lunes, 24 de diciembre de 2012

Cerca del amanecer...18 (último capítulo)

XXXIX. Muchas preguntas y pocas respuestas


Jesús, quien solía vestir una camiseta extra large con la imagen de Marcial, fue el primero en levantarse. Jorge se paró y se dirigió al corredor. Víctor, quien a la sazón se había transformado en su sombra, lo siguió.
– ¿Qué pensás? – preguntó Víctor.
– No puedo creerlo. ¡No puedo aceptar una declaración tan chapucera! – exclamó Jorge.
– Yo tampoco – dijo Víctor.
EI olor de algo que se quemaba los indujo a buscar en la oscuridad deI jardín. En un rincón encontraron a Jesús, quien con saña reducía a cenizas la camiseta blanca con la foto de Salvador Cayetano Carpio. Aunque aún estaba desnudo deI pecho, Jesús vestía ya la nueva camiseta. Un nuevo “retrato sagrado” pendía en la mente de aquel leal, valiente, abnegado y probado combatiente, pero desgraciadamente estrecho de criterio. Para él la cosa era bastante simple: ¡A rey muerto,…rey puesto!

Unas horas más tarde llegó Rodrigo, responsable deI grupo con nuevas instrucciones.
– Jesús, decíle a los compas que nos vamos a reunir – ordenó Rodrigo secamente.
Inmediatamente el grupo de hombres estaba reunido alrededor de la mesa, todos impacientes y ávidos por tener más noticias.
– Bien compas – comenzó Rodrigo diciendo. Seguramente ya están enterados de la declaración oficial deI Comité Central. EI Consejo Revolucionario declaró culpable a Marcial del asesinato de la compa Ana María...
– ¿Existen pruebas realmente? – preguntó Jorge.
– ¡Por supuesto! – exclamó Rodrigo.
– Pero en la declaración no se menciona ninguna – replicó Jorge.
– Deja que termine de hablar el compa – intervino Jesús.
– Marcial venía obstaculizando el trabajo unitario desde hacía mucho tiempo. Nuestro antiguo sectarismo impedía dar los saltos de calidad para la toma deI poder. EI Consejo Revolucionario ha demostrado la unidad ideológica en el seno de las FPL. AI interior de nuestro partido no existe más la lucha ideológica.
La perorata agitadora duró en total quince minutos. Jorge, quien había aprendido a sospechar de aquellos que se ahogan en dar explicaciones, levantó el dedo pidiendo la palabra.
– Mira Rodrigo. Yo pienso que a estos sucesos hay que darles la dimensión correcta. Me parece demasiado prematuro decir que en el partido ya no existe la lucha ideológica. Además, pareciera que hasta ahora ha sido Marcial el único obstáculo para la toma deI poder. Pienso que es importante precisar más en este asunto, pues a decir verdad a mí no me queda claro. En relación a las pruebas que tú dices que existen, lo único que puedo decir es que cuando asesinaron a Roque Dalton también se dijo que “había pruebas”, hoy todo el mundo sabe que él fue vilmente asesinado. Es fácil hablar de pruebas...
– ¡Pero estás dudando de las palabras del compa Rodrigo! – interpuso Jesús.
– ¿Y qué quieres que haga? Con la verdad no ofendo a nadie. Si cuestiono no es por falta de confianza, lo único que intento es entender esta mierda. ¿Quieres que acepte todo sin rechistar, aunque en el fondo no crea un carajo? Personalmente considero que lo más importante en estos momentos es conocer cuáles eran las diferencias ideológicas entre Marcial y los demás Comandantes. De lo contrario, me sería muy difícil pensar que él se estaba volviendo loco o que le tenía envidia a la compa Ana María. Yo no sé lo que ustedes piensan – dijo dirigiéndose a todo el grupo – pero pienso que es justo que se nos dé una explicación más coherente y sobre todo, más científica, pues de lo contrario, esto parece más que lucha ideológica un pleito de señoras de mercado...
EI grupo entero, salvo Jesús, estuvo de acuerdo en lo planteado por Jorge. A Rodrigo no le quedó otra alternativa que ceder.
– Voy a esperar a que lleguen los últimos lineamientos deI partido. En todo caso – advirtió en tono casi amenazante – cierto tipo de información sólo la manejan miembros y cuadros del partido...
Jorge comprendió el mensaje directo de Rodrigo. Por el hecho de no ser miembro, cierta información le estaría vedada.
– Jesús les entregará los documentos que tienen que estudiar – señaló Rodrigo, visiblemente  disgustado. Por el momento lo más importante es compenetrarse de los nuevos acuerdos tomados en el séptimo congreso. La lectura de otros libros déjenla para después.
– ¿Es una orden o una recomendación? – preguntó Jorge.
– Es una recomendación – respondió Rodrigo.

Los seis guerrilleros formaban un grupo heterogéneo. Desde el punto vista partidario estaban los miembros y los aspirantes a miembro.
Víctor, Gonzalo y Jorge eran aspirantes, mientras que “el Viejito”, Rogelio y Jesús tenían la calidad de miembro.
Para evitar futuros problemas, Víctor y Jorge dejaron de realizar las “lecturas comentadas”. Los nuevos acontecimientos motivaron que ambos estrecharan más los vínculos de amistad política sin violar las normas de compartimentación y seguridad.
Rodrigo había llegado a informar que, a partir de ese momento, como por arte de magia en las FPL ya no había más sectarismo ni dogmatismo. EI mea culpa, mea culpa, golpeaba el pecho de los antiguos pecadores.


El año de 1983 estaba finalizando y las noticias habían llenado las primeras páginas de la prensa internacional con todo tipo de comentarios sobre la revolución salvadoreña. Los últimos meses habían sido de triunfos en el campo de batalla. Las unidades guerrilleras del FMLN habían derrotado al ejército en las ciudades de Cinquera y Tenancingo. Esto significaba un avance cualitativo en el desarrollo del enfrentamiento militar. Los objetivos principales de ataque se estaban centrando en aquellos puntos donde el enemigo tenía aglutinada sus fuerzas estratégicas: Las ciudades.
La guerra revolucionaria en EI Salvador había pasado a una guerra de movimiento y de concentración de las fuerzas guerrilleras.

Pero el año 1983 no solamente reportaba victorias. Había sido un año también de muertes y asesinatos inútiles. Maurice Bishop y tres de sus ministros habían sido asesinados supuestamente en aras del marxismo-leninismo, la Comandante Ana María salvajemente mutilada en nombre de la revolución proletaria y socialista de EI Salvador, la misteriosa muerte del Comandante Marcial. Las muertes de Bernardo Torres, el Negro Hugo, Miguel Bonilla y Marianela García Vilas tenían para Jorge una connotación muy especial. Había trabajado con los cuatros. Con los dos primeros en el frente de guerra y con Miguel y Marianela en el trabajo político-diplomático.

La invasión de Grenada había que interpretarla como una advertencia, una amenaza de intervención en Centroamérica y el Caribe. Los Estados Unidos no estaban dispuestos a permitir una nueva Nicaragua en Centroamérica. Los revolucionarios salvadoreños, y sobre todo los dirigentes máximos de las FPL, estaban enfrentando uno de los momentos más importantes de su historia. La decisión tomada en el séptimo Congreso por la mayoría de los Comandantes y avalada por concejales adeptos e incondicionales a la nueva línea política, había provocado el cisma en las FPL, puesto que los combatientes del frente urbano Clara Elizabeth Ramírez se negaban a reconocer a la nueva dirigencia y a aceptar los acuerdos estratégicos acordados en ese Congreso.
Esta situación contribuía a que las tensiones internas se agudizaran.

