jueves, 30 de julio de 2015

Syriza: ¿Un gyros a la derecha o una ensalada horiatiki?

En el referéndum del 5 de julio, el gobierno griego planteó la siguiente pregunta: “¿Debe ser aceptado el borrador del acuerdo presentado por las instituciones en el Eurogrupo del 25 de junio, que consta de dos partes, y que conforman su única propuesta?”. Independientemente de que la pregunta era ambigua y difícil de entender; y con el agravante de que este tipo de procedimiento de democracia directa no se presta para solucionar problemas complejos, el 61 % de los griegos rechazó  las reformas exigidas por el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo.

Lo que sucedió después del referendo en las mesas de conversaciones en Bruselas, fue una demostración de fuerza y poderío económico del gobierno alemán. Después de las “negociaciones” de la noche del 12 de julio de 2015, muchos marxistas interesados en la crisis económica griega  se preguntaron preocupados sí Syriza ha dado un gyros a la derecha o si la coalición de la izquierda radical es más bien una ensalada horiatiki ideológica. Tomando en cuenta que Syriza se define como un partido democrático y radical de izquierda, en el cual cohabitan diferentes corrientes ideológicas y culturas políticas, no sería exagerado afirmar que se trata definitivamente de una ensalada multicolor.

La izquierda mundial–no comunista– se entusiasmó con el empuje de Syriza, a tal punto,  que muchos consideraron que por fin un partido de izquierda llenaría  el vacío político-ideológico que quedó después del rotundo fracaso del socialismo real. Se idealizó tanto el papel de Syriza, que Alexis Tsipras y  Yanis Varuofakis se convirtieron en dos héroes griegos modernos.  Dos “Herculitos” llamados a resolver–sin fruncir el…ceño– las tareas históricas necesarias  que el comunismo sino-soviético del siglo XX no pudo acometer en su momento: Vencer al león capitalista y a la hidra imperialista.

No obstante, hay que subrayar que el objetivo estratégico de Syriza no es la abolición del sistema capitalista ni la salida de Grecia de la zona euro (el “Grexit”) ni mucho menos la revolución proletaria socialista. Su meta, como la de todos las convergencias políticas de centro-izquierda, es la de gobernar y administrar el estado capitalista. Y no podría ser de otra manera, pues la política real y pragmática de Syriza es socialdemócrata, más allá de  autodefinirse como  “izquierda radical”. Detalle muy importante a la hora de analizar su agenda política, a fin de no pedirle peras al olmo.  Así pues, ni la izquierda ortodoxa comunista europea ni el partido comunista griego (KKE) pueden acusar a Syriza de no ser un partido marxista revolucionario.

La campaña electoral parlamentaria de la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) en enero del corriente año estuvo basada en cuatro ejes básicos político-económicos, los cuales expresaban de manera sucinta la agenda política de Syriza plasmada en el programa de Salónica. Éstos fueron: 1) Reestructuración de la deuda 2)Renacionalización de sectores estratégicos (agua, electricidad) 3) Poner fin a la austeridad impuesta por la Troika(Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) y la reactivación de la economía 4) Reconstrucción institucional y democrática del Estado. Estos fueron los “trabajos herculinos” que Syriza, de cara al pueblo griego, se propuso llevar a cabo en el caso de salir electa.

La actitud extorsionista del gobierno de Ángela Merkel en la ronda negociadora, sorprendió a los “socios” griegos de Syriza, quienes no contaban con la amenaza alemana de una salida temporal de Grecia de la eurozona. Por otra parte, la aceptación de Alexis Tsipras de un paquete de reformas más austero y radical que el presentado por el Eurogrupo el 25 de junio, provocó disturbios y descontento en la población.

Todavía no se ha escrito el último capítulo de esta moderna tragedia político-económica. Aún está por verse,  por una parte, cuánto tiempo más durarán las alianzas  al interior de  Syriza, ya que la heterogeneidad político-ideológica  encierra obviamente el peligro de la escisión. Y por la otra, cuál es el margen de acción real que tiene Alexis Tsipras en el partido. Otra interrogante importante en los próximos tres años será la correlación de fuerzas en el parlamento griego y lo fundamental: ¿Cuál será el gobierno que impulsará las reformas antipopulares?


Como sea, el “paquete” de reformas aceptado por Alexis Tsipras no es un baúl que encierra riqueza y prosperidad para el pueblo griego. Al contrario: es la caja de Pandora abierta.