XXXVII. Abril sangriento
Jorge fue a comprar los
periódicos a la estación central, tal como acostumbran hacer los extranjeros que
viven en Europa Central, debido a la escasez de estancos que ofrecen la prensa
internacional. Tomó del estante Le Monde
Diplomatique, Die Zürischer Zeitung,
The Guardian y El País. La noticia le congeló el pensamiento: "...Comandante
guerrillera asesinada en Managua... “
Cabizbajo entró a la
casa, bebió una taza de café amargo, encendió un cigarrillo y leyó
detenidamente las noticias y los comentarios. Su primer pensamiento fue suponer
que se trataba de un golpe de mano ejecutado por un comando especial del
enemigo.
"...No sería la
primera vez – pensó – que la ClA estuviera implicada en esta clase de atentados..."
La noticia del suicidio
del Comandante Marcial y la supuesta implicación de un comandante de las FPL en
el asesinato de la Comandante Ana Maria cayó como un balde de agua fría en el
colectivo de las FPL en Europa, donde la gran mayoría de los compañeros pensaba
que Marcial había sido también asesinado.
– ¿Tú lo conoces? –
preguntó Silvia, su compañera.
– No.
– ¿Qué piensas?
– No tengo la menor idea
de lo que está pasando – respondió Jorge sumergido en un mar de preguntas.
– Yo pienso que las
diferencias ideológicas son más serias de lo que tú supones – comento Silvia.
No sería la primera vez en la historia que la lucha ideológica se quiere
resolver a balazos o a cuchilladas. Piensa en Amílcar Cabral[1] , en Roque Dalton o en
Trotski. Según mi hermano, las FPL se van a quebrar...
– No creo – dijo Jorge mecánicamente.
– ¿Qué piensas hacer? –
preguntó Silvia.
– Esperar a que se
aclaren las cosas...
– Si, tienes razón. No es
conveniente decidir prematuramente – agregó Silvia.
Pero Jorge se equivocaba
en su apreciación. Las cosas no se aclararon, sino por el contrario, se
volvieron más confusas y contradictorias. A los pocos días, Gregorio, el
compañero responsable del partido en Europa, le comunicó que tenía que
trasladarse a Managua e integrarse nuevamente a las estructuras
correspondientes.
La llegada a Managua el 16
de mayo de 1983 fue todo lo contrario a lo que Gregorio días antes le había
asegurado. Nadie lo estuvo esperando en el aeropuerto. Supuestamente Edmundo lo
buscaría en el aeropuerto de acuerdo a las instrucciones del disciplinado y
pulcro Miguel Bonilla, alias Gregorio. Jorge oteaba por todas partes tratando
de reconocer el rostro conocido de Edmundo. A medida que el tiempo transcurría
se fue poniendo nervioso, mientras los cigarrillos se sucedían uno tras otro.
“…y ahora qué putas hago,
si este pendejo no llega – pensó…” A lo mejor se cambió de nombre y ahora se
llama Facundo Cabrón…
Y Edmundo brilló por su
ausencia. Así que tuvo que ingeniárselas para contactar al compañero
supuestamente extraviado. Después de varias horas, Jorge logró comunicarse con
Edmundo y se enteró que él no tenía la más mínima información de su llegada.
Al día siguiente llegó a
buscarlo un tal Daniel, quien lo contactó con la compañera Clara, responsable
del “hospital” de las FPL en Managua. Se trataba de una casa particular donde
se alojaban los heridos o convalecientes del frente de guerra. Algo había en el
ambiente en Managua que le llamó mucho la atención a Jorge. El asesinato de Ana
María, el suicidio de Marcial y la implicación de Marcelo en el atentado eran
temas tabúes. Incluso ni con Edmundo, con quien tenía más confianza, ya que era prácticamente
al único que conocía en esos momentos, se atrevió a mencionarlos ni tampoco
Edmundo hizo alusión alguna a la situación . Jorge estaba nuevamente solo como
en la montaña, pero esta vez literalmente solitario y con la cabeza llena de
pensamientos e inmerso en un mar de especulaciones y confabulaciones. Intuyó
que de ahora en adelante había que guardar silencio. La época de los
comentarios libertinos había pasado. Ahora le tocaba actuar con más cautela e
inteligencia, y esperar, esperar y esperar hasta que los hechos alumbraran las
oscuranas. Esa sería la consigna personal que se trazaría. No había querido
escuchar los consejos de su suegro, quien sabiamente le había recomendado
esperar a que las cosas se aclararan mejor, pero él había malinterpretado los
consejos de Aldebarán.
En la casa-hospital
reinaba la intranquilidad y la incertidumbre. Jorge acostumbraba visitar a los
heridos de guerra ya que conocía a la mayoría de ellos, todos antiguos
camaradas de la montaña. Ese día de principios de agosto, Clara lo recibió más
contenta que de costumbre.
– Vení, Jorge – le dijo.
Te tengo una gran sorpresa.
– ¡Medardo, por la legión
de putas! – exclamó Jorge emocionado.
– ¿Cuándo llegaste?
Medardo yacía en un sofá.
Jorge no esperó a que éste se pusiera de pie y de inmediato lo abrazó.
– Llegué ayer por la
tarde – respondió Medardo.
– ¡Esta sí que es una
sorpresa! ¿Qué tal está la China?
Jorge con tanta pregunta
no se había percatado que Medardo estaba herido de la pantorrilla derecha.
– Aquella está bien –
respondió el joven guerrillero.
– ¿Qué te pasó?
– Me hirieron en
Miramundo los cabrones – contestó Medardo.
No era la primera vez que
herían al jefe de pelotón. Durante el ataque a Nueva Trinidad el 31 de enero de
1982 una bala le había atravesado el muslo izquierdo. Esta vez la situación era
más grave. EI proyectil le había astillado la tibia y el peroné al joven
guerrillero, quien a la sazón había alcanzado el grado militar de teniente. Al
parecer los grados militares se habían adoptado recientemente en las
estructuras del ejército popular de liberación. Ahora había comandantes,
capitanes, tenientes, subtenientes.
– ¿Cómo te hirieron?–preguntó
curioso Jorge.
– Esta vez todo nos salió
mal – comenzó a relatar Medardo. EI terreno no se había explorado en los
últimos días y nos dejamos ir solamente con la información que se tenía de las
FES. La idea táctica tampoco fue la correcta. EI ataque comenzó con los morteros...
– ¿Con los morteros? ¿Y por
qué?
– Una nueva modalidad de
ataque – respondió sarcástico Medardo.
– Pero esa es una
modalidad de ataque de ejército regular – comentó Jorge.
– Algunas granadas no
explotaron – continuó narrando Medardo.
– A los primeros vergazos
los guardias se atrincheraron y por muchas granadas que les tirábamos no los sacábamos.
– ¿Con qué les
disparaban?
– Con las ametralladoras M
60...
– ¿Quién dirigió el
ataque aéreo?
– Rene.
– Al menos tuvo la
oportunidad de probar lo que decía saber – comentó Jorge.
– ¡Ese cabrón es pajero[2]! – dijo Medardo.
– Sigue contando, pues – invitó
Jorge.
– La malla metálica la rompimos
con las cargas acumulativas y por allí nos metimos.
– ¿Quiere decir que se
metieron hasta adentro?
– Pues sí.
– ¡Ah! Yo pensé que no
habían logrado penetrar – dijo Jorge.
– EI problema fue que los
hijos de puta estaban bien parapetados.