– ¡Nos tomamos el Paraíso! – gritó exaltado Jorge saltando de la litera y corriendo a la sala donde los demás compañeros veían el programa de televisión.
El locutor de Radio Farabundo Martí anunciaba que cientos de armas de todo calibre habían sido recuperadas y se habían hecho más de doscientos prisioneros de guerra. Todos comenzaron a saltar de alegría. Como por encanto, se esfumaron las tensiones de las semanas anteriores.
– Esto significa que estamos más fuertes que nunca – exclamó Jesús en tono triunfalista. ¡Se dan cuenta lo que les decía!
Víctor y Jorge pensaron que se habían equivocado al pensar que los sucesos de abril habrían debilitado a las FPL. La voz del Comandante Dimas se escuchó en la radio. Gonzalo apagó la televisión y la imagen antipática del mejicano Raúl Velasco desapareció de la pantalla. EI Comandante leyó los datos preliminares del operativo militar. El comunicado hacía mucho énfasis en la unidad político-militar del FMLN. A pesar del discurso unitario, la acción fue reivindicada por las FPL, aunque el batallón Rafael Aguiñada Carranza de las FAL y el destacamento Luís Díaz del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC) también habían participado en ella.

Había sido la primera gran acción conjunta de envergadura que el FMLN realizaba desde que había comenzado la guerra en 1981. La adjudicación por parte de las FPL del ataque exitoso al cuartel de El Paraíso sólo podía tener una explicación y ésta era política. A la luz de los últimos sucesos, la nueva dirección de las Fuerzas Populares de Liberación necesitaba reivindicar su fuerza político-militar, neutralizar de un tajo las dudas políticas de miembros y combatientes al interior de la organización y restarle importancia a la escisión sufrida con la rebeldía política del frente Clara Elizabeth Ramírez. Todo coincidía con la filosofía de "quien triunfa es el que tiene la razón".

EI treinta y uno de diciembre, cuatro días después de la toma de El Paraíso, la brigada Rafael Arce Zablah del Ejército Revolucionario deI Pueblo (ERP) destruía el puente Cuscatlán. EI nuevo año comenzaba con una ofensiva político-militar-diplomática deI FMLN/FDR. Los golpes militares de El Paraíso y el puente Cuscatlán fueron la antesala de la propuesta por parte de los revolucionarios salvadoreños de conformar un gobierno de amplia participación. Después de varios meses de intensa lucha ideológica, en la cual la muerte de Ana María, el suicidio de Salvador Cayetano Carpio y la división en las FPL no eran fenómenos ajenos y aislados, sino más bien la consecuencia directa de dicha lucha, el FMLN-FDR hacía público los nuevos objetivos estratégicos de la revolución salvadoreña. EI gobierno democrático-revolucionario (GDR) planteado en 1980 había quedado finalmente sepultado en el cementerio de la historia.

Después de la muerte del Comandante Marcial se dieron muchos cambios tácticos y estratégicos. A nivel de las estructuras militares de las FAPL desaparecieron las Unidades de Vanguardia que Jorge había visto crecer y desarrollarse y en su lugar se crearon otras estructuras militares parecidas, pero aquellas unidades del campamento de El Candelero que Oscar Arnoldo Dueñas, el comandante Bernardo Torres había dirigido y arengado en los finales de diciembre de 1982, ya no existían. Solamente el desarrollo futuro de la guerra demostraría sí los cambios efectuados facilitarían la toma del poder o postergarían para un futuro incierto el triunfo de la revolución popular salvadoreña. Había que tener conocimientos de estrategia militar para comprender que estas reestructuraciones de las unidades militares no eran arbitrarias, sino que correspondían a una necesidad político-militar. Las Unidades de Vanguardia históricas que habían sido la columna vertebral del primer batallón guerrillero José Dimas Alas, eran cien por cierto marcialistas, hecho que Jorge había comprobado personalmente por su estrecha relación con la tropa. La estrategia política del emperador romano Julio Cesar de “divide y vencerás” también la conocían los jóvenes comandantes de las FPL. Al disgregar las Unidades de Vanguardia, rompieron la unidad político-ideológica de las mismas y con ello neutralizaron la influencia ideológica de Marcial en la tropa.

EI gobierno de amplia participación, conocido como GAP, en cuanto a su forma y contenido no presuponía la toma del poder ni cuestionaba el poder burgués sino más bien era el instrumento que permitiría, al menos teóricamente, la participación de los revolucionarios en un sistema legislativo democrático-burgués. Esto de por sí, significaba un cambio radical en cuanto al carácter de la revolución salvadoreña...
Los días transcurrían monótonos. EI único contacto que tenían con el exterior era la radio, la televisión y los periódicos que les llevaban diariamente.

