Hojeando intencionadamente en los empolvados textos de bachillerato de Física y Química, que por mi cariño a los libros envejecieron conmigo, encontré que el uranio, cuyo número atómico es 92, tiene el átomo más pesado de los elementos que existen de forma natural en nuestro planeta. Cuando un cuerpo simple está constituido por dos o más átomos de iguales propiedades químicas y masas atómicas diferentes, recibe el nombre de isótopo. De los tres isótopos del uranio, el U235 —92 protones + 143 neutrones—es el más valioso en cuanto a la utilización y explotación de sus propiedades químicas. El enriquecimiento del uranio U235 requiere del dominio de una tecnología avanzada, que hasta la fecha es dominada sólo por un grupo selecto de países en el mundo. A través de procesos complejos de enriquecimiento se obtiene un material fisionable, que es utilizado en las centrales nucleares como fuente de energía y en la fabricación de bombas atómicas y demás armamento radioactivo.
El trabajo de zapa en la preparación de la guerra puede cumplir varios objetivos simultáneamente. La información acerca del enemigo—calidad y cantidad de fuerzas móviles y su armamento—, así como el conocimiento del terreno y de sus planes ofensivos y/o defensivos, que obviamente tienen carácter estratégico, pero también la desinformación y la búsqueda de motivos bélicos —falsos o verdaderos— forman parte de la actividad subversiva en la ciencia militar. Esta es la labor principal que desempeñan los topos en el marco del espionaje y contraespionaje.
Mucha de la información obtenida por los topos al servicio de los señores de la guerra en el Medio Oriente en relación al programa nuclear de Irán es contradictoria, parte de ella falsa y la mayor parte de ésta es de carácter dudoso. Por el momento no existe ninguna prueba concreta y fehaciente que demuestre irrevocablemente que el gobierno iraní estuviera desarrollando la bomba atómica. Aunque en la mayoría de los casos, a los señores de la guerra les importa un bledo la existencia o no de pruebas contundentes para iniciar una guerra. Cabe recordar que no sería la primera vez en la historia de las intervenciones militares, que un supuesto “ataque enemigo” sirvió de trasfondo escénico para la puesta en marcha de la maquinaria guerrerista. La explosión en el acorazado norteamericano “Meine” anclado en el puerto de la Habana el 18 de abril de 1898 supuso el casus belli que provocó la guerra entre los Estados Unidos y España. Al final de ésta guerra, España perdió el control que ejercía en el Pacífico y en el Caribe. En 1964, dos barcos de guerra norteamericanos anclados en el golfo de Tonkín fueron supuestamente atacados por la marina norvietnamita. Así comenzó la guerra en Viet Nam. Posteriormente se supo que el “incidente en el golfo de Tonkín” había sido un bulo. El ejemplo más reciente es la guerra contra Irak, que comenzó el 23 de marzo de 2003 fundamentada en informaciones totalmente falsas, acerca de la “supuesta” producción de armamento de exterminio masivo por parte del gobierno de Saddam Hussein. Posteriormente se demostró la falsedad de la información, puesto que nunca se encontró la más mínima evidencia de la producción de armas químicas. No obstante, los señores de la guerra ocuparon el territorio iraquí hasta diciembre del 2011.
En Irán podría suceder lo mismo. El semanario alemán “Der Spiegel” en su edición numero 10 del 5 de marzo de este año informa acerca de los planes guerreristas—opciones ofensivas—del gobierno israelita en un supuesto ataque aéreo a las instalaciones nucleares de Fordu, Natans, Isfahan, Arak y Buschehr. Aunque a decir verdad, la guerra—subversiva —contra Irán, comenzó hace unos años con atentados y sabotajes en suelo iraní contra personal científico e instalaciones militares.
Los topos al servicio de los señores de la guerra no solamente buscan en la sombra los lugares donde están almacenados los isótopos del uranio, sino que también algunas veces salen de sus agujeros para asesinar a plena luz del día.
Roberto Herrera 09.03.2012
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