XXXIX. Muchas preguntas y pocas respuestas
Jesús, quien solía vestir una camiseta extra
large con la imagen de Marcial, fue el primero en levantarse. Jorge se paró
y se dirigió al corredor. Víctor, quien a la sazón se había transformado en su
sombra, lo siguió.
– ¿Qué pensás? – preguntó Víctor.
– No puedo creerlo. ¡No puedo aceptar una declaración tan chapucera! –
exclamó Jorge.
– Yo tampoco – dijo Víctor.
EI olor de algo que se quemaba los indujo a buscar en la oscuridad deI
jardín. En un rincón encontraron a Jesús, quien con saña reducía a cenizas la
camiseta blanca con la foto de Salvador Cayetano Carpio. Aunque aún estaba
desnudo deI pecho, Jesús vestía ya la nueva camiseta. Un nuevo “retrato sagrado”
pendía en la mente de aquel leal, valiente, abnegado y probado combatiente,
pero desgraciadamente estrecho de criterio. Para él la cosa era bastante
simple: ¡A rey muerto,…rey puesto!
Unas horas más tarde llegó Rodrigo, responsable deI grupo con nuevas
instrucciones.
– Jesús, decíle a los compas que nos vamos a reunir – ordenó Rodrigo secamente.
Inmediatamente el grupo de hombres estaba reunido alrededor de la mesa, todos
impacientes y ávidos por tener más noticias.
– Bien compas – comenzó Rodrigo diciendo. Seguramente ya están enterados de
la declaración oficial deI Comité Central. EI Consejo Revolucionario declaró
culpable a Marcial del asesinato de la compa Ana María...
– ¿Existen pruebas realmente? – preguntó Jorge.
– ¡Por supuesto! – exclamó Rodrigo.
– Pero en la declaración no se menciona ninguna – replicó Jorge.
– Deja que termine de hablar el compa – intervino Jesús.
– Marcial venía obstaculizando el trabajo unitario desde hacía mucho
tiempo. Nuestro antiguo sectarismo impedía dar los saltos de calidad para la toma
deI poder. EI Consejo Revolucionario ha demostrado la unidad ideológica en el
seno de las FPL. AI interior de nuestro partido no existe más la lucha
ideológica.
La perorata agitadora duró en total quince minutos. Jorge, quien había
aprendido a sospechar de aquellos que se ahogan en dar explicaciones, levantó
el dedo pidiendo la palabra.
– Mira Rodrigo. Yo pienso que a estos sucesos hay que darles la dimensión
correcta. Me parece demasiado prematuro decir que en el partido ya no existe la
lucha ideológica. Además, pareciera que hasta ahora ha sido Marcial el único obstáculo
para la toma deI poder. Pienso que es importante precisar más en este asunto,
pues a decir verdad a mí no me queda claro. En relación a las pruebas que tú
dices que existen, lo único que puedo decir es que cuando asesinaron a Roque
Dalton también se dijo que “había pruebas”, hoy todo el mundo sabe que él fue
vilmente asesinado. Es fácil hablar de pruebas...
– ¡Pero estás dudando de las palabras del compa Rodrigo! – interpuso Jesús.
– ¿Y qué quieres que haga? Con la verdad no ofendo a nadie. Si cuestiono no
es por falta de confianza, lo único que intento es entender esta mierda.
¿Quieres que acepte todo sin rechistar, aunque en el fondo no crea un carajo?
Personalmente considero que lo más importante en estos momentos es conocer cuáles
eran las diferencias ideológicas entre Marcial y los demás Comandantes. De lo
contrario, me sería muy difícil pensar que él se estaba volviendo loco o que le
tenía envidia a la compa Ana María. Yo no sé lo que ustedes piensan – dijo
dirigiéndose a todo el grupo – pero pienso que es justo que se nos dé una
explicación más coherente y sobre todo, más científica, pues de lo contrario,
esto parece más que lucha ideológica un pleito de señoras de mercado...
EI grupo entero, salvo Jesús, estuvo de acuerdo en lo planteado por Jorge.
A Rodrigo no le quedó otra alternativa que ceder.
– Voy a esperar a que lleguen los últimos lineamientos deI partido. En todo
caso – advirtió en tono casi amenazante – cierto tipo de información sólo la
manejan miembros y cuadros del partido...
Jorge comprendió el mensaje directo de Rodrigo. Por el hecho de no ser
miembro, cierta información le estaría vedada.
– Jesús les entregará los documentos que tienen que estudiar – señaló Rodrigo,
visiblemente disgustado. Por el momento
lo más importante es compenetrarse de los nuevos acuerdos tomados en el séptimo
congreso. La lectura de otros libros déjenla para después.
– ¿Es una orden o una recomendación? – preguntó Jorge.
– Es una recomendación – respondió Rodrigo.
Los seis guerrilleros formaban un grupo heterogéneo. Desde el punto vista
partidario estaban los miembros y los aspirantes a miembro.
Víctor, Gonzalo y Jorge eran aspirantes, mientras que “el Viejito”, Rogelio
y Jesús tenían la calidad de miembro.
Para evitar futuros problemas, Víctor y Jorge dejaron de realizar las “lecturas
comentadas”. Los nuevos acontecimientos motivaron que ambos estrecharan más los
vínculos de amistad política sin
violar las normas de compartimentación y seguridad.
Rodrigo había llegado a informar que, a partir de ese momento, como por
arte de magia en las FPL ya no había más sectarismo ni dogmatismo. EI mea culpa, mea culpa, golpeaba el pecho de los antiguos pecadores.
El año de 1983 estaba finalizando y las noticias habían llenado las
primeras páginas de la prensa internacional con todo tipo de comentarios sobre
la revolución salvadoreña. Los últimos meses habían sido de triunfos en el
campo de batalla. Las unidades guerrilleras del FMLN habían derrotado al
ejército en las ciudades de Cinquera y Tenancingo. Esto significaba un avance
cualitativo en el desarrollo del enfrentamiento militar. Los objetivos
principales de ataque se estaban centrando en aquellos puntos donde el enemigo tenía
aglutinada sus fuerzas estratégicas: Las ciudades.
La guerra revolucionaria en EI Salvador había pasado a una guerra de
movimiento y de concentración de las fuerzas guerrilleras.
Pero el año 1983 no solamente reportaba victorias. Había sido un año también
de muertes y asesinatos inútiles. Maurice Bishop y tres de sus ministros habían
sido asesinados supuestamente en aras del marxismo-leninismo, la Comandante Ana
María salvajemente mutilada en nombre de la revolución proletaria y socialista
de EI Salvador, la misteriosa muerte del Comandante Marcial. Las muertes de
Bernardo Torres, el Negro Hugo, Miguel Bonilla y Marianela García Vilas tenían
para Jorge una connotación muy especial. Había trabajado con los cuatros. Con
los dos primeros en el frente de guerra y con Miguel y Marianela en el trabajo
político-diplomático.
La invasión de Grenada había que interpretarla como una advertencia, una
amenaza de intervención en Centroamérica y el Caribe. Los Estados Unidos no
estaban dispuestos a permitir una nueva Nicaragua en Centroamérica. Los
revolucionarios salvadoreños, y sobre todo los dirigentes máximos de las FPL,
estaban enfrentando uno de los momentos más importantes de su historia. La
decisión tomada en el séptimo Congreso por la mayoría de los Comandantes y
avalada por concejales adeptos e incondicionales a la nueva línea política, había
provocado el cisma en las FPL, puesto que los combatientes del frente urbano
Clara Elizabeth Ramírez se negaban a reconocer a la nueva dirigencia y a aceptar
los acuerdos estratégicos acordados en ese Congreso.
Esta situación contribuía a que las tensiones internas se agudizaran.
– ¡Nos tomamos el Paraíso! – gritó exaltado Jorge saltando de la litera y
corriendo a la sala donde los demás compañeros veían el programa de televisión.