La llegada repentina de Rodrigo y el Comandante Oscar sorprendió a los guerrilleros.
– ¿Cómo están? – preguntó el jefe guerrillero.
– Con ganas de entrar al frente – respondió Gonzalo.
– Tengan paciencia – dijo Oscar. Ya se van a ir. Tengo entendido que ya estudiaron el documento del GAP...
–Más o menos – respondió Alberto, el “Viejito”.
– ¿Cómo así? ¡Ninguno de ustedes puede entrar al frente si no está compenetrado del contenido programático del GAP! – advirtió el Comandante.
– Todavía  no hemos discutido el documento – intervino Jesús.
– Pero yo te dije que lo estudiaran – reparó inmediatamente Rodrigo.
– Bueno. Como yo no sé nada de marxismo ni de cuestiones económicas, ustedes me van a explicar lo que significa el GAP – dijo Oscar percatándose de la mirada incrédula de Jorge.
Víctor miró de reojo a Jorge sin ocultar una sonrisa.
EI comandante se vio obligado a dar explicaciones innecesarias, pero que hacían resaltar su falta de formación marxista.
– Yo hace poco que aprendí a escribir. Mirá mi letra – dijo –, mostrando su cuaderno a Jorge.
Oscar enfatizaba mucho su condición de campesino semianalfabeto y eso tenía ventajas y desventajas. La modestia y la humildad del joven comandante causaron gran admiración. Ciertamente no todos los comandantes poseían esas cualidades. El desconocer la teoría marxista de desarrollo de la sociedad lo colocaba en una situación de debilidad político-ideológica, sobre todo en los combates de las ideas, de los conceptos; esa situación lo hacía vulnerable en la lucha ideológica. Sus méritos militares eran incuestionables, así como su amor y lealtad al pueblo. Oscar no era un caso aislado en las FPL. Precisamente el raquitismo ideológico, el menosprecio por la teoría y la fe ciega en los altos dirigentes eran el talón de Aquiles de las Fuerzas Populares de Liberación. Por eso habían perdido la lucha ideológica frente al partido comunista salvadoreño. Los combates ideológicos se ganan siempre por la solidez y coherencia de los argumentos, por el conocimiento de la historia y sobre todas las cosas con la verdad. No era suficiente con los miembros versados y duchos en economía-política y marxismo-leninismo, como era el caso de los comandantes Valentín Quinteros o Salvador Guerra del Comité Central y la Comisión Política, la membresía en general tenía que estar impregnada de la ideología marxista-leninista y eso sólo se podía lograr a través del fortalecimiento de las estructuras partidarias, es decir, la construcción del partido comunista de las FPL. Justamente ese desarrollo había sido bloqueado sistemáticamente y explicaba la falta de atención partidaria a miembros, aspirantes y simpatizantes. ¿Cómo era posible que en dos años Jorge no hubiera tenido atención política organizada? Él no era un caso aislado ni la excepción de la regla.
Jesús comenzó a leer el documento.
– ¿Qué fuerzas van a participar en el GAP? – preguntó Gonzalo.
– ¿Quién puede responderle? – preguntó Oscar asumiendo el rol de moderador imparcial.
Víctor levantó el dedo.
– Como se trata de un gobierno de amplia participación, – señaló – estarán todas las fuerzas antiimperialistas y anti oligárquicas...
– Excluyendo naturalmente a las fuerzas de ultraderecha y a los militares que hayan cometido crímenes contra el pueblo – agregó Jesús.
– ¿Están de acuerdo? – preguntó Oscar.
Los guerrilleros afirmaron con la cabeza.
– ¿Qué pasaría hipotéticamente si nosotros derrotaramos al ejército mañana y tomaramos el poder? ¿Qué tipo de gobierno instauraríamos al día siguiente? – preguntó Víctor.
– EI GAP – respondió ágilmente Jesús.
– Yo pienso que no – intervino Alberto. Creo que en ese caso el carácter y contenido del nuevo gobierno tendría que ser otro...
– ¿Ustedes qué piensan? – preguntó nuevamente el comandante abiertamente satisfecho por la situación cómoda que le brindaba la moderación.
– En ese caso – intervino Jorge, la forma podría ser la misma, es decir un pluralismo político, pero el carácter y contenido tendría que ser otro. En eso estoy de acuerdo con Alberto.
– La propuesta del GAP es un planteamiento serio del FDR/FMLN y por lo tanto, el gobierno que tendríamos sería el mismo GAP – manifestó Oscar.
– ¿Cuál es el contenido programático del GAP? – preguntó Jorge dirigiéndose directamente al comandante.
– Es el mismo del gobierno democrático revolucionario (GDR) – respondió despreocupado.
– Disculpe, camarada. ¿Quiere decir que sólo se trata de un cambio de letras?
– En el fondo es lo mismo. Lo único que en el GAP se trata de ampliar la base social, pero los objetivos siguen siendo los mismos – comentó el comandante.
– De acuerdo. Pero las alianzas se dan en torno a intereses concretos, es decir, planteamientos político-económicos e ideológicos. ¿O no?
– Lo que pasa es que antes éramos muy sectarios y no comprendíamos que había sectores de la burguesía no-oligárquica que también están por el progreso.
– En el GAP se señala que los militares patriotas y honestos tendrán un espacio en el gobierno, además que se formará un sólo ejército. ¿Nos podrías explicar eso? – pregunto Víctor.
– Antes nosotros pensábamos que todos los militares eran iguales. Hasta que nos dimos cuenta que entre ellos hay también oficiales patriotas que quieren la justicia social y el bienestar de los pobres...
– Disculpe nuevamente compañero – interrumpió Jorge. Yo tenía entendido que la organización nunca descartó la posibilidad de participación de oficiales dentro de las estructuras revolucionarias, siempre y cuando ésta fuera un acto individual. Yo más bien pienso que la organización siempre se negó a la participación de los militares como institución. Y aquí lo que se está planteando es la participación de las Fuerzas Armadas como institución...
– No les digo, pues. Antes éramos sectarios – insistió el comandante.
– ¿Y quién va a depurar al ejército? – preguntó Víctor.
– ¿Y cuál será el carácter y contenido de ese nuevo ejército? – preguntó Jorge,
– ¿Y qué intereses político-económicos va a defender? – preguntó Alberto.
– Las mismas Fuerzas Armadas tendrán que depurarse – respondió el jefe guerrillero acosado de preguntas.
Los guerrilleros miraron un poco incrédulos a Oscar. Era realmente muy difícil hacerse la idea de una autodepuración por parte deI ejército reaccionario. Era evidente que no todos los oficiales eran asesinos ni rabiosos anticomunistas, pero el contenido ideológico de las Fuerzas Armadas salvadoreñas seguía siendo antipopular y represivo. Ni diez Prats[1] ni cien Velasco[2] podían purificar el instrumento de poder de la burguesía y el capital internacional.

Cuatro años habían transcurrido desde que los oficiales patriotas salvadoreños habían derrotado al general Carlos Humberto Romero y establecido una Junta Cívico-militar. Un sector deI ejército, encabezado por el coronel Majano y Abdul Gutiérrez, sectores de la pequeña y mediana empresa y los jesuitas de la Universidad Católica conformaron el nuevo gobierno. EI golpe de estado había sido concebido como un instrumento para detener la “nicaragüizacion” de la revolución salvadoreña. Bajo un manto democrático y pluralista se había pretendido mediatizar el carácter popular y anticapitalista de la lucha de clases en EI Salvador. Fue tan amplio el grado de pluralismo político que el titular de la cartera ministerial de trabajo fue el Dr. Gabriel Gallegos Valdés, viejo militante comunista, dirigente estudiantil y compañero de andanzas de Schafik Handal. Además, por decreto de ley, la Junta Revolucionaria de Gobierno acordó en noviembre de 1979 disolver la organización paramilitar oficialista denominada ORDEN. Incluso se “atrevió” a tocarle los huevos al tigre oligárquico guanaco, decretando leyes que regulaban a) la reforma agraria; b) la nacionalización de la banca privada; y c) la nacionalización del comercio exterior.

La reforma agraria que de acuerdo con la proclama de las Fuerzas Armadas del 16 de octubre de 1979, estaba dirigida a realizar una justa distribución de la riqueza y al mismo tiempo lograr un incremento del producto nacional bruto, fue planeada para desarrollarse en varias etapas, mediante sucesivos decretos que irían reglamentando el proceso paso a paso. En ese momento saltaron los señores oligarcas cafetaleros y dijeron: ! Eso sí que no!

La propiedad privada sobre la tierra es el patrimonio exclusivo de la oligarquía salvadoreña y mientras los grandes latifundios pertenezcan a la clase dominante en El Salvador, no habrá una verdadera reforma agraria en el Pulgarcito de América y si no hay una distribución justa y equitativa de las tierras fértiles en el país, jamás habrá paz, justicia y trabajo.

Noventa días duró la famosa Junta Revolucionaria de Gobierno que soñó con hacer la revolución pacífica en El Salvador y tuvo la ilusión de humanizar el capitalismo oligárquico salvadoreño.

EI problema en EI Salvador seguía siendo de correlación de fuerzas y no de deseos o buenas voluntades.
En Nicaragua en cambio, los Estados Unidos se vieron obligados a negociar debido a la fuerza popular que apoyaba al frente sandinista.

Los dirigentes revolucionarios salvadoreños se ahogaban en el inmenso mar de las contradicciones secundarias de la clase dominante. Ciertamente, el dueño de una fábrica de calcetines de nylon tenía que competir con la poderosa oligarquía salvadoreña. ¿Pero cómo movilizar a los Samour, a los Kury, a los Freund, Sarti, Schwartz, Sagrera, Veciana, Comte, Simán y demás industriaIes salvadoreños? ¿Cómo movilizar a los pequeños y medianos empresarios? ¿Cómo movilizar a los pequeños y medianos agricultores? ¿Hablándoles tal vez deI amor y de la justicia social? ¿Persuadiéndolos quizá a prescindir de opíparas ganancias? ¿Seduciéndolos a lo mejor a repartir los beneficios comerciales cristianamente? ¿Convenciéndolos tal vez que el socialismo es el destino irremediable de la humanidad? ¿Hablándoles de la teoría de la liberación? ¿Prometiéndoles el respeto a la propiedad privada de la tierra? ¿Garantizándoles un mercado Libre? ¿Fomentando la industria con dineros deI Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial? ¿Jurándoles que el nuevo ejército sería la garantía de la libre empresa y la economía de mercado?
Para ganarse la confianza de los sectores patrióticos y democráticos deI ejército, de la pequeña burguesía y gran burguesía no oligárquica era menester cambiar el contenido y el carácter de la revolución salvadoreña. Esa era la única forma de hacer alianzas con esas fuerzas. Y eso era precisamente lo que reflejaba diáfanamente la plataforma deI Gobierno de Amplia Participación.