– ¡No podíamos avanzar ni
un centímetro! Bueno, para no cansarte amaneció. Intentamos sacarlos con el
“noventa[3]”. ¡Ni mierda! Ahí quedó el
compa tendido.
– ¿Cayó Walter? –
preguntó Jorge.
– No, no era Walter. Era
otro compa. Teníamos el gran huevo de sacar el “noventa” de ese lugar. ¿Te
acordás de Miguel?
– Sí.
– Pues fijáte que Miguel
gritó que lo cubrieran y corrió hasta el lugar donde había caído el compa. Se
colocó el cañón en la espalda y comenzó a arrastrarse. Hasta que una bala lo
mató. Así fue como recuperamos el arma, de lo contrario nos la hubieran
requisado los pisados.
– ¡Qué huevos los de
Miguel! – comentó Jorge.
– Miguel era calidad – dijo
Medardo con la vista perdida en el techo.
– Y a vos, ¿cómo te
hirieron?
– A mí me hirieron cuando
tratábamos de sacar la “cincuenta” de la línea de fuego.
– Y que estaba haciendo
la ametralladora ahí – preguntó extrañado Jorge.
– La habíamos puesto para
que protegiera el avance de los compas. Allí cayó “Joaquín Treinta”...
– ¡No jodas!
– Fijáte que la “China”
cuando se dio cuenta que estaba herido quería protegerme con su cuerpo. Tuve
que pegarle un grito para que se tendiera en el suelo. Los cabrones no dejaban
que nadie se me acercara.
– ¿Y cómo te sacaron?
– ¡Nadie me sacó! Yo me fui
arrastrando poco a poco, aprovechando que los compas habían concentrado fuego,
hasta que por fin salí de la línea de fuego. Después me llevaron al hospital.
– ¡Cayó bastante gente en
Miramundo! – exclamó Jorge.
– Más de siete compas –
comentó secamente Medardo.
La herida se había
infectado y Medardo corría el peligro que una osteomielitis lo dejara cojo para
toda la vida. Por el momento lo estaban tratando con antibióticos sumamente
fuertes, no obstante la lesión le supuraba constantemente, lo cual era un
indicio que los antibióticos aún no tenían los efectos deseados. De vez en
cuando brotaba en la superficie de la piel una astilla de hueso.
Semanas más tarde, Medardo
sería operado de la pantorrilla con todo éxito, regresando meses más tarde al
frente de guerra.
De los problemas internos
del partido nadie hablaba nada. Ni tampoco de la desmovilización de las
Unidades de Vanguardia. EI tema preferido de los guerrilleros continuaba siendo
la guerra. Aparentemente todo seguía su curso normal. Es decir, la muerte estaba
tan inmersa en la cotidianidad de los guerrilleros que el asesinato de la
comandante Ana María y el suicidio del comandante Marcial, dos de los
principales dirigentes de las Fuerzas Populares de Liberación, formaba parte de
la dinámica de la guerra. La mayoría prefería narrar las historias de los
combates o contar anécdotas, a conversar sobre asuntos tan delicados como los
que habían ocurrido semanas atrás.
Jorge había conocido a
Nelson en las unidades de vanguardia. Muchas veces habían conversado en la
montaña y encontrarlo allí inesperadamente le causó gran sorpresa.
– Hola, Jorgito, ¿Cómo
está? – preguntó Nelson.
– Bien. ¿Y tú qué tal?
– Dicen que estoy malo de
la cabeza, pero ya me siento mejor. Los compas me están dando medicinas.
La mirada de Nelson
recobraba por instantes la viveza de felino montuno de antaño, agazapado en la
hierba dispuesto a lanzarse al asalto.
– Aquí no me gusta mucho –
dijo Nelson con la vista hacia el suelo.
– No nos dejan salir.
Dígale a los compas que ya estoy bien – suplicaba.
– En el rato menos
pensado te mandan otra vez al frente – comentó Jorge.
– Se acuerda cuando usted
le daba carreta[4]
a Samuel. Reía Nelson a carcajada suelta.
Cada recuerdo de la
montaña lo alteraba. Los médicos habían prohibido terminantemente hablar con Nelson
acerca de la guerra. Era evidente que padecía del síndrome de estrés postraumático.
– Compa Nelson – dijo la
enfermera. Ya es hora de la pastilla.
– Mire compa, ésta es la
medicina que estoy tomando – señalaba Nelson mostrando el fuerte barbitúrico.
¿Usted cree que me voy a curar?
– ¡Claro que sí! Tienes que
obedecer todas las instrucciones que te dan los compas médicos.
– ¿De verdad compa?
–En serio. Te vas a
recuperar pronto...
Nelson fue conducido a su
cuarto. Los calmantes lo sumergían en un sueño embrutecedor.
Braulio también estaba
trastornado. Había perdido la razón durante la emboscada de EI Barrancón. Al
ver aproximarse el vehículo blindado se había puesto histérico:
"...EI Mazinger! !EI Mazinger! – había comenzado a gritar en plena
emboscada, fuera de sí..."
Muchos eran los que
guardaban reposo en aquel improvisado hospital en las orillas de Managua curándose
de las heridas invisibles, limpiando las telarañas que deja la guerra en la
mente. La psicosis de guerra les había destruido el equilibrio emocional.
Se hablaba con más
facilidad acerca de las heridas del cuerpo o de las enfermedades contraídas en
el frente, no así de las lesiones de la psiquis que seguían siendo un tabú.Pero,
la guerra no perdona ni cuerpo ni alma ni familiares.
Nadie salía ileso de la
guerra. Las heridas de la carne sanaban con el bálsamo milagroso de la ciencia,
pero las del alma, aquellas que se desgarraban en el fondo de la mente, esas
sangraban toda una vida...
Nelson se quitó la vida
dos semanas más tarde. EI proyectil de la Smith & Wesson”38”Special le
había destruido la masa encefálica. EI papel escrito con letra de niño fue su único
testamento: "!…Comandante Marcial, sigo tu ejemplo! ¡EI pueblo vencerá!
Cerdos, Belcebú, la chancha negra, malditos, diablo te espero, chanchos,
malditos, te mataron Comandante, te mataron Comandante, te mataron Comandante.
Seguiremos tu ejemplo, Belcebú, Belcebú..."
La muerte de Nelson dejó abierta
una discusión que nunca se llevó a cabo. Así como Nelson, más allá de su psicosis
de guerra, muchos combatientes estaban convencidos que a Marcial también lo
habían asesinado. Muy pocos creían en la versión del suicidio.
Jorge llenaba el tiempo con
la lectura aunque las páginas de los libros no satisfacían la voracidad de
conocer los misteriosos sucesos en que el partido estaba inmerso. La
incertidumbre, la desconfianza, las miradas intrigantes y los comentarios a
media voz tensaban los nervios. En el traspatio de la casa donde vivía se mecían
los almendros dulcemente con la brisa. Las últimas semanas habían parido
solamente noticias con sabor a hiel. La muerte del “Negro Hugo” llegó a
engrosar la lista de los “amigos” de Jorge caídos en combate. Aunque el término
“amigo” no correspondía estrictamente al carácter de la relación, era
simplemente una forma de establecer un nivel afectivo diferente. EI hecho de
mecerse tranquilamente en la hamaca le torturaba los pensamientos. Las noticias
anunciaban el éxito de la ofensiva guerrillera Comandantes Ana María y Marcial:
¡Juramos vencer!