El locutor de Radio Farabundo Martí anunciaba que cientos de armas de todo
calibre habían sido recuperadas y se habían hecho más de doscientos prisioneros
de guerra. Todos comenzaron a saltar de alegría. Como por encanto, se esfumaron
las tensiones de las semanas anteriores.
– Esto significa que estamos más fuertes que nunca – exclamó Jesús en tono
triunfalista. ¡Se dan cuenta lo que les decía!
Víctor y Jorge pensaron que se habían equivocado al pensar que los sucesos
de abril habrían debilitado a las FPL. La voz del Comandante Dimas se escuchó
en la radio. Gonzalo apagó la televisión y la imagen antipática del mejicano
Raúl Velasco desapareció de la pantalla. EI Comandante leyó los datos
preliminares del operativo militar. El comunicado hacía mucho énfasis en la
unidad político-militar del FMLN. A pesar del discurso unitario, la acción fue
reivindicada por las FPL, aunque el batallón Rafael Aguiñada Carranza de las
FAL y el destacamento Luís Díaz del Partido Revolucionario de los Trabajadores
Centroamericanos (PRTC) también habían participado en ella.
Había sido la primera gran acción conjunta de envergadura que el FMLN
realizaba desde que había comenzado la guerra en 1981. La adjudicación por
parte de las FPL del ataque exitoso al cuartel de El Paraíso sólo podía tener
una explicación y ésta era política. A la luz de los últimos sucesos, la nueva
dirección de las Fuerzas Populares de Liberación necesitaba reivindicar su
fuerza político-militar, neutralizar de un tajo las dudas políticas de miembros
y combatientes al interior de la organización y restarle importancia a la
escisión sufrida con la rebeldía política del frente Clara Elizabeth Ramírez.
Todo coincidía con la filosofía de "quien triunfa es el que tiene la razón".
EI treinta y uno de diciembre, cuatro días después de la toma de El Paraíso,
la brigada Rafael Arce Zablah del Ejército Revolucionario deI Pueblo (ERP)
destruía el puente Cuscatlán. EI nuevo año comenzaba con una ofensiva político-militar-diplomática
deI FMLN/FDR. Los golpes militares de El Paraíso y el puente Cuscatlán fueron
la antesala de la propuesta por parte de los revolucionarios salvadoreños de
conformar un gobierno de amplia participación. Después de varios meses de
intensa lucha ideológica, en la cual la muerte de Ana María, el suicidio de
Salvador Cayetano Carpio y la división en las FPL no eran fenómenos ajenos y
aislados, sino más bien la consecuencia directa de dicha lucha, el FMLN-FDR
hacía público los nuevos objetivos estratégicos de la revolución salvadoreña.
EI gobierno democrático-revolucionario (GDR) planteado en 1980 había quedado
finalmente sepultado en el cementerio de la historia.
Después de la muerte del Comandante Marcial se dieron muchos cambios tácticos
y estratégicos. A nivel de las estructuras militares de las FAPL desaparecieron
las Unidades de Vanguardia que Jorge había visto crecer y desarrollarse y en su
lugar se crearon otras estructuras militares parecidas, pero aquellas unidades
del campamento de El Candelero que Oscar Arnoldo Dueñas, el comandante Bernardo
Torres había dirigido y arengado en los finales de diciembre de 1982, ya no
existían. Solamente el desarrollo futuro de la guerra demostraría sí los
cambios efectuados facilitarían la toma del poder o postergarían para un futuro
incierto el triunfo de la revolución popular salvadoreña. Había que tener
conocimientos de estrategia militar para comprender que estas
reestructuraciones de las unidades militares no eran arbitrarias, sino que
correspondían a una necesidad político-militar. Las Unidades de Vanguardia
históricas que habían sido la columna vertebral del primer batallón guerrillero
José Dimas Alas, eran cien por cierto marcialistas, hecho que Jorge había comprobado
personalmente por su estrecha relación con la tropa. La estrategia política del
emperador romano Julio Cesar de “divide y vencerás” también la conocían los
jóvenes comandantes de las FPL. Al disgregar las Unidades de Vanguardia,
rompieron la unidad político-ideológica de las mismas y con ello neutralizaron
la influencia ideológica de Marcial en la tropa.
EI gobierno de amplia participación, conocido como GAP, en cuanto a su
forma y contenido no presuponía la toma del poder ni cuestionaba el poder
burgués sino más bien era el instrumento que permitiría, al menos teóricamente,
la participación de los revolucionarios en un sistema legislativo democrático-burgués.
Esto de por sí, significaba un cambio radical en cuanto al carácter de la
revolución salvadoreña...
Los días transcurrían monótonos. EI único contacto que tenían con el
exterior era la radio, la televisión y los periódicos que les llevaban
diariamente.
La llegada repentina de Rodrigo y el Comandante Oscar sorprendió a los
guerrilleros.
– ¿Cómo están? – preguntó el jefe guerrillero.
– Con ganas de entrar al frente – respondió Gonzalo.
– Tengan paciencia – dijo Oscar. Ya se van a ir. Tengo entendido que ya
estudiaron el documento del GAP...
–Más o menos – respondió Alberto, el “Viejito”.
– ¿Cómo así? ¡Ninguno de ustedes puede entrar al frente si no está compenetrado
del contenido programático del GAP! – advirtió el Comandante.
– Todavía no hemos discutido el
documento – intervino Jesús.
– Pero yo te dije que lo estudiaran – reparó inmediatamente Rodrigo.
– Bueno. Como yo no sé nada de marxismo ni de cuestiones económicas, ustedes
me van a explicar lo que significa el GAP – dijo Oscar percatándose de la
mirada incrédula de Jorge.
Víctor miró de reojo a Jorge sin ocultar una sonrisa.
EI comandante se vio obligado a dar explicaciones innecesarias, pero que
hacían resaltar su falta de formación marxista.
– Yo hace poco que aprendí a escribir. Mirá mi letra – dijo –, mostrando su
cuaderno a Jorge.
Oscar enfatizaba mucho su condición de campesino semianalfabeto y eso tenía
ventajas y desventajas. La modestia y la humildad del joven comandante causaron
gran admiración. Ciertamente no todos los comandantes poseían esas cualidades.
El desconocer la teoría marxista de desarrollo de la sociedad lo colocaba en
una situación de debilidad político-ideológica, sobre todo en los combates de
las ideas, de los conceptos; esa situación lo hacía vulnerable en la lucha
ideológica. Sus méritos militares eran incuestionables, así como su amor y
lealtad al pueblo. Oscar no era un caso aislado en las FPL. Precisamente el
raquitismo ideológico, el menosprecio por la teoría y la fe ciega en los altos
dirigentes eran el talón de Aquiles de las Fuerzas Populares de Liberación. Por
eso habían perdido la lucha ideológica frente al partido comunista salvadoreño.
Los combates ideológicos se ganan siempre por la solidez y coherencia de los argumentos,
por el conocimiento de la historia y sobre todas las cosas con la verdad. No
era suficiente con los miembros versados y duchos en economía-política y
marxismo-leninismo, como era el caso de los comandantes Valentín Quinteros o
Salvador Guerra del Comité Central y la Comisión Política, la membresía en
general tenía que estar impregnada de la ideología marxista-leninista y eso
sólo se podía lograr a través del fortalecimiento de las estructuras
partidarias, es decir, la construcción del partido comunista de las FPL.
Justamente ese desarrollo había sido bloqueado sistemáticamente y explicaba la
falta de atención partidaria a miembros, aspirantes y simpatizantes. ¿Cómo era
posible que en dos años Jorge no hubiera tenido atención política organizada?
Él no era un caso aislado ni la excepción de la regla.
Jesús comenzó a leer el documento.
– ¿Qué fuerzas van a participar en el GAP? – preguntó Gonzalo.
