miércoles, 30 de junio de 2010

ENTRE CASILLAS Y CASILLERO DEL DIABLO

Resulta que un día de estos tuve la brillante idea de invitar a casa un par de amigos chilenos con el propósito de disfrutar el partido de fútbol Chile-España. Todo comenzó muy bien. Entre risas, exclamaciones y otras manifestaciones emocionales típicas de cuando uno quiere que su equipo gane, todos los presentes teníamos los ojos clavados en la pantalla del televisor. Mi mujer, a quien el balompié le importa un comino y a quien hay que explicarle todas las veces lo que es un fuera de juego, un tiro de esquina, un saque de puerta, y no se trata de falta de cultura general ni nada parecido. ¡Todo lo contrario! Es que ella simplemente pasa del fútbol. Pero ese fatídico día llevada por la dinámica de grupo también quiso, huelga aclaración, de manera voluntaria, compartir con la hinchada unos minutos patrióticos.
Poco a poco, a medida que avanzaba el partido y después del segundo gol español los comentarios, hasta el momento puramente tácticos deportivos se fueron transformando en estratégicos políticos y en un santiamén nos trasladamos a la guerra de independencia de principio del siglo XIX Iniesta se transformó en Francisco Antonio Carrasco Díaz y Alexis Sánchez en el libertador Bernardo O'Higgins. El patriotismo afloró e inundó el ambiente. Patriotas todos durante noventa minutos, desde Sebastián Piñera hasta el más revolucionario de los chilenos. Salvo mi señora que tuvo la gracia de confesar que a ella le gustaba el portero español. Como comprenderán los lectores, en tales circunstancias de desborde emocional y nacional, el desliz de mi querida esposa fue interpretado y sentenciado como alta traición a la Patria. ! Qué no escuchó la pobre esa noche! ¡Traidora, Renegada, Vende-Patria ¡
Si ella hubiera dicho que Roger Federer es mejor que Fernando González, nada hubiera sucedido. Pero tratándose de fútbol, ¡por Dios qué sacrilegio!
Yo para salvar un poco la situación y calmar un poco los ánimos, ya que temía un linchamiento in situ, exclamé enérgico y sin vacilación: ¡a ella le gustará el Casillas, yo prefiero el Casillero del Diablo!
¡Viva Chile mierda!-gritó mi compadre.
¡Ábrete la otra pu’!-ordenó mi cuñada.
Y entre risa y trago la derrota fue un poquito más dulce…..agridulce…..
Pensándolo bien, creo que para la final no invitaré a naide….
Roberto Herrera 30.06.2010

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