¿Dejará algún día el capitalismo de ser un sistema social injusto, basado en la violencia, sólo por tener como presidente a un ex guerrillero y a comandantes como diputados?

¿Había valido la pena tanta muerte, tanta destrucción, tanta tristeza, tantos hogares destruidos, para plantear al final un gobierno democrático-burgués? ¿Qué había pasado? ¿Por qué el cambio?
La respuesta había que encontrarla en las filas revolucionarias y en los intereses políticos e ideológicos nacionales e internacionales. La momia de Tutankamón parecía un retoño comparado con el fantasma de la burguesía nacional salvadoreña que en forma prosaica se escondía tras el velo sutil de la burguesía “no-oligárquica”. Parecía que la rueda de la historia había girado en dirección contraria. La máquina deI tiempo había trasladado a la sociedad salvadoreña al África, Asia, México y al Cono Sur de los años sesenta. ¿Dónde habían aprendido esto las FPL? ¿Quién había sido el maestro?

EI viejo pregón comunista de caminar juntos con un sector de la burguesía anti-oligárquica y anti-imperialista se escuchaba en todos los rincones. EI canto mágico había penetrado los oídos vírgenes de los jóvenes comandantes. La confianza ciega en los amigos les había mutilado el pensamiento. La irresistible melodía había derretido la débil cera ideológica de algunos comandantes.
¿O quizás la fidelidad a la causa revolucionaria deI pueblo salvadoreño era una patología gerontológica? ¿Sería tal vez una desviación ideológica negar la coexistencia pacífica de clases? ¿Sería dogmatismo creer en la fuerza deI pueblo? ¿O sería cosa de dementes defender la autonomía política de la revolución salvadoreña?

Rodrigo iba y venía. Siempre se le recibía con preguntas y más preguntas. Interrogantes a las que él no tenía respuesta y quizás tampoco sus superiores las tenían. Y así fue pasando el tiempo y llegaron a octubre de 1984. Casi un año habían pasado juntos los seis guerrilleros, viviendo intensamente la lucha ideológica que fue aumentando en la medida en que la información se iba haciendo poca, contradictoria y magra. A la luz de los hechos, los sucesos de abril de 1983 eran un tema demasiado complicado y delicado. Parecía que todos los dirigentes se esforzaban por olvidar cuanto antes el tema Marcial. Represión de sentimientos o amnesia colectiva, dirían los sicoanalistas, sobre todo en el caso de los comandantes de más alto nivel en las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí. Eran ellos los que estaban directamente implicados en uno de los pasajes más oscuros de la revolución latinoamericana. Ellos habían asumido la responsabilidad histórica de acusar a Salvador Cayetano Carpio, voluntariamente o condicionados por la situación política nacional e internacional. No era la primera vez en la historia que se acusaba y condenaba sin prueba alguna a un revolucionario. Pero las verdades históricas cambian según las épocas y las necesidades. Lo único que no cambia es el derecho de los pueblos y los revolucionarios a conocer la verdad. Algún día se sabrá quién mató a Roque, por qué se suicidó Marcial, por qué la revolución salvadoreña cambió de rumbo...

Lo único que se había comprobado era la implicación directa de Marcelo. Raúl Bazzaglia, conocido por su nombre de guerra Marcelo, había confesado ser el autor intelectual deI crimen de Managua. Este engendro nacido deI propio vientre de las FPL, había dado la orden de ejecutar a Mélida Anaya Montes, comandante Ana María. Los comandos que ejecutaron la acción lo habían hecho con la convicción de que con eso le hacían un bien a la revolución salvadoreña. La confianza ciega en los jefes, la lealtad enfermiza y la incapacidad de analizar los fenómenos político-ideológicos con criterio propio los había conducido a cometer uno de los crímenes más horrendos en la historia de las revoluciones. Pobres campesinos, humildes y sumisos, pobres proletarios trogloditas que sin saberlo habían cambiado el curso de la revolución. No eran ellos los verdaderos culpables, eran otros, aquellos que con sus prédicas moralistas de “proletarizaciones en masa”, aquellos que valiéndose de la guerra, habían convertido la obediencia y sumisión en los valores más altos del revolucionario, aquellos que paralizaban el pensamiento con sermones paternalistas, aquellos que habían creado los zombis de la revolución, ellos eran los verdaderos culpables. La mística y el misticismo de los comandantes y del mismo Marcial habían sustituido a la lucha ideológica en las FPL.


– Compas. A petición de Víctor hemos convocado esta reunión – dijo Rogelio. Todos conocemos los problemas que hay entre Jesús y Jorge. Pienso que de una u otra forma todos estamos implicados, entonces lo mejor es que busquemos una solución colectiva.
– Pienso que el mejor método para tratar el asunto es que cada uno exponga sus puntos de vista – comentó Víctor.
– Me parece bien – intervino Jorge.
– Yo también estoy de acuerdo – dijo Jesús.
– Si querés comenzá vos – dijo Rogelio dirigiéndose a Jesús.
– Está bien. Yo es poco lo que tengo que decir. Me parece que el compa tiene que proletarizarse más. Sus debilidades pequeñoburguesas trata de justificarlas con la teoría.
– ¿Eso es todo? – preguntó Rogelio.
– Si, si – respondió Jesús.
– ¿Y vos Jorge?
– En los últimos días he meditado mucho a cerca de las disputas con Jesús. Algunas cosas han sido producto de malos entendidos, otras debido a prejuicios por parte mía y de Jesús, pero hay cosas que si son de fondo. EI hecho mismo de estar encerrados aquí desde hace varios meses ha generado un ambiente emocional que no es normal ni sano, y si a esto le añadimos los problemas internos deI partido, es una suerte que aún estemos cuerdos. Más allá de las neurosis, creo que entre Jesús y yo hay problemas ideológicos más profundos...
– Podrías detallar un poco más – sugirió Gonzalo.
– Claro. Yo pienso que Jesús tiene un concepto equivocado de lo que significa ser proletario o ser revolucionario. Para él la proletarización se limita puramente a lo formal, sin comprender que ante todo la proletarización es un proceso de desarrollo ideológico…
– Lo que pasa es que Jorge es muy indisciplinado y no acata las orientaciones deI partido – señaló Jesús.
– ¿Soy indisciplinado porque no acepto todo lo que nos dicen? ¿Cómo es posible que Rodrigo nos quiera convencer que todo sigue igual? Después de todo lo que ha pasado en los últimos meses...
– ¿Pero eso significa que no tenés confianza en la dirección? – preguntó Jesús.
– No sé cómo asimilaron ustedes el asesinato de Ana María. A mí en lo personal me ha hecho reflexionar mucho. AI principio creímos que se trataba de la CIA, después nos dijeron que habían sido agentes infiltrados y por último que fue Marcial el autor intelectual deI crimen. Creer eso nada más por acto de fe o de fidelidad a los comandantes, sin tener pruebas concretas de la participación de Marcial…
– ¡Claro que hay pruebas! – volvió a intervenir Jesús.
– Y si las hay, ¿por qué razón nos las ocultan?  ¿Por qué no nos dicen la verdad? ¿No te parece que sería mejor? Creo Jesús que ni tú mismo conoces la verdad...
– Esa información es compartimentada – señaló Jesús.
– Compartimentada, ¿para quién? ¿Para los que no somos miembros? ¿O hay que ser primero proletario para tener acceso a la verdad? Tú hablaste de desconfianza Jesús, ¿no será tal vez que la dirección tiene desconfianza en la militancia?
– Prácticamente estás poniendo en duda a todo el Consejo Revolucionario, nuestro máximo organismo de dirección – comentó de nuevo Jesús.
– Mira, Jesús. En casos tan delicados como los sucesos de abril es necesaria una explicación más científica y coherente. Hasta el momento no nos han dicho cuál era la desviación ideológica. ¿Cuáles eran las diferencias entre Marcial y Ana María? ¿0 tal vez piensan que no lo vamos a comprender?
– A lo mejor Rodrigo tampoco tiene mayor información – comentó Víctor.
– Quizás tengas razón. En ese caso debería ser más sincero y decirnos que tampoco él está enterado…
– Yo pienso que la actitud de Jorge es típica de los intelectuales. Siempre quieren una explicación para todo – comento Jesús.
– Por favor Jesús, ¿vamos a seguir con el mismo tema de los intelectuales pequeñoburgueses? ¿Quién te ha dicho a ti que preguntar y discutir es cosa de intelectuales? ¿0 piensas tú que por ser intelectual no corro el mismo riesgo de morir en la guerra que un proletario? Tú y yo estamos en las mismas condiciones. La diferencia entre tú y yo, es que tú dices si a todo y yo no...
– Ustedes sólo son teorías...
– Yo aceptaría tú crítica si estuviera tranquilo en mi casa con mi familia, recostado en un sillón elaborando estrategias, pero estoy donde tú estás, como lo mismo y deseo volver al frente como tú. Lo único que yo exijo es más claridad, más sinceridad. ¡Quiero saber por qué y por quién estoy luchando! Eso es todo...
– Creo que en eso Jorge tiene razón – comentó Víctor.
– Yo también pienso lo mismo – agregó Gonzalo.
– ¿Por qué no le planteamos a Rodrigo nuevamente nuestras inquietudes? – pregunto Víctor.
– Si todos están de acuerdo. Yo no tengo ninguna objeción – dijo Rogelio anotando algo en su libreta.
La discusión había concluido y para siempre. Nunca más se volvería a tocar el tema. Jorge había comprendido que a esas alturas ya no tenía sentido seguir discutiendo. Habían caído en un círculo vicioso.


