Sin lugar a dudas, „patria o muerte”, es una consigna numantina, patética y radical, pero cuando se está sitiado por todos los puntos cardinales y un deje de dignidad, decoro y valentía todavía anidan en lo más recóndito del alma de los sitiados, la consigna deja de ser una orden militar y se convierte en un deber civil. La historia de los numantinos y saguntinos y su ejemplo de resistencia hasta las últimas consecuencias contra las huestes invasoras, es mundialmente conocida y no necesita prólogo.
Cuando el 16 de abril de 1961 las hordas contrarrevolucionarias cubanas, apoyadas por el imperialismo norteamericano, recibieron la orden de invadir a Cuba en playa Girón, ninguno de los estrategas militares del Pentágono esperaba la contundente respuesta militar de los revolucionarios cubanos. Las acciones militares se desarrollaron con una rapidez sorprendente, quedando en evidencia la capacidad de respuesta táctico-operativa del Ejército Rebelde, las Milicias Nacionales Revolucionarias y el pueblo cubano. El Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, en el propio terreno de las operaciones, dirigió y coordinó las acciones militares por aire, tierra y mar que desembocaron en la primera derrota militar del imperialismo norteamericano en América Latina.
Patria o muerte se convirtió desde entonces en el grito de guerra de un pueblo que en menos de 72 horas, juramentó con sangre su disposición a luchar por su revolución. El miliciano Eduardo García Delgado, cayó combatiendo el 15 de abril de 1961, y antes de morir, escribió con su sangre en la pared el nombre de Fidel.
Patria o muerte, para los revolucionarios cubanos, es mucho más que una consigna, es fidelidad a los principios, a los valores y a las ideas socialistas.
Roberto Herrera 17.04.2011
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