin corta pisas: Los Estados Unidos de Norteamérica no estaban (ni estarán) dispuestos a tolerar y/o permitir una segunda o tercera Cuba en América Latina. Ni siquiera una desteñida caricatura de la misma.

La invasión a Granada fue el mensaje meta comunicativo para el gobierno cubano: O Cuba dejaba de apoyar a los movimientos revolucionarios en América Latina o las consecuencias serían más graves aún para la revolución cubana.

El Comandante Fidel Castro Ruz en su discurso del 14 de noviembre de 1983 dedicado a los cubanos caídos en combate durante la invasión a Granada, expresó lo siguiente: “El imperialismo se empeña en destruir símbolos, porque conoce el valor de los símbolos, del ejemplo, de las ideas. Quiso destruirlos en Granada, quiere destruirlos en El Salvador, en Nicaragua, en Cuba… Ojalá que la pírrica victoria de Granada y la atmósfera triunfalista que los embriaga no los conduzca a graves e irreversibles errores [advertencia del Comandante a Reagan]…Los revolucionarios salvadoreños, en más de tres años de heroica lucha, se han convertido en combatientes experimentados, temibles, invencibles. Son miles de hombres que conocen el terreno palmo a palmo, veteranos de decenas de combates victoriosos, acostumbrados a luchar y vencer en proporción de uno a diez contra tropas élites entrenadas, armadas y asesoradas por Estados Unidos [advertencia de las implicaciones de una vietnamización de la guerra en El Salvador]…En las condiciones actuales de nuestro continente, una guerra de Estados Unidos contra un pueblo latinoamericano levantaría el espíritu y volcaría el sentimiento de todos los pueblos de América Latina contra los agresores” [La amenaza de intervención militar norteamericana directa en El Salvador fue un hecho real]. Nota: Los comentarios entre corchetes son del autor.

La estrategia de uno, dos, tres Vietnam había quedado sepultada en la Higuera en 1967 y la expectativa revolucionaria del movimiento salvadoreño de tomar el poder político-económico y militar por la vía de las armas se había aplazado – el FMLN no logró insurreccionar al pueblo el 22 de enero de 1981 – a una fecha indecisa en el futuro. Es decir, que por un lado el gobierno de los Estados Unidos no quería más “Cubas” en Latinoamérica (recordar Chile, 1973) y por el otro, los movimientos revolucionarios guerrilleros en el continente no podían derrotar a las dictaduras militares por la vía de las armas, entonces lo más cuerdo y civilizado era optar por la vía pacífica, por el dialogo y la negociación.  Este fue el dilema que confrontaron los movimientos guerrilleros latinoamericanos después de la revolución cubana en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta del siglo pasado, sobre todo en El Salvador.

Karl von Clausewitz argumenta en su obra “De la guerra”, que existen dos motivos principales para plantear y/o hacer la paz: el primero es la improbabilidad del éxito y el segundo el precio excesivo a pagar por él. Por otra parte, tan pronto como el gasto de fuerza sea tan grande que el objetivo político ya no sea equivalente, este objetivo deberá ser abandonado y el resultado será la paz.

Cuba optó sabiamente por el camino de la paz, influyendo de manera importante en el proceso de diálogo y negociación en El Salvador entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno de ARENA.  

Fidel, Raúl y su sensibilidad especial por la Iglesia Católica 1985- 2015
Hay un detalle muy importante a tener en cuenta a la hora de analizar las relaciones entre Cuba y el Vaticano: Cuba fue el único gobierno comunista que jamás rompió las relaciones diplomáticas con el Vaticano.

El 24 de mayo de 1985 en algún lugar de la Habana se llevó a cabo una conversación[1] entre el fraile dominico brasileño Frei Betto y el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Fidel reconoce en dicha ocasión que no se admite la presencia de cristianos en el Partido Comunista de Cuba. Frei Betto pregunta si será posible en el futuro que el PCC se transforme en un partido laico y si existirá la posibilidad que un cristiano revolucionario pueda pertenecer a las filas del partido. Fidel responde que, dadas las circunstancias político-culturales en los inicios de la revolución, se tomó la norma rigurosa y ortodoxa que todo aquel que quisiera ser militante del partido, tenía que aceptar el marxismo-leninismo en todos sus aspectos, no solo político y programático, sino también filosófico, y, además, añade Fidel, que considera que todavía no están dadas las condiciones en Cuba para que el partido comunista proclame el carácter laico del Partido.

