martes, 18 de septiembre de 2018

Dago Gutiérrez afila la daga política


Dago Gutiérrez afila la daga política o la importancia de fortalecer el movimiento social Nuevas Ideas

En la medida que la campaña electoral en El Salvador se aproxima a la recta final en la carrera por la presidencia de la república en febrero 2019, la lucha político-ideológica que está desarrollando Nuevas Ideas, vía Dagoberto Gutiérrez, se vuelve cada vez más depurada, transparente, filosófica y, sobre todo, muy filuda.

La cuadriculación del terreno político es de suma importancia, sobre todo de cara al electorado con orientación marxista, progresista y humanista no afiliado al FMLN, que no ha visto con buenos ojos la candidatura de Nayib Bukele con el partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA) y que, por tal razón, podría votar en blanco o, en el peor de los casos, abstenerse a participar en las próximas elecciones.

Efectivamente, Bukele debería “hablar más políticamente”, pero no lo hace, pues al parecer no es necesario, ya que, en El Salvador, como en la mayoría de los estados con un régimen presidencial, el voto personalizado tiende a prevalecer más en la mente del electorado no militante, que los contenidos políticos partidarios. Es decir, se vota más bien por el físico que por el color de la bandera.  Esto quiere decir, que, en la fórmula general del voto popular, la variable que tiene mayor peso es la valoración o sobrevaloración que se tenga sobre un candidato, mientras que la evaluación que se tenga del partido político juega un papel secundario y en algunos casos, no tiene ninguna importancia.  En este sentido, bienvenido sea el hecho de marcar las distancias entre el movimiento social Nuevas Ideas, en tanto “sujeto político”, y, Nayib Bukele en su papel de “instrumento político” del pueblo. 

Exigirle a Nayib que haga más “política” y no “mercadotecnia electoral”, no es pedirle al candidato de GANA más retórica ni más galimatías ni más “espectáculo mediático electoral”, sino simplemente que asuma el papel de “sujeto político “en el sentido aristotélico, y que defina, de una vez por todas, cuál es su pensamiento político estratégico y cuál es “su programa” para resolver el intríngulis socioeconómico de la sociedad salvadoreña. Sería exigirle más compromiso político con las mayorías populares, lo cual significaría, definir sin recovecos, cuáles serían las medidas a corto, mediano y largo plazo que su hipotético gobierno acometería para garantizar el equilibrio que debería de existir entre la distribución del poder del estado y la satisfacción de las necesidades mínimas materiales y subjetivas del pueblo trabajador en la sociedad salvadoreña.

Nuevas Ideas, en tanto movimiento social, es un vector resultante, nacido a partir de la suma de varias fuerzas políticas individuales y/o colectivas e ideológicamente heterogéneas.   Nuevas Ideas, como la gran mayoría de movimientos sociales surgidos en las últimas tres décadas a nivel mundial, nace como respuesta o reacción frente a la incapacidad política de los partidos tradicionales de derecha, izquierda y pseudoizquierda de resolver concretamente los problemas sociales y económicos de los sectores populares.

En la coyuntura política actual todo parece indicar que una parte importante de la población electoral estaría dispuesta a buscar nuevos derroteros y nuevos desafíos, lo cual significaría el fin de la hegemonía bipartidista FMLN-ARENA, entendidos estos partidos políticos como instrumentos administradores del poder del estado capitalista. El nuevo gobierno también sería un simple “administrador” del estado, sin el poder político necesario para llevar a cabo las reformas económicas, políticas y sociales que la sociedad salvadoreña necesita con tanta urgencia.

Las transformaciones o reformas “democrático-burguesas” necesarias para garantizar un mínimo de bienestar social en el país, es algo que ningún gobierno puede lograrlo en el transcurso de una, dos, tres o más legislaciones, sobre todo tomando en cuenta que el poder fáctico en El Salvador, es decir la oligarquía –en sus tres versiones:  cafetalera, industrial y financiera–, hará hasta lo imposible para impedir cambios sustanciales en el statu quo salvadoreño.

A pesar de toda la inseguridad que depara el futuro y con el riesgo de encontrarnos atrapados en el tiempo como en la película “El día de la Marmota” (Groundhog Day), pienso que vale la pena fortalecer el movimiento social Nueva Ideas, que hoy por hoy, se está perfilando como una alternativa al FMLN real y concreta. 

Aunque todavía está por verse qué tan nuevas son las ideas de Nuevas Ideas, lo importante es que en esta coyuntura electoral el pueblo tiene la posibilidad de poner fin a una etapa de la lucha de clases en El Salvador que se ha caracterizado por la enajenación político-ideológica y la obnubilación de la conciencia de clase para sí de una parte de la izquierda salvadoreña. 

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