sábado, 22 de julio de 2017

El complejo universo de las relaciones sociales

El complejo universo de las relaciones sociales

Recordando al Gordo Regalado y a Foncho Rico

Motivado por un mensaje corto recibido vía WhatsApp, en el cual se me transmitía la nueva dimensión del ser y estar de un amigo común, entré expedito a la aplicación Facebook Messenger, para felicitarlo por el ingreso al Club de los Abuelos Chochos. Su respuesta llegó tan rápida como la luz. Y así, gracias a la tecnología digital del siglo XXI, mi amigo y yo pudimos mantener una corta conversación de voz y video.  Él en New Jersey y yo en la precordillera de la Selva Negra.

Mi viejo amigo y yo teníamos décadas de no vernos las caras, los contornos, en fin, todo aquello material, corruptible que merma con el implacable pasar del tiempo. Ni él ni yo podíamos ocultar las huellas de la vida vivida en nuestros cuerpos. Solo su mirada seguía siendo la misma, esa que siempre transmitió alegría, confianza y respeto. Viéndolo hablar pausadamente, así como hablan los hombres cuando se ponen mayores, pude constatar que él siempre habló así, es decir, como un hombre maduro.

Los bayuncos[1] y jodarrias[2] en la adolescencia temprana y madura fuimos otros. Foncho Rico era uno de los más talentosos en la materia y yo nunca me quedé atrás. Nuestro amigo, el bueno de Sancho Panza, nuestro querido Gordo Regalado nos aguantaba y toleraba todo con la paciencia infinita que solo los abuelos pueden tener con sus nietos.

Solo fueron dos o tres minutos lo que duró la conversación, pero toda una vida pasó por mi mente. Comprendí entonces la sutil diferencia entre viejos amigos, amigos viejos y viejos conocidos que nunca llegaron a ser verdaderos amigos.

Pensando en el Gordo y el Flaco, la famosa pareja dispareja de cómicos del cine mudo de los años veinte del siglo pasado, llegué a la conclusión que la amistad es una categoría especial en el complejo universo de las relaciones sociales y que los mejores dúos, tríos, cuartetos o quintetos son aquellos en los que las cualidades, virtudes y características individuales   de cada uno de los integrantes se suman y se complementan dialécticamente. 

En los tiempos de la guerra revolucionaria en el paisito que me vio nacer, entre guindas[3] y tareas político-militares, aprovechaba el tiempo lucubrando ideas y pensamientos acerca de las relaciones sociales del hombre en sociedad. Pensaba entonces – y sigo pensando–  que la amistad, la verdadera, es el resultado final de un proceso dialéctico de desarrollo social entre los humanos. Cuando los hombres interactúan, establecen para bien o para mal, relaciones sociales con características particulares.

Las relaciones pueden ser parciales, integrales, armónicas o discrepantes, siendo común a todas, la capacidad y voluntad de dar y recibir de los sujetos en cuestión; es decir, la asunción tácita de una “win-win situation” o del principio económico de quid pro quo.  Definía entonces el término de Relación Integral, en aquellos días de paz en la guerra, como la relación social, en la cual convergen intereses comunes tales como la satisfacción de necesidades materiales, emocionales, deportivas, culturales, adicciones, utopías, planes de vida, conceptos de vida o visiones del mundo.

Así como no es posible ser hombre en la soledad absoluta, tampoco es posible alcanzar la armonía absoluta. Sin embargo, la construcción de las relaciones interpersonales solamente puede darse en convivencia, aunque ésta lleve consigo los problemas propios al compartir el espacio-tiempo con otras personas.   

La armonía relativa no implica necesariamente ausencia de contradicciones en el dinámico mundo de las relaciones sociales. Puesto que siendo las relaciones entre los humanos uno de los procesos sociales más complejos existentes, las contradicciones forman parte de la dialéctica misma del desarrollo de las relaciones sociales. Y esa realidad no debería asustarnos ni sorprendernos.  Ahora bien, una relación social no puede llamarse integral cuando existe en alguno de sus niveles (sexual, político, social, ideológico, intelectual, económico, religioso, personal, etc.)  una contradicción antagónica o también en el caso cuando no reine un equilibrio ponderado, es decir, donde la asimetría en la relación es tal, que la balanza tiende a inclinarse permanentemente hacia un lado.

Por otra parte, una relación de amistad que no sea integral o que no sepa resolver las contradicciones secundarias o terciarias a tiempo, está condenada, inevitablemente, a desaparecer. Por el contrario, toda relación integral con capacidad cognitiva y emocional para resolver los conflictos, es decir, tener la valentía de decir lo siento o pedir perdón, tiene todas las probabilidades y posibilidades de desarrollarse y mantenerse viva en el tiempo-espacio. En todo caso no está demás reiterar que la amistad – la verdadera– presupone simpatía, empatía, solidaridad, sinceridad, transparencia, honestidad, respeto y cariño mutuo, y, además, una porción XXL de paciencia, aceptación y tolerancia.

Por eso no es de extrañar, que en el camino vayan quedando atrás amistades que no germinaron y se marchitaron con el correr del tiempo. De esta manera, vamos dejando atrás a vecinos que creíamos amigos y a viejos conocidos que creíamos amigos y a viejos amigos que creíamos amigos, no pocas veces con lágrimas en los ojos y tristeza en el corazón. Algunas amistades experimentan con los años, meses, semanas e incluso días, su punto de ruptura . Pero así es la vida y nadie se muere por eso.

La amistad, entendida ésta como una dimensión especial de las relaciones sociales, no puede ni debe ser forzada ni someterse a reglas o reglamentos pre establecidos por las partes en cuestión. En este sentido, mis amigos son como árboles gigantes que han ido creciendo libres en el sendero común recorrido, sin corsés ni ataduras ni condiciones ni expectativas de ninguna clase.

Y ahí están, mis queridos viejos amigos de aquí y de allá, embelleciendo mi jardín. Y por ahí y por allá están brotando nuevas buganvilias y nuevos almendros valencianos.  



[1] Bayunco: Jocoso, quien hace payasadas o bufonadas
[2] Jodarria: Chacoteros
[3] Guinda: Retirada de fuerzas vivas y población civil durante una ofensiva militar enemiga