En 1991, seis años más tarde de la conversación con Frei Betto, el Partido Comunista de Cuba aprobó la entrada de católicos en sus filas. ¿Qué condiciones se dieron para que el PCC proclamara el carácter laico del partido? A lo mejor, la tácita desaparición de la Unión Soviética y el inicio del “Periodo Especial en tiempos de Paz” contribuyeron a que la dirigencia del Partido lo decidiera.

Al final de la entrevista, Fidel le regala a Frei Betto un afiche del Movimiento 26 de Julio con un dibujo del rostro del Comandante y con una dedicatoria que dice: “Aún no lo ha logrado, pero si alguien puede hacer de mí un creyente es Frei Betto. Fidel Castro”.

Treinta años más tarde, es decir en mayo del 2015, Raúl Castro Ruz declara en Roma que: “Yo me leo todos los discursos del Papa (Francisco). Si continúa hablando así, les aseguro que volveré a rezar y regresaré a la Iglesia. Y no lo digo en broma”.

El papel mediador del Vaticano 1998-2016
La visita del Papa Francisco a Cuba no ha provocado más expectativas que las que causó en su momento Juan Pablo II cuando visitó la Isla en 1998, aun cuando se trata del primer Sumo Pontífice no europeo en el Vaticano y con el crédito de ser coterráneo del Comandante Che Guevara. No obstante,  la visita del presidente de los Estados Unidos no hubiera sido posible sin los buenos oficios del Sumo Pontífice Francisco.

La visita de Karol Józef Wojtyla en Cuba hace 18 años tuvo una connotación más política que religiosa: “Que el mundo se abra a Cuba y que Cuba se abra el mundo”. Fue un llamado a levantar el bloqueo económico contra Cuba, lo cual no significaba que Cuba recibiría un cheque en blanco, sino que se trataba de un quid pro quo. A cambio Cuba tenía que realizar reformas político-económicas.  Mientras que la visita de Jorge Mario Bergoglio tiene como consigna: “Haz la paz y no la guerra”.
El bloqueo económico que todavía rige por decreto de ley federal estadounidense, es una guerra declarada contra Cuba, en la cual no hay armamento militar de por medio, sino una cantidad de decretos y normativas que provocan más daño al pueblo cubano que una guerra convencional. Es decir, que el bloqueo no es más que la continuación de la guerra contrarrevolucionaria imperialista por otros medios. ¡Una guerra que dura ya 56 años!

El fracaso del boicot y la fidelidad del pueblo cubano a Fidel 1959-2016
El objetivo principal de la ley Torricelli, promulgada en 1992 por la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, era doblegar al gobierno cubano y llevar a cabo la contrarrevolución. Es durante la fase más dura del “Periodo Especial en Tiempos de Paz” en que se aprueba esta ley, también conocida como Ley de la Democracia Cubana. Cuba, a pesar de todo ha resistido más de medio siglo el bloqueo económico, político y diplomático. De tal manera que Cuba Socialista entró al siglo XXI habiendo resistido amenazas de todo tipo por parte del gobierno de los Estados Unidos y habiendo hecho caso omiso a los cantos de sirena de la socialdemocracia internacional que llegó a la Isla en la persona de Felipe González y su cohorte de funcionarios con recetas reformistas económicas. El efecto dominó esperado por todos los enemigos de la revolución en la década de los noventa, después del derrumbe de la Unión Soviética, no se llevó a cabo. Es más, Cuba sigue ahí, empecinada en construir el socialismo cubano y fiel al Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

Desde 1959, Fidel y el “marxismo-fidelismo” del pueblo cubano son las rocas donde las olas se rompen con violencia cuando hay huracanes político-ideológicos.
De cara al futuro es válido preguntarse: ¿Es posible un marxismo-fidelismo sin Fidel?