Jesús fue el primero en regresar al frente de guerra. Todos estaban contentos y entusiasmados pues pronto se marcharían. Con la salida de Jesús, Rogelio quedó como responsable deI grupo. Jorge lo había conocido en Guazapa. Rogelio era de extracción campesina. Tenía modales suaves y era muy respetuoso y educado. Rogelio representaba el tipo de combatiente abnegado y fiel, pero no era dogmático y participaba en las discusiones. Mucho tiempo había tardado en sanarIe la herida en el muslo. De no haber sido por la operación urgente a que fue sometido hubiera perdido la pierna. Accidentalmente había sido herido por una escuadra guerrillera que lo confundió con un soldado enemigo. EI mando guerrillero había autorizado la salida de Rogelio para que se curara en el extranjero. Una parte de la columna que lo acompañaba había cruzado la calle asfaltada que une la ciudad de San Martín con Suchitoto. El lugar escogido era sumamente peligroso. Dos compañeros transportaban a Rogelio en una hamaca. Marianela García Villas, candidata al premio Nobel de la paz se encontraba también en la columna. Días antes había entrado en calidad de Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de EI Salvador, a investigar los atropellos constantes que sufría la población civil de Guazapa por parte del ejército salvadoreño. De pronto una lluvia de balas cayó sobre los guerrilleros que atravesaban en esos momentos la carretera. AI escuchar las ráfagas los que transportaban a Rogelio salieron huyendo, dejándolo solo y a merced de su suerte. Después de la emboscada el enemigo realizó un rastreo en la zona de combate. Unos soldados se acercaron al lugar donde estaba oculto Rogelio. Afortunadamente no lo encontraron. En la noche se arrastró como pudo y con gran esfuerzo logró alejarse de la calle.
Las voces que se aproximaban cada vez más despertaron sus esperanzas, pues a esas horas solamente los guerrilleros transitaban por esos lugares. La pierna le sangraba mucho y el dolor era insoportable. Una patrulla guerrillera había salido en busca de sobrevivientes. Rogelio fue trasladado nuevamente al hospital deI frente. Marianela García Villas había caído abatida por las balas. Una de las mujeres más valientes y ejemplares de EI Salvador, había muerto buscando más evidencias y pruebas del genocidio a que estaba siendo sometido el pueblo salvadoreño. Marianela no alcanzó a presentar sus pruebas en Nueva York ni en Ginebra, pero su espíritu y personalidad se gravaron en la memoria histórica del pueblo y siguieron recorriendo los pasillos de las Naciones Unidas.


Los guerrilleros se preparaban para entrar al frente. Solamente había que esperar la celebración de una reunión ampliada para emprender el regreso. La noticia deI ataque a la presa hidroeléctrica deI Cerrón Grande el 28 de junio les levantó más el espíritu combativo. Días más tarde Jorge se enteraría de la muerte de Manuelón. Había caído cuando intentaba tomar una trinchera por asalto. Un proyectil se interpuso en su camino. Manuelón había sellado su destino con la sonrisa de niño y la fuerza de un tigre. De todos los compañeros que Jorge había aprendido a querer, ya no quedaba ninguno.
A pesar de las capuchas, Jorge reconoció a los comandantes Valentín y Alejandro. Ellos se encargarían de explicarles la nueva línea política de las FPL aprobada por el séptimo Consejo Revolucionario.
– ¡Buenos días compas!
– ¡Buenos días!
– Reciban de parte del Comité Central de las FPL un saludo revolucionario – habló el comandante Valentín. En el marco de las batallas definitivas que se aproximan y con el espíritu combativo que siempre ha caracterizado a nuestro partido les damos la bienvenida. Nuestra dirigencia ha considerado de suma importancia que todos ustedes se compenetren de los nuevos lineamientos. Es importante que toda la militancia se empape de la línea estratégica. Muchos de ustedes ingresarán dentro de poco al país. Nadie puede entrar si no domina nuestra línea, sobre todo ahora que el imperialismo ha lanzado una campaña de desprestigio en contra de las FPL. Esperamos pues, que planteen sus inquietudes abiertamente.
"...el análisis marxista de la sociedad permite a los revolucionarios elaborar una estrategia revolucionaria....el medio fundamental de lucha continua siendo la lucha armada…”
– ¿Quiere decir compa que aún continuamos con la estrategia de guerra popular prolongada? – preguntó uno de los guerrilleros.
– ¡Por supuesto que sí! – respondió Valentín. La única diferencia es que actualmente nos encontramos en una fase superior de la guerra, la que denominamos Guerra Popular Revolucionaria. Nuestra meta continúa siendo la construcción del socialismo.
– Camarada. ¿Cuál es el carácter y contenido deI GAP? – preguntó Jorge.
– EI carácter es de transición y el contenido está determinado por los intereses de las fuerzas políticas y económicas que participen en el gobierno. En una palabra, el GAP es anti-oligárquico y anti-imperialista...
– ¿Quiere decir entonces que la plataforma programática responde a las necesidades de la burguesía no-oligárquica, la pequeña burguesía y sectores populares? – preguntó de nuevo Jorge.
– Así es…
– Entonces la etapa de desarrollo o de transición al socialismo que define el GAP será burguesa-democrática-nacionalista – subrayó Jorge.
– Bueno. No tanto como burguesa, pues en el gobierno ninguna fuerza tendrá la hegemonía – señaló el comandante Valentín.
– Disculpe camarada, que vuelva a insistir, pero tengo entendido que las transformaciones político-económicas en el marco democrático-burgués no van más allá del marco de las relaciones socio-económicas del sistema capitalista…
– Sí. Así es…
– ¿Podemos concluir entonces que la guerra popular revolucionaria la estamos desarrollando e impulsando para lograr objetivos democrático-burgueses? Y, si es así, entonces nuestra revolución es una revolución democrático-burguesa. ¿O estoy equivocado con mí apreciación?
– Bueno. Ese tema es mucho más complejo y delicado. Y no tenemos tanto tiempo para extendernos y hay otros temas que también queremos conversar con ustedes….
Jorge sabía que no estaba equivocado con su análisis. El carácter y contenido de la revolución salvadoreña había cambiado. Para quien había leído o estudiado “Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática” de Lenin, no era difícil llegar a la conclusión que en la revolución salvadoreña se habían impuesto los planteamientos estratégicos de lucha del partido comunista salvadoreño en la revolución salvadoreña. Las FPL habían regresado al vientre materno, al hogar que habían abandonado en 1969.
Aunque Jorge entendía que las tareas democrático-burguesas eran necesarias para crear las condiciones objetivas y subjetivas para la revolución socialista-democrática, también sabía que la oligarquía salvadoreña no era la dinastía Romanov y que El Salvador no era la Rusia zarista de principios del siglo XX y que además, las contradicciones entre la llamada burguesía no-oligárquica no eran tales como para enfrentarlas en el marco de una “revolución democrático-burguesa”. En El Salvador no existía más el feudalismo y el vasallaje. Las relaciones de producción fundamentales dominantes en la sociedad eran las capitalistas.