Jorge continuaba sin
atención partidaria, situación a la cual ya se había acostumbrado en los últimos
dieciocho meses. No obstante, resultaba muy extraño que no hubiera ninguna
directriz o instrucción al respecto. Los responsables del partido tampoco se
preocupaban por integrarIo a las actividades partidarias, todo parecía indicar
que en esos momentos no había nadie de dirección en Managua que se ocupara de
estos asuntos. La Comisión Política de las FPL preparaba aceleradamente la
reunión del séptimo Congreso Revolucionario, máximo organismo de dirección del
partido. Ahí se elegirían los nuevos responsables, y se definiría la nueva
línea estratégica y táctica de Las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo
Martí.
Mientras tanto, en el hospital las contradicciones se hacían sentir cada
vez más. De facto se habían formado dos grupos.
Cada semana llegaban
nuevos heridos del frente de guerra. El local no prestaba las condiciones
necesarias para alojar a tantos combatientes. Las costumbres continuaban siendo
militares. Por las tardes, todos los que se podían sostener de pie formaban
escuadras y rendían honores a la bandera roja. ¡Marcial, Marcial, Marcial!
seguía siendo el único Comandante en el hospital, a pesar que no todos gritaban
a viva voz la vieja consigna.
EI caos partidario
reinaba por todos lados. Órdenes y contraórdenes cruzaban de extremo a extremo.
En el ambiente vagaba un olor a podrido, pero no por las heridas mal curadas de
los combatientes. EI coloso de la década del setenta yacía en el suelo, descomponiéndose
lentamente. EI harakiri mortal había abierto una profunda herida en el vientre
guerrero de aquella organización político-militar fundada en un día de abril,
en primavera, en la época del resurgimiento de un mundo nuevo, más justo, lleno
de esperanzas y deseos reales de victoria popular.
Mientras tanto, la guerra
continuaba en EI Salvador. Las unidades de vanguardia habían cruzado la
frontera natural de Suchitlán, realizando así el sueño del Comandante Bernardo
Torres.
La situación en Centroamérica
y el Caribe se agudizaba día a día. Los periódicos revelaban un plan secreto para
invadir Nicaragua y EI Salvador, y ataques aéreos al aeropuerto internacional
José Martí en Cuba.
Jorge recibió a
principios de septiembre la noticia que German estaba en Managua. Solamente
pudieron conversar unas horas, pero tiempo suficiente para hablar sobre el
desarrollo de la guerra, la muerte de Bernardo y sobre su situación partidaria
en esos momentos.
Semanas más tarde, la
dirección del partido en Managua eligió a seis guerrilleros para que
participaran en un curso de preparación político-militar en un lugar
desconocido. Jorge formaría parte del grupo.
XXXVIII. La muerte súbita de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí
Jesús, un joven
guerrillero, alto, fornido y bonachón como el oso Yogui de la serie infantil de
los años sesenta, había quedado tuerto a raíz de una lesión de guerra en el
frente oriental; él sería el jefe militar y Jorge asumiría la responsabilidad
política del grupo de participantes de las FPL-FM. Todos los guerrilleros de
las FPL-FM tenían experiencia de guerra, así como la gran parte de los
participantes del FMLN. El único que no tenía experiencia de guerra era Alex[5], un jovencito inteligente
y muy culto, militante del partido comunista. Un diamante político en ciernes.
– ¿Qué te parece si
estudiamos juntos? – preguntó Víctor.
– Claro, ¡por qué no! – respondió
Jorge. ¿Tienes algún tema concreto?
– No tengo ninguno, pero
pienso que mientras estamos acá podemos leer algún libro – comentó Víctor.
– Me parece muy buena
idea. Que te parece si comenzamos con este – Jorge indicó un ejemplar de
editorial el Progreso.
– Está bien, se trata de
aprovechar el tiempo libre y no aburrirnos. Además que la lectura colectiva es más
productiva – dijo Víctor.
– Tal vez los otros
compas quieran participar – manifestó Jorge.
– Si tienen ganas, por mí
no hay ningún problema – señaló Víctor.
Jesús se opuso a ese tipo
de estudio arguyendo que había que esperar el plan de educación política-ideológica
del partido. No hubo forma de convencer al jefe militar que no tenía nada de
malo leer otras cosas. A pesar de la resistencia de Jesús, Víctor y Jorge decidieron
llevar a cabo el proyecto. Gonzalo, un “viejo conocido” de Jorge desde los
tiempos en la FES se sumó a la lectura colectiva. Gonzalo había participado en
la famosa emboscada de Los Corrales. Días más tarde se integró Beto, a quien
cariñosamente le llamaban el “Viejito” y por último Rogelio.
La noche de noviembre
estaba fría y el cielo lucía millones de estrellas, cosa además muy normal en
Centroamérica y la Cuenca del Caribe en esa época del año. Jorge no lograba
reconciliar el sueño. EI café de Rogelio había quedado más fuerte que de
costumbre. Se levantó de la litera y salió al jardín de la residencia. Las
estrellas danzaban alegres en rededor de la luna llena. EI silencio nocturno se
interrumpía cada vez que los grillos alzaban en coro su voz chillona. Encendió
un cigarrillo y se sentó en la mecedora bajo una madreselva en flor. EI aroma
del tabaco se mezclaba con el rico perfume de las flores de la planta
trepadora.
– ¿No tenés sueño?
Jorge sobresaltado giró
violentamente la cabeza hacia el lugar de donde venía la voz,
– Me asustaste – exclamó
percatándose que se trataba de Víctor.
– Yo tampoco tengo sueño –
dijo Víctor tomando una silla y colocándola junto a Jorge.
– Está linda la noche – comentó
Jorge.
– ¿Y tú puedes orientarte
en la noche? – preguntó Víctor.
– Más o menos... ¿Y tú?
– Yo conozco algunas
constelaciones – respondió. Con Casiopea
y la Osa Mayor puedas ubicar el Norte.
– ¿Cómo? – preguntó Jorge.
– ¿Conoces la Osa Mayor?
– ¡Claro! – respondió Jorge.
– Mira. La distancia
entre las dos últimas estrellas que forman el cazo... ¿Te ubicas?
– Si…
– Pues bien, esa
distancia la proyectas mentalmente cinco veces en línea recta y vas a toparte
con una estrella brillante. Esa es la estrella polar que al mismo tiempo es la
última de la cola de la Osa Menor.
– No sabía eso –
manifestó Jorge. ¿Y con Casiopea?
– También es fácil – dijo
Víctor. Si trazas una línea recta partiendo desde el vértice de la “M” llegarás
también a la estrella Polar.
– No entiendo...
– ¿Ubicas a Casiopea? –
preguntó Víctor.
– SI. Esa que tiene forma
de “W” o “M” invertida….
–Claro. Divide el ángulo
que está al medio por medio de una bisectriz...
– Ya. Claro tienes razón...
– Con el reloj también se
puede orientar uno – comentó Víctor.
– ¿Sabes cómo?
– No.
– Pásame tu reloj –
ordenó Víctor.
Jorge se quitó el reloj
de pulsera y se lo entregó a Víctor.
– Imagínate que fueran
las nueve de la mañana – dijo Víctor. La horaria la colocas en dirección al
sol. AI ángulo que se forma entre la horaria y las doce le trazas la bisectriz.
En esa dirección está el Sur. Creo que en las regiones tropicales el ángulo se
forma entre la horaria y la una.
– ¿Pero cuál de los dos ángulos
tengo que dividir? – preguntó preocupado Jorge.