– ¿Quién puede responderle? – preguntó Oscar asumiendo el rol de moderador
imparcial.
Víctor levantó el dedo.
– Como se trata de un gobierno de amplia participación, – señaló – estarán
todas las fuerzas antiimperialistas y anti oligárquicas...
– Excluyendo naturalmente a las fuerzas de ultraderecha y a los militares
que hayan cometido crímenes contra el pueblo – agregó Jesús.
– ¿Están de acuerdo? – preguntó Oscar.
Los guerrilleros afirmaron con la cabeza.
– ¿Qué pasaría hipotéticamente si nosotros derrotaramos al ejército mañana y
tomaramos el poder? ¿Qué tipo de gobierno instauraríamos al día siguiente? – preguntó
Víctor.
– EI GAP – respondió ágilmente Jesús.
– Yo pienso que no – intervino Alberto. Creo que en ese caso el carácter y
contenido del nuevo gobierno tendría que ser otro...
– ¿Ustedes qué piensan? – preguntó nuevamente el comandante abiertamente
satisfecho por la situación cómoda que le brindaba la moderación.
– En ese caso – intervino Jorge, la forma podría ser la misma, es decir un
pluralismo político, pero el carácter y contenido tendría que ser otro. En eso
estoy de acuerdo con Alberto.
– La propuesta del GAP es un planteamiento serio del FDR/FMLN y por lo
tanto, el gobierno que tendríamos sería el mismo GAP – manifestó Oscar.
– ¿Cuál es el contenido programático del GAP? – preguntó Jorge dirigiéndose
directamente al comandante.
– Es el mismo del gobierno democrático revolucionario (GDR) – respondió
despreocupado.
– Disculpe, camarada. ¿Quiere decir que sólo se trata de un cambio de
letras?
– En el fondo es lo mismo. Lo único que en el GAP se trata de ampliar la
base social, pero los objetivos siguen siendo los mismos – comentó el comandante.
– De acuerdo. Pero las alianzas se dan en torno a intereses concretos, es
decir, planteamientos político-económicos e ideológicos. ¿O no?
– Lo que pasa es que antes éramos muy sectarios y no comprendíamos que
había sectores de la burguesía no-oligárquica que también están por el
progreso.
– En el GAP se señala que los militares patriotas y honestos tendrán un
espacio en el gobierno, además que se formará un sólo ejército. ¿Nos podrías
explicar eso? – pregunto Víctor.
– Antes nosotros pensábamos que todos los militares eran iguales. Hasta que
nos dimos cuenta que entre ellos hay también oficiales patriotas que quieren la
justicia social y el bienestar de los pobres...
– Disculpe nuevamente compañero – interrumpió Jorge. Yo tenía entendido que
la organización nunca descartó la posibilidad de participación de oficiales
dentro de las estructuras revolucionarias, siempre y cuando ésta fuera un acto
individual. Yo más bien pienso que la organización siempre se negó a la
participación de los militares como institución. Y aquí lo que se está
planteando es la participación de las Fuerzas Armadas como institución...
– No les digo, pues. Antes éramos sectarios – insistió el comandante.
– ¿Y quién va a depurar al ejército? – preguntó Víctor.
– ¿Y cuál será el carácter y contenido de ese nuevo ejército? – preguntó Jorge,
– ¿Y qué intereses político-económicos va a defender? – preguntó Alberto.
– Las mismas Fuerzas Armadas tendrán que depurarse – respondió el jefe
guerrillero acosado de preguntas.
Los guerrilleros miraron un poco incrédulos a Oscar. Era realmente muy difícil
hacerse la idea de una autodepuración por parte deI ejército reaccionario. Era
evidente que no todos los oficiales eran asesinos ni rabiosos anticomunistas,
pero el contenido ideológico de las Fuerzas Armadas salvadoreñas seguía siendo
antipopular y represivo. Ni diez Prats[1] ni cien Velasco[2] podían purificar el instrumento
de poder de la burguesía y el capital internacional.
Cuatro años habían transcurrido desde que los oficiales patriotas salvadoreños
habían derrotado al general Carlos Humberto Romero y establecido una Junta Cívico-militar.
Un sector deI ejército, encabezado por el coronel Majano y Abdul Gutiérrez,
sectores de la pequeña y mediana empresa y los jesuitas de la Universidad Católica
conformaron el nuevo gobierno. EI golpe de estado había sido concebido como un
instrumento para detener la “nicaragüizacion” de la revolución salvadoreña.
Bajo un manto democrático y pluralista se había pretendido mediatizar el carácter
popular y anticapitalista de la lucha de clases en EI Salvador. Fue tan amplio
el grado de pluralismo político que el titular de la cartera ministerial de
trabajo fue el Dr. Gabriel Gallegos Valdés, viejo militante comunista,
dirigente estudiantil y compañero de andanzas de Schafik Handal. Además, por decreto
de ley, la Junta Revolucionaria de Gobierno acordó en noviembre de 1979 disolver
la organización paramilitar oficialista denominada ORDEN. Incluso se “atrevió”
a tocarle los huevos al tigre oligárquico guanaco, decretando leyes que
regulaban a) la reforma agraria; b) la nacionalización de la banca privada; y
c) la nacionalización del comercio exterior.
La reforma agraria que de acuerdo con la proclama de las Fuerzas Armadas
del 16 de octubre de 1979, estaba dirigida a realizar una justa distribución de
la riqueza y al mismo tiempo lograr un incremento del producto nacional bruto,
fue planeada para desarrollarse en varias etapas, mediante sucesivos decretos
que irían reglamentando el proceso paso a paso. En ese momento saltaron los
señores oligarcas cafetaleros y dijeron: ! Eso sí que no!
La propiedad privada sobre la tierra es el patrimonio exclusivo de la
oligarquía salvadoreña y mientras los grandes latifundios pertenezcan a la
clase dominante en El Salvador, no habrá una verdadera reforma agraria en el
Pulgarcito de América y si no hay una distribución justa y equitativa de las
tierras fértiles en el país, jamás habrá paz, justicia y trabajo.
Noventa días duró la famosa Junta Revolucionaria de Gobierno que soñó con hacer
la revolución pacífica en El Salvador y tuvo la ilusión de humanizar el
capitalismo oligárquico salvadoreño.
EI problema en EI Salvador seguía siendo de correlación de fuerzas y no de
deseos o buenas voluntades.
En Nicaragua en cambio, los Estados Unidos se vieron obligados a negociar
debido a la fuerza popular que apoyaba al frente sandinista.
Los dirigentes revolucionarios salvadoreños se ahogaban en el inmenso mar de
las contradicciones secundarias de la clase dominante. Ciertamente, el dueño de
una fábrica de calcetines de nylon tenía que competir con la poderosa
oligarquía salvadoreña. ¿Pero cómo movilizar a los Samour, a los Kury, a los
Freund, Sarti, Schwartz, Sagrera, Veciana, Comte, Simán y demás industriaIes
salvadoreños? ¿Cómo movilizar a los pequeños y medianos empresarios? ¿Cómo
movilizar a los pequeños y medianos agricultores? ¿Hablándoles tal vez deI amor
y de la justicia social? ¿Persuadiéndolos quizá a prescindir de opíparas
ganancias? ¿Seduciéndolos a lo mejor a repartir los beneficios comerciales
cristianamente? ¿Convenciéndolos tal vez que el socialismo es el destino irremediable
de la humanidad? ¿Hablándoles de la teoría de la liberación? ¿Prometiéndoles el
respeto a la propiedad privada de la tierra? ¿Garantizándoles un mercado Libre?
¿Fomentando la industria con dineros deI Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial? ¿Jurándoles que el nuevo ejército sería la garantía de la libre
empresa y la economía de mercado?