La oligarquía salvadoreña no estaba defendiendo en 1984 el feudalismo, eso lo hizo en 1932 cuando ordenó la masacre de más de treinta mil campesinos salvadoreños. La oligarquía salvadoreña estaba defendiendo sus intereses capitalistas. No era necesario ser especialista en macroeconomía ni siquiera marxista para saber que la contradicción fundamental en El Salvador seguía siendo: capital-trabajo; solamente había que saber leer y tomar los antiguos libros de texto de economía-política que circulaban en las áreas comunes de la Universidad Nacional en los albores de la lucha armada, para enterarse que la oligarquía salvadoreña es la clase económica dominante que controla en su totalidad el modelo capitalista de producción. ¿Habían olvidado los jóvenes comandantes aquellas lecciones?

Con una sutil finta protocolaria evadió el comandante Valentín contestar en detalle la pregunta de Jorge, y rápidamente comenzó a explicar la estrategia del diálogo y la negociación, que era el tema actual. Precisamente en la ciudad de La Palma, departamento de Chalatenango, el 15 de octubre se había realizado el primer encuentro entre el gobierno salvadoreño presidido por el ingeniero José Napoleón Duarte y representantes de la guerrilla y el Frente Democrático Revolucionario (FDR).

Los dirigentes revolucionarios salvadoreños habían optado por la estrategia de utilizar la fuerza militar como instrumento de presión político-diplomática. Toda propuesta político-diplomática del FMLN con carácter público, estaba siempre acompañada de una ofensiva guerrillera previa, de mayor o menor envergadura, parcial o general, en dependencia del peso y carácter del ofrecimiento. Es decir, que la estrategia militar no apuntaba realmente a romper la resistencia militar del enemigo, sino propiciar un marco favorable para la consecución de los lineamientos estratégicos deI diálogo y la negociación. El objetivo estratégico político-militar a mediano y largo plazo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional era la negociación del fin de la guerra y no la búsqueda de la paz a través de la justicia social y económica de la sociedad salvadoreña. El bienestar político, social, económico y cultural de las grandes mayorías o el mejoramiento de las condiciones materiales y espirituales de la sociedad salvadoreña – precisamente para alcanzar esos objetivos es que se hacen las revoluciones sociales – quedaría en manos de una gran alianza democrático-burguesa.

La cruzada por la “paz”, es decir el fin de la guerra, marchaba a mil revoluciones por minuto. Y no se trataba de que Jorge estuviera en desacuerdo con el diálogo y la negociación. Entendía claramente que era muy importante luchar también en ese espacio. Lo que no le parecía correcto era que la “guerra civil” se había transformado en el tema principal de discusión y negociación. Parecía que el FMLN estaba tratando de solucionar las consecuencias y no las causas que dieron origen a la guerra. Planteadas así las cosas, parecía que la guerra era la causa de la crisis, política y económica de El Salvador. Sin duda alguna la guerra era una constante que agudizaba esa situación y la población civil, léase la clase trabajadora y los sectores populares tampoco la querían, pero el conflicto armado no era el origen de los problemas. Decir que la “guerra civil” era la causante de todos los males que sufría El Salvador, no solo era una falacia, sino demagogia. Ahora solamente había que esperar el desarrollo de los futuros acontecimientos en EI Salvador y Centroamérica.
Jorge no hizo más preguntas, sabiendo que las respuestas no satisfacían sus inquietudes ni sus preocupaciones. Había entendido muy bien el mensaje del Comité Central de las Fuerzas Populares de Liberación y comprobó lo que el 9 diciembre de 1983 había intuido: De las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, fundadas el primero de abril de 1970 por Salvador Cayetano Carpio solamente quedaban las cinco letras, el resto estaba muerto.

En esos momentos, Jorge recordó las bromas de Lencho y German en la montaña y constataba ahora que no habían sido chascarrillos entre viejos conocidos, sino la proyección estratégica del FMLN que cada día se concretizaba más. Ahora creía hasta en la posibilidad real y concreta de ver muy pronto al Dr. Rubén Zamora o cualquier otro civil demócrata como presidente de un gobierno de amplia participación.

¿Estaba él dispuesto a arriesgar su vida para que en un futuro cercano, en el marco de una democracia-burguesa se pudiera elegir a un ex guerrillero como alcalde o diputado en elecciones libres?

Jorge sabía lo que tenía que hacer y lo que no debía hacer con su vida en el futuro. Él, que no había sido más que un peón en el tablero de la revolución salvadoreña por libre albedrío, se marchaba como hombre libre, con la conciencia limpia, pero con la inmensa pena de no haber visto el nuevo amanecer…

                                                                            FIN







EPÍLOGO

La versión original no tiene epílogo, puesto que con la muerte simbólica de Jorge se terminaba la historia, pero la vida real es como un libro en el que la última página se cierra cuando existe un final verdadero. Y la vida no terminó en noviembre de 1984.

Regresé a mi hogar con la derrota al hombro y cargado de rabia, dolor y pena. Pero eso sí, jamás me hice reproche alguno. Es más, la experiencia vivida me hizo más humano, más realista, más maduro y menos duro.
Nunca llegué a imaginarme que al abrir nuevamente las páginas de este libro, las imágenes, las voces, los paisajes, las tristezas y preguntas de más de tres décadas volverían hacerse presentes con toda su intensidad y emoción. Es mi historia personal, y no quiero valorar lo escrito ni mucho menos levantar el dedo reprobatorio contra alguien o un colectivo en particular, tampoco pretendo hacer un paradigma de ella. La historia la hacen los hombres con sus virtudes y sus defectos y cuando se hacen cosas, se acierta o se yerra.
“Mi historia” la escribí tal y como la viví y la sentí en esos momentos. Fue una catarsis necesaria para poder seguir viviendo como un ser humano normal y corriente, y no como piltrafa humana en el mundo que había abandonado voluntariamente por convicción político-ideológica. Cerca del amanecer me ayudó a elaborar psíquicamente los traumas de la guerra, a no sentirme “víctima” o “tonto útil” en manos de “dirigentes maquiavélicos”. No. Ni tonto ni engañado ni confundido.

