Los dados están echados en El Salvador: ¡La carreta neoliberal se quedó sin bueyes!
“De querer ser a creer que se es ya, va la distancia de lo trágico a lo cómico” Ortega y Gasset
“La comedia es el genero literario de los
partidos conservadores –
escribe el filósofo español Ortega y Gasset en el capítulo 18, “La Comedia”, de
su tratado “Meditaciones del Quijote”–. De
querer ser a creer que se es ya, va la distancia de lo trágico a lo cómico.
Este es el paso entre la sublimidad y la ridiculez. La transferencia del carácter heroico desde la voluntad a la percepción
causa la involución de la tragedia, su desmoronamiento–su comedia. El espejismo
aparece como tal espejismo.”
La derrota del FMLN como la del partido ARENA en las recién pasadas
elecciones presidenciales es, sin lugar a duda, la victoria no de un partido ni
de un candidato en particular, sino el triunfo o “liberación
político-ideológica” de una parte importante del pueblo salvadoreño. Ni
siquiera la relativización de los resultados electorales en base a los
porcentajes de participación ciudadana, puede endulzar el sabor amargo de la
derrota. La fatamorgana seudo revolucionaria marxista se desvaneció.
Tanto el FMLN como ARENA funcionaron políticamente, a partir de los
acuerdos de paz que pusieron fin a la guerra civil en 1992, como la yunta encargada
de tirar del carruaje económico neoliberal.
Esta metáfora se me antoja más adecuada y más plástica para comprender el
papel desempeñado por estos dos partidos a lo largo de todos estos años. Tanto
los amigos de la guerrilla salvadoreña como sus enemigos se encargaron de limar
previamente los cuernos ideológicos a los dos bueyes, uno rojo y el otro negro,
en un largo proceso de domesticación. Una vez amansados, se les colocó el yugo
que los mantuvo unidos durante 27 años. La oligarquía salvadoreña con la puya en mano,
además de dueña de la carreta y todos los costales arriba, se encargó de “bandiar[1]”el
vehículo, unas veces puyando al buey rojo, otras veces al negro y otras tantas
al mismo tiempo a las dos bestias.
Ahora bien, sí los dados están echados en El Salvador y la carreta
neoliberal se quedó sin bueyes, es lógico preguntarse: ¿Qué pasará con la
carreta? ¿Quién ocupará el lugar de los bueyes? ¿Cuáles serán los nuevos
derroteros? ¿Cuál será el destino de los bueyes defenestrados? ¿El tiangue o el
matadero?
Muchas son las preguntas que todavía están abiertas y sin contestar en El
Salvador. Lo que sí está claro es que la carreta neoliberal todavía seguirá
dando vaivenes a lo largo y ancho del Pulgarcito de América y que Nayib Bukele
logró convertirse en el presidente de la república salvadoreña más joven de su
historia. Ahora él tiene la gran responsabilidad de hacer mejor las cosas o al
menos intentarlo.
En todo caso, la victoria obtenida por una parte del pueblo salvadoreño en
las urnas electorales el pasado 3 de febrero marcará un hito en la historia
política de El Salvador. A los salvadoreños del siglo XXI ya no se les venderá
el cielo con tamales y pupusas de chicharrón y queso con loroco.
No obstante, sigo opinando que la
oligarquía salvadoreña ronca pero no duerme y que todavía falta
muchísimo para llegar a una situación histórica en la cual las grandes mayorías
del pueblo salvadoreño, ya no estén conformes con la situación socio-económica
y política existente y que la oligarquía primitiva no sea capaz de seguir
determinando el destino del pueblo salvadoreño a sus anchas.
Por eso, hay que estar muy atento y movilizado, ya que la lucha continua.
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