– ¡Ah, claro! Siempre tienes
que tomar el ángulo menor. Por las mañanas, en el sentido de las agujas del
reloj y durante la tarde en sentido contrario. ¿Comprendes?
– Si…
– Mañana vamos a
practicar – señaló Víctor.
– ¿Y por la noche se
puede orientar con el reloj? – preguntó Jorge.
– También. Pero no me
recuerdo muy bien cómo hay que hacerlo.
– ¡Bueno Víctor! Y tú, ¿por
qué sabes tantas cosas de topografía?
– Es que hice un curso
especial – respondió. Yo estaba asignado a trabajar en la montaña...
– ¡La puta que lo parió!
Y yo cuando entré al frente no tenía idea de nada – comentó Jorge.
– ¿En qué frente
estuviste?
– En Chalate – contestó Jorge.
– ¡No jodás! – exclamó Víctor.
– ¿Tú sabes cómo le dicen
al Frente Norte? – preguntó Jorge.
– No sé...
– Te das cuenta que te
pillé. ¡Tú sabes encontrar el Norte, pero no sabes cómo se llama el frente! Le
dicen Hollywood – comentó Jorge.
– ¿Por qué? – preguntó
curioso Víctor.
– !Porque allí viven todas
las estrellas!
Ambos rieron fuertemente
olvidándose que adentro dormían los otros compañeros.
– ¿Y cómo es la vida en
la montaña? – preguntó Víctor.
– AI principio es muy dura.
Por lo menos para quien no está acostumbrado a la vida en el campo. Yo me
imagino que el trabajo en la ciudad es más difícil. En la montaña tienes la
ventaja de enfrentar al enemigo frente a frente. Puedes esconderte en el monte
huir o entatusarte. En la ciudad hay que ser cien por ciento conspirativo, hay que
tener nervios de acero. EI único problema en la montaña, desde mi punto de vista
militar, son los bombardeos y las invasiones; pero incluso a eso te acostumbras.
– ¿Y conociste a Marcial?
– No, Cuando entré al
frente, Marcial ya había salido – respondió Jorge. ¿Y tú?
– Yo sí lo conocí – dijo Víctor.
– ¿Cómo era él?
– Era muy suave y
cariñoso en el trato con los compañeros.
Parecía un abuelito
bonachón. Siempre que te pedía algo no olvidaba decirte por favor. Era muy
sencillo y modesto. Eso sí, muy disciplinado y exigente. No permitía relajamientos...
– Allá en el frente la
gente de masas y la tropa lo querían mucho – intervino Jorge.
– ¡Quien no quería al Tío
Ho! – exclamó Víctor.
No era la primera vez que
Víctor tocaba el tema de Marcial en diferentes tonalidades, pero siempre en el
sentido positivo. Jorge se limitaba a plantear preguntas generales, se abstuvo
de entrar en detalles político-ideológicos, pues la verdad es que no estaba seguro
sí se trataba de un chequeo por parte del compañero. Nunca lo supo, pero el interés
de Víctor por conocer si Jorge era marcialista o no era más que evidente.
Eran las siete y diez de
la noche del nueve de diciembre de 1983. EI grupo de guerrilleros se encontraba
alrededor de la mesa tratando de sintonizar la frecuencia de Radio Farabundo
Martí. La noticia los dejó paralizados en sus asientos. Se vieron mutuamente
las caras, pálidas por el golpe inesperado. Era como una emboscada informativa
de aniquilamiento. Los seis guerrilleros parecían como petrificados. Anonadados
y boquiabiertos escuchaban los sonidos de la voz del locutor que llenaba el
ambiente frío de éter etílico político e ideológico. Eran seis cuerpos
congelados arrojados al patíbulo, parecían un amasijo hecho de músculos fofos y
neuronas cortocircuitadas. La amalgama de argumentos salía lentamente, como
sale la masa de harina en una amasadora de la Rusia pos zarista. La hoguera
medieval ardía atizada por los vientos de la nueva Santa Inquisición. EI telón,
ennegrecido por las intrigas y confabulaciones palaciegas se cerraba lentamente
con más furia que todas las guerras santas juntas, que siempre son injustas. La
voz del compañero locutor salía pausada, pero el timbre expresaba máxima tensión
de las cuerdas vocales. Solamente él sabía en su fuero interno, sí creía en lo
que estaba transmitiendo o si solamente estaba leyendo mecánicamente una
ordenanza militar.
La leña seca acumulada en
laboriosa faena zapadora, pérfida se ofrecía a las llamaradas de la hoguera
inquisitoria. El alegato histórico de los fiscales con charretera, mezclado con
epítetos burdos y adjetivos peyorativos, pretendía hundir en el fango a un
revolucionario probado en la lucha de clases y además querido y respetado por
el pueblo salvadoreño. Las acusaciones quemaban más que el látigo embustero del
enemigo imperialista. Los cuentos de depuraciones añejas de Nikita el
guerrillero levantando la voz y el dedo acusador contra Stalin en su discurso “secreto”
en el vigésimo congreso del partido comunista soviético, eran reeditados con el
mismo lenguaje gris burocrático-soviético de la época de las depuraciones de
los años 1937 y 1938. La voz agitadora salía del minúsculo parlante penetrando
como gusano los rincones más recónditos y clandestinos de los seis
guerrilleros: “….En el mes de agosto del
presente año, realizamos la séptima reunión plenaria de nuestro consejo
revolucionario, máximo organismo de dirección de nuestro Partido FPL
"Farabundo Martí", donde en un marco de intenso trabajo, con gran
seriedad, responsabilidad y elevada cohesión político-ideológica, los
concejales discutimos y profundizamos los principales problemas de la guerra
popular de nuestra organización y de nuestro pueblo, dotando a nuestro partido
y al pueblo:
a) De una profunda valoración del asesinato de
nuestro segundo responsable, comandante Ana María, y del suicidio de nuestro
primer responsable, Marcial, haciendo una científica valoración de los hechos.
b) De un fortalecimiento de los máximos organismos
de dirección de nuestro partido: El Consejo Revolucionario y el Comité Central,
eligiendo a nuestro primer y segundo secretarios.
c) De un profundo análisis científico de la
situación nacional e internacional, así como del desarrollo de la guerra y de la
correlación de fuerzas en lo interno y en lo internacional, a partir del cual
se trazaron las líneas estratégicas para el presente período, retomando y
enriqueciendo nuestra línea estratégica general.
Como resultado de las investigaciones y
valoraciones sobre el doloroso y repudiable asesinato de la compañera Mélida
Anaya Montes, comandante Ana María, y el suicidio de Salvador Cayetano Carpio,
Marcial, el Consejo revolucionario de las FPL concluyó lo siguiente:
Que Salvador Cayetano Carpio, quién era nuestro
primer responsable y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Populares de
Liberación, entró en los últimos años en un proceso de descomposición
ideológica y política, que lo llevó a serias deformaciones y desviaciones que
culminaron con el asesinato de la compañera Ana María, del cual fue el
principal promotor y responsable. Entre estas desviaciones estaban las
siguientes:
1. Marcial desarrollo una exagerada
auto-estimación, que lo llevó a considerarse como el más consecuente, puro e
intachable revolucionario de nuestro país e incluso de la región, como el único
intérprete verdadero del proletariado salvadoreño y de nuestro pueblo, con una
fuerte inclinación a ser elogiado y alabado, y a sobreponer su persona y sus
opiniones por encima del colectivo y de los organismos del partido, a proteger
y a dedicar su atención únicamente a quiénes lo aplaudían ciegamente y al mismo
tiempo ver a los demás con desconfianza; veía a quiénes no aceptaban sus
posiciones como un peligro para la revolución, como instrumentos inconscientes
de los enemigos de esta.