Obama y la subversión sutil 2016
El discurso pronunciado por Barack Obama en el Gran Teatro de la Habana el  pasado 22 de marzo puede clasificarse de “argumentativo-subversivo”, en cuanto que el presidente de la nación más poderosa del planeta, haciendo uso de la retórica  fina e inteligente que lo caracteriza, pretende convencer al pueblo cubano y sobre todo a las nuevas generaciones anónimas que lo escuchan atentamente en todos los rincones de la Isla, que el presidente de los Estados Unidos de América le tiende al pueblo cubano su mano negra y franca en son de paz, pero no quedó muy claro sí lo hacía en calidad de amigo o enemigo de la revolución cubana.

La historia sucinta que relata Obama centralizada en la época de la esclavitud en América, es un instrumento retórico para restarle importancia a las diferencias político-ideológicas entre ambos gobiernos y, sobre todo, para remarcar sus raíces africanas y su condición de pertenecer a un grupo social que sufrió en los Estados Unidos el racismo y la discriminación social y económica en los años sesenta y setenta del siglo pasado. Obama ubicó el centro de atención de su discurso en la influencia del África Negra en el continente americano y en las reformas político-económicas necesarias que Cuba tendría que realizar para garantizar el desarrollo futuro de la sociedad. Es decir, no era un anglosajón ni un miembro de la oligarquía estadounidense que se dirigía al pueblo cubano, sino un negro que ha tenido que currar duro para llegar a donde está y que, además, quiere ayudar a Cuba.

Obama se dirigió de manera muy particular a las nuevas generaciones, sabiendo que los jóvenes son los únicos que pueden moldear el “futuro” cubano.  Miami, podría ser el paradigma a seguir en el futuro, dado que es un “claro ejemplo” en los Estados Unidos de lo que los cubanos son capaces de lograr con su talento innovador.  Obama obviamente, no quiere una “nueva Miami” en Cuba, sino una “nueva Cuba” en Cuba. ¿Y, cómo se logra eso?

Fortaleciendo e impulsando medidas de reestructuración económica –el recetario para reestructurar el modelo de desarrollo económico socialista cubano es más extenso–, pero Obama se limita a unas pocas, como, por ejemplo, el cuentapropismo, cooperativas, políticas monetarias, reformar las leyes laborales y disponibilidad de internet en toda la isla.  

Luego, Obama, consciente que la reestructuración económica no es suficiente para que la juventud cubana realice el triple salto mortal sin red de seguridad al estilo Miami, se explaya hablando de los derechos universales del hombre a tener trabajo, escuela, casa, salud y los alimentos necesarios. Sin mencionar que el bloqueo económico atenta precisamente contra los derechos universales de los cubanos.

Obama no quiere que Cuba emule a los Estados Unidos, no obstante, él explica al auditorio y a los televidentes cubanos que los Estados Unidos es un país donde todo es posible conseguir y alcanzar, siempre y cuando exista la voluntad de lucha y sacrificio individual y colectivo. De no haber sido porque la gente se organizó, protestó y desafió a las autoridades gubernamentales no hubiera sido posible abolir la segregación y la discriminación racial, comenta el Presidente Obama. Es decir, que, para lograr cambios en la sociedad en general, la juventud tiene que luchar, si es necesario contra el gobierno. ¡A buen entendedor pocas palabras bastan!

La democracia estadounidense–argumenta Obama– es la que le ha dado al pueblo trabajador la oportunidad de organizarse y a la gente “de a pie” a tener voz y voto; es decir, que la democracia gringa es la garantía que tienen los ciudadanos para alcanzar el sueño americano –the american dream– y disfrutar de un alto nivel de vida. !That is the american way of life!

Los Estados Unidos –reitera Obama– no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba. Lo que cambie dependerá del pueblo cubano. Pero sí dejó bien en claro que para que los cubanos puedan construir the cuban way of life tiene que haber reformas profundas en el modelo político-económico cubano.

