La arena es un método efectivo de filtración natural para separar los materiales sólidos de los fluidos. Las arenas del Sahara por su parte, se han convertido definitivamente en un filtro de depuración ideológica a nivel internacional. La coyuntura político-social en Libia, agravada con la intervención militar de la OTAN, ha sido el escenario, en el cual los enfrentamientos político-ideológicos en el ámbito de la izquierda mundial han ido evidenciándose paulatinamente, lo que puede comprobarse leyendo diariamente los periódicos digitales y plataformas informativas en la red. La falta de transparencia y ecuanimidad de los medios de comunicación al servicio de los intereses pro imperialistas y de los medios alternativos anticapitalistas y antiimperialistas, acerca de lo que realmente en ese país norafricano está sucediendo, más la imagen desprestigiada del coronel Gadafi en el extranjero, han contribuido sustancialmente a la extraña amalgama de sentimientos encontrados en relación a la República Árabe Libia Popular y Socialista por parte de personalidades conspicuas de la política internacional y del ciudadano del mundo, común y silvestre, como yo.
A partir de la resolución 1973 aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 17 de marzo de 2011, la situación en Libia no es apta para ambigüedades ni medias tintas. Los argumentos políticos manifiestos en contra o a favor de la intervención militar, facilitan la localización ideológica del escritor y no hay por donde perderse. Los que defienden y avalan la invasión político-militar de la OTAN, desde posiciones supuestamente de izquierda, escudándose detrás del artilugio de la crítica severa al comportamiento extravagante e histriónico de Gadafi y a las desviaciones político-sociales de la revolución popular y socialista libia, confunden la parte con el todo. Las críticas a Gadafi, falsas o verdaderas, justas o injustas, moderadas o hiperbólicas, no justifican la intervención político-militar en Libia. Al mismo tiempo, quienes están en contra de la injerencia militar del imperialismo norteamericano y sus aliados europeos y árabes, no necesariamente tienen que estar a favor de las posiciones políticas e ideológicas del ciudadano y político libio Muammar Abu Minyar al-Gaddafi y su concepción del mundo y de la vida.
Pienso eso sí, que todo aquel que tenga conciencia antiimperialista y considere que la soberanía nacional y el derecho de autodeterminación de los pueblos es un principio inalienable, indivisible e incuestionable, debería condenar, en consecuencia, la intervención político-militar de cualquier nación, por muy poderosa que ésta sea, en cualquier país del mundo. De lo contrario sería aceptar, que el día de mañana, cuando a las fuerzas imperialistas se les antoje declarar que el “dictador venezolano Hugo Chávez” o “el dictador Raúl Castro” (para muchos sectores de la sociedad americana y europea, ambos presidentes son considerados realmente dictadores), son un obstáculo para la “libertad y el desarrollo integral de sus respectivas sociedades” y por lo tanto, habría que instar a la ONU a que adopte todas las medidas necesarias para garantizar “la paz, la concordia y el progreso “y además, para proteger a los civiles y las zonas pobladas por civiles que estén bajo amenaza de ataque en la Venezuela Bolivariana o Cuba Socialista. La lista de las intervenciones militares norteamericanas en el mundo en los últimos cien años es larga, muchas de ellas convertidas con el tiempo en verdaderos pantanos militares, dan constancia de ello.
La probabilidad que Libia se convierta en un pantano bélico es muy remota, debido a que la ocupación militar no es el objetivo estratégico del imperialismo, tanto más , cuando el desenlace negociado del conflicto es cada vez más previsible, puesto que ha quedado en evidencia que ninguna de las partes beligerantes puede alcanzar una victoria militar contundente e irreversible. Los rebeldes porque no pueden y las tropas del gobierno porque la OTAN no los deja. En todo caso, la situación continúa todavía inestable y confusa. Lo que sí ha quedado al descubierto, es que lamentablemente son muchos los comentaristas de izquierda que se han hundido en las arenas movedizas de Libia y no han sido capaces de separar los elementos sólidos informativos contaminados con la biografía del coronel Gadafi y los elementos fluidos de la intervención político-militar imperialista.
Roberto Herrera 06.04.2011
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