2. Producto de este exacerbado amor propio,
Marcial fue cayendo en un serio atraso político y una incapacidad de poner su
pensamiento y su acción a la altura de las demandas históricas que planteaba el
desarrollo de nuestra revolución. Marcial se aferró a esquemas y a un
planteamiento dogmático y sectario, el cual junto a su obstinación por hacerlo
prevalecer a cualquier costo se convirtió en retranca para el avance de las
Fuerzas Populares de Liberación (FPL) "Farabundo Martí" y ejerció
influencias negativas en el proceso unitario de las fuerzas revolucionarias en
su conjunto, dañando así el esfuerzo por la liberación de nuestro pueblo.
Mientras tanto, la experiencia viva de la lucha adquirida a costa de sangre de
miles de compañeros y la asimilación de las enseñanzas revolucionarias de otros
pueblos, llevaron al conjunto de nuestra organización, dirección, cuadros y
base a avanzar junto con la lucha de nuestro pueblo, enriqueciendo el
pensamiento y desarrollando las líneas y orientaciones, abriéndose así, en el
marco de las normas partidarias, de los estatutos que rigen a nuestro partido.
3. Las desviaciones de Marcial se fueron agravando
en la medida que se desarrollaba la guerra popular y la necesaria lucha ideológica
interna para responder a dichos avances. Empecinado en sus opiniones y con las
negativas características de su personalidad, Carpio se valió de su condición
de primer responsable de las FPL "Farabundo Martí" para hacer
prevalecer sus opiniones. Fue violando cada vez con más frecuencia y en asuntos
cada vez más trascendentes los principios revolucionarios de funcionamiento de
nuestro partido, irrespetando a los organismos de dirección como sus decisiones
y acuerdos ya aprobados colectivamente por los mismos, actuando a espaldas a
nuestro partido. El aspecto más agudo de esta conducta de Carpio se dirigió en
contra de la compañera comandante Ana María, Mélida Anaya Montes, segunda
responsable de las FPL, a quien veía con rivalidad, con un exagerado egocentrismo
y al final con odio, opinando que Ana María le hacía sombra a su prestigio
personal. Marcial fue alejándose cada vez más de la dinámica del pensamiento
colectivo de nuestra organización y de los organismos de dirección, quiénes
nunca lo apoyamos en su actitud contra Ana María.
4. Mientras todo el colectivo de dirección de las
FPL "Farabundo Martí" se ligaba estrechamente a las bases de nuestro
partido, masas y combatientes, librando junto a ellos la lucha diaria de
nuestro pueblo, Marcial se fue alejando de la dirección y de la base,
rodeándose de un grupo de elementos, que veían en la relación con él, una
fuente de prestigio y de autoridad dentro de nuestro partido. Estos elementos
rendían un verdadero culto a la personalidad de Marcial, le adulaban, lo
protagonizaban, derivando de un verdadero fanatismo a su persona, que si bien
no logró apoderarse de la mente y sentimientos de la militancia de las FPL, sí
afectó a algunos compañeros.
5. En enero y febrero de 1983, tuvieron lugar
reuniones de la comisión política y luego del comando central de las FPL
"Farabundo Martí", preparatorias del séptimo consejo revolucionario,
máximo organismo de nuestro partido. En dicha reunión, Marcial aprobó acuerdos
y medidas que permitirían aplicar nuestra línea estratégica general popular de
liberación. Salvador Cayetano Carpio, como miembro de esos organismos y primer
responsable de ellos, tuvo la más amplia oportunidad para argumentar a favor de
sus puntos de vista, pero no lo hizo con honestidad y franqueza, ni frente al
colectivo, donde nunca tuvo la valentía proletaria de plantearlos ante los
organismos colectivos de dirección: La comisión política y el comando central.
Por el contrario, usó métodos para confundir a sus miembros, lanzando
acusaciones denigrantes contra Ana María, que contradecían a las más
elementales normas de ética revolucionaria y degradaban moralmente al mismo.
Por esos procedimientos viciados, sus métodos e intenciones malsanas fueron
rechazadas. Marcial sufrió así una derrota política y una derrota moral por
todo el pleno del comando central, con la única excepción de Marcelo. Sin
embargo, todavía la comisión política y el comando central no percibieron la
profundidad y la gravedad real de las deformaciones ideológicas de Marcial, de
ahí que las medidas adoptadas por estos organismos apuntan constructivamente a
propiciar un contexto para favorecer su corrección y fortalecer la unidad y la
cohesión de nuestro partido, las fuerzas populares de liberación -FPL-
"Farabundo Martí". El colectivo le hizo a Marcial los señalamientos y
críticas en la forma más fraterna, propiciando a la vez condiciones partidarias
para que superara el problema como revolucionario. El comando central, en una
expresión de madurez y alto espíritu partidario, reiteró su confianza en
Marcial como primer responsable y fundador de nuestra organización. Confió en
su capacidad para superar sus debilidades y corregir sus desviaciones. Pero
Marcial ya no estaba ubicado dentro de los intereses colectivos del partido de
las fuerzas revolucionarias, de la clase obrera ni del pueblo. Marcial había
dejado de ser aquel dirigente del pueblo conocido en el pasado. Graves
deformaciones políticas, ideológicas y morales estaban terminando de afectar su
conducta y responsabilidad, agregando a todo ello su rezago en relación a la
realidad político-militar del proceso y de nuestro partido.
6. Salvador Cayetano Carpio, habiendo perdido ya
toda la perspectiva y el respeto que para las FPL "Farabundo Martí",
merece la confianza de nuestro pueblo, enceguecido por sus ambiciones políticas
y su fanático auto-engrandecimiento, ordenó y planificó junto con Marcelo el
asesinato de la compañera comandante Ana María, perdiendo así el mismo su
calidad de revolucionario y dirigente de nuestro pueblo, utilizando para ello
un grupo de combatientes sujetos a la disciplina militar y en complicidad con
elementos del personal de seguridad de la compañera. Descubierto Carpio en su
crimen, optó en su último acto de cobardía política, por el suicidio para
evadir su responsabilidad y salvar su nombre ya manchado por la infamia que el
mismo se echó encima. Prefirió morir manteniéndose aferrado a su egocentrismo y
auto enervación. Antes de suicidarse, Marcial añade a su ya incorregible
cobardía política, una nueva infamia escribiendo unas cartas, una de ellas
dirigida al Comando Central, donde presenta los hechos como una conspiración de
falsos revolucionarios en contra de lo que él denomina su intachable
trayectoria de verdadero revolucionario. Marcial dejó así veneno, para continuar
dañando a la revolución y a nuestra organización. En una acción igualmente
desesperada y ciega para salvar su imagen por encima de todo. Pero el asesinato
que cometió contra Ana María está totalmente probado. El séptimo consejo
revolucionario de las fuerzas populares de liberación "Farabundo
Martí", realizado en el mes de agosto de 1983 en Chalatenango, conoció
estas pruebas concluyentes y estudio el fenómeno en toda su profundidad, en sus
factores determinantes y condicionantes, adoptando una resolución de condena a
Marcial por unanimidad. Estos acontecimientos, deformaciones y desviaciones no
tienen precedentes en la vida de las FPL "Farabundo Martí", sin
embargo, producto de la confusión, el resentimiento, oportunismo y el fanático
culto a la personalidad de Marcial, algunos pocos ex compañeros fueron
sorprendidos y han llegado al extremo de separarse de nuestro partido, tratando
de fraccionar y dividir la unidad interna de las FPL, con métodos desviados y
dañinos para la revolución y para nuestro pueblo que sólo favorecen al enemigo.