Los cubanos no tienen que hacerse muchas ilusiones con la fineza y bonhomía de Barack Obama ni esperar nada regalado por parte del gobierno norteamericano. La política exterior del gobierno de los Estados Unidos no depende única y exclusivamente del presidente de turno. La derogación de la ley Torricelli no está en sus negras manos, sino en primera instancia en las manos blancas de accionistas anónimos archimillonarios enquistados en sociedades y corporaciones industriales y financieras. Los políticos demócratas o republicanos apretarán o aflojarán las tuercas a Cuba de acuerdo a los intereses de los Estados Unidos.

I can't get no satisfaction
Antes que los Rolling Stones con el “I can't get no satisfaction” y “You Can't Always Get What You Want” llegaran a Cuba, John Lennon ya había arribado –simbólicamente –  a las costas cubanas en su barco de fantasía Imagine en diciembre de 1990[2], diez años más tarde de su muerte física frente al Dakota en Manhattan.  No fue un acto oficial sino un acto espontáneo organizado por un puñado de jóvenes artistas que tuvieron el coraje y la valentía de cantar públicamente las canciones de los Beatles. Tuvieron que trascurrir diez años para que John tomara asiento sobre una banca de un parquecito ubicado en el Vedado, ciudad de la Habana.  El mismo Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz estuvo presente en la inauguración del monumento a John Lennon[3]. ¡Más vale tarde que nunca!

En la Cuba Socialista todavía hay necesidades materiales no satisfechas. Pero también es cierto que hay otras pequeñas satisfacciones , como relata Brecht en su poema “Satisfacciones”,  que los cubanos de “a pie” también pueden gozar y que son también vitales para la salud mental: " La primera mirada por la ventana al despertarse, el viejo libro vuelto a encontrar, los rostros entusiasmados, nieve –solamente en forma de helado en el Copelia, sabor Fresa y Chocolate–, el cambio de las estaciones – solamente dos, pero bien marcadas–, el periódico –Granma y Juventud Rebelde–, un perro –también hay escuelas para los caninos–, la dialéctica – esencial para entender y comprender la naturaleza del hombre y de las cosas–, bañarse –en hermosas playas de arena blanca pero no en pelota, porque es prohibido como en la mayoría de países –, nadar, música antigua – Benny Moré y Bella Vista Social Club –, zapatos cómodos –de marcas conocidas–, comprender, música nueva – Reguetón, Rap y los Rolling Stones–, escribir, plantar, viajar –por el momento un lujo chino –, cantar –y bailar– y ser amable”. Nota: Los comentarios entre guiones son del autor.

Cuba, para poder satisfacer integralmente las necesidades materiales y espirituales del pueblo, tiene que modernizar sus estructuras y sus instalaciones productivas, tiene que reparar en los errores cometidos en el pasado tanto los propios como los ajenos – ante todo los de la antigua Unión Soviética– y lógicamente, eliminarlos, tiene que rectificar las coordenadas, verificar las rutas, anclar en nuevos puertos, etcétera, etcétera. Y precisamente en ese proceso se encuentra la revolución cubana, rectificando errores a todos los niveles. Un proceso que comenzó en los años ochenta del siglo pasado y que quedó plasmado en los lineamientos generales aprobados en el III Congreso del Partido Comunista de Cuba en diciembre de 1986.

¿Is this the end, my only cuban friends, the end?
Así están las cosas pues, en la Cuba del siglo XXI. Cuba se está abriendo al mundo y el mundo se está abriendo a Cuba. Los sonidos de los tambores y congas del presente no son de guerra, sino de paz. No obstante, no hay que olvidar la historia y tener siempre presente que desde John Kennedy pasando por Reagan, Bush padre e hijo, los presidentes de los Estados Unidos en mayor o menor medida, abierta-o veladamente, han cantado a capela We can't get no satisfaction, viendo a la Cuba socialista resistir los embates de la nación más poderosa del planeta. Por eso persisten en derrotarla. ¡'Cause they try, try and try!

Jim Morrison, cantante de los Doors, compuso la canción The End y Julio Numhauser Navarro un cantautor chileno es el autor de la famosa canción “Todo cambia”. Personalmente, me gusta más la cosmovisión de Navarro. En la canción del chileno se habla de que todo cambia en la vida. Efectivamente, la dialéctica de la naturaleza es la base del desarrollo sostenido del hombre y la sociedad. Todo cambia sí, pero no hay que olvidar que hay cosas que no cambian, sino que se profundizan y se multiplican como el amor al pueblo, al prójimo, el humanismo y el respeto por la dignidad del hombre. Pero también hay que reconocer que hay cosas que definitivamente tienen su fin: La revolución bolchevique, la revolución mexicana, la revolución sandinista, la revolución salvadoreña y la Unidad Popular.