Mis críticas y mis dudas nunca fueron personales y aunque pocas veces encontré el método y la forma adecuada para hacerlas, fueron siempre de carácter político-ideológico. Guardo un gran cariño, admiración y respeto por TODOS los compañeros y compañeras de las FPL-FM, y llevaré toda mi vida en mi mente y en mi corazón aquellos con quienes tuve el alto honor de trabajar y compartir sangre, sudor y lágrimas. Tampoco olvidaré a mis hermanos internacionalistas quienes sin saberlo, hicieron que me sintiera cerca de mi familia. Ellos fueron para mí un soporte importantísimo durante la fase de adaptación en la montaña. No sé qué hubiera hecho sin las conversaciones nocturnas y los consejos del Negro Hugo, Ramiro, Memo y Juancito. ¡Un millón de gracias compas!

El ser humano en su historia ha recurrido siempre a los rituales como un instrumento para sanar las penas del alma. Releyendo el libro me di cuenta que después de mi ruptura con las FPL-FM, había realizado de manera inconsciente dos actos rituales importantes, que en definitiva me ayudaron a estabilizar mi vida emocional y un tercero, como un acto consciente y necesario para cerrar un ciclo importante de mi vida.

1. Ritual: La peor estupidez cometida en los tiempos de la guerra.

Rondaban los días de agosto de 1987 y estaba de vacaciones en la ciudad de México con mi compañera y mi hija. El viaje a El Salvador no estaba en la agenda de vacaciones. Sin existir motivo alguno, al menos de manera consciente, tuve la “brillante idea” de darnos una vueltecita a El Salvador. De Europa a Centroamérica es bastante largo – me dije –, pero de Ciudad de México, aunque por tierra, San Salvador está a la vuelta de la esquina y es más barato. Así que de pronto nos vimos montados en un bus tipo Pulman y llegamos a San Salvador. Las peripecias del viaje y los correspondientes inútiles intentos de mordidas de los funcionarios aduaneros mexicanos y chapines  no las comento porque no vienen al caso. Allí estaba mi padre esperándonos en la terminal de buses en el bulevar Venezuela. Mi mujer feliz de conocer por fin a su suegro y mi hijita de conocer a su abuelito salvadoreño. El cielo azul profundo era más que el sombrero de Alí Primera, era un manto de índigo pipil hermoso y subtropical.
Entonces sucedió que un domingo, así de repente, le propuse a mi compañera viajar en bus hasta La Palma. La idea le pareció estupenda. Nuestra hija la dejamos con mi padre en San Salvador y nosotros tomamos el bus en la terminal de oriente. En uno de los retenes ubicado en un puente de Chalatenango, los soldados hicieron alto al bus y todos los pasajeros tuvimos que bajarnos. Los hombres a la izquierda y las mujeres a la derecha. Mi compañera traumatizada por los milicos golpistas de su país se puso nerviosa y para que se tranquilizara comenzamos a conversar en alemán. Nos pidieron los pasaportes. Ella presentó su pasaporte alemán y yo el salvadoreño. Nos preguntaron el motivo del viaje y nuestro destino. Les expliqué que estábamos de vacaciones y queríamos comprar artículos de artesanía en La Palma. Los pasajeros del bus comenzaron a subirse nuevamente y un soldado le dijo a mi compañera que ella también tenía que continuar el viaje. Y mi marido – preguntó ella. No él no puede continuar. Tiene que quedarse aquí porque tenemos que chequear sus documentos. ¡Entonces yo me quedo con él! – respondió ella resoluta y con determinación. Bueno, si usted quiere, respondió el soldadito, bastante sorprendido por la firmeza de mi mujer. Pasaron tres camionetas y nosotros aún sentados en unas piedras esperando a que el sargento se pusiera en contacto con el cuartel de Chalate. Ambos estábamos muy tranquilos. La situación operativa la conversábamos en alemán. Yo le decía a mi mujer que teníamos que aparentar tranquilidad absoluta y sobretodo no ponernos nerviosos en ningún momento. Yo sabía que era muy difícil, casi imposible que alguien me pudiera reconocer o identificar como guerrillero. Mis documentos eran legales y por ese lado no había nada que temer. Por fin el sargento logró comunicarse con el cuartel de Chalate y pude escuchar cómo  informaba a un oficial acerca de la situación operativa. Son turistas alemanes repetía el sargento. Van a La Palma. El sargento cerró las comunicaciones y se dirigió a mí y me entregó mi pasaporte. Dice mi teniente que pueden seguir, pero tengan cuidado –  advirtió – están en territorio en guerra. Le di las gracias por el documento y por sus advertencias. En ese momento realicé que efectivamente estábamos en territorio en guerra y el peligro real en que nos encontrábamos. No obstante, le pregunté al sargento si había más retenes por delante, pues corríamos el riesgo de que nos controlaran nuevamente. No se preocupe dijo el sargento ya no los van a controlar más. Más de dos horas habíamos pasado retenidos. Por fin llegó la camioneta, pero venía repleta. La única posibilidad que teníamos de viajar era ir colgados en la parte de atrás y eso fue lo que hicimos. Llegamos a La Palma y sólo pudimos dar una vuelta por el casco de la ciudad y recorrer un poco los alrededores de la plaza. A Silvia le indiqué más o menos el lugar donde había muerto Yoel, la tiendita donde había bebido una gaseosa y la zona por donde salimos en retirada el 24 de diciembre de 1982. Allí en el centro de la plaza, en silencio y tratando de contener las lágrimas, me despedí de Bernardo, de Yoel y de todos los guerrilleros del Frente Norte Apolinario Serrano. Allí en la subzona tres viví los días más felices de vida guerrillera con Manuelón y Bernardo, y precisamente allí, en el lugar de mi última operación militar como guerrillero de las FPL-FM, en silencio eterno y tomado de la mano de mi compañera dejé de ser Jorge López.
Era poco tiempo el que nos quedaba y no queríamos viajar atardeciendo. Tomamos el bus de regreso a San Salvador, esta vez viajamos cómodamente sentados. Le fui explicando a mi esposa el recorrido de nuestra retirada. Pasamos por El Barrancón y minutos más tarde llegamos al retén. Saqué de la ventana un cuadro típico de La Palma y se lo mostré al sargento, quien muy amablemente nos saludó con la mano. Nunca le dije a mi compañera que la mayor muestra de su amor por mí y de su valentía, me la había dado en esos momentos en que se negó a dejarme solo en el retén.