Este grupo sostiene las posiciones atrasadas, sectarias y anti-unitarias
levantadas por Marcial. Niega el papel de vanguardia revolucionaria del FMLN, y
se autoproclaman únicos representantes de la clase obrera, niega el papel que
pueden jugar en nuestro proceso todas las fuerzas democráticas y progresistas
junto a las clases trabajadoras. Están impregnados de un profundo pensamiento y
práctica anti-partido. A este grupo de individuos está ligado el recién
aparecido Movimiento Obrero Revolucionario "Salvador Cayetano
Carpio", con ello pretenden levantar la figura de Carpio ante nuestro
pueblo, ocultando y encubriendo lo que está claro y comprobado: Que Marcial
terminó traicionando los intereses de la clase obrera y de todo nuestro pueblo,
haciendo un irreparable daño a la revolución.
Frente a todas las calumnias propaladas por este
grupo acerca de supuestas desviaciones de las FPL "Farabundo Martí",
y de todo el FMLN, hay un hecho indiscutible que está a la vista de todo el
mundo. El poderosos avance revolucionario, las contundentes victorias político
-militares, conquistadas por las fuerzas del pueblo, la crítica situación
político militar en que se encuentra la dictadura, el hecho incuestionable del
avance en el proceso unitario y consolidación del FMLN. Los revolucionarios
conocemos a profundidad las prácticas y medidas desarrolladas por el
imperialismo y la reacción mundial encaminados a destruir los movimientos
revolucionarios, para lo cual trazan como uno de sus primeros objetivos la
división de las organizaciones de vanguardia de los pueblos. En nuestro país
son innumerables los esfuerzos y las medidas que el imperialismo yanqui y sus
títeres internos implementan para dividir la vanguardia de nuestro pueblo, el
FMLN, y a cada una de sus organizaciones integrantes, para nadie es desconocido
que recientemente en Grenada un grupo de revolucionarios fue instrumentalizado
directa e indirectamente por el imperialismo para provocar una división y
enfrentamiento dentro del partido “Nueva Joya”. Creó las condiciones propicias
a los agresores imperialistas yanquis para justificar y consumar la invasión a
Grenada, asestándole un golpe estratégico a la revolución. Llamamos a este
grupo a la cordura y a la reflexión, a comprender que su actitud es dañina a
los intereses del proletariado y de todo el pueblo, siendo el enemigo el único
beneficiado. La actitud de todo revolucionario ante los nefastos planes del
imperialismo, la oligarquía y su dictadura títere es fortalecer la unidad interna
entre los revolucionarios y consolidar el FMLN.
Para finalizar, el Comité Central de las Fuerzas
Populares de Liberación (FPL) "Farabundo Martí", al pueblo
salvadoreño y a los pueblos del mundo, expresa:
1. Que les manifestamos a todos aquellos compañeros
confundidos o engañados que las filas de nuestra organización están abiertas
para todos los que quieran volver a incorporarse cerrando filas y unificando
nuestros esfuerzos para derrotar a los enemigos del pueblo.
2. Que condenamos el brutal asesinato de nuestra
compañera Ana María, segunda responsable del nuestra organización, así como a
los responsables del mismo, Salvador Cayetano Carpio "Marcial" y
Rogelio Bazzaglia "Marcelo" y demás participantes. De igual forma
reprobamos el cobarde suicidio de Carpio.
3. Que la pérdida irreparable de la inolvidable
compañera Mélida Anaya Montes, forjadora y baluarte del pensamiento unitario de
nuestro pueblo, fortalece la moral combativa de nuestra organización, la
decisión de fortalecer el desarrollo unitario del FMLN, la decisión de lucha
infatigable, profundiza nuestro amor al pueblo y la resolución de vencer, la
voluntad de ser libres, llevar la revolución contra el imperialismo y la
explotación hasta el final.
4. Las FPL "Farabundo Martí", estamos
comprometidas indisolublemente con la clase obrera y el pueblo. Nuestra
fortaleza, nuestra convicción y nuestra decisión descansan en la inquebrantable
confianza, en la ilimitada capacidad creadora y revolucionaria del proletariado
y del pueblo y de la confianza absoluta en la victoria popular.
5. Las FPL "Farabundo Martí", como
organización revolucionaria templada en el curso de la heroica lucha del pueblo
salvadoreño es capaz de depurarse y avanzar con firmeza en el fortalecimiento
de la unidad de todo el pueblo y en el desarrollo de la lucha revolucionaria.
6. Que la reunión plenaria del séptimo consejo
revolucionario de nuestra organización, ratificó la línea estratégica,
político-militar de nuestra organización y la enriqueció con la base en las
nuevas experiencias y exigencias de la revolución, la denominación del séptimo
consejo revolucionario "Todo el pueblo dispuesto a derrotar la
intervención del imperialismo yanqui", dedicado a nuestra segunda
responsable comandante Ana María y demás héroes y mártires de la revolución,
recibe el espíritu y la disposición de las FPL y de todo el pueblo de combatir
y vencer a las tropas yanquis y de otros países títeres del imperialismo que
agraden nuestro suelo patrio. Al mismo tiempo, trazó los lineamientos para
contribuir junto al FMLN a alcanzar la victoria popular definitiva.
7. Finalmente hacemos un llamado a la clase
obrera, al pueblo trabajador y a los sectores democráticos y progresistas a no
dejarse confundir por la campaña de calumnias y mentiras propaladas por el enemigo
y por todos aquellos que le hacen el juego directa o indirectamente.
A incorporarse masivamente a la lucha armada
revolucionaria, contribuir con la misma para emprender las batallas decisivas
contra los enemigos del pueblo.
A impulsar decididamente la lucha por las
reivindicaciones políticas, económicas y sociales inmediatas.
A apoyar todas las medidas para evitar la
intervención yanqui o, de otras fuerzas en nuestro país ya enfrentar con
resolución cualquier intento de agresión a nuestro país.
A fortalecer la unidad del pueblo en torno a su
vanguardia el FMLN y a cerrar filas frente a nuestros enemigos de clase.
Viva la unidad político-ideológica y orgánica de
las Fuerzas Populares de Liberación (FPL)...”
El VII Congreso
revolucionario de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí había
ratificado oficialmente el cambio de azimut del partido y por consecuencia,
consumado el viraje de la revolución salvadoreña. La noche se revolcaba en el
silencio, mientras el desamparo caía como aguacero invernal en las alborotadas
mentes de aquellos radio-escuchas. La corona de gloria ganada en el largo
camino de la lucha de clases se había transformado por decreto en halo de
espinas, en ortiga quemante, en chichicaste histórico. Las espaldas desnudas se
estremecían al golpe del acicate ideológico. El laberinto oscuro, el
rompecabezas de montañas que Jorge había intentado en vano resolver, comenzaba
a tener sentido y coherencia. Los ríos de la discordia, la traición y el odio
rebalsaban lo creíble. Todo era extraño aquella noche de diciembre. Todo.