Para ganarse la confianza de los sectores patrióticos y democráticos deI ejército,
de la pequeña burguesía y gran burguesía no oligárquica era menester cambiar el
contenido y el carácter de la revolución salvadoreña. Esa era la única forma de
hacer alianzas con esas fuerzas. Y eso era precisamente lo que reflejaba
diáfanamente la plataforma deI Gobierno de Amplia Participación.
¿Dejará algún día el capitalismo de ser un sistema social injusto, basado
en la violencia, sólo por tener como presidente a un ex guerrillero y a comandantes
como diputados?
¿Había valido la pena tanta muerte, tanta destrucción, tanta tristeza,
tantos hogares destruidos, para plantear al final un gobierno democrático-burgués?
¿Qué había pasado? ¿Por qué el cambio?
La respuesta había que encontrarla en las filas revolucionarias y en los
intereses políticos e ideológicos nacionales e internacionales. La momia de
Tutankamón parecía un retoño comparado con el fantasma de la burguesía nacional
salvadoreña que en forma prosaica se escondía tras el velo sutil de la burguesía
“no-oligárquica”. Parecía que la rueda de la historia había girado en dirección
contraria. La máquina deI tiempo había trasladado a la sociedad salvadoreña al África,
Asia, México y al Cono Sur de los años sesenta. ¿Dónde habían aprendido esto
las FPL? ¿Quién había sido el maestro?
EI viejo pregón comunista de caminar juntos con un sector de la burguesía
anti-oligárquica y anti-imperialista se escuchaba en todos los rincones. EI
canto mágico había penetrado los oídos vírgenes de los jóvenes comandantes. La
confianza ciega en los amigos les había mutilado el pensamiento. La
irresistible melodía había derretido la débil cera ideológica de algunos comandantes.
¿O quizás la fidelidad a la causa revolucionaria deI pueblo salvadoreño era
una patología gerontológica? ¿Sería tal vez una desviación ideológica negar la
coexistencia pacífica de clases? ¿Sería dogmatismo creer en la fuerza deI
pueblo? ¿O sería cosa de dementes defender la autonomía política de la revolución
salvadoreña?
Rodrigo iba y venía. Siempre se le recibía con preguntas y más preguntas.
Interrogantes a las que él no tenía respuesta y quizás tampoco sus superiores
las tenían. Y así fue pasando el tiempo y llegaron a octubre de 1984. Casi un
año habían pasado juntos los seis guerrilleros, viviendo intensamente la lucha
ideológica que fue aumentando en la medida en que la información se iba
haciendo poca, contradictoria y magra. A la luz de los hechos, los sucesos de
abril de 1983 eran un tema demasiado complicado y delicado. Parecía que todos
los dirigentes se esforzaban por olvidar cuanto antes el tema Marcial. Represión
de sentimientos o amnesia colectiva, dirían los sicoanalistas, sobre todo en el
caso de los comandantes de más alto nivel en las Fuerzas Populares de Liberación
Farabundo Martí. Eran ellos los que estaban directamente implicados en uno de
los pasajes más oscuros de la revolución latinoamericana. Ellos habían asumido
la responsabilidad histórica de acusar a Salvador Cayetano Carpio,
voluntariamente o condicionados por la situación política nacional e
internacional. No era la primera vez en la historia que se acusaba y condenaba
sin prueba alguna a un revolucionario. Pero las verdades históricas cambian
según las épocas y las necesidades. Lo único que no cambia es el derecho de los
pueblos y los revolucionarios a conocer la verdad. Algún día se sabrá quién
mató a Roque, por qué se suicidó Marcial, por qué la revolución salvadoreña cambió
de rumbo...
Lo único que se había comprobado era la implicación directa de Marcelo. Raúl
Bazzaglia, conocido por su nombre de guerra Marcelo, había confesado ser el
autor intelectual deI crimen de Managua. Este engendro nacido deI propio
vientre de las FPL, había dado la orden de ejecutar a Mélida Anaya Montes,
comandante Ana María. Los comandos que ejecutaron la acción lo habían hecho con
la convicción de que con eso le hacían un bien a la revolución salvadoreña. La
confianza ciega en los jefes, la lealtad enfermiza y la incapacidad de analizar
los fenómenos político-ideológicos con criterio propio los había conducido a cometer
uno de los crímenes más horrendos en la historia de las revoluciones. Pobres
campesinos, humildes y sumisos, pobres proletarios trogloditas que sin saberlo
habían cambiado el curso de la revolución. No eran ellos los verdaderos
culpables, eran otros, aquellos que con sus prédicas moralistas de “proletarizaciones
en masa”, aquellos que valiéndose de la guerra, habían convertido la obediencia
y sumisión en los valores más altos del revolucionario, aquellos que
paralizaban el pensamiento con sermones paternalistas, aquellos que habían
creado los zombis de la revolución, ellos eran los verdaderos culpables. La
mística y el misticismo de los comandantes y del mismo Marcial habían
sustituido a la lucha ideológica en las FPL.
– Compas. A petición de Víctor hemos convocado esta reunión – dijo Rogelio.
Todos conocemos los problemas que hay entre Jesús y Jorge. Pienso que de una u
otra forma todos estamos implicados, entonces lo mejor es que busquemos una
solución colectiva.
– Pienso que el mejor método para tratar el asunto es que cada uno exponga
sus puntos de vista – comentó Víctor.
– Me parece bien – intervino Jorge.
– Yo también estoy de acuerdo – dijo Jesús.
– Si querés comenzá vos – dijo Rogelio dirigiéndose a Jesús.
– Está bien. Yo es poco lo que tengo que decir. Me parece que el compa
tiene que proletarizarse más. Sus debilidades pequeñoburguesas trata de
justificarlas con la teoría.
– ¿Eso es todo? – preguntó Rogelio.
– Si, si – respondió Jesús.
– ¿Y vos Jorge?
– En los últimos días he meditado mucho a cerca de las disputas con Jesús.
Algunas cosas han sido producto de malos entendidos, otras debido a prejuicios
por parte mía y de Jesús, pero hay cosas que si son de fondo. EI hecho mismo de
estar encerrados aquí desde hace varios meses ha generado un ambiente emocional
que no es normal ni sano, y si a esto le añadimos los problemas internos deI
partido, es una suerte que aún estemos cuerdos. Más allá de las neurosis, creo
que entre Jesús y yo hay problemas ideológicos más profundos...
– Podrías detallar un poco más – sugirió Gonzalo.
– Claro. Yo pienso que Jesús tiene un concepto equivocado de lo que
significa ser proletario o ser revolucionario. Para él la proletarización se limita
puramente a lo formal, sin comprender que ante todo la proletarización es un
proceso de desarrollo ideológico…
– Lo que pasa es que Jorge es muy indisciplinado y no acata las
orientaciones deI partido – señaló Jesús.
– ¿Soy indisciplinado porque no acepto todo lo que nos dicen? ¿Cómo es
posible que Rodrigo nos quiera convencer que todo sigue igual? Después de todo
lo que ha pasado en los últimos meses...
– ¿Pero eso significa que no tenés confianza en la dirección? – preguntó Jesús.
– No sé cómo asimilaron ustedes el asesinato de Ana María. A mí en lo
personal me ha hecho reflexionar mucho. AI principio creímos que se trataba de
la CIA, después nos dijeron que habían sido agentes infiltrados y por último que
fue Marcial el autor intelectual deI crimen. Creer eso nada más por acto de fe
o de fidelidad a los comandantes, sin tener pruebas concretas de la participación
de Marcial…
– ¡Claro que hay pruebas! – volvió a intervenir Jesús.
– Y si las hay, ¿por qué razón nos las ocultan? ¿Por qué no nos dicen la verdad? ¿No te
parece que sería mejor? Creo Jesús que ni tú mismo conoces la verdad...
– Esa información es compartimentada – señaló Jesús.
