domingo, 17 de noviembre de 2013

Tráfico de drogas, violencia y corrupción

Las elecciones presidenciales en Honduras 2013 bajo la sombra de una tétrica realidad


Dele rienda suelta a su imaginación. Usted se encuentra en Tegucigalpa frente a un semáforo en rojo en alguna intersección de calles, esperando que la luz se ponga en verde para que usted pueda continuar su travesía rumbo a su trabajo, y vamos a suponer que usted tiene un empleo seguro y además dispone de un vehículo. ¡Todo un privilegio en esas latitudes! Un lujo, que solamente unos pocos ciudadanos pueden gozar. Dos jóvenes adolescentes montados en una moto japonesa, vistiendo sendos cascos reglamentarios de tránsito aguardan impacientes, lo mismo que usted, el cambio de señal. No obstante, ellos están violando una ley de tránsito que prohíbe que dos personas viajen en moto. Un policía de tránsito que en esos momentos ayuda a una anciana a cruzar la calle, se percata de la infracción de los jóvenes y diligente se dirige a los motociclistas para cumplir con su obligación. El piloto de la moto se baja y sin mediar palabra alguna, lanza un puñetazo en plana cara al policía, quien cae al pavimento. El guardián de las leyes de tránsito hondureñas trata a duras penas de ponerse de pie, sin pensar en ningún momento que en los próximos segundos, sonará por él la campana de la muerte. Serán los últimos de su vida. El copiloto se baja de la moto, saca un revólver y apunta a la cabeza del policía y dispara. Una vez y otra vez…Los peatones y conductores quedan petrificados y mudos de miedo como estatuas de alabastro.

Con frialdad asesina y con una tranquilidad espeluznante, ambos se suben a la moto y continúan su viaje, como si lo ocurrido hubiera sido el último acto de una tragedia moderna, en la cual los actores se retiran del escenario con la expectativa que el público les aplauda y los ovacione.

Probablemente, sí usted no habita en alguno de los países del mundo, donde la violencia y criminalidad es parte del “folclore” nacional, se preguntará, si la historia relatada es parte de la nueva película de Quentin Tarantino. Pero se equivoca. Algo parecido sucedió hace algunas semanas en Tegucigalpa, la capital de Honduras, el país latinoamericano más peligroso en la actualidad. Esta escena trágica y mortal fue filmada con una cámara de video de la municipalidad. Por lo demás nada inusual en el país centroamericano. Éste tipo de escenas son muy frecuentes en la capital hondureña y uno se pregunta: ¿Cómo es posible vivir o sobrevivir bajo estas condiciones? ¡Pues, sí! Aunque usted no lo crea, es posible. A todo se acostumbra el ser humano. No queda de otras. O te quedas o te largas. ¡ No hay tutía!

Este dilema enferma al ciudadano, transformándolo en un ser apático, desesperanzado y lo que es peor, en una persona indiferente ante los problemas que atañen a la sociedad entera. La adaptación al crimen cotidiano, al robo a mano armada, a la prostitución, a la violencia de género, al hambre, al desempleo, al analfabetismo, a la injusticia socio-económica y al tráfico de drogas actúan en el cerebro y la conciencia como una droga fuerte.

Honduras, es un país pobre en Centroamérica, que busca, desafortunadamente sin éxito alguno, desde hace años, salir del agujero en que ha caído. La esperanza de una América Central “democrática y pacífica”, se desvaneció como las burbujas de jabón con la llegada de la violencia armada de las maras y los barones de la droga.

La “democracia” hondureña recibió un duro revés en junio de en 2009 con el golpe de Estado perpetrado contra el gobierno de Manuel Zelaya, militante del Partido Liberal, quien intentó –contando con la ayuda solidaria de Venezuela, Cuba y los países del ALBA – encontrar una salida política-económica a la miseria del pueblo hondureño en el marco constitucional y bajo las leyes de la economía de mercado.

El domingo 24 de noviembre se celebrarán las elecciones presidenciales en Honduras. En ellas participarán los partidos políticos tradicionales: Partido Liberal, Partido Nacional, el Partido Libre, una escisión del partido liberal que apoya la candidatura de Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya y otros partidos pequeños sin mayor trascendencia política.

El partido “Libres” (Libertad y Refundación) es la formación política que según los pronósticos electorales tiene grandes posibles de salir victorioso en la contienda electoral. Internacionalmente apoyan la revolución bolivariana de Venezuela, razón suficiente para que sus rivales políticos los señalen de ser “comunistas”. Acusar a Xiomara Castro y su esposo, Mel Zelaya de marxistas-leninistas, equivaldría a tachar al actual presidente de la república de El Salvador, Mauricio Funes de ser un paladín del socialismo revolucionario.

Al parecer, el contrincante más fuerte de Xiomara Castro es el nacionalista Juan Orlando Hernández, actual presidente del Congreso e hijo de un “militar de cerro” (coronel sin formación académica militar), no muy querido en el departamento de Lempira, de donde es originario. El candidato liberal, Mauricio Villeda, así como el resto de los candidatos, según los pronósticos, no tienen ninguna chance real de ganar.

¿Podrá Xiomara amarrar a la mara? ¿Quién pude salvar a Honduras, un país que ha caído en lo más hondo del agujero negro del tráfico de drogas, del crimen organizado y de la corrupción institucional? ¿Quién puede garantizar a los hondureños y hondureñas un futuro venturoso?

Probablemente ninguno de los partidos políticos en contienda. El problema esencial de Honduras se encuentra enraizado profundamente en el sistema socio-económico desigual y que además, es extremadamente dependiente del gran capital extranjero, cuya solución va más allá de la voluntad y los buenos deseos de personalidades y de agrupaciones políticas. El tráfico de drogas, la violencia organizada y la corrupción estatal son solamente las consecuencias secundarias del sistema económico, que dicho sea de paso, es apoyado y fomentado por todos los partidos políticos en contienda. Ésta es precisamente la tragedia de este pueblo.

Honduras es después de Haití, el país más pobre de América Latina y probablemente uno de los países más peligrosos del mundo actualmente. Se encuentra ubicado precisamente en el centro de la “ruta de las drogas”, que une el norte de Suramérica con los Estados Unidos de Norteamérica – el mayor consumidor de drogas en el mundo – y con un territorio relativamente extenso, lleno de pistas de aterrizaje para aviones pequeños. A pesar del control de radar de las bases militares norteamericanas en territorio hondureño, tanto en Palmerola como en la La Mosquitia, es tácitamente imposible detener el tráfico de drogas. Son tantos los aviones Cessna que aterrizan en Honduras que asemejan una plaga de mosquitos. Los barones de la droga que operaban tradicionalmente en México han conquistado Centroamérica y han hecho de Honduras su sucursal principal con la ayuda de las maras, los numerosos colaboradores civiles y la corrupción institucional.

En este escenario oscuro y desolador, las elecciones presidenciales 2013 en Honduras parecen ser una quimera. La ilusión de un pueblo pobre, que ha caído en lo más hondo.

¡Pobre Honduras!

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