sábado, 7 de septiembre de 2013

¿Lo de Siria es en serio?

La pregunta es retórica y enriquecida con una fuerte porción de sarcasmo. Cuando en la década de los sesenta del siglo pasado – unos años después de las dos bombas atómicas contra la población civil en Japón –, el gobierno de los Estados Unidos “fertilizó” vastas extensiones de tierra en Vietnam con una sustancia química conocida como “agente naranja”. Muchos fueron los ciudadanos en el mundo que indignados por la barbarie militar norteamericana llenaron los bulevares y avenidas de las ciudades importantes, lanzando su grito de protesta. Sin embargo, los Estados Unidos continuaron olímpicamente destruyendo las montañas vietnamitas y construyendo más bombas atómicas sin importarles un bledo la opinión pública.

Hechos históricos comprobados empíricamente sobre el teatro militar de operaciones, crímenes de guerra, ética y moralmente condenables; con repercusiones altamente nocivas y perdurables contra la salud del hombre, de los animales y del medio ambiente, pero inocuos jurídicamente. La Convención sobre armas químicas, que ilegaliza la producción, almacenamiento y uso de armas químicas se celebró recién en 1993 y concluyó con la firma del tratado internacional de control de armamento químico que entró en vigor apenas en abril de 1997, es decir, anteayer. Siria, así como Angola, Egipto, Sudán del Sur y Corea del Norte no son países firmantes. Y, antes de Nagasaki e Hiroshima, no existía ningún acuerdo o tratado concerniente al armamento nuclear.

En cualquier caso, para todos los fines prácticos, todos los tratados habidos hasta la fecha, siguen siendo ignorados e irrespetados descaradamente por todas las naciones firmantes y no firmantes. En primera fila, el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados incondicionales.

De acuerdo al Plan militar A, la intervención militar en Siria por parte de los Estados Unidos y sus aliados no durará tres días, sino tres meses y después – de la destrucción masiva de la infraestructura y miles de pérdidas humanas – se prevé un periodo de treinta días para buscar las soluciones políticas al conflicto sirio. Frente a tal cinismo uno se pregunta: ¿Lo de Siria es en serio?

No cabe la menor duda. Sólo un milagro podrá detener la guerra imperial contra Siria.
¿Existirá un plan B o C, donde prevalezca la búsqueda de una solución política al uso de las armas convencionales, pero también letales, en el conflicto sirio?


¡Ojalá!! Sha'a Allah!

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