domingo, 20 de diciembre de 2015

Arcángeles de ala caída

Villancicos navideños

Aquí me tienen de nuevo terminando el año, con los 60 y pico al hombro, contándoles las miserias de este mundo que es un escombro. Entre guerras y conflictos me voy poniendo más zorro y menos testarudo con la exégesis marxista ortodoxa del sujeto de la historia, pero no por eso cierro el morro. El problema sirio va en serio, y poco queda del asunto que no esté dicho ya. Son varios los intereses ahí representados, por cierto, contradictorios y antagónicos, pero claro está que el “huevo” del terrorismo yihadista de ISIS y Al Caeda lo empolló un águila calva.

A la paloma de la paz se la comió de un tajo un Arcángel guerrero de ala caída hace muchos años. El laurel que llevaba en la punta cayó en Mesopotamia, región estratégica de encuentro de muchos pueblos. Todos los imperios han metido ahí sus manos, desde los griegos, los romanos, los persas, hasta llegar por último a los otomanos. Rojas les quedaron las manos a todos pues llegaron primero con sables, luego con fusiles y más tarde con misiles.  Ahí, en Miyanrudan, la tierra entre los ríos, dicen los libros de historia, está la cuna de la civilización y con lamentación lo digo que no fue de rosas ni de lirios, allí las mujeres enviudan más rápido que en el Sudán.  Sagaz y oportuna, la política moderna occidental, después de la primera guerra mundial y su caramboleo diplomático, dividió el Oriente Medio en partes, y no fue casual que así fuera, pues allí el Gran Capital encontró depósitos de petróleo y gas.   

La lista de las matancingas entre los hombres de fe es rica y abundante. Los romanos mataron cristianos a destajo y con métodos diferentes. Los cristianos por su parte, primero se entrenaron en las avanzadas para recuperar el Santo Grial supuesto en Jerusalén y se inventaron el rollo de las cruzadas, luego siguieron descuartizando a los indios en la época de la conquista española, según cuenta Bartolomé de las Casas en sus crónicas de las Indias y como le tomaron gusto a la cosa, alcanzaron la maestría torturando a los judíos con alma desalmada bajo la cruz de Torquemada.

¡Pobres hijos de Abraham!, exclamará tal vez usted, pero, ¿qué pasó al final de cuentas en Canaán? No me andaré con rodeos, ya que Josué encontró la llave del Arca de la Alianza y con toda confianza entró en Jericó apoyado por el poderoso y castigó duramente a los cananeos durante la conquista de la tierra prometida. Según cuenta la Torá y lo repite la Biblia, Yahvé le dijo a Moisés: ”Márchate de este este lugar, tú y el pueblo que saqué de Egipto”, no te preocupes que no irás solo, te acompañará un ángel de guardaespaldas y yo me encargaré personalmente de echar del país al cananeo, el amorreo, al fereceo, al jeveo, al jebuseo y al heteo, añadió el innombrable. Yo como soy ateo, no creo ni una palabra. ¿Qué pasará con el Dios de los cananeos?, preguntó Moisés preocupado. Pues se “Ba-al” carajo, contestó una voz en el Monte Sinaí, aunque algunos afirman que no fue ahí.  En todo caso, supongo que la escaramuza por lo del becerro de oro ocurrió en Jabal Musa. 

Por eso antes de criticar a los musulmanes, pienso y recomiendo, hay que tener prudencia, pues ya lo dijo el poeta Prudencio en la “Batalla por el alma del hombre”, que el ser humano de fe cuando de imponer su Dios se trata, maltrata, ofende y si es necesario mata, incluso a un pariente y no es por accidente que esto ocurre. La fe y la herejía son como una espada afilada por ambos lados y cuando la ira y la venganza los cielos del Oriente y del Occidente encapotan, una lluvia escarlata caerá en el desierto y téngalo por cierto, que no será un simple remojo, sino un Mar Rojo.  Y no crean los lectores que de la Yijad alabanza hago, pues quien en nombre de su Dios mata, comete sacrilegio y no hay Papa, Patriarca, Rabino ni Ayatolá ni Califa que goce de tal divino privilegio.

Y si de locuras pías hablamos, les cuento que un beato musulmán fanático, hazañero y mojigato, tuvo la “iluminación” de implantar un Califato más grande que el de Córdoba y envió a sus harpías a promocionar las suras entre los infieles y lo único que dejaron a su paso fueron miles de sepulturas. Ellos, los musulmanes, tampoco son una piña, ya que en la “madre de todas las batallas” se partieron la madre sunitas y chitas y esa no fue la única riña. Pero al final, la coalición liderada por occidente de 29 naciones le puso “Jeque” Mate a Sadam, quien terminó solo y en la horca. Aunque algunos fanáticos sectarios piensan que lo de Irak fue un empate.

No profeso religión alguna, pero suelo de vez en vez leer la Biblia, la Torá y el Corán, para no cometer la estupidez de hablar sin conocimiento. Pero si hay algo que me joroba es el fanatismo religioso. Cuando la homilía es ponderada y adaptada a la realidad, nada tengo en contra, pero se me atora la garganta al ver las barbaridades que comete la estrella de David en Palestina, y quiero que me magnetice el más sabio Imán de la Meca o de Medina, ¿en qué parte del Corán, Alá ordena poner bombas en un restorán o sacrificar jóvenes en Bataclán?