Reconozco que hay que tener mucha fantasía para imaginarse a Fidel tocando guitarra eléctrica y cantándole a la juventud cubana la canción de Cat Stevens, “Father and Son”, pero todo es posible en la vida: “It's not time to make a change, just relax, take it easy, You're still young, that's your fault. There's so much you have to know. But take your time, think a lot, why, think of everything you've got. For you will still be here tomorrow. But your dreams may not. All the times that I've cried. Keeping all the things I knew inside it's hard. But it's harder to ignore it. If they were right, I'd agree. But it's them they know, not me. Now there's a way, and I know that I have to go away. I know I have to go. “

Ojalá el pueblo cubano, sobre todo la juventud a la que se dirige Barack Obama, sepa valorar en su correcta dimensión lo alcanzando por la revolución socialista hasta la fecha.

domingo, 20 de marzo de 2016

De alternativas y de realidades políticas en Alemania

De alternativas y de realidades políticas en Alemania


En época de crisis coyunturales o sistémicas, sean éstas político-militares y/o económicas, los procesos electorales en las sociedades democrático-parlamentarias se convierten–en muchos casos–, en torrentes incontrolables de opiniones, miedos y exageraciones. Es decir, en ríos revueltos de color café. Un tinte marrón que recuerda ineludiblemente, ideológicamente hablando, al color estiércol de los regímenes nacional-socialistas del siglo pasado. Y bien sabido es, como afirma Pármeno en La Celestina, que “a rio revuelto ganancia de pescadores.”

La crisis de los refugiados y la campaña racista y xenófoba desplegada en los últimos meses por movimientos sociales anti islamistas como PEGIDA y otras organizaciones de extrema derecha en Alemania, sobre todo en la antigua República Democrática Alemana (DDR), crearon un clima propicio para la proliferación de planteamientos demagógicos y populistas.

El escenario previo a las elecciones parlamentarias se complejizo aún más, cuando se hicieron públicas las contradicciones entre Ángela Merkel y su principal socio político, Horst Seehofer (Social Cristiano) en relación al tema “Refugiados” y la resistencia de Austria y Hungría para encontrar una solución europea al problema de los refugiados.

Es decir, que las fuerzas políticas que salieron a pescar al rio ahíto de refugiados fueron las de centro-derecha, derecha y extrema derecha. Mientras que la socialdemocracia y la izquierda moderada (Die Linke) fueron simples espectadores o bien, pescaron sin anzuelo y sin carnada. Algunos pescaron con caña y otros con red.  Y otros, como Tayyip Erdogan, el presidente turco y Winfried Kretschmann (Los Verdes), presidente del estado federal Baden-Württemberg, pescaron con mando a distancia.  Dado que el partido de derecha “Alternativa para Alemania” (AfD) salió a pescar con redes de arrastre, encontró felizmente llena su atarraya tanto de bazofia como de toda clase de pescado. 

Muchos han querido interpretar el “triunfo” de AfD como un deja vú histórico. Pienso que no está mal el ejercicio y hace bien recordar que el 13 de marzo de 1932 se realizaron elecciones presidenciales en Alemania y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) dirigido por Adolfo Hitler obtuvo el 30% de los votos válidos y en la segunda vuelta, el 10 de abril, el Partido Nazi en alianza con el Partido Nacional del Pueblo de Alemania (DNVP, siglas en alemán) obtuvo casi el 37% de los votos. No obstante, Paul von Hindenburg, socialdemócrata, resultó electo Presidente de la República de Weimar.

Los sucesos posteriores, a raíz del nombramiento de Gustavo Adolfo Hitler como canciller en enero 1933 hasta el 30 de abril de 1945, fecha en que el “Führer” se voló la tapa de los sesos en su búnker de Berlín, forman parte de uno de los capítulos más tristes, vergonzosos y macabros de la historia moderna de Alemania.

