jueves, 12 de agosto de 2010

DEL ORIGEN DE LAS GUERRAS, DE GUERRAS IMPERIALISTAS Y DE LIBERACION NACIONAL

Trasladémonos a la prehistoria en un viaje imaginario e hipotético 50,000 años atrás. En algún lugar del centro de Europa, digamos en el valle del rio Düssel / Alemania, existe una aldea habitada por una tribu de Neandertales. Más al sur, en las cercanías del rio Rin, vive una tribu de Homo Sapiens “recién” llegados del África por la ruta del Asia menor. Vamos a suponer de manera arbitraria que los emigrantes africanos dominaban el fuego. La noticia no tardó en llegar a oídos de los Neandertales, que hasta ese entonces consideraban el fuego como algo divino y por lo tanto no hacían uso de él. Comían la carne cruda y en la época de invierno muchos morían de frio.

Un día se reunieron en una cueva y entre gritos exaltados y saltos que hacían recordar a sus antepasados, tomaron la decisión de adueñarse del fuego en poder de los Homo Sapiens. Así que, conducidos por el jefe, un Neandertal peludo y fortachón, pusieron pie en polvorosa, armados con palos, hachas, cuchillos y lanzas de ónice. Después de muchas lunas de marcha llegaron al objetivo. Los Homo Sapiens ignorantes de lo que el destino manifiesto les tenía preparado, continuaron despreocupados saltando alrededor del fogón. Ocultos en la oscuridad de la noche los Neandertales esperaban la señal de ataque de su jefe. El momento sorpresa estaba dado y a la orden de ataque, se lanzaron con todo el instrumental bélico y con furia vencieron a los Homo Sapiens. Muchos de nuestros antepasados africanos murieron atravesados por las lanzas, o cercenados por los cuchillos o descuartizados por las hachas. Unos pocos Homo Sapiens lograron replegarse y salvarse.

Los conquistadores del fuego gritaban eufóricos y embriagados por el botín de guerra. Victoria pírrica de los primitivos guerreros, ya que en la retirada muchos perdieron la vida a causa de las inclemencias del tiempo y o fueron presas de las numerosas fieras salvajes, que en aquellos días merodeaban las praderas y llanos europeos en busca de alimentos. Los Neandertales estaban más preocupados por el fuego que de salvar sus vidas. La larga marcha de regreso dificultó la logística y avituallamiento, y con tan mala suerte, que una feroz e inusitada tormenta subtropical apagó de un tirón todas las antorchas. Como no sabían hacer fuego, lo único que tenían del botín de guerra al llegar a su aldea, eran puros restos chamuscados. El que pagó el fracaso de la misión militar fue el jefe militar, quien de un certero hachazo fue decapitado ipso facto. Así pudieron haber comenzado las guerras y los juicios sumarios.

¿Qué hubiera pasado, si en vez de palos, patadas y combos los Neandertales hubieran visitado a sus congéneres con tres enormes ciervos como regalo? ¿Por qué desaparecieron los Neandertales? ¿Murieron tal vez de frio en la época del hielo? ¿Contraatacaron los Homo Sapiens y los descuartizaron a todos? ¿Por otras razones? Probablemente nunca lo sabremos.

En todo caso, la pregunta sigue siendo la misma desde aquellos años primitivos: ¿Qué tenemos que hacer? Y ¿Cómo lo tenemos que hacer? ¡Moral y Ética!

Obviamente el comportamiento más primitivo del ser humano es hacer la guerra. El instinto animal de conservación que guarda el ser humano en su código genético, es la razón filogénica de nuestro comportamiento agresivo y temeroso de cara a lo desconocido.

¡Pero ojo! La capacidad de defenderse frente a una agresión externa requiere, por otra parte, de una buena porción de agresividad, pues de lo contrario la conservación de la integridad física individual y por ende del colectivo estaría en peligro.

