domingo, 11 de agosto de 2013

Acerca de la relatividad de las estadísticas y los conceptos

El Salvador a escasos seis meses de las elecciones presidenciales


En El Salvador, las contradicciones socio-económicas, típicas de estados débiles y dependientes, se ven reflejadas diariamente con cruda nitidez en las calles de San Salvador y sobre todo, en la campiña cuzcatleca. En el periodo preelectoral, como es usual en la “democracia” parlamentaria, los partidos políticos en contienda suelen librar “batallas verbales” y “combates propagandísticos”. El partido de “izquierda”, Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), cuyas raíces históricas están estrechamente vinculadas al movimiento guerrillero de la década de los setenta del siglo pasado, no es la excepción de la regla.

Pero no nos engañemos. El partido político FMLN, como unidad política estratégica, está más a la “derecha” de la parte más conservadora de la Dirección Revolucionaria Unificada (DRU), el antecedente guerrillero del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Las siglas “FMLN” son solamente el nombre de un producto político, que por sus orígenes históricos, fácilmente podría asociarse con cambio social radical – léase revolución social – y lucha de clases. ¡Pero esto lamentablemente no es así!

El programa político del FMLN formulado en el acta de Constitución del Partido del primero de septiembre de 1992 y la Carta de Principios y Objetivos está a años luz de ser un programa político marxista revolucionario. Este hecho por sí mismo, no niega la existencia de la ideología marxista e incluso leninista en las mentes de alguno de sus dirigentes y/o militantes. Pero el todo, en la dialéctica, no es la suma de sus partes, sino que algunas veces debido a la lucha de contrarios y por cuestiones de calidad y cantidad, la supuesta suma se convierte en una sustracción dialéctica.

El FMLN y la Realpolitik

El FMLN es un partido comprometido en el esfuerzo de la Reconciliación [de clases] y la Concertación, es decir el pacto y/o negocio político para resolver de manera racional la lucha de clases[1]. En definitiva, más allá de los ditirambos lingüísticos y semánticos, la política real y pragmática del FMLN es, cuanto más, socialdemócrata. Demás está recalcar, que tanto la dirigencia, así como los militantes y simpatizantes del partido tienen el pleno derecho de optar por ese modelo político-económico. Pero, dado el pluralismo ideológico dentro del FMLN, cabe la pregunta, ¿es mayoritaria realmente la tendencia socialdemócrata? Pero este no es el foco de la crítica en este ensayo.

No obstante, si tomamos en cuenta el comportamiento político real de la dirigencia, pareciera que las máximas autoridades del actual FMLN actuaran como un conductor de ómnibus que pone la luz intermitente a la izquierda, pero gira a la derecha. El FMLN es un partido político que está más interesado en frenar la lucha de clases que en impulsarla. Y esto sí es criticable, sobre todo cuando se trata de políticos que otrora lucharon por la revolución socialista en El Salvador.

El FMLN, desde su transformación en 1992 en partido político y después de sufrir varias escisiones, depuraciones y/o purgaciones, está sujeto al cumplimiento de las reglas del juego electoral de la democracia parlamentaria capitalista, pero no solamente eso, si no que los mismos dirigentes de alto nivel están empecinados en cuidar y acentuar su nuevo perfil político-ideológico moderado, negando o renegando u ocultando su pasado marxista revolucionario.
¿Es este el precio político que tuvo que pagarse para alcanzar los acuerdos de paz en 1992? ¿Valió la pena el esfuerzo y sacrificio de una generación de jóvenes imberbes que ofrendó su vida en los frentes de guerra e hipotecó su futuro en aras de la revolución social?

¿Toma del poder o poder administrar el poder?

Después de tres intentos fallidos (1994, 1999, 2004), el FMLN logró por fin, su objetivo electoral en el año 2009 con el candidato Mauricio Funes, periodista salvadoreño, políticamente inocuo y sin filiación partidaria, defensor del modelo socialdemócrata de desarrollo de la economía [social] de mercado y admirador del ex presidente brasileño Lula da Silva. Con este triunfo electoral, la “izquierda” salvadoreña ganó por primera vez en la historia de El Salvador la Presidencia de la República, hecho que no implica la toma del poder real del Estado burgués, sino que solamente el derecho legítimo, vía sufragio universal, para administrar los tres poderes del Estado. Este período presidencial concluirá en enero del 2014. Por lo tanto, los comandos de propaganda y agitación de los partidos políticos en concurso están calentando motores y preparándose para el inicio oficial de la campaña electoral.

Según el diputado del FMLN, Roberto Lorenzana y secretario de comunicaciones del Frente, los datos estadísticos avalan la gestión administrativa del gobierno efemelenista. Principalmente en el área social, donde el FMLN ha contabilizado un “triunfo histórico”, sobre todo en el campo de la salud. A pesar del contenido triunfalista y agitador de la valoración de Lorenzana, cuatro años son un periodo corto de tiempo, como para realizar un “balance histórico” científico y ponderado. En cualquier caso, nadie puede echarle en cara a Lorenzana y al partido FMLN que haga malabares y piruetas a favor de sus intereses partidarios con cifras y pronósticos estadísticos. Los contrincantes también operan con los mismos métodos y objetivos. Así son las reglas del juego “democrático parlamentario”. En la agitación y propaganda electoral o electorera, tanto la manipulación de datos, como la demagogia y la difamación, son instrumentos legítimos del proselitismo partidista.

Roberto Lorenzana asegura que la mayor inversión económica en la historia de El Salvador, ha sido la realizada por el gobierno del FMLN en el campo de la Salud y Seguridad Social. Suponiendo que la apreciación subjetiva de Lorenzana correspondiera efectivamente con los indicadores económicos presupuestarios reales del periodo legislativo 2009-2014, habría que preguntarse: ¿Es lo máximo o lo mínimo que se puede esperar de un gobierno dizque de izquierda?

