viernes, 22 de abril de 2011

El valor agregado histórico de la revolución cubana

Por lo visto, los vientos que soplan en la Habana, no son del agrado de los enemigos de la revolución, puesto que los medios principales de comunicación, se han limitado a comentarios escuetos y estereotipados en relación a los últimos sucesos en el ámbito político cubano.

Quienes esperaban una catarsis política como la ocurrida en el XVII Congreso del Partido Comunista Bolchevique de la antigua Unión Soviética en enero de 1934, probablemente habrán quedado defraudados con los resultados del recién celebrado VI Congreso del Partido Comunista de la República Socialista de Cuba. Si se pretendiera encontrar similitudes con lo sucedido en Cuba en los últimos días, semanas y meses, podría afirmarse, con las salvedades y reservas del caso, que algo parecido ocurrió en el XII Congreso del Partido Comunista de la República Popular China en septiembre de 1982, el cual marcó la pauta de las reformas económicas del socialismo chino. No obstante, el socialismo cubano es diferente y tiene otros derroteros.

Considero que estamos siendo testigos de un proceso político-ideológico con rasgos paradigmáticos al interior de un partido comunista. Las dicotomías tradicionales en las sociedades comunistas: “partido-estado”, “burocracia-apparatschik”, “cuadros-militancia” han sido expuestas públicamente, analizadas y discutidas. Raúl Castro fue claro y preciso cuando se refirió a estos temas en su discurso de inauguración al VI Congreso: “Se trata, compañeras y compañeros, de despojar para siempre al Partido de todas las actividades no propias de su carácter de organización política, en pocas palabras, liberarse de funciones administrativas y dedicarnos cada quien a lo que nos toca”. Palabras que recuerdan las de Apeles, el famoso pintor griego más célebre de la antigüedad, cuando en cierta ocasión un zapatero, sintiéndose autorizado y en condiciones de juzgar una obra suya, más allá de lo que su profesión artesanal lo facultaba, éste le contestó: “Zapatero, a tus zapatos”.

Los efectos de la reforma económica, se podrán analizar solamente en el momento oportuno, es decir, cuando las repercusiones sean perceptibles y medibles. El VI Congreso tiene una relevancia política-ideológica importantísima en la construcción del socialismo en Cuba. En primer lugar, se ratifica el carácter socialista y antiimperialista de la revolución y como consecuencia directa de ello, el legado histórico de José Martí, Fidel Castro, Ernesto Guevara, Julio Antonio Mella, Carlos Baliño, Lenin, Marx, Engels y demás personalidades revolucionarias, que han contribuido a la construcción del socialismo. En segundo lugar, el pueblo cubano ha asumido conscientemente la ausencia de Fidel en el trabajo diario político y estatal. No se cayó en la tentación de nombrar al compañero Fidel (tampoco él lo hubiera aceptado) “Presidente vitalicio del Partido” u honrarlo con cualquier otro título simbólico y vacío. Fidel Castro, bien lo dijo Raúl, no necesita cargos ni nombramientos, es y será el Comandante en Jefe de la revolución cubana. En tercer lugar, el partido comunista cubano, está demostrando su capacidad de aprender de los errores cometidos, los propios y los ajenos, y de tomar las medidas necesarias para corregirlos y no repetirlos. Ya tendremos tiempo para constatar y verificar la puesta en práctica de los acuerdos y resoluciones.

Las revoluciones socialistas son procesos dialécticos productivos, sobretodo de ideas, valores, principios y experiencias. Todo indica que los revolucionarios cubanos han aprendido bien la lección del fracaso del modelo socialista soviético de desarrollo. A pesar de la desaparición de la Unión Soviética, el socialismo sigue siendo la única alternativa posible al imperialismo y al capitalismo globalizado. A pesar de la campaña mediática contra la revolución cubana, el pueblo revolucionario de Cuba, a través de su Partido, ratificó en el VI Congreso su vocación martiana, fidelista y socialista. Este es el valor agregado de la revolución cubana al proceso dialectico de la construcción del socialismo de este siglo o de cualquier siglo futuro.

Roberto Herrera 22.04.2011

3 comentarios:

  1. Roberto sigo tu blog que me parece muy interesante por las reflexiones que haces. Además de compartir una admiración por la Revolución cubana, pero estos días estoy dándole vueltas a la cabeza sobre los peligros que aparecerán en la semiprivatización de la economía. La ambición por poseer del ser humano ya la conocemos. Espero que hayan diseñado estrategias para controlar conductas que deriven en contra del Socialismo.
    Saludos. Gabriela Ladrero

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  2. Estimada Gabriela, gracias por tus comentarios. El único indicador válido para saber si estamos en el camino del socialismo es saber si la plusvalía generada en la producción de bienes materiales por la clase trabajadora es patrimonio de una clase capitalista dominante o de la sociedad que la produce. En todo caso, espero, como tu, que las leyes reglamenten la propiedad privada de medios de producción secundarios y terciarios y la contratación de mano de obra. Este es el reto histórico de los cubanos.

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  3. El socialismo es la única alternativa posible y era necesario actualizarlo con medidas como las que están adoptando en Cuba. Yo también espero que estas no afecten a la equidad y ningún ser humano quede desprotegido, estoy más que seguro que no pasará porque los cubanos han adquirido tal grado de conciencia política que será muy difícil arrebatarles los derechos peleados durante cinco décadas.

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