Incluso aquella bandera roja clavada en la pared se había convertido en una enorme
mancha de sangre, el oro del trigal de futuros venturosos se confundía ahora
con el barro pisoteado por las ignominias. Los únicos que se mantenían
incólumes, eran los símbolos de aquellos que con su labor diaria construían
amaneceres victoriosos. Cada palabra, cada frase peyorativa martillaba la
conciencia, cortaba como honcejo los manojos de la milpa sembrada durante
largos trece años.
Sólo el humo azul de los
cigarrillos vivía en aquella habitación. Las estatuas de alabastro en que se
habían convertido los seis guerrilleros, inclinaban lentamente sus cabezas para
recibir el tiro de gracia. Las neuronas, cansadas, agotadas por la excesiva
nicotina, adormecidas por la droga de los argumentos de la Comisión Política.
EI eco de las consignas del frente Apolinario Serrano chocaba en las paredes.
Las arritmias
político-ideológicas de las cuales Jorge se había percatado en el frente de
guerra directa o indirectamente habían dañado letalmente todo el sistema
celular del partido. Lo que el compañero locutor estaba transmitiendo con voz
marcial y determinante era la muerte súbita, violenta y dramática de un gigante
político-militar. Ni los argumentos planteados ni el estilo en que estaba
escrito el histórico documento podían revivir lo que semanas atrás en algún
lugar de Chalatenango había dejado de existir.
No. El tiempo en que
Jorge creía a ciegas todas las directrices del partido se había ido con el
viento político-ideológico que sopló en el Apolinario Serrano en el transcurso
de 1982. A él ya no lo podían convencer ni asustar con cuentos de ogros, brujas
ni patologías psíquicas. Había conocido muchos cuadros del partido en el
trabajo cotidiano de la guerra que eran “marcialitas” y muchísimos combatientes
, es decir, soldados rasos de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación que
también se consideraban seguidores del comandante Marcial. ¿A quiénes se
refería entonces la Comisión Política con el epíteto peyorativo de “elementos”
e “individuos” confundidos o engañados? ¿Quién los había confundido y/o
engañado? ¿El mismo Marcial? ¿Era posible actuar en la Comisión Política o en
el Comando Central a la chita callando?
No. Él mismo había oído,
visto e intuido muchas irregularidades en el Apolinario Serrano como para sentirse
satisfecho con la perorata agitadora y mucho menos aún, estar de acuerdo con el
“Comunicado oficial de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Farabundo
Martí”. Jorge, quien con toda seguridad no era un teórico ni ideólogo ni
historiador del marxismo-leninismo ni “marcialista” ni tampoco había leído
mucho, pero lo suficiente como para interpretar dialécticamente el contenido
del comunicado; quien no era ni juez ni parte ni miembro de la organización ni mucho
menos abogado del diablo, se preguntaba solamente: ¿Quién había realizado las
investigaciones científicas, policiales y judiciales, y cuáles eran los
resultados jurídicamente legales y científicos? Y sí estos existían, ¿Por qué no
los publicaban?
No. Jorge había perdido
la fe y la confianza en la dirigencia de las FPL. Y eso era lo que la Comisión
le estaba pidiendo al mundo civil entero, a la membresía, a los aspirantes a
miembros, a los colaboradores, a los simpatizantes, a los combatientes, a
sirios y troyanos, a moros, cristianos y convertidos: !Tened fe y confianza en
la Comisión Política porque nos asiste la razón, la verdad y la fuerza!
No. El partido de las
FPL-FM era una unidad dinámica, era la suma dialéctica de sus componentes, los
individuos y no un universo dicotómico, donde a un lado estaban los malos y en
el otro los buenos. Al acusar y condenar a Salvador Cayetano Carpio como el
principal promotor y responsable del doloroso y repudiable asesinato de la
compañera Mélida Anaya Montes, comandante Ana María, quisieron realizar una
intervención quirúrgica político-ideológica extirpando el supuesto tumor. Los
síntomas de la enfermedad del comandante Marcial habían sido observados al
parecer recién en los últimos veinticuatro meses eran los siguientes:
1) exagerada
auto-estimación, léase narcisismo
2) exacerbado amor propio,
léase soberbia.
3) autoritarismo
4) cultivo del culto a su
personalidad
5) deshonestidad y
deslealtad, mal versión del poder
6) traición, cobardía política
y promoción de un asesinato
Casi de lo mismo acusó
Nikita Kruschev a Stalin en el XX Congreso del PCUS en 1956 en el informe
“secreto” a los concejales allí reunidos:
1) Lo caprichoso y
obstinado que era Stalin se notaba no sólo en sus decisiones referentes a la
vida interna del país, sino también en las relaciones internacionales de la
Unión Soviética.
2) El “genio militar” de
Stalin: por su soberbia, Stalin no hizo caso de las serias advertencias acerca
de los planes de Hitler para invadir la Unión Soviética.
3) El autoritarismo del
“jefe genial”: Stalin violó brutalmente los principios leninistas del centralismo
democrático y la dirección colectiva.
4) Ejemplos de la vanidad
de Stalin: “…El culto al individuo
alcanzó proporciones tan monstruosas debido principalmente a Stalin, puesto que
él utilizó todos los medios concebibles para enaltecerse, múltiples pruebas
respaldan lo que acabamos de observar. Uno de los más característicos ejemplos
de la forma en que Stalin se enaltecía, se encuentra en la absoluta falta de
modestia que exhibe en su «Breve Biografía» publicada en 1948…”
5) Lenin contra Stalin.”…Stalin
– escribió Lenin – es excesivamente insolente y este defecto, que puede ser
tolerado en un militante cualquiera del Partido, se transforma en un defecto
inaceptable en una persona que ocupa el cargo de Secretario General. Es por
esto que propongo que los camaradas vean la manera de alejar a Stalin de éste
cargo y de colocar allí a otro hombre, uno que, sobre todas las cosas, difiera
de Stalin en lo siguiente: mayor tolerancia, más lealtad, más bondad y una
actitud más considerada y un temperamento menos caprichoso, etc., etc...” Las
características negativas de Stalin, a decir de Nikita, incipientes durante la
vida de Lenin, lo llevaron, durante los últimos años de su vida a abusar del
poder, lo que ha causado al Partido un daño ilimitado.
6) Implicación de Stalin
en el asesinato de Kírov. Stalin mandó a fusilar a todos los “enemigos del
pueblo”. De esta manera murieron miles de bolcheviques, mencheviques, trotskistas,
socialdemócratas, cristianos, judíos, musulmanes, protestantes y por supuesto,
verdaderos enemigos de la revolución soviética.
¿Por qué no se rebelaron
los miembros del buró político?, preguntó retóricamente Nikita Kruschev a los
concejales y él mismo se respondió. Sin embargo, las respuestas del secretario
general del partido comunista de la Unión Soviética solamente respondían
parcialmente a la pregunta y sobretodo de manera simplista, mecánica y
voluntarista. Así como era él.
La crítica de Nikita Kruschev y la de la
Comisión Política de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí era un
diagnóstico psicoterapéutico o psicopatológico de la personalidad de José
Vissarionovitsch Stalin y de Salvador Cayetano Carpio. Sin duda alguna, patologías
todas que pueden influir positiva o negativamente en el comportamiento de un
individuo cualquiera, pero que no explican por sí solas el fenómeno de la
desviación política-ideológica individual en un colectivo compuesto por
personas inteligentes, cultas y curtidas en la lucha político-militar, cuanto
más, tratándose de la máxima autoridad en dicho colectivo.