– Compartimentada, ¿para quién? ¿Para los que no somos miembros? ¿O hay que
ser primero proletario para tener acceso a la verdad? Tú hablaste de
desconfianza Jesús, ¿no será tal vez que la dirección tiene desconfianza en la
militancia?
– Prácticamente estás poniendo en duda a todo el Consejo Revolucionario,
nuestro máximo organismo de dirección – comentó de nuevo Jesús.
– Mira, Jesús. En casos tan delicados como los sucesos de abril es necesaria
una explicación más científica y coherente. Hasta el momento no nos han dicho
cuál era la desviación ideológica. ¿Cuáles eran las diferencias entre Marcial y
Ana María? ¿0 tal vez piensan que no lo vamos a comprender?
– A lo mejor Rodrigo tampoco tiene mayor información – comentó Víctor.
– Quizás tengas razón. En ese caso debería ser más sincero y decirnos que
tampoco él está enterado…
– Yo pienso que la actitud de Jorge es típica de los intelectuales. Siempre
quieren una explicación para todo – comento Jesús.
– Por favor Jesús, ¿vamos a seguir con el mismo tema de los intelectuales
pequeñoburgueses? ¿Quién te ha dicho a ti que preguntar y discutir es cosa de
intelectuales? ¿0 piensas tú que por ser intelectual no corro el mismo riesgo de
morir en la guerra que un proletario? Tú y yo estamos en las mismas condiciones.
La diferencia entre tú y yo, es que tú dices si a todo y yo no...
– Ustedes sólo son teorías...
– Yo aceptaría tú crítica si estuviera tranquilo en mi casa con mi familia,
recostado en un sillón elaborando estrategias, pero estoy donde tú estás, como
lo mismo y deseo volver al frente como tú. Lo único que yo exijo es más
claridad, más sinceridad. ¡Quiero saber por qué y por quién estoy luchando! Eso
es todo...
– Creo que en eso Jorge tiene razón – comentó Víctor.
– Yo también pienso lo mismo – agregó Gonzalo.
– ¿Por qué no le planteamos a Rodrigo nuevamente nuestras inquietudes? – pregunto
Víctor.
– Si todos están de acuerdo. Yo no tengo ninguna objeción – dijo Rogelio
anotando algo en su libreta.
La discusión había concluido y para siempre. Nunca más se volvería a tocar
el tema. Jorge había comprendido que a esas alturas ya no tenía sentido seguir
discutiendo. Habían caído en un círculo vicioso.
Jesús fue el primero en regresar al frente de guerra. Todos estaban
contentos y entusiasmados pues pronto se marcharían. Con la salida de Jesús, Rogelio
quedó como responsable deI grupo. Jorge lo había conocido en Guazapa. Rogelio era
de extracción campesina. Tenía modales suaves y era muy respetuoso y educado.
Rogelio representaba el tipo de combatiente abnegado y fiel, pero no era
dogmático y participaba en las discusiones. Mucho tiempo había tardado en
sanarIe la herida en el muslo. De no haber sido por la operación urgente a que
fue sometido hubiera perdido la pierna. Accidentalmente había sido herido por una
escuadra guerrillera que lo confundió con un soldado enemigo. EI mando
guerrillero había autorizado la salida de Rogelio para que se curara en el
extranjero. Una parte de la columna que lo acompañaba había cruzado la calle
asfaltada que une la ciudad de San Martín con Suchitoto. El lugar escogido era
sumamente peligroso. Dos compañeros transportaban a Rogelio en una hamaca.
Marianela García Villas, candidata al premio Nobel de la paz se encontraba también
en la columna. Días antes había entrado en calidad de Presidenta de la Comisión
de Derechos Humanos de EI Salvador, a investigar los atropellos constantes que
sufría la población civil de Guazapa por parte del ejército salvadoreño. De
pronto una lluvia de balas cayó sobre los guerrilleros que atravesaban en esos
momentos la carretera. AI escuchar las ráfagas los que transportaban a Rogelio
salieron huyendo, dejándolo solo y a merced de su suerte. Después de la
emboscada el enemigo realizó un rastreo en la zona de combate. Unos soldados se
acercaron al lugar donde estaba oculto Rogelio. Afortunadamente no lo encontraron.
En la noche se arrastró como pudo y con gran esfuerzo logró alejarse de la
calle.
Las voces que se aproximaban cada vez más despertaron sus esperanzas, pues
a esas horas solamente los guerrilleros transitaban por esos lugares. La pierna
le sangraba mucho y el dolor era insoportable. Una patrulla guerrillera había
salido en busca de sobrevivientes. Rogelio fue trasladado nuevamente al
hospital deI frente. Marianela García Villas había caído abatida por las balas.
Una de las mujeres más valientes y ejemplares de EI Salvador, había muerto
buscando más evidencias y pruebas del genocidio a que estaba siendo sometido el
pueblo salvadoreño. Marianela no alcanzó a presentar sus pruebas en Nueva York
ni en Ginebra, pero su espíritu y personalidad se gravaron en la memoria
histórica del pueblo y siguieron recorriendo los pasillos de las Naciones
Unidas.
Los guerrilleros se preparaban para entrar al frente. Solamente había que
esperar la celebración de una reunión ampliada para emprender el regreso. La
noticia deI ataque a la presa hidroeléctrica deI Cerrón Grande el 28 de junio les
levantó más el espíritu combativo. Días más tarde Jorge se enteraría de la
muerte de Manuelón. Había caído cuando intentaba tomar una trinchera por asalto. Un proyectil se interpuso en su
camino. Manuelón había sellado su destino con la sonrisa de niño y la fuerza de
un tigre. De todos los compañeros que Jorge había aprendido a querer, ya no
quedaba ninguno.
A pesar de las capuchas, Jorge reconoció a los comandantes Valentín y
Alejandro. Ellos se encargarían de explicarles la nueva línea política de las
FPL aprobada por el séptimo Consejo Revolucionario.
– ¡Buenos días compas!
– ¡Buenos días!
– Reciban de parte del Comité Central de las FPL un saludo revolucionario –
habló el comandante Valentín. En el marco de las batallas definitivas que se
aproximan y con el espíritu combativo que siempre ha caracterizado a nuestro
partido les damos la bienvenida. Nuestra dirigencia ha considerado de suma
importancia que todos ustedes se compenetren de los nuevos lineamientos. Es
importante que toda la militancia se empape de la línea estratégica. Muchos de
ustedes ingresarán dentro de poco al país. Nadie puede entrar si no domina
nuestra línea, sobre todo ahora que el imperialismo ha lanzado una campaña de
desprestigio en contra de las FPL. Esperamos pues, que planteen sus inquietudes
abiertamente.
"...el análisis marxista de la sociedad permite a los revolucionarios elaborar
una estrategia revolucionaria....el medio fundamental de lucha continua siendo
la lucha armada…”
– ¿Quiere decir compa que aún continuamos con la estrategia de guerra
popular prolongada? – preguntó uno de los guerrilleros.
– ¡Por supuesto que sí! – respondió Valentín. La única diferencia es que
actualmente nos encontramos en una fase superior de la guerra, la que
denominamos Guerra Popular Revolucionaria. Nuestra meta continúa siendo la construcción
del socialismo.
– Camarada. ¿Cuál es el carácter y contenido deI GAP? – preguntó Jorge.
– EI carácter es de transición y el contenido está determinado por los intereses
de las fuerzas políticas y económicas que participen en el gobierno. En una
palabra, el GAP es anti-oligárquico y anti-imperialista...
– ¿Quiere decir entonces que la plataforma programática responde a las
necesidades de la burguesía no-oligárquica, la pequeña burguesía y sectores
populares? – preguntó de nuevo Jorge.
– Así es…
– Entonces la etapa de desarrollo o de transición al socialismo que define
el GAP será burguesa-democrática-nacionalista – subrayó Jorge.
– Bueno. No tanto como burguesa, pues en el gobierno ninguna fuerza tendrá
la hegemonía – señaló el comandante Valentín.