2. Ritual: El arco del triunfo de dos presuntos perdedores

Mi padre vino de visita el año siguiente a conocer las Europas. Creo que nunca en su vida se imaginó que algún día conocería estas tierras. Aprovechando su visita y mis vacaciones de verano, fuimos a París. Nos hospedamos en un hotelito de dos estrellas en las cercanías del arco del triunfo. Realizamos la ruta típica de los turistas, tomamos fotos y la pasamos lindo, mi viejo y yo. Dejé a mi padre en el hotel y le dije que regresaría en un par de horas, pues me encontraría con un viejo amigo.
Llegué sin problemas a la dirección que Jacinto me había entregado y toqué la puerta. Para mí hubiera sido una decepción muy grande si la puerta se hubiera quedado cerrada. Había llegado exactamente a la hora convenida y no toqué dos veces. A la primera abrió Edmundo la puerta y me hizo pasar a una habitación, pequeña pero cómoda. Al principio noté un cierto nerviosismo en su comportamiento y tuve la fantasía de que estaba a la expectativa, como si esperara un reproche o una crítica. Le expliqué que había tenido la necesidad de verlo en el momento que supe que estaba de regreso en Paris. Quería decirle que no creyera que yo podía tener algún resquemor, por haber sido él quien me abrió las puertas de las FPL. No quise utilizar el término “reclutar”, pues él nunca me reclutó. Yo me presenté voluntariamente como soldado de la revolución ante su puerta y él la abrió, tal como lo había hecho minutos atrás. Hablamos acerca de muchas cosas, todas relacionadas con el desarrollo posterior de las “F” a raíz de los sucesos de abril. Hablamos tanto, que ya no me acuerdo de nada. Antes de despedirme le pregunté por René, el compañero que hizo todas las gestiones para que yo ingresará al frente interno. Sentí un gran alivio, no sé por qué, cuando me enteré que estaba vivo y que vivía en Canadá. Le pedí por favor que si algún día lo encontraba por allí le dijera cuáles eran mis pensamientos. Por Edmundo me enteré también que Gonzalo vivía en Costa Rica. Todo el equipo de las FPL-FM de antaño en Europa había pasado a la historia. Miguel Bonilla, como ya lo expliqué en la novela, murió en Chalatenango en 1983. El sabio, bueno y bondadoso de Jacinto murió ese mismo año de cáncer en el hígado. Con Alfonso me unen más relaciones amistosas que políticas, cosa que siempre fue así. De vez en cuando nos encontramos por allí o por acá y casi nunca hablamos de los tiempos de la guerra…

3. Ritual: La relectura de Cerca del amanecer

Hasta el año 2005 nunca pude cantar de un tirón “El sombrero azul” de Alí Primera ni siquiera hablar con los “amigos del alma” mis vivencias en la guerra. A medio andar rompía en llanto. Pero jamás evité ni cantar ni hablar de El Salvador. Lloraba de pena. Siempre canté y siempre discutí acerca y sobre la revolución salvadoreña. Entonces, poco a poco fui experimentado que cada vez las estrofas iban siendo más, hasta que un día canté la canción de corrido y con tanta emoción que fueron los presentes los que lloraron esta vez. Sabía que algún día tomaría el libro y lo leería nuevamente, pero la verdad es que nunca tuve la necesidad de hacerlo. Allí estuvo siempre un ejemplar en el estante, esperando pacientemente veintiséis años sin decir nada. Hasta que en septiembre de este año lo tomé de la estantería, pero no lo abrí para leerlo, sino que lo copié con un escáner y lo convertí en un documento Word. Fui entonces leyendo y escribiendo al mismo tiempo capítulo por capítulo. Pero las experiencias, aunque renacidas, ya estaban muy lejos; la maduración político-ideológica y los hechos históricos mundiales ocurridos años más tarde relativizaban o explicaban muchas cosas, pero no todas. Por las facilidades de la época moderna y las ventajas de internet, pude enterarme de los nombres legales de muchos compañeros caídos e incluso de algunos que sobrevivieron. Así me enteré recién hace un par de meses de la muerte de German Serrano en un artículo muy escueto y en inglés: “…Salvadoran guerrilla commander Jose Ricardo Ruiz died June 1, 1992 at age 32 at a San Salvador hospital. He had been in a coma sinceMay 25, when he suffered a brain hemorrhage caused by the breaking of a congenital aneurism, his doctors said. Ruiz, who was known as Comandante German Serrano, was an important militarystrategist for the FMLN (Farabundo Marti Front for NationalLiberation) and led the 1989 takeover of the Sheraton hotel during the FMLN's military offensive in the capital. He joined the revolutionary movement at age 13. At the time of his death,he served on the political commission of the Popular LiberationForces (FPL), one of the five groups making up the FMLN. Ruiz was born and is to be buried in El Salvador's Chalatenango province…“  
Ojalá algún día se escriba y se describa la vida de miles de jóvenes revolucionarios, quienes, como “Bernardo Torres”, “German Serrano”, “Manuelón”, “Medardo”, “Odul”, “Nico” y tantos otros conocidos y desconocidos, ofrendaron su vida en aras de la revolución socialista salvadoreña.
Los que sobrevivieron, estén donde estén, seguirán llamándose como los conocí, aunque tengan otros nombres. Ellos son también parte ya del pasado.

¿Qué fue de los firmantes de la Comisión Política de las FPL-FM[3] electa en agosto de 1983?

Aquellos que en agosto de 1983 acusaron de asesino a Salvador Cayetano Carpio, aquellos que con su firma certificaron la alta cohesión político-ideológica del partido y al mismo tiempo la descomposición político-ideológica del Comandante Marcial, aquellos que le diagnosticaron una psicopatía y avidez de poder, aquellos que lo calificaron de desubicado histórico que no supo estar a la altura de las exigencias de la guerra popular revolucionaria salvadoreña.

¿Dónde están ahora? ¿Cómo está el pueblo salvadoreño? ¿Cómo marcha la revolución democrático-burguesa? ¿Cómo está Doña Oligarquía? y ¿la paloma de la paz?, ¿Vive o se la merendaron los indigentes?

Salvador Sánchez Cerén [FMLN], Comandante Leonel González: Actual Vice-Presidente de la República de El Salvador y candidato a la presidencia para el periodo 2014-2019. ¡Responda!
Hernán Solórzano, Comandante Dimas Rodriguez: Caído en combate en 1989. ¡R.I.P!
Medardo González [FMLN], Comandante Milton Méndez: Secretario General del FMLN. ¡Responda!
Atilio Montalvo Cordero [civil sin filiación política], Comandante Salvador Guerra. ¡Responda!
Facundo Guardado [socialdemócrata], Comandante Esteban Cabrales. ¡Responda!
Comandante Mayo Sibrían [criminal de guerra]: Fusilado en 1991 después de ser acusado y condenado en un juicio sumario por crímenes y vejámenes cometidos contra militantes de las FPL-FM. ¡R.I.P!
Juan Fernando Ascoli [religioso sin filiación política], Comandante Ricardo Gutiérrez: Jesuita guatemalteco y académico de alto nivel. Regresó a Guatemala después de los acuerdos de paz. ¡Responda!
Gerson Martínez [FMLN], Comandante Valentín/Orlando Quinteros: Ministro de Obras Públicas del actual gobierno presidido por Mauricio Funes. ¡Responda!
Antonio Cardenal Caldera, Comandante Jesús Rojas: Muerto en 1991 en las cercanías de Arcato, Chalatenango, en una emboscada de aniquilamiento planificada ad hoc por un batallón élite. ¡R.I.P!
Napoleón Romero [desertor], Comandante Miguel Castellanos: Desertó de la guerrilla en 1985. Director del Centro de Estudio de la Realidad Nacional (CEREN). Fue ajusticiado por un comando urbano de las FPL-FM en 1989. ¡R.I.P!

                                                  ¡Prohibido olvidar!


Post scríptum: Salvador Cayetano Carpio, Comandante Marcial, fue sobreseído en abril de 1984 del cargo que se le imputaba como autor intelectual del crimen cometido contra Mélida Anaya Montes, Comandante Ana María, por un Tribunal de Justicia de la República de Nicaragua, debido a que no fueron presentadas pruebas en el proceso que respaldaran dicha imputación.



[1] Comandante en jefe del ejército de Chile durante la Unidad Popular y asesinado en el marco de la operación Condor.
[2] General Juan Francisco Velasco Alvarado presidente del Perú en 1968 de ideología socialista.
[3] Las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí acordaron el 9 de diciembre de 1995 en la Finca El Espino disolver las estructuras partidarias y traspasar todos los bienes y activos al FMLN.

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