La pregunta es válida y no implica crítica alguna a la gestión de gobierno, puesto que el gobierno hace lo que puede, independientemente de la capacidad o incapacidad y corrupción de algunos funcionarios estatales. Pero el sector social, en una economía social o libre de mercado, abarca otros campos, tales como la creación de puestos de trabajo en la ciudad y en el campo, la reducción de la tasa de desempleo, la implementación de un salario mínimo nacional, la construcción de viviendas para los sectores más pobres de la sociedad, el desarrollo de una campaña general y profunda de alfabetización, así como la implementación y desarrollo de la educación estatal gratuita, el aseguramiento de la enseñanza primaria para toda la población y el fortalecimiento de la enseñanza técnica y universitaria. Además están las áreas productivas que tienen que ser fomentadas y reestructuradas para asegurar una tasa de crecimiento del producto interno bruto. Asegurar la explotación sostenida de los recursos naturales y la distribución y retribución justa del agua potable y luz eléctrica, y por último, como condición indispensable para erradicar el bacilo de la pobreza en El Salvador, una verdadera y profunda reforma agraria. Todo esto, sin olvidar que la violencia social en la sociedad salvadoreña, expresada en el crimen organizado de las maras[2], es consecuencia directa del desequilibrio socio-económico que reina en el país.

Es decir, que para evaluar ponderadamente la gestión administrativa del gobierno efemelenista en los últimos cuatro años se requiere de un análisis horizontal y vertical de la economía, y de la idiosincrasia de la sociedad salvadoreña.

Un análisis científico con tales características no solamente es posible, sino que además ya existe. Se trata del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo El Salvador 2010 (PNUD) que demuestra en blanco y negro la cruda realidad y desigualdad socio-económica de la sociedad salvadoreña. Y si este informe resultase poco para los incrédulos, allí está a disposición del público interesado, todo el material estadístico del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de los diferentes organismos de las Naciones Unidas y Organizaciones no Gubernamentales. Existen suficientes datos fidedignos como para realizar un balance parcial, justo y ponderado, de la gestión administrativa del gobierno del FMLN.

El desarrollo de la sociedad salvadoreña está caracterizado desde principios del siglo diecinueve por la desigualdad socio-económica y por una elevada cuota de pobreza y miseria. Según el informe PNUD 2010, aproximadamente el 30% de la población vive bajo los limites nacionales de pobreza, alrededor del 6% vive con menos de un 1,25 US$ al día. El desempleo y el subempleo afectan al 50% de la población laboral, sobre todo en el campo. Según el informe PNUD 2010, de 100 salvadoreños con capacidad laboral, 44 están subempleados y 7 no tienen trabajo. Solamente el 47,6% de las mujeres aptas para el trabajo tiene un empleo fijo. El promedio de los salvadoreños no alcanza a terminar la escuela primaria. El 40% de los enfermos no recibe asistencia médica y solamente el 20% goza de una u otra forma de seguridad social. El 68,9% de la población vive en condiciones habitacionales deplorables. El 21,3% de las viviendas no tiene agua potable y el 9% no tiene luz eléctrica. En el informe PNUD, que dicho sea de paso fue firmado por el candidato a la Presidencia por parte del FMLN, el antiguo comandante guerrillero y primer responsable de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL-FM) Salvador Sánchez Cerén (cp. Leonel González), se postula por un modelo nuevo de desarrollo capitalista. Esta es la realidad salvadoreña, más allá de la campaña electoral.

Si usted, apreciado lector, ha tenido la oportunidad de recorrer los bellos parajes de El Salvador de Norte a Sur, de Oriente a Occidente, habrá comprado que hay extensiones de tierras fértiles ociosas. Sin embargo, habrá constatado que el “Pulgarcito de América” está abarrotado de centros comerciales tan o más lujosos y elegantes – los famosos Malls norteamericanos – que ni siquiera en Berlín, Londres, Paris, Roma o Madrid los encontrará. Un cuadro surrealista de la época moderna neoliberal en El Salvador.

¿Cuáles son entonces las alternativas que tiene el pueblo salvadoreño? ¿Qué partido político puede impulsar una verdadera política socio-económica que solucione los problemas existenciales de las grandes mayorías? ¿Qué modelo capitalista puede ser socialmente justo?

Pero hay que considerar, que las cifras estadísticas y los números son relativos, puesto que siempre tienen un grado de contaminación. Más allá de los indicadores de pobreza y/o riqueza, más allá de las ideologías y economías políticas, lo más importante y decisivo durante la campaña electoral y sobre todo, en el momento de entregar el voto secreto, es si el ciudadano cree o no en las promesas planteadas por los partidos políticos. Es decir, el sufragio universal en El Salvador más que un derecho civil es un acto de fe.
En la lucha política como en la vida todo es relativo, incluso los conceptos de izquierda o derecha, pobreza o riqueza. Por eso cuando los súbditos guanacos le comentaron a Doña Oligarquía Salvadoreña que el pueblo tenía hambre y no tenía ni siquiera tortillas de maicillo para comer, ésta, altanera y socialmente desubicada, contestó: ¡Entonces que les den cemita de piña!

No son muchas las alternativas que tiene el pueblo salvadoreño: El FMLN (sólo o en alianza con la burguesía moderada y modernista) o el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Juan Pueblo tendrá que elegir el 2 de febrero del 2014 entre Salvador Sánchez Cerén, el ex comandante guerrillero o Norman Quijano, representante del sector ultraconservador de la clase dominante.


[1] Principio número siete
[2] Pandillas criminales

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