– Disculpe camarada, que vuelva a insistir, pero tengo entendido que las
transformaciones político-económicas en el marco democrático-burgués no van más
allá del marco de las relaciones socio-económicas del sistema capitalista…
– Sí. Así es…
– ¿Podemos concluir entonces que la guerra popular revolucionaria la
estamos desarrollando e impulsando para lograr objetivos democrático-burgueses?
Y, si es así, entonces nuestra revolución es una revolución
democrático-burguesa. ¿O estoy equivocado con mí apreciación?
– Bueno. Ese tema es mucho más complejo y delicado. Y no tenemos tanto
tiempo para extendernos y hay otros temas que también queremos conversar con
ustedes….
Jorge sabía que no estaba equivocado con su análisis. El carácter y
contenido de la revolución salvadoreña había cambiado. Para quien había leído o
estudiado “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática” de
Lenin, no era difícil llegar a la conclusión que en la revolución salvadoreña se
habían impuesto los planteamientos estratégicos de lucha del partido comunista
salvadoreño en la revolución salvadoreña. Las FPL habían regresado al vientre
materno, al hogar que habían abandonado en 1969.
Aunque Jorge entendía que las tareas democrático-burguesas eran necesarias
para crear las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución
socialista-democrática, también sabía que la oligarquía salvadoreña no era la
dinastía Romanov y que El Salvador no era la Rusia zarista de principios del
siglo XX y que además, las contradicciones entre la llamada burguesía
no-oligárquica no eran tales como para enfrentarlas en el marco de una
“revolución democrático-burguesa”. En El Salvador no existía más el feudalismo
y el vasallaje. Las relaciones de producción fundamentales dominantes en la
sociedad eran las capitalistas.
La oligarquía salvadoreña no estaba defendiendo en 1984 el feudalismo, eso
lo hizo en 1932 cuando ordenó la masacre de más de treinta mil campesinos
salvadoreños. La oligarquía salvadoreña estaba defendiendo sus intereses capitalistas.
No era necesario ser especialista en macroeconomía ni siquiera marxista para
saber que la contradicción fundamental en El Salvador seguía siendo: capital-trabajo;
solamente había que saber leer y tomar los antiguos libros de texto de
economía-política que circulaban en las áreas comunes de la Universidad Nacional en los albores de la
lucha armada, para enterarse que la oligarquía salvadoreña es la clase
económica dominante que controla en su totalidad el modelo capitalista de
producción. ¿Habían olvidado los jóvenes comandantes aquellas lecciones?
Con una sutil finta protocolaria evadió el comandante Valentín contestar en
detalle la pregunta de Jorge, y rápidamente comenzó a explicar la estrategia
del diálogo y la negociación, que era el tema actual. Precisamente en la ciudad
de La Palma, departamento de Chalatenango, el 15 de octubre se había realizado
el primer encuentro entre el gobierno salvadoreño presidido por el ingeniero
José Napoleón Duarte y representantes de la guerrilla y el Frente Democrático
Revolucionario (FDR).
Los dirigentes revolucionarios salvadoreños habían optado por la estrategia
de utilizar la fuerza militar como instrumento de presión político-diplomática.
Toda propuesta político-diplomática del FMLN con carácter público, estaba siempre
acompañada de una ofensiva guerrillera previa, de mayor o menor envergadura,
parcial o general, en dependencia del peso y carácter del ofrecimiento. Es
decir, que la estrategia militar no apuntaba realmente a romper la resistencia militar
del enemigo, sino propiciar un marco favorable para la consecución de los
lineamientos estratégicos deI diálogo y la negociación. El objetivo estratégico
político-militar a mediano y largo plazo del Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional era la negociación del fin de la guerra y no la búsqueda de
la paz a través de la justicia social y económica de la sociedad salvadoreña. El
bienestar político, social, económico y cultural de las grandes mayorías o el
mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales de la sociedad
salvadoreña – precisamente para alcanzar esos objetivos es que se hacen las
revoluciones sociales – quedaría en manos de una gran alianza
democrático-burguesa.
La cruzada por la “paz”, es decir el fin de la guerra, marchaba a mil
revoluciones por minuto. Y no se trataba de que Jorge estuviera en desacuerdo
con el diálogo y la negociación. Entendía claramente que era muy importante luchar
también en ese espacio. Lo que no le parecía correcto era que la “guerra civil”
se había transformado en el tema principal de discusión y negociación. Parecía
que el FMLN estaba tratando de solucionar las consecuencias y no las causas que
dieron origen a la guerra. Planteadas así las cosas, parecía que la guerra era
la causa de la crisis, política y económica de El Salvador. Sin duda alguna la
guerra era una constante que agudizaba esa situación y la población civil, léase
la clase trabajadora y los sectores populares tampoco la querían, pero el
conflicto armado no era el origen de los problemas. Decir que la “guerra civil”
era la causante de todos los males que sufría El Salvador, no solo era una
falacia, sino demagogia. Ahora solamente había que esperar el desarrollo de los
futuros acontecimientos en EI Salvador y Centroamérica.
Jorge no hizo más preguntas, sabiendo que las respuestas no satisfacían sus
inquietudes ni sus preocupaciones. Había entendido muy bien el mensaje del
Comité Central de las Fuerzas Populares de Liberación y comprobó lo que el 9
diciembre de 1983 había intuido: De las Fuerzas Populares de Liberación
Farabundo Martí, fundadas el primero de abril de 1970 por Salvador Cayetano
Carpio solamente quedaban las cinco letras, el resto estaba muerto.
En esos momentos, Jorge recordó las bromas de Lencho y German en la montaña
y constataba ahora que no habían sido chascarrillos entre viejos conocidos,
sino la proyección estratégica del FMLN que cada día se concretizaba más. Ahora
creía hasta en la posibilidad real y concreta de ver muy pronto al Dr. Rubén
Zamora o cualquier otro civil demócrata como presidente de un gobierno de
amplia participación.
¿Estaba él dispuesto a arriesgar su vida para que en un futuro cercano, en
el marco de una democracia-burguesa se pudiera elegir a un ex guerrillero como
alcalde o diputado en elecciones libres?
Jorge sabía lo que tenía que hacer y lo que no debía hacer con su vida en
el futuro. Él, que no había sido más que un peón en el tablero de la revolución
salvadoreña por libre albedrío, se marchaba como hombre libre, con la
conciencia limpia, pero con la inmensa pena de no haber visto el nuevo
amanecer…
FIN
EPÍLOGO
La versión original no tiene epílogo, puesto que con la muerte simbólica de
Jorge se terminaba la historia, pero la vida real es como un libro en el que la
última página se cierra cuando existe un final verdadero. Y la vida no terminó
en noviembre de 1984.
Regresé a mi hogar con la derrota al hombro y cargado de rabia, dolor y
pena. Pero eso sí, jamás me hice reproche alguno. Es más, la experiencia vivida
me hizo más humano, más realista, más maduro y menos duro.
Nunca llegué a imaginarme que al abrir nuevamente las páginas de este
libro, las imágenes, las voces, los paisajes, las tristezas y preguntas de más
de tres décadas volverían hacerse presentes con toda su intensidad y emoción. Es
mi historia personal, y no quiero valorar lo escrito ni mucho menos levantar el
dedo reprobatorio contra alguien o un colectivo en particular, tampoco pretendo
hacer un paradigma de ella. La historia la hacen los hombres con sus virtudes y
sus defectos y cuando se hacen cosas, se acierta o se yerra.
“Mi historia” la escribí tal y como la viví y la sentí en esos momentos.
Fue una catarsis necesaria para poder seguir viviendo como un ser humano normal
y corriente, y no como piltrafa humana en el mundo que había abandonado
voluntariamente por convicción político-ideológica. Cerca del amanecer me ayudó a elaborar psíquicamente los traumas de
la guerra, a no sentirme “víctima” o “tonto útil” en manos de “dirigentes
maquiavélicos”. No. Ni tonto ni engañado ni confundido.