Según los análisis realizados por el instituto alemán de análisis y pronósticos Infratest dimap, el 25 % de los jóvenes menores de 25 años en Sajonia-Anhalten (antigua Alemania Oriental), es decir, la generación nacida después de la caída del muro de Berlín votó por el partido político “Alternativa para Alemania” (AfD), mientras que en Renania-Palatinado y Baden-Württemberg el 12 % y el 13 % respectivamente. Pareciera entonces, que el pueblo alemán no aprendió bien las lecciones de historia en la escuela.  

Pero bien, aunque los resultados de estas elecciones parlamentarias regionales son preocupantes, tampoco significa que Alemania se encuentra en el umbral del fascismo.  Independientemente de que la xenofobia haya alcanzado niveles de violencia parecidos a los años del auge del partido nazi hitleriano en algunos lugares de Sajonia.

Por otra parte, es necesario señalar, a fin de marcar las diferencias entre la crisis de los años veinte y treinta del siglo pasado y la coyuntura actual capitalista, que la economía alemana es la más fuerte en el contexto europeo y el Gran Capital alemán no está amenazado.

Lo que está sucediendo en Alemania y en el resto de Europa es una “derechización” de la clase política y las últimas elecciones en Alemania dan prueba de ello. Pero “derechización” no es sinónimo ni eufemismo del fascismo. Puede ser una parte integral de su desarrollo, pero no necesariamente. Recordemos el ascenso abrupto del fascismo en Chile durante el gobierno de la Unidad Popular en los momentos en que el país se encontraba en un proceso democrático al socialismo y el zarpazo del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) dirigido por Adolfo Hitler apoyado por el Gran Capital alemán como respuesta al peligro de la expansión de la revolución bolchevique. El fascismo es siempre la respuesta más radical y violenta del Gran Capital frente al anticapitalismo.

Ahora bien, la “derechización” es un proceso que se viene observando a nivel mundial desde la caída de la Unión Soviética y, en particular en Alemania desde la reunificación. El corrimiento a la derecha del centro político parlamentario alemán es un hecho indiscutible a partir de la elección de Gerhard Schröder (SPD) en 1998 como Canciller de la república, quien gobernó en coalición con Los Verdes hasta el año 2005. El programa de gobierno conocido como “Agenda 2010”, impulsado por los socialdemócratas y Los Verdes entre el 2003 y 2005 fue la fórmula mágica del neoliberalismo, en la cual solo puede haber crecimiento económico en la medida en que se reducen los salarios y la eliminación de las prestaciones sociales estatales. La reforma del mercado laboral, conocida en Alemania como HARZT IV, tuvo un fuerte impacto negativo en las clases sociales económicamente más débiles. También las diferentes reformas del sistema de salud, así como la escasez de viviendas sociales afectaron a la población con menor poder adquisitivo.

Con la llegada al poder de Ángela Merkel en el año 2005 (gran coalición con la socialdemocracia), la agenda 2010 continuó teniendo validez y, por otra parte, la democracia cristiana fue asumiendo lentamente, en parte, posiciones “socialdemócratas” y, por lo tanto, “robándole” espacios a la “derecha” socialdemócrata. Este desplazamiento aparente “hacia la izquierda” de la democracia cristiana ha dejado “espacios políticos vacíos de derecha” que el partido Alternativa para Alemania (AfD) ha sabido aprovechar.

Según demuestran los análisis de las elecciones parlamentarias recién pasadas, casi un 65-70 % de los electores que votaron por la Alternativa para Alemania (AfD) estaría en desacuerdo con la política de los partidos tradicionales (SPD, CDU) y el partido de izquierda “Die Linke”. En Sajonia-Anhalten el gran perdedor es el partido socialdemócrata, seguido por el partido “Die Linke”.  
En este sentido, el triunfo de AfD no puede considerarse un tsunami o terremoto político ni mucho menos, pero si como expresión de la “derechización” de las fuerzas políticas en Alemania y de la tácita debilidad de la izquierda parlamentaria. 


¿Existe una alternativa real a la “derechización” en Alemania?