¿América Latina, el patio trasero de los Estados unidos?
Segunda parte
Parafraseando al presidente mejicano
Porfirio Díaz (1830-1915), podría decirse, sin ofender y sin temor a
equivocarse: Pobrecita América Latina, ¡tan lejos de Dios y tan cerquita de los
Estados Unidos!
Las relaciones políticas
de los Estados Unidos con la América India han estado históricamente marcadas
por las asimetrías del poder político-económico-militar. Sin duda alguna, la
independencia de los Estados Unidos en 1776 – la primera en el continente – y
los inicios de la revolución industrial norteamericana en 1877 son factores de desarrollo
político-social y económico que jugaron un papel determinante en la dinámica del
desarrollo dialéctico desigual de las respectivas sociedades. No obstante,
estas teorías desarrollistas – por muy interesantes que sean –, explican solamente
aspectos parciales de las relaciones bilaterales asimétricas, no así, el
comportamiento prepotente de los Estados Unidos a nivel político-militar, diplomático
y comercial con América Latina.
Es un hecho incuestionable que las relaciones de los estados
de Centro y Sur América con el gobierno norteamericano se desarrollaron siempre
en un plano vertical, sobre todo durante el siglo 19 y el siglo 20. Esta
relación jerárquica, cuyo carácter y contenido es imperialista, fue la que hizo
posible la tristemente célebre metáfora del “patio trasero”. La doctrina Monroe
demarcó el limes americanus.
En la Casa Blanca del Tío Monroe,
unifamiliar y racista, América Latina era simplemente “el patio trasero“, el
Gran Caribe la “alberca” y Panamá el “taller de armería”.
El especial interés de los Estados
Unidos por Panamá, data de los tiempos de la guerra con España en 1898, cuando
el gobierno norteamericano comenzó a dar los primeros pasos como nación
aspirante a convertirse en imperio. La topografía del Istmo de Panamá
presentaba todas las ventajas del terreno que una base estratégica de
operaciones militares debe reunir. La construcción del canal interoceánico a
principios del siglo veinte, no solamente acortó la ruta comercial
intercontinental naviera, sino que también condicionó la instalación de bases militares
para la “eventual” defensa estratégica del canal de Panamá y del espacio
marítimo comprendido entre la Gran Cuenca del Caribe y el Pacífico Norte.
¿Cómo se convirtió Panamá en un
campamento militar de los Estados Unidos?
Para explicar la presencia
militar de los Estados Unidos en Panamá y su injerencia directa del gobierno en
los asuntos internos del estado panameño es necesario tener en cuenta tres períodos
históricos importantes en el devenir de la República de Panamá.
El primero está enmarcado a
principios del siglo 19, cuando Tomas Jefferson – el presidente de turno en la
Casa Blanca –, se entusiasmó con la idea de Alejandro de Humboldt de construir un
canal interoceánico en el Istmo de Panamá. Este período finaliza en noviembre
de 1902 con la ruptura definitiva de Panamá con Nueva Granada (la actual
Colombia). El segundo período comienza en 1903, año en que Panamá se convirtió en
República, azuzada y apoyada por el gobierno de Theodore Roosevelt. Esta etapa
duró 33 años y terminó en 1936, cuando los Estados Unidos renunciaron al
derecho de intromisión en los asuntos internos de Panamá, establecido en el
artículo 136 de la constitución política de Panamá de 1904, que otorgaba al
gobierno de los Estados Unidos el derecho a intervenir en cualquier parte de la
república en aras restablecer la paz y el orden público. Los Estados Unidos se
convirtieron tácitamente en el protector y celador de la independencia de
Panamá.
De hecho existieron en este período
dos Panamás: La hispanoamericana y la zona del canal. La primera, un
protectorado con todas las de la ley,
y la otra un enclave político-militar y comercial con un código de ley propio,
aprobado por el congreso de los Estados Unidos el 19 de junio de 1934.
El último período comienza en
1939 con la entrada en vigor del tratado Hull-Alfaro que oficializaba
la renuncia explícita de los Estados Unidos a intervenir militarmente fuera de
la zona del canal y además otorgaba a los panameños el derecho a transitar
libremente por la zona del canal. Por otra parte, este tratado privaba al
administrador del canal [los Estados Unidos] del derecho de expropiación. Esta
etapa terminó el 31 de diciembre 1999, cuando el canal de Panamá quedó bajo la
tutela del gobierno panameño. ¿El comienzo de una nueva era en Panamá?
Para garantizar la defensa estratégica
del canal durante la segunda guerra mundial, los Estados Unidos montaron un
cordón militar compuesto por bases militares aeronavales y fuerzas terrestres.