Como ven, las cosas en Europa y el resto del mundo no presagian tiempos de paz y de concordia. Solo nos faltaría que a un político o religioso contumaz se le cruzaran los cables y atice más el fuego entre las culturas y que siembre más la cizaña religiosa entre los fieles. Llegado el caso, que los Dioses se apiadan de nosotros y tengan misericordia, pues la muerte con su guadaña no perdona ni a moros ni a cristianos y por supuesto, tampoco a ateos. Mientras no haya paz en el Medio Oriente y en el continente africano, los refugiados seguirán llegando a Europa como langostas, víctimas del hambre, de la guerra y del desempleo, a las costas o a la frontera turca.

No es por desmerecer, pero ante estos graves y serios problemas, la crisis griega resultó ser una común y vulgar acidez gástrica provocada por comer Musaca con Sauerkraut. Syriza no atemoriza a la Unión Europea de Ángela Merkel. Lo que si aterroriza es la cantidad de franceses que votaron por el Frente Nacional de Marina Le Pen en las regionales. Por suerte– ¿a qué Dios o a qué Santo hay que darle las gracias? –, los fachos perdieron las elecciones, sin embargo, la amenaza fascista se cierne sobre el continente. Hay que poner mucha atención y estar ojo al charqui, pues los de la extrema derecha se están afilando los cachos y desempolvando sus viejos uniformes color caqui.   Para colmo de todos los males, los socialistas franceses enviaron a la marina y la aviación de guerra, apoyados por los alemanes, a tirar bombas a destajo en la ciudad de Mosul, confiando en que los fanáticos “mosulmanes” armados hasta los dientes, aprieten cueva en desparpajo.

En resumen, para entender este meollo no se necesita tener mucho cacumen. Claro, nos quieren hacer creer que el rollo es religioso, pero por muy piadoso que uno sea, no hay que creer a ciegas lo que nos dicen algunos politicastros, los xenófobos y los racistas a viva voz o con parlantes. ¿Por qué tenemos que asustarnos al ver un transeúnte con túnica, barba y con turbante? ¿Por qué nos espanta ver a una islamita arropada hasta la garganta? ¿Cuántos monjes y monjas carmelitas recorrieron descalzos la Europa medieval llevando la Cruz y el Evangelio?, sin que nadie se asustara ni los acusara de alterar el orden público ni violar la ley y, vaya que iban cubiertos de la coronilla hasta los pies.

Aunque no todos los seguidores de Jesucristo tuvieron tan buena suerte como Santa Teresa de Jesús, ya que, en los inicios del cristianismo, el status quo religioso era otro. Cuenta la leyenda que San Dionisio de Paris, el primer obispo de la ciudad, luego de ser decapitado durante la persecución a los cristianos, ordenada por el emperador romano Aureliano en el siglo III d. C., tomó su cabeza bajo el brazo y anduvo seis kilómetros hasta desplomarse en el lugar donde se erigió más tarde la Catedral de San Dionisio en la Región Parisina. Mito que no sea hiperbólico no existe y solo faltó que le agregaran al cuento, que el santo al tomar la testa en sus manos le dio un beso en la frente. Y, para no irme más lejos en la historia, les recuerdo el martirio de otro santo ocurrido antes de ayer. Oscar Arnulfo Romero, “San Romero de la América Pobre”, el santo salvadoreño a quien tuve la dicha de conocer, murió de un balazo que le disparó un sicario pagado por la oligarquía celebrando la Eucaristía.

Las víctimas del suburbio de San Dionisio en Paris y las de las Torres Gemelas nada tenían que ver en el asunto político-militar-religioso e ignoro su confesión o creencia, pero es una aberración aplicar la ley del Talión a tontas y a locas, pues los misiles lanzados por occidente matan más niños y ancianos que talibanes o yijadistas. No tengo a la mano las estadísticas que comprueban lo que aquí afirmo, pero estoy seguro que por ahí van los tiros, pues no hay guerra limpia ni aséptica ni mucho menos santa. La muerte es una harpía y nadie la domestica, ni con salmos ni con regaños ni con la Sharia.  Los daños colaterales   en la población civil son grandes y en la mayoría de los casos ni siquiera hay una manta para tapar al difunto. Habrá que ponerle un tapón en el hocico a aquellos que hablan de terrorismo, digo yo, y se olvidan de las dos bombas que dejaron caer en el Japón. A lo mejor mi opinión la considere usted ridícula, pero pienso que ni Gabriel ni Miguel ni Rafael hacen bien el papel del bueno de la película. 
  
Como no soy adivino, no sé lo que pasará mañana. Tampoco estoy confundido, para no darme cuenta que estamos al borde del precipicio. Hollywood, en cualquier caso, ya está preparado para los avatares futuros. Las nuevas producciones tienen que ver con la guerra y el “Arca de las nuevas Alianzas” contra el poder del mal.   De escombros y ripio que deja el fanatismo político-religioso les he hablado, nada me he inventado, los casos y cosas están ahí expuestos como en una vitrina y ténganlo por seguro, que los hombres y las mujeres de buena fe, cristianos, musulmanes, judíos o lo que sean, no matan al prójimo, incluso oran por los que no lo hacemos, pero “ojo al cristo que es de plata” con aquellos que, en nombre de Dios, siembran el odio y la guerra. Las ideas cuando se estancan por la ideología, el interés material mezquino o el sectarismo religioso, apestan como una letrina. Ya con esta me despido y no quiero darles más lata, ojalá en el futuro las vacas sean gordas y no flacas.