domingo, 7 de agosto de 2011

¿Qué hacer cuando tus mejores amigos han renegado del pensamiento marxista?

Carlos Marx en La ideología alemana afirma, que la conciencia no es la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. La vida, desde el punto de vista marxista, no solo incluye los procesos metabólicos de la materia organizada, su crecimiento, su reproducción y su impronta hereditaria, sino también el modo de producción de la vida material, siendo éste por lo tanto, el que determina en términos generales, el proceso de desarrollo de la vida social, política y espiritual de los seres humanos. Esto es, sucintamente, la esencia del pensamiento ideológico marxista.

La interrogante planteada en el encabezamiento implica que los susodichos, a pesar de considerarse a sí mismos o no, apostatas del marxismo, siguen siendo amigos, de lo cual se infiere que en algún momento de mi vida, opté por una de las múltiples alternativas que nos ofrece el complejo mundo de las relaciones humanas; porque comprendí que el valor de la amistad franca y sincera no se cotiza en la bolsa.

La amistad es un producto de las relaciones interhumanas y así como todo lo que existe en la naturaleza, sea esto perceptible o intangible, desde la perspectiva de la mecánica de los sólidos, no es perfectamente rígido o indeformable. Todo lo que existe, material o ideal, se deforma en mayor o menor grado bajo la acción de las fuerzas que actúan sobre la cosa misma. En ciertas condiciones históricas la amistad se deforma, pero en virtud de una propiedad llamada elasticidad, la amistad retorna entonces a su forma y dimensiones originales al suprimirse dichas fuerzas. Otras veces, si las fuerzas aplicadas han sido suficientemente intensas, al eliminarlas, subsiste una deformación permanente. Por lo tanto, el límite elástico en las relaciones sociales entre amigos, estaría definido como la tensión máxima que la amistad puede soportar sin sufrir deformaciones permanentes. Cuando la fuerza aplicada continúa aumentando llega el momento en que la amistad se rompe; este es el punto de ruptura. Existen amistades que se asemejan a una masa pastosa, cuyo límite de elasticidad es tan bajo, que basta la acción de una fuerza externa nimia para producir una deformación duradera. Mientras que las amistades basadas en la “pasta”, a pesar de ser suaves y blandas, no se denominan pastosas, sino parasitarias, pues tienen un carácter plástico en el sentido de la famosa canción La chica plástica del músico boricua Willie Colón, es decir son falsas y artificiales. La deformación es paulatina y está íntimamente relacionada con la disposición de una de las partes, a asumir conscientemente el proceso de “desplumaje”. Entre las fuerzas aplicadas y las deformaciones existe una relación fundamental que en la mecánica de los sólidos se conoce con el nombre de ley de Hooke: Las fuerzas son siempre proporcionales a las deformaciones mientras no se alcance el límite elástico del material.

¿Cuál es entonces el límite elástico de las amistades politicas verdaderas?
La pregunta en cuestión podría considerarse retórica o filosófica, si a los implicados se les considerara ajenos a la actividad social del ser humano, es decir, como ermitaños que viven en bolas de cristal alejados de los problemas existenciales del mundo. Pero cuando los individuos que conviven en sociedades revolucionadas o convulsionadas por las asimetrías socio-económicas del sistema capitalista, no coinciden en que hay que “hacer algo” para remediar la situación, entonces difícilmente la amistad entre ellos puede perdurar en la dimensión tiempo-espacio. Este es el límite elástico político de una amistad, es decir, el “no-hacer”, que es una forma de “hacer”, pero en sentido inverso. Uno, que sigue siendo mi amigo, solía repetir las palabras de Ernesto Guevara en relación a la intervención imperialista norteamericana en Viet Nam: “No se trata de desear éxitos al agredido. Hay que correr su misma suerte. Acompañarlo a la victoria o a la muerte”. Más allá de lo militante y radical del pensamiento guevarista, coherente por lo demás con el momento histórico en que fue pronunciado, de lo que se trata en resumidas cuentas, es de tener una actitud honesta, solidaria y humanista frente a las calamidades que vive el hombre moderno y actuar en consecuencia. En este sentido y considerando todas las deformaciones políticas e ideológicas existentes, los que siguen siendo mis amigos, contribuyen en el marco de sus posibilidades, de una u otra forma, a la construcción de una sociedad más justa. Por eso quiero y respeto a mis amigos.
Cuando el “no-hacer” se transforma en pasotismo e indiferencia político-ideológica, la amistad alcanza su punto de ruptura.
Entonces, ¿qué hacer cuando tus mejores amigos han renegado del pensamiento marxista?
Continuar haciendo.

Roberto Herrera 07.08.2011

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