¿Cómo se explica
entonces, científicamente, que el primer responsable de las Fuerzas Populares
de Liberación, la máxima autoridad de un colectivo de individuos revolucionarios,
cultos e inteligentes haya caído supuestamente en lo más bajo de las pasiones
humanas en frente de sus narices?
Para que un comportamiento individual
determinado pueda desarrollarse deben existir condiciones y estructuras colectivas
que lo permitan.
¿Por qué no se rebelaron los miembros del Comando Central de
las FPL-FM a su debido tiempo?
El “análisis científico” de la Comisión Política
no pasaba más allá de ser una amalgama político-ideológica al mejor estilo
estalinista.
Jorge sabía que los
comunistas soviéticos no utilizaban el término “estalinismo” cuando se referían
a la desviación político-ideológica que se había llevado a cabo en el partido después
de la muerte de Lenin y la llegada al poder de Stalin. Reducían la desviación
ideológica solamente al “culto a la personalidad de Stalin”. Precisamente en
este detalle radicaba el meollo del problema. Nikita como muchos otros
comunistas, entre ellos los comandantes de las FPL-FM, confundían los síntomas
con la enfermedad misma.
Nikita, al reducir el problema del partido comunista a
la persona de Stalin y a un grupo reducido de camaradas que no llegaba a diez y
culparlos a ellos de todas las arbitrariedades que se cometieron, estaba
haciendo las de Poncio Pilatos. Eso mismo hacían los comandantes guerrilleros
de las FPL-FM. Se lavaban las manos. En el comunicado oficial de las “F”
tampoco se mencionaba el término “marcialismo”, puesto que el acusado no era el
partido sino que el ciudadano salvadoreño Salvador Cayetano Carpio, alias
comandante Marcial, ya que cuando se habla de “ismos”, se acepta implícitamente
la existencia de una corriente o tendencia ideológica dentro del partido. Por
eso es que Nikita nunca habló de “estalinismo” ni la Comisión Política de las
FPL-FM de “marcialismo”, porque lo importante era certificar al mundo exterior
y a la membresía la “gran elevada cohesión político-ideológica”. Había que
negar de cualquier forma la existencia de una desviación ideológica a nivel de
las estructuras partidarias.
En las FPL-FM existían
las tendencias. El cuento de camino real de la “homogeneidad ideológica de las
“F” era simplemente un mito. Eso era justamente lo que Jorge había observado y constatado
en el frente de guerra: la existencia de un “marcialismo” sin Marcial. Había
vivido la militarización del “partido” de las FPL. Precisamente esa era la característica
principal de la desviación político-ideológica conocida como estalinismo, es decir, la
supeditación de las necesidades político-ideológicas a las urgencias de la
guerra.
Pareciera que fue ayer, cuando el partido comunista bolchevique con
Lenin a la cabeza en marzo de 1921 en el décimo Congreso, en plena guerra contrarrevolucionaria,
prohibió la existencia de fracciones dentro del partido y penó el fraccionalismo
con la expulsión, incluso de miembros del comité central. Esta famosa resolución
estableció el punto de inflexión que marca un “antes y un después” en la
historia del movimiento comunista internacional. La proclama "Acerca de la
unidad del partido", fue una iniciativa de Lenin y contó con el voto de
toda la dirección bolchevique, incluidos Bujarin, Stalin y Trotsky. Stalin – hasta
su muerte en 1953 – y el “aparato burocrático” condujeron al PCUS desde entonces
en condiciones de guerra, incluso cuando ya no había más guerra. Las FPL-FM,
cuyas raíces y fuentes ideológicas estaban estrechamente vinculadas al partido
comunista salvadoreño de los años cincuenta y sesenta, surgieron en condiciones
clandestinas y subversivas, proponiéndose la construcción del “verdadero”
partido comunista de la clase obrera salvadoreña en condiciones de guerra popular
abierta.
EI MAR, MAR, MAR de jornadas
victoriosas se hundía en el océano de las acusaciones. Había que decir SI, SI,
SI a las condenas. EI panadero que amasó pacientemente la harina de trigo nuevo
de tácticas y estrategias, aquel que cabalgó montado en una yegua blanca por las
veredas de Chalatenango rompiendo cercos de aniquilamiento, aquel que dijo NO
cuando se trataba de anteponer los intereses foráneos regionales a los
objetivos revolucionarios nacionales, aquel que dijo NO a la negociación de
principios, aquel que se negó a hipotecar el futuro del pueblo salvadoreño,
aquel que marchó MARCIAL en busca del destino, que creyó en la gigantescas montañas
humanas del Pulgarcito de América, aquel que confió en la fuerza del pueblo,
aquel obrero-proletario, alimentador de esperanzas, aquel arquitecto de
amaneceres victoriosos, era mutilado fríamente por el hacha del verdugo.
Salvador Cayetano Carpio,
Marcial, Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación,
primer responsable de las FPL era fusilado post mortem en Chalatenango.
De la noche a la mañana
la llama oportunista convirtió en cenizas aquel busto de ébano labrado durante
años, por unos y por otros. Antiguos escultores de estatuas que hoy vestían la
toga de los jueces. Incendiarios pubertarios de antaño trasformados en bomberos
voluntarios tratando de apagar el fuego inmenso iniciado hace trece años. Había
que echarle tierra, enterrarlo muy adentro para que nunca más resucitara. La
historia tenía que olvidar a Marcial, tenía que borrar uno de los capítulos más
importantes de la revolución latinoamericana. Para lograrlo había que comenzar
a reescribir la historia revolucionaria salvadoreña. EI VII Congreso de las FPL
en agosto de 1983 se había prestado para eso.
Las Fuerzas Populares de
Liberación Farabundo Martí históricas habían finiquitado y de esta muerte
político-ideológica solamente Marcial y el Comité Central eran los principales responsables.
Lo único que quedó incólume a pesar de la debacle ideológica, fueron las
Fuerzas Armadas Populares de Liberación Farabundo Martí, porque eran ellos, precisamente
los comandantes firmantes del comunicado, los verdaderos jefes de la tropa.
¡Marcial ha muerto, vivan
las nuevas FPL-FM! Este era el mensaje meta comunicativo del comunicado de la
Comisión Política, firmado por Leonel González, Dimas Rodriguez, Milton Méndez,
Salvador Guerra, Esteban Cabrales, Mayo Sibrían, Ricardo Gutiérrez, Valentín
Quinteros, Jesús Rojas y Miguel Castellanos.
[1] Dirigente revolucionario de la Guinea portuguesa
Guinea-Bissau y Cabo Verde, asesinado en Conakry el 20 de enero de 1973.
[5] Alex Aguiñada Carranza fue herido en combate, capturado vivo y desaparecido
en 1984, semanas más tarde de haber concluido la formación político-militar, en
una emboscada en el cerro de Guazapa, probablemente en el intento de
incorporarse a las filas de las Fuerzas Armadas de Liberación del partido
comunista.
https://consejociudadano-periodismo.org/10-razones-por-las-que-tu-ex-novio-te-puede-bloquear/
ResponderEliminarPareciera que fue ayer, cuando el partido comunista bolchevique con Lenin a la cabeza en marzo de 1921 en el décimo Congreso, en plena guerra contrarrevolucionaria, prohibió la existencia de fracciones dentro del partido y penó el fraccionalismo con la expulsión, incluso de miembros del comité central.
Efectivamente, fue en ese Congreso cuando el partido bolchevique se suicidó históricamente. De ahí hasta la disolución de las URSS quien gobernó fue un cadaver. https://robiloh.blogspot.com/2017/10/el-harakiri-politico-del-partido.html
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