lunes, 29 de agosto de 2011

Libia, entre la habituación y la falta de avituallamiento

Cuando se escribe o se discute acerca de la guerra que libran los pueblos pobres contra una o varias potencias imperialistas resulta casi imposible no mencionar el nombre del genio militar vietnamita Vo Nguyen Giap y la Guerra Popular Prolongada(GPP). El longevo General Giap es ciertamente el único estratega militar en vida (cien años de luchar por la libertad de su pueblo) que tendría derecho a pavonearse de haber derrotado a dos imperios: Francia y los Estados Unidos de Norteamérica.

No quiero entrar en mayores detalles de índole militar y de conceptos político-militares característicos de las guerras populares y prolongadas al estilo maoísta y vietcong, que no vienen al caso, puesto que se trata de temas sobre los cuales el avezado e interesado lector, puede sumergirse, si lo considera necesario, en un mar de libros y escritos acerca de la teoría y práctica de la GPP. La guerra que se lleva a cabo en Libia es simplemente una guerra injusta, asimétrica e imperialista. El conflicto bélico en Libia, sin embargo, tiene algo de extraño y particular que lo distingue frente al resto de las guerras imperialistas desde Vietnam, pasando por Yugoslavia, Afganistán, Guerra del Golfo hasta llegar a Irak y la persecución de Saddam Hussein. En todas estas guerras mencionadas, los medios de comunicación masiva invadieron nuestros hogares y nos agriaron el desayuno con imágenes de cuerpos despedazados por el fuego de metralla; mientras los corresponsales de guerra, por su parte, llenaban cuartillas y abarrotaban las páginas de los rotativos serios y de fama mundial con fotos de vencedores y vencidos. Hoy en Libia, los únicos que posan para la televisión y la prensa mundial es la soldadesca rebelde, disparando contra un enemigo invisible y gastando munición al aire.

El conflicto libio es una amalgama de información y desinformación en función de los intereses de las naciones que quieren derrotar y/o aniquilar a Gadafi. Lo cual significa que para lograr ese objetivo estratégico, la OTAN ha instrumentalizado la ciencia militar, psicológica y neurofisiológica para manipular consciente y subliminalmente la opinión pública mundial, y particularmente la europea. Para ello, los medios informativos al servicio de las naciones agresoras hacen uso y abuso de dos paradigmas del aprendizaje implícito: la habituación y la sensibilización.

Los neurofisiólogos entienden por habituación, el proceso de acostumbramiento del cerebro a la exposición de un estímulo no peligroso que incluso puede llegar a ignorarse y por sensibilización, el proceso de reforzamiento de la reacción-respuesta frente a la exposición de un mismo estímulo. Desde hace mucho tiempo el imperialismo nos tiene habituados a sus guerras, a tal grado que estamos acostumbrados a este tipo de actividades, tanto así, que sin darnos cuenta se han convertido en monótona rutina; estamos tan sensibilizados y contaminados por la ideología imperial, que muchas veces aceptamos sin rechistar el sermón diario mediático, en el cual los enemigos acérrimos de la civilización, según el canon político-ideológico del imperialismo norteamericano, son los países que integran el llamado” eje del mal” entre los cuales se encuentran en primera línea de fuego Libia, Siria y Cuba.

Acostumbrados entonces a la incertidumbre y lo virtual del acontecer en Libia y sensibilizados acerca de la “maldad” de Gadafi, solamente nos restaría supuestamente, esperar la estocada final. La falta de pertrechos de guerra y la escasez de avituallamiento de la tropa y de la población civil leal al gobierno, dificulta seriamente, sin duda alguna, la capacidad táctico-operativa de las unidades militares de Gadafi. Cabe solo entonces hacerse un par de preguntas: ¿Dónde se metieron pues las tropas leales, supuestamente derrotadas y cuál es el paradero de Gadafi? ¿O se trata, a lo mejor de una victoria virtual? Difícil resulta imaginarse una Libia en poder de los rebeldes y con Gadafi en la clandestinidad.

Ciertamente, la OTAN cruzó el Rubicón, impulsada por los caprichos geopolíticos del presidente de Francia, Nicolás Sarkozy y por mucho que nos quiera convencer que tiene todo bajo su control, todavía tiene en Libia mucha tela que cortar, con o sin Gadafi.

Roberto Herrera 29.08.2011

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