Mis críticas y mis dudas nunca fueron personales y aunque pocas veces
encontré el método y la forma adecuada para hacerlas, fueron siempre de
carácter político-ideológico. Guardo un gran cariño, admiración y respeto por
TODOS los compañeros y compañeras de las FPL-FM, y llevaré toda mi vida en mi
mente y en mi corazón aquellos con quienes tuve el alto honor de trabajar y
compartir sangre, sudor y lágrimas. Tampoco olvidaré a mis hermanos internacionalistas
quienes sin saberlo, hicieron que me sintiera cerca de mi familia. Ellos fueron
para mí un soporte importantísimo durante la fase de adaptación en la montaña.
No sé qué hubiera hecho sin las conversaciones nocturnas y los consejos del Negro Hugo, Ramiro, Memo y Juancito. ¡Un millón de gracias compas!
El ser humano en su historia ha recurrido siempre a los rituales como un
instrumento para sanar las penas del alma. Releyendo el libro me di cuenta que
después de mi ruptura con las FPL-FM, había realizado de manera inconsciente
dos actos rituales importantes, que en definitiva me ayudaron a estabilizar mi
vida emocional y un tercero, como un acto consciente y necesario para cerrar un
ciclo importante de mi vida.
1. Ritual: La peor estupidez cometida en los tiempos de la guerra.
Rondaban los días de agosto de 1987 y estaba de vacaciones en la ciudad de
México con mi compañera y mi hija. El viaje a El Salvador no estaba en la
agenda de vacaciones. Sin existir motivo alguno, al menos de manera consciente,
tuve la “brillante idea” de darnos una vueltecita a El Salvador. De Europa a
Centroamérica es bastante largo – me dije –, pero de Ciudad de México, aunque
por tierra, San Salvador está a la vuelta de la esquina y es más barato. Así
que de pronto nos vimos montados en un bus tipo Pulman y llegamos a San Salvador.
Las peripecias del viaje y los correspondientes inútiles intentos de mordidas
de los funcionarios aduaneros mexicanos y chapines no las comento porque no vienen al caso. Allí
estaba mi padre esperándonos en la terminal de buses en el bulevar Venezuela.
Mi mujer feliz de conocer por fin a su suegro y mi hijita de conocer a su
abuelito salvadoreño. El cielo azul profundo era más que el sombrero de Alí
Primera, era un manto de índigo pipil hermoso y subtropical.
Entonces sucedió que un domingo, así de repente, le propuse a mi compañera
viajar en bus hasta La Palma. La idea le pareció estupenda. Nuestra hija la
dejamos con mi padre en San Salvador y nosotros tomamos el bus en la terminal
de oriente. En uno de los retenes ubicado en un puente de Chalatenango, los
soldados hicieron alto al bus y todos los pasajeros tuvimos que bajarnos. Los
hombres a la izquierda y las mujeres a la derecha. Mi compañera traumatizada
por los milicos golpistas de su país se puso nerviosa y para que se
tranquilizara comenzamos a conversar en alemán. Nos pidieron los pasaportes.
Ella presentó su pasaporte alemán y yo el salvadoreño. Nos preguntaron el
motivo del viaje y nuestro destino. Les expliqué que estábamos de vacaciones y
queríamos comprar artículos de artesanía en La Palma. Los pasajeros del bus
comenzaron a subirse nuevamente y un soldado le dijo a mi compañera que ella
también tenía que continuar el viaje. Y mi marido – preguntó ella. No él no
puede continuar. Tiene que quedarse aquí porque tenemos que chequear sus
documentos. ¡Entonces yo me quedo con él! – respondió ella resoluta y con
determinación. Bueno, si usted quiere, respondió el soldadito, bastante
sorprendido por la firmeza de mi mujer. Pasaron tres camionetas y nosotros aún
sentados en unas piedras esperando a que el sargento se pusiera en contacto con
el cuartel de Chalate. Ambos estábamos muy tranquilos. La situación operativa la
conversábamos en alemán. Yo le decía a mi mujer que teníamos que aparentar
tranquilidad absoluta y sobretodo no ponernos nerviosos en ningún momento. Yo
sabía que era muy difícil, casi imposible que alguien me pudiera reconocer o
identificar como guerrillero. Mis documentos eran legales y por ese lado no
había nada que temer. Por fin el sargento logró comunicarse con el cuartel de Chalate
y pude escuchar cómo informaba a un oficial acerca de la situación operativa. Son
turistas alemanes repetía el sargento. Van a La Palma. El sargento cerró las
comunicaciones y se dirigió a mí y me entregó mi pasaporte. Dice mi teniente
que pueden seguir, pero tengan cuidado – advirtió – están en territorio en guerra. Le di
las gracias por el documento y por sus advertencias. En ese momento realicé que
efectivamente estábamos en territorio en guerra y el peligro real en que nos
encontrábamos. No obstante, le pregunté al sargento si había más retenes por
delante, pues corríamos el riesgo de que nos controlaran nuevamente. No se
preocupe dijo el sargento ya no los van a controlar más. Más de dos horas
habíamos pasado retenidos. Por fin llegó la camioneta, pero venía repleta. La
única posibilidad que teníamos de viajar era ir colgados en la parte de atrás y
eso fue lo que hicimos. Llegamos a La Palma y sólo pudimos dar una vuelta por
el casco de la ciudad y recorrer un poco los alrededores de la plaza. A Silvia
le indiqué más o menos el lugar donde había muerto Yoel, la tiendita donde
había bebido una gaseosa y la zona por donde salimos en retirada el 24 de
diciembre de 1982. Allí en el centro de la plaza, en silencio y tratando de
contener las lágrimas, me despedí de Bernardo, de Yoel y de todos los guerrilleros
del Frente Norte Apolinario Serrano. Allí en la subzona tres viví los días más
felices de vida guerrillera con Manuelón y Bernardo, y precisamente allí, en el
lugar de mi última operación militar como guerrillero de las FPL-FM, en
silencio eterno y tomado de la mano de mi compañera dejé de ser Jorge López.
Era poco tiempo el que nos quedaba y no queríamos viajar atardeciendo.
Tomamos el bus de regreso a San Salvador, esta vez viajamos cómodamente
sentados. Le fui explicando a mi esposa el recorrido de nuestra retirada.
Pasamos por El Barrancón y minutos más tarde llegamos al retén. Saqué de la
ventana un cuadro típico de La Palma y se lo mostré al sargento, quien muy amablemente
nos saludó con la mano. Nunca le dije a mi compañera que la mayor muestra de su
amor por mí y de su valentía, me la había dado en esos momentos en que se negó
a dejarme solo en el retén.
2. Ritual: El arco del triunfo de dos presuntos perdedores
Mi padre vino de visita el año siguiente a conocer las Europas. Creo que
nunca en su vida se imaginó que algún día conocería estas tierras. Aprovechando
su visita y mis vacaciones de verano, fuimos a París. Nos hospedamos en un
hotelito de dos estrellas en las cercanías del arco del triunfo. Realizamos la
ruta típica de los turistas, tomamos fotos y la pasamos lindo, mi viejo y yo.
Dejé a mi padre en el hotel y le dije que regresaría en un par de horas, pues
me encontraría con un viejo amigo.
