¿Qué pasará al interior del FMLN sí pierde las elecciones presidenciales 2019?
A Gersón Martínez le tocó servir de telonero durante la presentación del
programa de gobierno del FMLN el recién pasado 20 de noviembre. Por lo general,
el telonero tiene la función de “calentar” el ambiente, antes que actúe la
atracción principal de un espectáculo. En este caso, la presentación de la fórmula
presidencial compuesta por Hugo Martínez y Karina Sosa.
No lo hizo mal, el ex Ministro de Obras Públicas, Transporte, Vivienda y
Desarrollo Urbano utilizando la retórica y la mística revolucionaria de
principios de la década de los ochenta del siglo pasado. El excomandante
guerrillero y miembro de la Comisión Política de las Fuerzas Populares de
Liberación Farabundo Martí (FPL-FM), se explayó como en los mejores tiempos de
la Guerra Popular Prolongada (GPP), documentada ésta en
la película realizada bajo la dirección del puertorriqueño Diego de la Texera
(1981) y supervisada por el comandante Valentín Hernández, alias Gersón Martínez,
“El Salvador, el pueblo
vencerá”. El exministro se refirió también,
entre otras cosas, de manera panfletaria al Gobierno Democrático Revolucionario
(GDR) y al Gobierno de Amplia Participación (GAP) propuestos por la alianza
FMLN-FDR (Frente Democrático Revolucionario) durante el conflicto armado, tal vez
para ilustrar mejor la metamorfosis política e ideológica experimentada en los últimos
35 años.
Entonces, en la tarde de presentación del programa de gobierno 2019-2024: Por
un país mejor, la palabra mágica que salió de la boca de los dos ex miembros de
las FPL fue: CAMBIO. Así, en mayúsculas.
Para reforzar la idea del “cambio” experimentado, no solo de forma
explícita sino subliminalmente, los realizadores del evento tuvieron la
brillante idea de incluir en el programa audiovisual a la argentina Mercedes
Sosa interpretando la canción “Todo cambia” del chileno Julio Numhauser.
Una vez finalizado el video clip, apareció Hugo Martínez micrófono en mano,
moviéndose sucesivamente de la izquierda a la derecha, deteniéndose un momento
en el centro, mostrando así, artísticamente, el zigzag político-ideológico
experimentado por el FMLN desde los acuerdos de paz en 1992 hasta ahora. Como todo
un cantante de rock, Hugo Martínez, agitó y vitoreó a todo gaznate que
el cambio seguro en El Salvador lo representa la fórmula presidencial Hugo y
Karina, pero también supo integrar a su discurso el ritmo lento de la banda
posrock Gregor Samsa.
Aunque es indiscutible que todo cambia en la vida, debido a las leyes
naturales, también hay que decir que “todo” en la vida es relativo y pasajero. Todos
los partidos políticos que intervienen en la lucha por el poder del estado son magnitudes
políticas y, como tales, se caracterizan por tener un módulo o longitud y una dirección
determinada. Cuando no dan respuesta concreta a los intereses de las clases sociales
que presumen representar, estos partidos tienden a desaparecer.
Bienvenidos sean los cambios, todos los cambios en la política e ideología
que experimenta un partido revolucionario marxista, siempre y cuando, éstos fortalezcan
la magnitud del partido, pero, sobre todas las cosas, cuando se mantiene el
mismo azimut, en la teoría como en la práctica.
¿Qué cosas han cambiado en El Salvador a nivel socioeconómico desde los
acuerdos de paz de 1992?
Según un análisis de la Universidad Católica de El Salvador de 1996, los
acuerdos de paz se concentraron fundamentalmente en dos campos: el político y
el judicial.
“Una revisión más detenida
de los acuerdos de paz, así como de sus documentos preparatorios, muestra que
la reforma política y judicial ocupó un lugar central en la negociación,
mientras que la reforma económica sólo fue abordada como tema secundario y en
aquellos aspectos que tenían que ver directamente con la transferencia de tierras
en zonas de conflicto y con la reinserción de los desmovilizados de ambos
ejércitos[1]”.
Tanto el partido ARENA, la garra política de la oligarquía salvadoreña, como
el FMLN se han intercalado en su papel de “administradores del poder” del estado,
constituyendo gobiernos elegidos de acuerdo con las leyes de la democracia
capitalista desde la finalización de la guerra en 1992 hasta la fecha.
Es decir, que tanto ARENA (4 periodos presidenciales) como el FMLN (2
periodos) han tenido casi 26 años para hacer que las condiciones de vida de los
trabajadores salvadoreños cambien de manera significativa. Y, la verdad es que
no lo han hecho. Por el contrario, con la dolarización de la economía
salvadoreña y la aplicación a raja tabla de las diez fórmulas del Conceso de
Washington empeoró la situación.
Basándonos en la teoría de las probabilidades y tomando en cuenta las
diferentes encuestas realizadas en las últimas semanas en El Salvador, la
probabilidad de que el FMLN pueda continuar administrando el poder de la clase
económica dominante y, en especial, el de la oligarquía salvadoreña, es mínima.
Salvo que ocurriera un milagro, Hugo y Karina son los seguros perdedores en 2019.
Ahora bien, con un santo salvadoreño en el cielo todo es posible.
Sí las diferentes encuestas aciertan con su pronóstico, el próximo
presidente de la República de El Salvador será el candidato del partido GANA,
el joven empresario Nayib Bukele.
Ya se verá en el camino, sí Bukele y su hipotético futuro gobierno, serán
capaces de poner fin a la cruenta guerra social en la que se encuentra
empantanada la sociedad salvadoreña desde hace más de 25 años. Yo en lo personal
me reservo el derecho a la duda.
¿Qué pasará al interior del FMLN sí pierde efectivamente las elecciones
presidenciales 2019?
Ojalá se produjera una catarsis político-ideológica en el sentido
gramsciano desde la base hasta la cúpula dirigente. Ya es tiempo de revisar y
reorientar la lucha política y económica e intensificar la lucha de clases. Es
vital realizar una autocrítica seria y profunda que conlleve al retorno de las
raíces populares, marxistas y revolucionarias. De lo contrario el FMLN-FM, seguirá
siendo una fuerza política, cuyo vínculo con su pasado glorioso e histórico
son solamente sus 6 letras. Tanto pragmatismo
político de hacer lo “concreto posible”, los ha llevado a olvidarse en los últimos
25 años de lo “históricamente necesario”.
Y, eso, compañeros, no puede ni debe suceder. Son muchos los que murieron
por la revolución salvadoreña.
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