El peligro del sabotaje al canal y las emboscadas marítimas por parte de la
flota de submarinos hitlerianos en el Mar Caribe sirvieron de argumento
político-militar para legitimar la existencia del cuartel general del Comando de
Defensa del Caribe del ejército norteamericano en el Istmo de Panamá.
Después de finalizada la segunda guerra
mundial, los Estados Unidos fortalecieron su presencia militar en Panamá,
estableciendo con carácter permanente el cuartel general del Comando de Defensa
Sur, el cual controla y dirige las operaciones defensivas estratégicas de Centroamérica,
el Caribe y América del Sur. El cuartel general del Comando Sur del ejército norteamericano
fue trasladado a Miami recién en 1997, es decir, cincuentaiocho años más tarde
del estallido de la segunda guerra mundial. Las bases militares norteamericanas
fueron clausuradas – oficialmente – dos años más tarde.
No obstante, el Istmo de Panamá
continúa siendo catalogado por el departamento de defensa norteamericano como
una base de operaciones militares estratégica en el marco de la “Seguridad Nacional”.
¿Entonces, ya no hay más bases
militares en Panamá?
Sería ilusorio pensar que el
departamento de defensa de los Estados Unidos se conformaría única y
exclusivamente con el control vía satélite (GPS) de la Gran Cuenca del Caribe y
del Istmo de Panamá. De ser verídica la información del Movimiento por la paz,
la Soberanía y la Solidaridad entre los Pueblos (MOPASOL), en Panamá se
encuentran funcionado 12 bases militares aeronavales.[1] Por otra parte, el ministro de seguridad panameño, José Raúl
Mulino confirmó públicamente en octubre del 2012 la construcción de cuatro
nuevas bases militares norteamericanas en suelo panameño. Lo cual significaría
que en el territorio comprendido entre Panamá y Colombia estarían funcionando
aproximadamente veinticinco bases militares modernas. Dado que muchas
instalaciones militares son secreto de estado, es casi imposible conocer el
número exacto de las bases militares operando en el Istmo de Panamá.
Bajo el manto de la guerra contra
las drogas, los Estados Unidos justifican y mantienen su presencia militar en
Centroamérica, el Istmo de Panamá y Colombia. El Plan Colombia es un proyecto económico-militar
entre los gobiernos de Colombia y los Estados Unidos, concebido en 1998 y presentado
oficialmente en 1999 por el presidente colombiano Andrés Pastrana, y que tiene como
objetivos prioritarios aparentemente la erradicación de las causas
socio-económicas de la pobreza, la violencia civil y la intensificación de la guerra
contra el narcotráfico. Ciertamente, el consumo de drogas es un grave y serio
problema social que afecta no solamente a la sociedad norteamericana, que dicho
sea de paso, es la mayor consumidora de estupefacientes, sino que al mundo entero.
Cabe preguntarse, si los medios militares son los idóneos para combatir eficaz y
eficientemente la producción, el tráfico y el consumo de drogas.
El Plan Colombia comenzó en 1999
con un presupuesto de aproximadamente 7,5 mil millones de dólares, cuya
finalización estaba planificada para el año 2005.
A la luz de los hechos,
actualmente el Plan Colombia es solamente una mampara en función de la estrategia
político-militar de la Seguridad Nacional. La guerra contra el
“Narcoterrorismo” justifica de cara al Congreso y a la sociedad norteamericana,
la presencia militar de los Estados Unidos en la región.
No obstante, tales programas
socio-económicos, como el Plan para la Prosperidad y la paz en Colombia,
concebidos y financiados por el gobierno de los Estados Unidos, están
condenados al fracaso, puesto que estos seudo
planes Marshalls no están dirigidos a erradicar verdaderamente los factores
de pobreza y desigualdad socio-económica en los países donde la insurgencia es
fuerte y organizada. Tanto el Plan
Colombia, como el Bell Trade Act en
las Filipinas en 1946 o la Alianza para el
Progreso en 1961, son programas que forman parte de un plan global
estratégico político-militar-económico de contrainsurgencia.
Es en función del concepto de
Seguridad Nacional que los Estados Unidos desarrollan tácticas y estrategias de
dominación. El establecimiento y consolidación de sus avanzadas militares, así
como la formación político-militar e ideológica de sus “legionarios
latinoamericanos” forman parte de ese plan defensivo estratégico. No es casual
entonces, como se ha expuesto anteriormente, que Panamá fuera durante muchos
años la sede de la Escuela Militar para las Américas, también conocida como la
Escuela de los dictadores o Escuela de asesinos. Allí se formó y se entrenó la
flor y nata de los personajes militares más oscuros y criminales de América
Latina.
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