La Moral es un conjunto de reglas y costumbres aprendidas por el hombre de manera explícita e implícita en la sociedad y, por lo tanto es producto de la evolución social de la especie humana, además por ser también la moral un proceso de aprendizaje emocional, es el sistema límbico del cerebro el encargado de la elaboración y asimilación de éstas experiencias. Precisamente aquellos centros neuronales donde se generan sentimientos como la empatía, fuente de la solidaridad.

Este conjunto de valores emocionales y costumbres sociales reflejados en el concepto de “MORAL” es característico de la especie humana. En el reino animal no existe ni la Moral ni la Ética ni tampoco las guerras.

Entonces, si tenemos valores morales y éticos ¿por qué vivimos en guerras desde siglos?

Desde el punto de vista clásico militar, Carl von Clausewitz respondería que la guerra es la continuación de la política por otros medios. Y como la política es por definición la forma social de relacionarse los hombres entre sí en la Polis, entonces por lógica formal se deduce, que las guerras son una forma más de relaciones sociales, por cierto más violentas, pero al fin al cabo, relaciones.

Lenin se refiere a la guerra (imperialista) en éstos términos: “«El imperialismo es el capitalismo llegado a un estadio de desarrollo en el que se ha afirmado la dominación de los monopolios y del capital financiero, en el que el reparto del mundo ha comenzado entre los trusts internacionales, y en el que se ha terminado el reparto de todo el territorio del globo entre los mayores países capitalistas» (hasta aquí la cita de Lenin). Debido, a que las naciones del mundo no se someten voluntariamente, es decir, por razones estrictamente políticas al dominio imperialista, entonces deberán hacerlo, de acuerdo a los valores morales y éticos imperialistas, por la fuerza delas armas. Éstas son las guerras injustas.

Fidel Castro en su histórica defensa habló del derecho que tienen los pueblos a rebelarse:”…el derecho de rebelión contra el despotismo, señores magistrados, ha sido reconocido, desde la más lejana antigüedad hasta el presente, por hombres de todas las doctrinas, de todas las ideas y todas las creencias…. ¿como justificar la presencia de Batista en el poder, al que llegó contra la voluntad del pueblo y violando por la traición y por la fuerza las leyes de la República? ¿Cómo calificar de legitimo un régimen de sangre, opresión e ignominia?

La historia demostró que la única vía para terminar con la dictadura de Fulgencio Batista fue a través de la lucha armada. La guerra de liberación nacional, sustentada en valores morales y éticos de justicia, libertad e igualdad, tuvo como escenario principal la guerra de guerrillas en la montaña. El ejército rebelde logró en pocos meses derrotar militarmente a un ejército regular mucho más fuerte y mejor armado, con apoyo de la aviación y la marina. La desmoralización del ejército y el victorioso avance de los Barbudos por todo el país provocó la huida de Batista. Ésta fue una guerra justa.

En definitiva, sí la esencia del problema de la guerra es de orden moral y ético, ¿Qué derecho moral tiene el gobierno de los Estados Unidos de intervenir militarmente en cualquier parte del mundo? ¿Es ético causar muertes y destrucción ambiental para fortalecer un sistema económico inhumano?

¿Tienen los pueblos pobres y explotados del mundo el derecho moral o no de exigirles a los países ricos justicia social? ¿Tienen que aguantar los pobres de América Latina, Asia y África hambre y miseria hasta que caigan al hoyo por inanición? ¿Tienen los pueblos o no el derecho a ser libres e independientes?

¿Cuál es la Moral y la Ética de los pueblos civilizados y desarrollados del mundo occidental?

El eslogan de la generación de John Lennon de los años sesenta de: Haz el amor y no la guerra” bien pudo haber tenido una coletilla: “Aprendamos de nuestros parientes más cercanos, los Bonobos”

Roberto Herrera 11.08.2010

1 comentario:

  1. Buenas Roberto!
    Muy buena reflexión y crítica, muy buena. Me he tenido que permitir poder enviar el texto con link al blog, pues es digno de leer lo que escribes. Salud!

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