Llegué sin problemas a la dirección que Jacinto me había entregado y toqué
la puerta. Para mí hubiera sido una decepción muy grande si la puerta se
hubiera quedado cerrada. Había llegado exactamente a la hora convenida y no
toqué dos veces. A la primera abrió Edmundo la puerta y me hizo pasar a una habitación,
pequeña pero cómoda. Al principio noté un cierto nerviosismo en su comportamiento
y tuve la fantasía de que estaba a la expectativa, como si esperara un reproche
o una crítica. Le expliqué que había tenido la necesidad de verlo en el momento
que supe que estaba de regreso en Paris. Quería decirle que no creyera que yo
podía tener algún resquemor, por haber sido él quien me abrió las puertas de
las FPL. No quise utilizar el término “reclutar”, pues él nunca me reclutó. Yo
me presenté voluntariamente como soldado de la revolución ante su puerta y él
la abrió, tal como lo había hecho minutos atrás. Hablamos acerca de muchas
cosas, todas relacionadas con el desarrollo posterior de las “F” a raíz de los
sucesos de abril. Hablamos tanto, que ya no me acuerdo de nada. Antes de
despedirme le pregunté por René, el compañero que hizo todas las gestiones para
que yo ingresará al frente interno. Sentí un gran alivio, no sé por qué, cuando
me enteré que estaba vivo y que vivía en Canadá. Le pedí por favor que si algún
día lo encontraba por allí le dijera cuáles eran mis pensamientos. Por Edmundo me
enteré también que Gonzalo vivía en Costa Rica. Todo el equipo de las FPL-FM de
antaño en Europa había pasado a la historia. Miguel Bonilla, como ya lo
expliqué en la novela, murió en Chalatenango en 1983. El sabio, bueno y
bondadoso de Jacinto murió ese mismo año de cáncer en el hígado. Con Alfonso me
unen más relaciones amistosas que políticas, cosa que siempre fue así. De vez
en cuando nos encontramos por allí o por acá y casi nunca hablamos de los
tiempos de la guerra…
3. Ritual: La relectura de Cerca del amanecer
Hasta el año 2005 nunca pude cantar de un tirón “El sombrero azul” de Alí
Primera ni siquiera hablar con los “amigos del alma” mis vivencias en la guerra.
A medio andar rompía en llanto. Pero jamás evité ni cantar ni hablar de El
Salvador. Lloraba de pena. Siempre canté y siempre discutí acerca y sobre la
revolución salvadoreña. Entonces, poco a poco fui experimentado que cada vez
las estrofas iban siendo más, hasta que un día canté la canción de corrido y
con tanta emoción que fueron los presentes los que lloraron esta vez. Sabía que
algún día tomaría el libro y lo leería nuevamente, pero la verdad es que nunca
tuve la necesidad de hacerlo. Allí estuvo siempre un ejemplar en el estante,
esperando pacientemente veintiséis años sin decir nada. Hasta que en septiembre
de este año lo tomé de la estantería, pero no lo abrí para leerlo, sino que lo copié
con un escáner y lo convertí en un documento Word. Fui entonces leyendo y
escribiendo al mismo tiempo capítulo por capítulo. Pero las experiencias,
aunque renacidas, ya estaban muy lejos; la maduración político-ideológica y los
hechos históricos mundiales ocurridos años más tarde relativizaban o explicaban
muchas cosas, pero no todas. Por las facilidades de la época moderna y las
ventajas de internet, pude enterarme de los nombres legales de muchos
compañeros caídos e incluso de algunos que sobrevivieron. Así me enteré recién
hace un par de meses de la muerte de German Serrano en un artículo muy escueto
y en inglés: “…Salvadoran
guerrilla commander Jose Ricardo Ruiz died June 1, 1992 at age 32 at a San
Salvador hospital. He had been in a coma sinceMay 25, when he suffered a brain
hemorrhage caused by the breaking of a congenital aneurism, his doctors said. Ruiz, who was known as Comandante German Serrano, was an
important militarystrategist for the FMLN (Farabundo Marti Front for
NationalLiberation) and led the 1989 takeover of the Sheraton hotel during the
FMLN's military offensive in the capital. He joined the revolutionary movement
at age 13. At the time of his death,he served on the political commission of
the Popular LiberationForces (FPL), one of the five groups making up the FMLN. Ruiz was born and is to be buried in El Salvador's
Chalatenango province…“
Ojalá algún día se escriba y se describa la vida de miles de jóvenes
revolucionarios, quienes, como “Bernardo Torres”, “German Serrano”, “Manuelón”,
“Medardo”, “Odul”, “Nico” y tantos otros conocidos y desconocidos, ofrendaron
su vida en aras de la revolución socialista salvadoreña.
Los que sobrevivieron, estén donde estén, seguirán llamándose como los
conocí, aunque tengan otros nombres. Ellos son también parte ya del pasado.
¿Qué fue de los firmantes de la Comisión Política de las FPL-FM[3] electa en agosto de 1983?
Aquellos que en agosto de 1983 acusaron de asesino a Salvador Cayetano
Carpio, aquellos que con su firma certificaron la alta cohesión
político-ideológica del partido y al mismo tiempo la descomposición
político-ideológica del Comandante Marcial, aquellos que le diagnosticaron una psicopatía
y avidez de poder, aquellos que lo calificaron de desubicado histórico que no
supo estar a la altura de las exigencias de la guerra popular revolucionaria
salvadoreña.
¿Dónde están ahora? ¿Cómo está el pueblo salvadoreño? ¿Cómo marcha la
revolución democrático-burguesa? ¿Cómo está Doña Oligarquía? y ¿la paloma de la
paz?, ¿Vive o se la merendaron los indigentes?
Salvador Sánchez Cerén [FMLN], Comandante Leonel González: Actual
Vice-Presidente de la República de El Salvador y candidato a la presidencia
para el periodo 2014-2019. ¡Responda!
Hernán Solórzano, Comandante Dimas Rodriguez: Caído en combate en 1989. ¡R.I.P!
Medardo González [FMLN], Comandante Milton Méndez: Secretario General del
FMLN. ¡Responda!
Atilio Montalvo Cordero [civil sin filiación política], Comandante Salvador
Guerra. ¡Responda!
Facundo Guardado [socialdemócrata], Comandante Esteban Cabrales. ¡Responda!
Comandante Mayo Sibrían [criminal de guerra]: Fusilado en 1991 después de
ser acusado y condenado en un juicio sumario por crímenes y vejámenes cometidos
contra militantes de las FPL-FM. ¡R.I.P!
Juan Fernando Ascoli [religioso sin filiación política], Comandante Ricardo
Gutiérrez: Jesuita guatemalteco y académico de alto nivel. Regresó a Guatemala
después de los acuerdos de paz. ¡Responda!
Gerson Martínez [FMLN], Comandante Valentín/Orlando Quinteros: Ministro de
Obras Públicas del actual gobierno presidido por Mauricio Funes. ¡Responda!
Antonio Cardenal Caldera, Comandante Jesús Rojas: Muerto en 1991 en las
cercanías de Arcato, Chalatenango, en una emboscada de aniquilamiento planificada
ad hoc por un batallón élite. ¡R.I.P!
Napoleón Romero [desertor], Comandante Miguel Castellanos: Desertó de la
guerrilla en 1985. Director del Centro de Estudio de la Realidad Nacional (CEREN).
Fue ajusticiado por un comando urbano de las FPL-FM en 1989. ¡R.I.P!
¡Prohibido olvidar!
Post scríptum:
Salvador Cayetano Carpio, Comandante Marcial, fue sobreseído en abril de
1984 del cargo que se le imputaba como autor intelectual del crimen cometido
contra Mélida Anaya Montes, Comandante Ana María, por un Tribunal de Justicia
de la República de Nicaragua, debido a que no fueron presentadas pruebas en el
proceso que respaldaran dicha imputación.
[1] Comandante en jefe del ejército de Chile durante la Unidad Popular y
asesinado en el marco de la operación Condor.
[2] General Juan Francisco Velasco Alvarado
presidente del Perú en 1968 de ideología socialista.
[3] Las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí acordaron el 9 de
diciembre de 1995 en la Finca El Espino disolver las estructuras partidarias y
traspasar todos los bienes y activos al FMLN.
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