Los soberbios tataranietos imperiales
Hace unos días se celebró en la hermosa ciudad española de Sevilla la
Convención Nacional del Partido Popular (PP), en la cual participaron a parte
de los delegados y lideres del partido, como invitados de honor, el
hispano-peruano, Mario Vargas Llosa y el venezolano Leopoldo López; ambos, fieles
representantes y apologetas del neoconservadurismo y el neoliberalismo mundial y
paladines de la derecha más recalcitrante de América Latina.
Sin embargo, quien se llevó los aplausos y vítores fue el expresidente del
Estado Español José María Aznar y actual presidente honorifico del PP. Según
informa la prensa, Aznar pretendió mofarse del presidente mexicano Andrés Manuel
López Obrador (AMLO) a raíz de la petición que hiciera éste al Papa Francisco
en octubre 2020, que tanto el Vaticano como la corona española y el Estado
mexicano “deben ofrecer una disculpa pública a los pueblos originarios que
padecieron de las más oprobiosas atrocidades para saquear sus bienes y tierras
y someterlos desde la conquista de 1521 hasta el pasado reciente".
Por su parte, el mandatario mexicano en el marco de la conmemoración de los
500 años de la conquista española pidió perdón a los pueblos indígenas por las
atrocidades que se cometieron durante esos siglos. Este acto de contrición
simbólica por parte de AMLO provocó cínica hilaridad en el tristemente célebre,
arrogante y soberbio exmandatario español.
De todas las palabras que rimarían con Aznar y que tienen relación con el
reino animal, hay tres que me gustan mucho y se trata de rebuznar, graznar y voznar,
pero no para conjugarlos en la composición de un poema de amor al estilo de
García Lorca, Neruda o utilizarlos con la picardía de Roque Dalton, quien,
pensando en sus compatriotas, escribió una bellísima e inmortal oda que él
tituló “Poema de Amor”. Tampoco pretendo emular al gran Quevedo, aunque el
entuerto que aquí trataré bien ameritaría dedicarle a este hombrecito unos
versitos picantes. Más, resistiré a la tentación de transcribir aquí la estrofa
de un fantasmagórico verso titulado A un hombrecito de gran nariz y de cerebro
liso, pues podría oler a mofa y no es mi intención hacer de esta nota una
mofeta literaria.
José María Aznar no es el único sujeto europeo que cree y piensa que la
conquista española fue un regalo que le hizo la monarquía española a la América
India y a sus vástagos mestizos y criollos. Todavía hay muchos, sobre todo en
la clase política-económica dominante española, monárquica y derechista, que piensan
que seguimos siendo súbditos de la corona. Estos son los soberbios tataranietos
imperiales que, aunque no lleven la “sangre azul real” de Castilla y Aragón en
sus venas y arterias, se sienten con el derecho de repetir el deslizado dicto
real juancarliano: ¡Por qué no te callas, Andrés Manuel!
Lástima que en la época de la conquista española no hubo ningún clérigo ni
pontífice de peso que condenara públicamente las matanzas de indígenas
cometidas en el “Nuevo Mundo” y, en consecuencia, las prohibiera. Según las
crónicas del Fray Bartolomé de las Casas, los españoles habrían matado 4
millones de indios solo en el Perú en el transcurso de diez años, el país de
origen del marqués Jorge Mario Pedro Vargas Llosa, quien a, capa, espada
y escudo, defiende la conquista española. Yo diría que más que marqués
es un marquesote, pero sin el sabor y la lisura que da la Flor de la canela de
Chabuca Grande.
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