La pregunta es retórica y
enriquecida con una fuerte porción de sarcasmo. Cuando en la década de los
sesenta del siglo pasado – unos años después de las dos bombas atómicas contra la
población civil en Japón –, el gobierno de los Estados Unidos “fertilizó”
vastas extensiones de tierra en Vietnam con una sustancia química conocida como
“agente naranja”. Muchos fueron los ciudadanos en el mundo que indignados por
la barbarie militar norteamericana llenaron los bulevares y avenidas de las
ciudades importantes, lanzando su grito de protesta. Sin embargo, los Estados Unidos
continuaron olímpicamente destruyendo las montañas vietnamitas y construyendo
más bombas atómicas sin importarles un bledo la opinión pública.
Hechos históricos comprobados empíricamente
sobre el teatro militar de operaciones, crímenes de guerra, ética y moralmente
condenables; con repercusiones altamente nocivas y perdurables contra la salud
del hombre, de los animales y del medio ambiente, pero inocuos jurídicamente. La
Convención sobre armas químicas, que ilegaliza la producción, almacenamiento y
uso de armas químicas se celebró recién en 1993 y concluyó con la firma del
tratado internacional de control de armamento químico que entró en vigor apenas
en abril de 1997, es decir, anteayer.
Siria, así como Angola, Egipto, Sudán del Sur y Corea del Norte no son países firmantes.
Y, antes de Nagasaki e Hiroshima, no existía ningún acuerdo o tratado
concerniente al armamento nuclear.
En cualquier caso, para todos los
fines prácticos, todos los tratados habidos hasta la fecha, siguen siendo
ignorados e irrespetados descaradamente por todas las naciones firmantes y no firmantes. En
primera fila, el gobierno de los Estados Unidos y sus aliados incondicionales.
De acuerdo al Plan militar A, la
intervención militar en Siria por parte de los Estados Unidos y sus aliados no
durará tres días, sino tres meses y después – de la destrucción masiva de la
infraestructura y miles de pérdidas humanas – se prevé un periodo de treinta días
para buscar las soluciones políticas al
conflicto sirio. Frente a tal cinismo uno se pregunta: ¿Lo de Siria es en
serio?
No cabe la menor duda. Sólo un
milagro podrá detener la guerra imperial contra Siria.
¿Existirá un plan B o C, donde
prevalezca la búsqueda de una solución política al uso de las armas
convencionales, pero también letales, en el conflicto sirio?
¡Ojalá!! Sha'a Allah!
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